Sergio Rotman: “Las reediciones en vinilo están hechas sin amor, como todo en el siglo XXI”

No sabe cuántos discos tiene el saxo de Los Fabulosos Cadillacs, pero asegura que ninguno es malo, y levanta la bandera del coleccionismo por el sólo hecho de ser algo en vano

Por  JOAQUÍN VISMARA

octubre 15, 2023

Agustín Dusserre

Para Sergio Rotman, su discoteca no se mide en cantidad de unidades sino en superficie ocupada. “No tengo la menor idea de cuántos discos tengo, nunca tuve registro. Son como tres bateas enormes, pero no sé cuántos son. Nunca los conté porque me parece que es descubrir algo que no es necesario saber, prefiero que sea una incógnita. De lo que sí estoy seguro es que no tengo ningún disco malo”, dice sobre una colección en la que aparecen algunas figuritas repetidas como The Velvet Underground & Nico, Sally Can’t Dance, de Lou Reed, y Wildweed, de Jeffrey Lee Pierce. “Sé que los tengo, pero me los compro porque me los cruzo y no lo puedo evitar”, dice antes de agregar que posee cinco ejemplares de The Last Vegas Story, de The Gun Club.

Su colección, asegura, pertenece al cuarto que habita (en este caso, una terraza del barrio de Florida), y por eso no viajó con él cuando se radicó una temporada en Puerto Rico junto a su pareja Mimi Maura. Allá creó otra nueva (“le compré 400 simples al mayor coleccionista de Latinoamérica, que los vendía de a cuatro por un dólar”, cuenta), que se fusionó con su hermana porteña cuando regresó a Buenos Aires.

Enemigo de las reediciones (“están hechas sin amor, como todo en el siglo XXI”), para Rotman lo interesante del vinilo es que “al ser una cosa tangible no tiene un camino premeditado, vos hacés el tuyo propio. Es una búsqueda del tesoro constante”. En una reciente gira con Los Fabulosos Cadillacs por España, el también líder del grupo Cienfuegos hizo escala en la disquería Revolver, spot histórico de Barcelona. “Había una cantidad ridícula de discos, y hoy en día tenés que jugar con el azar. Igual conseguí dos simples de JoBoxers, una banda inglesa rarísima de los ochenta, y un bloquecito con singles de Derribos Arias y PVP, dos bandas que hacía años que buscaba, así que soy afortunado. Pero eso es lo lindo de todo esto, que sea algo medio caótico”, cuenta sobre su pesca ibérica.

La militancia del formato físico tiene también su enemigo en la intangibilidad del streaming. “Sólo uso Spotify para ver si salió algo que me gusta y quiero ver cómo suena, pero es como comparar un helado de Saverio con uno de Frigor. Si no me creen, agarren un mixer, pongan su teléfono en un canal y un vinilo en el otro, comparen y después me llaman”, desafía.

Sin embargo, para Rotman el mayor atributo del formato físico excede las cualidades técnicas: “Lo más interesante del vinilo es que es en vano. Este siglo hace que todo el mundo quiera conseguir un beneficio de lo que hace, y en realidad no hay que tener ningún beneficio. Hay que hacer cosas por hacer, porque te dan placer, y hoy eso está mal visto”