Longlegs: no es una película de terror, es una maldita pesadilla

En ‘Longlegs’, el director Osgood Perkins no revoluciona el cine post "Silencio de los inocentes", pero sí que aporta sus malas artes a la causa de los psicópatas y sus cazadores

Por  DAVID FEAR

agosto 29, 2024

Nicolas Cage, en un rol demencial

De acuerdo con el cine, en realidad solo existen cuatro trabajos posibles: asesino, prostituta, presidente de Estados Unidos y agente del FBI que pone en juego su vida para cazar asesinos seriales. Todo lo demás se podría etiquetar como “varios”: médico, abogado, policía ante una decisión crucial, etcétera.
Longlegs sabe que ya viste esa última profesión representada en la pantalla muchísimas veces desde que Clarice Starling hizo aquel pacto con su erudito demonio en El silencio de los inocentes. Pero le basta con mezclar las cosas lo suficiente como para evitar que la historia resulte demasiado previsible. Seguís teniendo a la joven agente (Lee Harker, interpretada por Maika Monroe), patológicamente dedicada a su trabajo; la manera en que, hacia el comienzo de la película, adivina cuál es la anodina casa suburbana donde vive un sospechoso te da una pista clara de cómo viene la mano. Su superior, el agente Carter (Blair Underwood), es un reconocido graduado de la Escuela de Jefes Duros Pero Paternales. Harker persigue a un asesino, que casualmente es un psicópata muy grotesco con debilidad por el maquillaje, el glam-rock y que se vuelve aún más loco en presencia de sus futuras víctimas. El hecho de que este criminal sea interpretado por un Nicolas Cage en modo neo-Kabuki, por supuesto, hace una gran diferencia.


Pero lo que realmente distingue a este nuevo exponente de un subgénero que alcanzó su cumbre cuando Clinton era primer mandatario –algo de lo que el film da cuenta visibilizando el retrato del presidente– es la manera en que cada cliché se filtra a través de varios niveles extra de sordidez. ¿Mensajes encriptados del zodiaco? Descifralos a través de una referencia bíblica (pista: no es del Libro del Génesis) y encontrarás que son apenas distracciones. ¿El juego de conectar los puntos que permitiría, al fin, ordenar el caos? Tiene algo que ver con los cumpleaños infantiles. ¿Y los asesinatos? Todos tienen relación con un padre inexplicablemente llevado a matar brutalmente a su familia y después quitarse la vida. ¿Te gusta la estética oscura de Se7en y Hannibal Lecter? Esta película amplía la paleta cadavérica de marrones y grises al mismo tiempo que tira referencias a las películas caseras de los años 70.


El director Osgood Perkins ha construido lentamente un impresionante curriculum como cineasta, privilegiando el miedo antes que el exceso de sangre, el horror a fuego lento antes que las patadas de 110 voltios (The Blackcoat’s Daughter, I Am the Pretty Thing That Lives in the House; incluso Gretel & Hansel tiene sus momentos). Longlegs aporta su cuota de sustos impactantes; definitivamente no le faltan sus buenas aceleradas de 0 a 11. Pero la misteriosa incursión de Perkins se preocupa menos por asquearte —sin contar ese extraño cadáver cubierto de gusanos— y más por simplemente meterse bajo tu piel. Incluso sin un linaje descollante en términos de terror barroco, el cineasta tiene la clara intención de desenterrar la esencia del horror americano de fines del siglo XX. Es una apuesta más de estilo que de sustancia por el terror moderno. Antes que un thriller de asesinos seriales, esta es una pesadilla en largometraje.
Ese enfoque le permite a Perkins evitar el template del true-crime que a menudo caracteriza a las obras post-Silencio de los inocentes como Mindhunter, de David Fincher, y desviarse hacia un terreno más sobrenatural. Sin revelar demasiado, digamos que vas a escuchar el nombre de Satanás más de una vez. También, si les tenés fobia a las monjas o las muñecas que creés que te están observando, problemente sea mejor que ni mires. Y si sos alérgico a los protagonistas socialmente incómodos al extremo, a los actores veteranos con licencia para casi cualquier cosa o a los soundtracks con T. Rex, mejor que te prepares.
Vamos a decir que Monroe, habiéndose asegurado ya un lugar en el canon del cine de terror gracias a It Follows, demuestra que puede ir a fondo como el que más. Y realmente no hay nadie mejor que Cage cuando se trata de entregar una actuación completamente desatada, ya no solo libre de su brújula moral sino directamente desquiciada.
Te puede gustar o no cómo Perkins le imprime su marca personal a la historia, pero el hombre sabe exactamente lo que hace. Longlegs no incursiona en terreno nuevo, pero sí que está decidida a poner su maldita semilla para su propia cosecha putrefacta.

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