El inicio de la tercera temporada de The Bear se remonta a todas las cocinas donde Carmy (Jeremy Allen White) trabajó antes del comienzo de la serie, incluyendo el restaurante de Nueva York dirigido por el brillante y abusivo David Fields (Joel McHale). En una escena, Fields muestra un nuevo plato diseñado por Carmy y lo compara con nachos porque contiene demasiados ingredientes. Agarra un pedazo de cinta verde y le anota un sencillo consejo al aprendiz emocionalmente abatido: “substract” (sacá). Es una lección con la que vemos luchar a Carmy en la nueva temporada. A veces, es muy consciente de cuando un plato, o su restaurante en general, trata de hacer demasiado a la vez, y a menudo le advierte a su propia discípula herida, Sydney (Ayo Edebiri), que menos puede ser más.
Sin embargo, una de las primeras grandes decisiones que toma en esta temporada es que cambiará todo su menú cada noche, en lugar de quedarse con lo que saben que funciona. Sydney, con razón, pregunta por qué querría hacer eso, si The Bear es tan nuevo y frágil, y desde la apertura con amigos y familia, el menú fue tan festejado. Carmy responde: “Para que vean de qué somos capaces”.
La explicación vaga de Carmy y su arriesgada decisión de reinventar The Bear cada noche nos hacen preguntar sobre la filosofía del creador de la serie, Christopher Storer, y sobre qué tratará de hacer con lo que funcionó tan espectacularmente bien hasta ahora. En algún sentido, la nueva temporada corta con algunos de los cambios que Storer aplicó en la segunda. Pero en otros, lo vemos añadir aún más ingredientes e ideas, no todos necesariamente compatibles con los que ya estaban en la receta. Es aún más ambiciosa que hace un año, tanto que sus ideas ni siquiera pueden contenerse en estos nuevos diez episodios, por lo que terminan con la leyenda To be continued.
The Bear todavía es capaz de llevar a su público a esos mismos lugares mágicos a los que Carmy y Sydney pueden transportar a sus comensales. Pero estos grandes giros no parecen conectar tan bien como lo hicieron años anteriores. Y la decisión de Storer de tratar esta temporada y la próxima (que ya se filmó) como una única gran historia hace que estos primeros episodios se sientan un poco como una entrada muy larga.
La segunda temporada terminó con la vertiginosa apertura de The Bear y con Carmy atrapado en un freezer, incapaz de disfrutar de un momento de placer, de esto que él y su equipo construyeron de cero y convencido una vez más de estar destinado a ser siempre miserable. Ese final no fue ningún cliffhanger, pero dejó muchas preguntas abiertas.
[A partir de acá, alerta de spoilers…]
La tercera temporada hace que el público espere esas respuestas. “Mañana” es el primer episodio que sólo se puede permitir una serie tan querida —y que lanza sus episodios todos juntos en lugar de uno por semana—. Aunque nos muestra a Carmy y los demás después de la inauguración, está menos interesado en su día homónimo que en todos los días de Carmi Berzatto. Mientras regresa a The Bear la mañana después de ser liberado de la heladera, y comienza a esbozar su nuevo plan para el restaurante, mientras vemos las paradas anteriores de su viaje gastronómico, con cameos de figuras culinarias reales como Daniel Boulud y René Redzepi, así como ficticias como David Fields y Luca, el pastelero que le enseñó a Marcus (Lionel Boyce) su oficio en un memorable episodio de la segunda temporada.
Hay diálogo aquí y allá, pero todo es esencialmente un poema tonal para meternos en la cabeza de nuestro héroe aún más que de costumbre. Sabemos cuán traumatizado fue por el sadismo de David, pero es aún más picante cuando lo contrasta con Andrea Terry (Olivia Colman), la chef cuyo restaurante, Ever, fue presentado en la segunda temporada como el mejor del mundo.
La primera temporada de The Bear se situaba en el lugar de trabajo más estresante de la historia, donde todo el mundo discutía todo el tiempo. La segunda temporada no carecía exactamente de estrés, pero el clima era más cálido y más alentador en general. Carmy y Sydney habían convencido a Richie, Tina (Liza Colón-Zayas) y el resto del personal de que podían contribuir a un restaurante que aspira a algo más grandioso que hacer el mejor sándwich italiano en Chicago. Incluso Carmy sonrió de vez en cuando, gracias a la nueva relación con su vieja amiga Claire.
Cuando la acción retoma ritmo en el segundo episodio de la tercera temporada, Richie sigue furioso por las cosas que Carmy le dijo desde el interior del freezer, Sydney se siente traicionada por la decisión del chef de cambiar el menú —su menú— sin consultarla, y Marcus está frustrado por su madre enferma mientras él atraviesa la tensión de la apertura del restaurante. Todo el mundo parece haber vuelto a un mal lugar emocional. Lo cual es bastante normal, sabiendo de dónde venimos.
La mayor parte de “Next” es una sola escena, donde un personaje tras otro llega a la cocina, aprende sobre la exagerada lista de “no negociables” de Carmy y trata de descubrir cómo diablos llegaron allí a partir del triunfo de unos pocos días antes. Eso se encuentra entre “Tomorrow”, que cubre años de la vida de Carmy, y el tercer episodio, “Doors”, que narra un mes en la vida de The Bear, donde la evolución del menú de Carmy y el conflicto entre él y Richie, convierten el restaurante cada vez más desordenado en un sentido literal y emocional.
Es un potente golpe 1-2-3 para comenzar la temporada, como un recordatorio de cuántas formas han encontrado Storer y compañía para contar lo que al principio parecería ser una historia bastante simple de un lugar de trabajo interesante. E incluso “Next” no es del todo sencillo y compacto. Los créditos iniciales del episodio se desarrollan en un montaje documental de trabajadores de servicios de la vida real, desde chefs y camareros hasta amas de llaves de hoteles y conductores de Zamboni, trabajando duro al comienzo de un hermoso día en Chicago.
Lo que al principio podría parecer simplemente una colección de tomas glorificadas se convierte en algo más cuando la mayoría de las personas comienzan a saludar a la cámara. Durante unos minutos, la verosimilitud del resto de The Bear desaparece y vemos gente emocionada de estar en televisión y orgullosa de que este programa reconozca su arduo trabajo. The Bear es siempre una carta de amor para las personas que preparan y sirven nuestra comida y que limpian lo que ensuciamos; simplemente lo está haciendo más abiertamente en este montaje.