Paul McCartney en Buenos Aires: así fue la primera noche del Beatle en River

Con mayoría de temas Beatle, Paul sumó otro show histórico en su quinta visita a la Argentina. El ritual continúa esta noche y el 23 de octubre, en Córdoba

Por  CLAUDIO KLEIMAN

octubre 6, 2024

Paul McCartney, el 5 de octubre en River

Adán Jones

Hay que decirlo: tener un beatle en Argentina en 2024 es un milagro. O en cualquier parte del mundo. Y ese milagro es mayor cuando Paul McCartney consigue producir, especialmente en estos tiempos violentos, el mismo fenómeno que conseguía su grupo allá por los años 60, unir a la gente a través del poder de la canción.

Las imágenes que proyectan las pantallas antes de su aparición en escena, mezclando en forma no cronológica distintos momentos de su carrera, son un buen anticipo de lo que experimentaremos durante las siguientes dos horas y cuarenta minutos en el estadio de River, la primera de sus dos noches en Buenos Aires: un viaje a través del tiempo, yendo y viniendo libremente entre el pasado y el presente, fundiendo épocas, sentimientos, recuerdos y vivencias, que cada uno tiene asociadas con ese monumental catálogo que Sir Paul ha acumulado a través de más de seis décadas de incansable labor. Especialmente, cuando el repertorio elegido se recuesta fundamentalmente en el cancionero beatle (21 de las ¡37! canciones interpretadas).

Foto Adán Jones


En su quinta visita a la Argentina, Paul McCartney se para sobre el escenario de River, saquito azul de cuello Mao, con su viejo bajo Höfner modelo violín y los equipos Vox detrás suyo (los mismos que usara con los Fab Four), y su imagen es casi atemporal. Y cuando arranca con un extracto de la más pura bealtemanía, “Can´t buy me love”, ese sentimiento de atemporalidad se extiende como una manta a través del estadio repleto. Cuando termina, la ola de cariño que se extiende desde el público hacia el escenario es una sensación casi física, que el cantante acusa con un gesto como diciendo “¡demasiado!”.
Paul no habló mucho, expresándose más a través de los gestos, que son muy elocuentes, pero lo hizo varias veces en español, con frases que había anotado en un papel, prueba de su voluntad de hacerse entender por todo el público. Habló de su felicidad por estar nuevamente en Argentina, y remarcó varias veces a través de la noche que éramos un gran público. En ocasiones, mezclaba ambos idiomas (“¡gonna have a fiesta here tonight!”).

Siguió con dos temas de Wings, “Junior’s Farm” y “Letting go”, y en esta última sorprende con la aparición de una sección de vientos, los Hot City Horns, entre el público, a un costado del estadio (luego se trasladarán al escenario, y durante toda la noche complementarán sus intervenciones con expansivos pasos de baile). Justamente, su primera banda post-Beatle también tendrá una porción suculenta del repertorio, 9 canciones, un número mayor que las elegidas de su carrera solista, lo que sorprende teniendo en cuenta que tiene unos 20 álbumes. Lo más reciente fue “Come on to me”, de “Egypt Station” (2018).

Foto Adán Jones


Con “Drive my car” y “Got to get you into my life” se mete de lleno en la parte más rítmica de los Beatles (esta última fue un intento de Paul de emular el sonido Motown). Para “Let me roll it”, de Wings, cambia el bajo por la guitarra eléctrica, para ejecutar el inconfundible riff de ese tema, que contó que había compuesto en homenaje a Jimi Hendrix (“un gran tipo”), incluyendo una cita a “Foxy Lady” hacia el final, una furibunda zapada junto al baterista Abe Laboriel Jr., quien será un espectáculo aparte durante todo el show, tanto por su despliegue en los tambores como por sus dotes histriónicas. Sigue en plan psicodélico con “Getting better”, una hermosa pieza de “Sgt. Pepper’s”, y sube por primera vez a una tarima donde está ubicado el piano para ejecutar “Let´Em In”, de Wings, remarcando el mensaje de hermandad de la canción, con referencias a John Lennon, Martin Luther King y los Everly Brothers.

Dedica la romántica “My Valentine” a su mujer Nancy Shevell, presente en el estadio, y luego de “Nineteen Hundred and Eighty-five”, de Wings, encara “Maybe I´m amazed”, de su primer álbum solista, cuya interpretación puede definirse como un acto de bravura, ya que es un verdadero tour de force vocal a la manera de “Oh darling”.

Con la guitarra acústica, nos sumerge en un viaje de nostalgia, que comienza con una canción de inspiración country, “I’ve just seen a face”, y sigue con el primer tema grabado por “cuatro muchachos de Liverpool”, “In spite of all the danger”, que remite a los Quarrymen, su banda pre-Beatle, con una onda a doo-woop de los años 50. Macca cuenta que “luego fuimos a Londres, a los estudios Abbey Road y esto fue lo primero que hicimos”, para arrancar con “Love me do”, todo ilustrado con numerosas imágenes de época en las pantallas.

El multiinstrumentista Paul toma ahora la mandolina para “Dance tonight”, y con Paul “Wix” Wickens en acordeón, el grupo se transforma en una banda de bar. Pero esto es solo el prólogo para una de las cumbres emocionales de la noche. Nuevamente con la acústica, canta “Blackbird” sobre una plataforma que se va elevando, y continúa con la canción “que escribí para mi querido hermano John”, “Here today”. Este segmento culmina con un estreno que ya lleva el milagro al terreno de la ciencia ficción: “Now and then”, el “nuevo” tema de los Beatles, ilustrado con imágenes donde aparecen Paul y Ringo cantando la canción en la actualidad, junto a sus compañeros George y John.

Luego de “New”, el tema que daba título a su álbum de 2013, viene otra parte de fuerte impronta beatle, que incluye “Lady Madonna”, “Jet” (de Wings), y una rareza de la psicodelia, “Being for the benefit of Mr. Kite”, un tema de “Sgt. Pepper’s” que, curiosamente, fue escrito fundamentalmente por John. Luego el versátil Paul se hace cargo del ukelele, contando que el instrumento se lo regaló su gran amigo George, y comienza una versión del tema de este último, “Something”, al que se va uniendo progresivamente toda la banda.

Foto Adán Jones

Como para disolver la melancolía, viene una parte festiva con el proto-ska “Ob-la-di Ob-la-da”, que incluye la requerida participación del publico, y fuertemente rockera con “Band on the run” y “Get Back”, la canción que da título a esta gira (“Got back”, es decir, “volvió”). Vuelve a emocionarnos con el himno “Let it be”, al piano, y pone toda la carne a la parrilla (perdón por la metáfora, tratándose de Paul) con “Live and let die”, que incluye un despliegue de explosiones, lenguas de fuego, laser, fuegos artificiales y otros efectos. El (aparente) final es con el canto colectivo de “Hey Jude”, el tema que dedicara a Julian, el hijo de John.

Pero esta montaña rusa de emociones tiene un nuevo pico reservado para la tanda de bises. Comienza con un tema “muy especial para mí, ya van a ver por qué”. Es “I’ve got a feeling”, donde la tecnología permite que aparezca John desde una pantalla, en la terraza de Apple, cantando e interactuando con su viejo amigo. “Me gusta volver a cantar con John”, comenta simplemente al final. Sigue con otra rareza, el single de Wings “Hi, Hi, Hi”, que interpreta por primera vez en esta gira, y engancha dos canciones muy poderosas “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (Reprise)”, y la controvertida “Helter Skelter”, que requiere otro esfuerzo vocal remarcable, con el cantante desgarrando su garganta.

Pero hay más. Una deslumbrante interpretación del “medley” de “Abbey Road”, incluyendo Golden Slumbers”, “Carry that weight” y “You never give me your money”, con los tres guitarristas – Paul, Rusty Anderson y Brian Ray – intercambiando solos de guitarra, para finalizar con el celestial “The End” y su mensaje, “y al final, el amor que recibís, es igual al amor que das”.

McCartney es un testimonio viviente de esa frase que compuso para finalizar el último álbum que grabaran los Beatles. A los 82 años, y obviamente sin necesidades económicas ni de ningún tipo, sigue esparciendo amor por el mundo, coherente con la filosofía que proclamara con su banda. Y como para disover los rumores de que esta puede ser la despedida, o la última gira, se despidió con un esperanzado “¡Hasta la próxima!”.

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