Murió en Brasil Néstor Paul, uno de los fundadores de La Cofradía de la Flor Solar, mítica banda del rock argentino

El músico entrerriano estaba radicado en Búzios y se transformó en herrero y escultor. En los 70 tocó con La Cofradía de la Flor Solar, Pappo y grabó en el mítico 'Conesa' de Pedro y Pablo

Por  HUMPHREY INZILLO

julio 29, 2024

Néstor Paul (a la derecha), junto a Kubero Díaz, Quique Gornatti y Manija Paz. Circa 1970.

Gentileza Nicolai Paul

Néstor Paul, bajista y uno de los fundadores de La Cofradía de la Flor Solar, murió el jueves 25, a los 74 años, en Búzios, la paradisíaca playa brasileña en la que se había radicado en 1978, a la que había llegado escapando en tiempos de dictadura. Era entrerriano, había nacido el 30 de 0ctubre de 1949 en Mansilla, un pueblito en el departamento de Nogoyá, y se había ido a vivir a La Plata a fines de los 60, con la intención de estudiar Ingeniería.

Néstor Paul, en los 80, en su negocio de remeras. (Gentileza Nicolai Paul).

En Nogoyá había tenido su primera banda, Los Batman, y cuando llegó a la ciudad de las diagonales se encontró con Morcy Requena y Eduardo “Manija” Paz, oriundos también de Entre Ríos. 

“Los futuros integrantes de la Cofradía de la Flor Solar nos conocimos en la facultad de Bellas Artes de La Plata, donde estaban Manija Paz y Morcy Requena, este último estudiante de periodismo. Músicos, en principio, estaban ellos dos, que venían de Entre Rios. Morcy era de Paraná y Manija era de Rosario del Tala”, le contó Ricardo Mono Cohen, Rocambole, al benemérito Alfredo Rosso en una entrevista publicada en el suplemento No en 1996. “ Cuando se le empieza a darle una forma orgánica al grupo, con la pretensión de ser el mejor y con una música super avanzada y todo eso, se decidió que había que traer algunos músicos más… ‘importarlos’ de Entre Rios, que según los que estaban acá eran imprescindibles como Kubero Díaz. Morcy y Manija habían tocado con Kubero en Los Grillos, un grupo inspirado en Los Beatles que hasta tenía un nombre parecido… Kubero era muy chico. Era menor de edad en esa época, entonces lo fuimos a buscar y los tuvimos que convencer a los padres de que lo dejasen venir a La Plata. Y cayó Nestor Paul que venía a dar el exámen de ingreso de Ingeniería. Fracasó, pero igual lo adoptamos y se quedó a vivir en La Plata. También era de Entre Ríos pero tocaba en otro grupo que se llamaba Los Batman, junto a otro futuro cófrade, Rubén “Tzocneh” Lezcano”.

El baterista Isa Portugheis recordó los orígenes de La Cofradía en una entrevista publicada por Ezequiel Ábalos en su libro Rock de acá 2 (eidición de autor, 2011) : “La Cofradía era gente del interior, la mayoría de la gente en de Entre Ríos, de Paraná, Kubero, Morci Requena, Néstor Paúl, Manija Paz, la base un poco de La Cofradía era esa gente más las mujeres que también estaban y era gente que tenía una relación con un colegio de La Plata que era el colegio de Bellas Artes, adonde iba el Mono. O sea, La Plata fue siempre un lugar de aglutinamiento de gente del interior por las universidades, por toda esa cuestión siempre hubo mucha gente del interior ¿no? Nosotros éramos los nenes de papá, de alguna manera, y ellos eran los proletarios, esa es la verdad de la milanesa, entonces, nosotros teníamos un show en donde, por ejemplo, teníamos un equipo Marshall que era único en el país, que lo había comprado Skay en Inglaterra, teníamos un proyector de aceite, y entonces, bueno, era como un espectáculo audiovisual que para la época era como muy avanzado, digamos”.

En ese mismo libro, Rocambole: recordó las célebres actuaciones en el Club Atenas de La Plata. “Organizamos lo que se llamó La Maratón Beat. Me fui, esta vez con Luis Creus también, a visitar a todos los que sabía que hacían rock nacional, me fui al reducto de Jorge Alvarez, hablé con todos, me fui a buscar a un lugar ignoto, llegué hasta los Arco Iris, llegué a Oscar López que era el manager, que era un pibe que estaba haciendo la colimba, busqué a Moris, a HéctorStarc, todo, no quedó nadie afuera, y de La Plata también, todos. Fueron treinta y tantas horas, sin parar, porque justo había sido Woodstock, entonces nos pusimos recelosos porque nosotros venimos organizando recitales dijimos: ‘¿Cómo tres días? vamos a hacerlo’, pero en Woodstock paraban a la noche. Nosotros siempre hubo un grupo arriba del escenario y siempre hubo público a cualquier hora, eran las tres de la tarde o las tres de la mañana, o las diez de la mañana, y seguían, seguían y tocaban. Me acuerdo que llega Javier Martínez, por ejemplo, entran por atrás y en el escenario y está tocando Diplodocum Red & Brown y Javier dice: ‘Estoy en Londres’, porque sonaba una cosa impresionante con todos los Marshalls ahí arriba y ellos que eran repsicodélicos, habían traído wah-wah, toda clase de aparatos, pedales…”.

Por esos años, Néstor Paul llegó a tocar con Pappo, en el efímero grupo Bola de Destrucción (algo así como una reversión de Pappo’s Blues), junto a otros integrantes de La Cofradía: Enrique Gornatti (guitarra, armónica y coros) y Zockne Lezcano en la batería, disponible en este link.

Formó parte del éxodo que desde La Plata llegó a la casona de la calle Conesa 2563, la misma que bautizó a uno de los discos más célebres de los 70: Conesa, de Pedro y Pablo. 

Allí, junto a Miguel Cantilo y Jorge Durietz, vivieron en comunidad, Kubero Díaz, Quique Gornatti, Rubén Lezcano y Nestor Paul, quienes junto a Roque Narvaja formaron la backing band para ese álbum de Pedro y Pablo

De hecho, Néstor Paul junto a Pappo, Cantilo y Gornatti, compuso el “Blues del éxodo”, segundo tema de la placa.   

En esa casa de la calle Conesa funcionaba una sala de ensayos, que cobijó a dos jóvenes que estaban dando sus primeros pasos en la música. Como eran un dúo y hacían música tranquila, les alquilaban la sala a la mañana. Muchas veces era Néstor el encargado de levantarse para abrirles la puerta a Charly García y Nito Mestre. Los recibía y después, claro, seguía durmiendo. 

Los 70 fueron ricos en historias, como la que recordó Rocambole en el libro 100 veces Redondos, de José Bellas y Fernando García. “Vamos a vender remeras con mi amigo Paul de La Cofradía a la playa. Y cuando pasamos por Valeria del Mar nos acordamos de que el Indio estaba administrando el Alex, un hotel pequeño. Fuimos a buscarlo y efectivamente estaba ahí. Y estaba también Skay. A la noche nos quedamos charlando, chupando,  comiendo hasta que pintó la guitarra y cada uno tocó sus propias canciones. El Indio hacía unas baladas medio bossa nova. Y a nosotros nos parecía que con esa voz tenía que cantar rock. Lo incentivamos un poco a que cantara rock entonces. Las primeras cosas que cantó el Indio fueron los temas de Basilio Rodrigo que para mí fue el primer autor de canciones para Patricio Rey. Todos temas inéditos: ‘Super sport’, ‘No quiero ser un pollo’”.

Néstor Paul junto a su pareja, Lali. (IG

En 1978, escapando de la dictadura junto a su compañera, tenía el plan de emigrar a España. El avión hacia escala en Sao Paulo y tenían que viajara Río de Janeiro para volar a Europa. Un amigo les pidió si no podían llevar un paquete a Buzios. Llegaron a esas playas y, encantados con el paisaje y la naturaleza, decidieron radicarse allí. Primero, acampando en una playa. No se fueron nunca más.

Junto a sus hijos y nietas, la última foto familiar. (Gentileza Nicolai Paul).

Como una suerte de embajadores del hippismo argentino, recibieron allí a artistas como Charly García, Alejandro Medina, Javier Martínez, Jorge Pinchevsky, Mercedes Sosa, León Gieco, Miguel Cantilo… “Había unos asados increíbles, yo era muy chico. Eran los años 70, y venían a visitarlo a mi viejo. Se contaban las historias de la casona de Conesa”, recuerda Nicolai, uno de sus hijos.


EN paralelo a la música, siempre había hecho artesanías. En Buzios, en los 80 y los 90, tenía un taller de serigrafía, en el que estampaba remeras. Con la llegada del nuevo milenio, se volcó a la herrería y, en paralelo, desarrolló una carrera como escultor en hierro. En la entrada de la ciudad, de hecho, una de sus esculturas da la bienvenida a la ciudad.

Otro de los visitantes que recibió Néstor en Búzios fue el músico y compositor argentino Mintcho Garrammone, parceiro del percusionista Ramiro Musotto. “Llegué a Buzios porque había conocido a su hijo en el barrio de Laranjeiras, en Río de Janeiro. Me había separado, estaba medio nómada y fui a visitarlo un fin de semana… ¡Me quedé casi un mes!”, recuerda. “Me estaba por ir y me dice, ‘no te podés ir ahora, mañana es mi cumpleaños’, así que me fui a la playa y, silbando, compuse un valsesito, con algo de choro, en tres partes. Se lo toqué en la fiesta y le encantó, lo bailó con su esposa. Nos hicimos muy amigos, y le dejé mi bajo y el amplificador una buena temporada, porque yo estaba viajando mucho. Lo quiero mucho, era un tipazo y tenía mil historias”.