Fachi celebra los 35 años de Viejas Locas en Vorterix: “Si cae el Pity al show, obvio que está invitado a cantar”

El bajista, que junto al baterista Abel Meyer recrea los éxitos del grupo con la energía de los años 90, evoca sus años en el under y el recuerdo agridulce que le dejaron los shows con los Rolling Stones

Por  Humphrey Inzillo

marzo 27, 2024

Fachi, bajista y la voz cantante de la versión actual de Viejas Locas.

Pao Marangos (Gentileza)

“Yo empecé en la música como un juego. Era adolescente y jugaba a tener la bandita de barrio. Pero Viejas Locas siempre tuvo un plus extra, sentía como que se venía algo grande. Fue una banda que llamó la atención desde el show número uno”, explica Fabián Crea, Fachi, bajista de Viejas Locas. “Somos del barrio de Lugano, del barrio de Piedrabuena, que es un gran complejo habitacional de muchos vecinos. Entonces, por ahí tocábamos en un lugar para cien personas, y sólo con la gente del barrio teníamos unas 150 personas en el lugar. Entonces, aunque uno no imagine que va a dar saltos tan grandes y va a jugar en Primera, desde el minuto uno la banda tuvo algo especial”.
Pasaron 35 años de esos primeros pasos, y Fachi, junto a Abel Meyer, se prepara para festejar el aniversario del grupo liderado entonces por Cristian Pity Alvarez, con un show de Viejas Locas por Fachi y Abel, el proyecto que empezaron en 2017, este jueves 28 en el Teatro Vorterix,. Allí presentarán su disco en vivo Viejas Locas… hasta que me muera! Además del show, habrá una muestra de fotos y diseños históricos de Roy Di Tursi y Lala Gómez Giusto, diseñadora del icónico logo de la banda. “Esta es nuestra propia recreación de Viejas Locas. Tocamos nuestras canciones y las representamos con mucha dignidad. Tratamos de parecernos al Viejas Locas de los años 90, hacemos versiones con mucha energía y pensamos en un show dinámico. Pero en ningún momento intentamos suplantar al Pity. La idea es que nadie cumpla ese rol. Decidimos no hacerlo cuando empezamos, y eso que nos llovían propuestas de pibes que nos decían ‘Yo canto igual que el Pity’. Pero eso es lo que, justamente, no queríamos hacer. Por eso canto yo las canciones”, explica Fachi. “A nosotros nos pasa lo mismo que al chabón que viene y nos dice: “Me hiciste volver a tener 17 años”. Volvemos a revivir todo ese proceso de cuando éramos pibes. Tratamos de tener la energía y la dinámica de cuando éramos pibes. En los 90, hablábamos bastante para tener una potencia, y que el show sea dinámico. Y creo que nos sale bastante bien. Eso sí, si venís a vernos buscando algo del Pity, te vas a encontrar con que tocamos sus canciones y que las representamos con mucha dignidad, que suenen con mucha energía”.

En todos estos años de escenarios y estudios de grabación, Fachi dice que sólo en muy breves períodos pudo vivir exclusivamente de la música. Después, hizo de todo, desde ser repartidor de quesos y fiambres (“así conocí al Pollo [el guitarrista Sergio Tolosa], porque el papá tenía un almacén”, recuerda) hasta trabajar en una metalúrgica fabricando caños de inyección o manejar un remise. Desde hace más de una década trabaja en el Instituto de Vivienda de la Ciudad, sin conflictos con su vida como artista. 

¿Cómo recordás los inicios de la banda?  

Con Pity vivíamos a una cuadra. Pity, Gastón Mansilla y yo habíamos estado tratando de formar una banda. Y teníamos un batero que se le decíamos Peteco. Nosotros intentamos hacer una banda antes de Viejas Locas, pero no teníamos un estilo tan definido. A uno de los guitarristas le gustaba Rata Blanca y el metal clásico. Pity siempre fue el que tenía la marca stone más definida y a mí me gustaba un poco más AD/CD y Creedence, y al batero le gustaba Led Zeppelin. Pity y Gastón se sumaron a Viejas Locas, que ya existía, pero tocaron un par de shows nada más. Eso habrá sido a fines de 1989, y en abril de 1990 y yo ya me sumé a la banda. 

Contaste que en esa época tus bandas favoritas eran Memphis, los Redondos y los Ratones…

En los 80 yo era más chico y no iba a ver bandas, pero me gustaba el pop y escuchaba a Miguel Mateos y Virus. Después, ya en la adolescencia, cuando empecé a tocar e ir a ver bandas, hubo un cambio generacional. Memphis, los Ratones y los Redondos eran mis bandas de cabecera. Y creo que a partir de esas tres bandas se vino como como la otra camada de bandas, como La Renga, Los Piojos y nosotros. Quizás esté mal que lo diga yo, pero creo que del rocanrol más callejero, under o barrial, la primera mitad de los 90 las marcaron esas bandas, y después me encontré que estaba siendo parte de esa movida. También estaban Los Caballeros de la Quema en esa camada de bandas…

¿Ustedes escuchaban mucho a los Stones o estaban más enamorados de la estética en torno a ellos?
Creo que nos enamoraba más la estética. Cristian [Pity] es el que musicalmente siempre nos enriqueció más. El Pity y el Pollo eran más estudiosos, digamos, de la obra. Conocían los detalles de las grabaciones. El Pollo sabía todo sobre los Stones, los Beatles y los Faces. El Pity iba todos los viernes a la noche se iba a ver The Wall, La canción es la misma y también iba a un videobar en Flores, que se llamaba El Conventillo, en Varela 50, y todas las noches se iba a ver Pasemos la noche juntos, la película de los Stones. Se fijaba en cada detalle de cada canción de ese video…

En esa época hubo una revival del blues, y en Buenos Aires pudimos ver a un montón de leyendas, como Albert King, Taj Mahal, Albert Collins, B.B. King, Magic Slim, James Cotton, Junior Well, Hubert Sumlin… ¿Cuán importante fue para ustedes ver a ellos en vivo?

¡A todos ellos los fuimos a ver! Creo que eso ayudó mucho a que se posicione Memphis, La Blusera, La Mississippi… Pero nosotros nos nutrimos de ver a los músicos que los Stones idolatraban. También a Jerry Lee Lewis y Chuck Berry… Se habían puesto de moda las películas, como Bolas de fuego [la biopic de Jerry Lee Lewis dirigida por Jim McBride, 1989]. Fue un flash. Hubo muchos artistas que me volaron la cabeza. Albert Collins, por ejemplo, me resultó muy divertido. No sabías si estaba tocando rhythm & blues o cumbia. Tenía una camisa de seda floreada… Y se colgaba la viola del mismo hombro que tocaba. ¡Un personaje! 

Al mismo tiempo, hacían el camino del under…

Todos los jueves, en el Samovar del Rasputín, en La Boca, había fideos con tuco y pesto y una zapada blusera. Nosotros íbamos mucho ahí. Acostumbraba a zapar Emilio Villanueva, el saxo de Memphis La Blusera, con un grupo que se llamaba Kansas City Boys. Así conocimos a Juancho [Carbone], el saxofonista de Viejas Locas. Él tenía una banda de blues que se llamaba La Vodka Juniors. Subió a zapar con Emilio, y en la sobremesa nos pusimos a charlar. Nosotros ya teníamos en la cabeza sumar vientos en “Lo artesanal” y “Balada para otra mujer”. 

¿Cómo iban de Piedrabuena a La Boca?
Nosotros ensayábamos martes y jueves. Y los jueves teníamos la costumbre de hacer un tercer tiempo. Así que por lo general nos íbamos a El Samovar, o a comer a algún lado. También íbamos a El Codo a ver a Los Perros. O a Babilonia, en el verano, cuando tocaban al aire libre en la calle. Nos llevaba en auto el padre del Pollo, que fue una especie de primer manager. Él ponía el auto y era como un niño más, volvía a su adolescencia.

Por el Samovar y el Blues Special Club pasaban artistas de otra generación, como el propio Emilio, Black Amaya, León Almará -fundador de Memphis- y Jorge Pinchevsky… 

Ellos armaron la Samovar Blues Band, con el Napo, y también tocaban en el Viejo Correo o el Condon Clú. Haber visto a ellos, nos nutrió mucho. Un día les pedimos permiso para subir a zapar en el Samovar y arrancamos con “Honky Town Blues”, empezamos a tocar y éramos pibitos. La gente se descontroló, un par se pararon en las mesas, y Napo nos cagó a pedos [risas].

Viejas Locas por Fachi y Abel en Lucille, en 2023. (Foto Pao Marangos).

Antes de grabar su primer disco, participaron del compilado Una noche en… La Cueva [1993, Estereo S.A./DBN], con Los Huesos, La Especie, La Nave, Pecado Mortal y Mano Cruel. ¿Esa fue la primera vez que entraron a un estudio de grabación?

No, ya habíamos grabado un demo que tenía cuatro temas. Un blues que se llamaba “Hey nena”, un rocanrol que se llamaba “Viejo video club a go gó”, otra que se llamaba “Fuera de ritmo”. Después pintó ahí el compilado, se puso de moda hacer eso. Con el tiempo, pienso que no fue una experiencia tan agradable, más allá de entrar a un estudio de grabación. Pero necesitábamos otro tipo de apoyo, porque la banda venía creciendo, pero ellos no tenían la estructura para apoyarnos. 

En esa etapa del under, vos eras el encargado de volantear en los shows… ¿Era importante ese contacto con el público?

Siempre me gustó. De hecho, todavía hoy en día, cuando puedo pegarme una vuelta por ahí, me gusta ir a ver a los amigos o el circuito. Siempre estoy tratando de ver algo nuevo. Y bueno, en esa época nos distribuíamos el laburo. Yo era el que más iba a ver bandas y a volantear, Pity siempre estaba con con los aerosoles escracahando todas las paredes de la ciudad y los demás chicos pegaban los stickers en los colectivos. Eso estaba buenísimo, se usaba hacer en ese momento y nos daba resultado. La gente se guardaba los volantes y respondía. 

¿Le das consejos a los músicos más jóvenes?

Siento que somos muy respetados. El otro día, me encontré en una fiesta con Lucho, el bajista de Attaque 77, y charlando llegamos a la conclusión de que las dos bandas, Viejas Locas y Attaque 77, te retrotraen a la adolescencia. A todos nos gustan las bandas, sin ser punks o stones, porque te transportan a los 17 años nuevamente. 

Una música que tiene una carga de nostalgia, ¿no?

Hay algo de eso, pero también hay gente más joven. Agarramos una nueva generación, no sólo los de 30 para arriba que nos vieron en la última etapa, sino que aparecen los pibes que dicen “yo crecí escuchando Viejas Locas con mi papá”, y te dicen “solamente he escuchado los discos en las plataformas, pero nunca los escuché en vivo”. Hay una conjunción de públicos, y eso está buenísimo. 

¿Cuáles son tus bajistas favoritos?

Siempre me gustó Pablo Memi. Siempre marcó una diferencia y creo que el bajo de los Ratones marca el ritmo de la banda. Es un chabón que me encanta cómo toca. Mi hermano mayor, el Tata, que tocaba en Motor Loco. Y él me hizo escuchar a Pappo y a Riff, así que siempre tuve un gusto especial por Vitico, por armar una pared con el bajo.

¿El Fachi adolescente hubiera ido a ver a Ysy A?

Yo más que nada fui en mi rol de padre, para acompañar a mis hijas. Pero nunca fui tan cerrado. Por ejemplo, con Pity fuimos a ver la despedida (y también el regreso) de Soda Stereo. Y fuimos re contentos. Y Pity se mataba con Rockas vivas, el disco en vivo de Miguel Mateos. Fue una marca muy importante. Si bien es cierto que nos metimos en una movida de rock barrial, siempre disfrutamos y escuchamos a otros artistas. Pero es cierto que antes el público era más cerrado. Yo fui ver a Ysy A al estadio de Huracán, sobre todo para acompañar a mis hijas. Y pasó algo gracioso, porque nos equivocamos y terminamos en un estacionamiento. En ese momento, frena un Fiat Uno, baja Ysy A, y dice “¿Nos sacamos una foto?”. Y ahí aproveché para contarle quién era, y se puso re contento… “¿Viste? Por eso te vine a pedir la foto…” [risas]. Se portó muy bien y mis hijas quedaron muy contentas.

¿Y te gusta lo que hace Ysy A? 

Me parece medio loco que llene un estadio y que cante con pistas, y que no haya una banda atrás. Quizás eso es lo que menos me gusta. Pero, después, el chabón es re positivo, tiene una energía bárbara y las letras están buenísimas. Hay muchas letras que podrían ser de Viejas Locas, o de Intoxicados, o del Pity en cualquier formato. Creo que Pity, más allá de ser un rollinga, evolucionó y por eso todos los pibitos lo aman. La Joaqui en el Luna Park hizo un tema de Intoxicados, L-Gante lo mismo… Creo que el Pity en esas cosas siempre fue un adelantado.

Fachi, rockeando en Makena. (Foto: Pao Marangos).

¿Hay bandas nuevas de rock que te gusten?

Me gustaba Sueño de Pescado. Creo que venían con mucha energía. Los había escuchado y los fui a ver varias veces. En tres años sacaron como cinco discos. Después cambiaron el bajista, y falleció el guitarrista, y sentí que quizás perdieron un toque la esencia. Me desconecté un poco de los chicos. Me gustan cosas de Los Espíritus, también. Hay cosas de Los Espíritus que me recuerdan a cómo cantaba el Pity en Intoxicados, con la voz arrastrada. 

Especial, el tercer disco de Viejas locas, lo produjo Nigel Walker, que había trabajado con George Martin, con Billy Idol, con Keith Richards… ¿Cómo fueron esas sesiones?

El apareció acá porque era productor en España de Los Rodríguez y todo el historial de haber laburado en Inglaterra. Vino acá a grabar el disco de Sabina y Páez. Le hicieron escuchar Viejas Locas y vio una similitud con Los Rodríguez. Y dijo: “Yo tengo la fórmula para esta banda suene de la concha de Lora”. Y decidió venir a un ensayo y y pegamos una química. El chabón fue bastante abierto con nosotros, con nuestra vibra, con nuestra energía en ese momento. Y creo que que el resultado salió buenísimo, Especial tiene un sonido de calidad internacional. Escuchás cómo suena la batería y creo que hay pocos discos del rock nacional que suenen así. 

¿Con Pity estás en contacto?

No. Cuando le pasó todas esta movida que le pasó, intenté acercarme muy efusivamente varias veces, pero en esa etapa estaba todo muy resguardado, muy familiar. Siempre me encontré con una barrera. Después de intentar varias veces, ya fue. Optó por escribirle a la madre, para saber cómo está. Pero aunque no lo vea nunca, si en algún momento me lo cruzo, le pego un re abrazo, como si lo vieras todos los días.

¿Qué representa el Pity en tu vida? 

Quizás la historia que tengamos como compañeros de banda, de crecer juntos y explotar, y separarnos de golpe, de un día para el otro, es un proceso que tuve que elaborar. Después el tiempo te va mostrando mejor las cartas y ahí vas entendiendo que el Pity por ahí ya estaba para dar un paso adelante en la evolución musical. Quizás como compañero de banda, lo sufrí. Y me hubiese gustado que las cosas hubieran sido más claras en ese momento. Pero bueno, después uno entiende que cada uno trata de evolucionar como puede, y quizás en su momento le salió así. De golpe, tener una banda,  rompernos el orto todos juntos y y que de un día para el otro se separe la banda… El cantante siempre corre con más ventajas, ¿no? Yo me acuerdo que estábamos en contrato con Universal y debíamos dos discos. Un día me llaman de la compañía para que rescindamos el contrato, al Pollo también. Y, de repente, sale Intoxicados con los dos discos que debía Viejas Locas. Entonces, por ahí, eso te duele un toque. Y después entendés como un matrimonio. Se acaba el amor y pinta otra novia. Y al Pity le pasó eso. Con otro tipo de canciones y con otros chicos que podían hacer esas canciones. Y lo entendes, qué se yo… lo aceptás.

Bandas de la generación de Viejas Locas, como La Renga o Los Piojos, alcanzaron la dimensión de estadios. ¿Pensás que la historia podría haber sido distinta?
Nosotros somos rehenes de nuestra historia. Tuvimos divorcios… Quizás si hubieramos seguido todos juntos, quizás hoy seríamos una banda de estadios como ellos. Por otro lado, Juanse y los Ratones no fueron una banda de estadios todo el tiempo. Y creo que es la que nos tocó. Quizás yo tenga más chapa o historia musical, pero siempre jugué más en el under… Fuimos una banda under desde el 90 hasta que tocamos con los Stones, en el 98. Después, me pasó que tuve que bajarme de tocar en estadios con Viejas Locas a manejar un remise… Yo no me quejo. Lo importante es seguir tocando. Desde que terminó la pandemia, con Abel tocamos casi todos los fines de semana. Nos cagamos de risa, la pasamos re bien. Sea para 200, 300 o 400 personas. El año pasado llenamos tres veces La Trastienda y ahora apostamos a hacer Vorterix. Ojalá sigamos en este plano por mucho más tiempo. Estoy feliz. En la etapa under de Viejas Locas yo era re feliz. Y cuando la banda empezó a crecer hubo un impacto que nos pegó raro y nos separamos. Así que prefiero seguir en este plano y pasarla joya, a cortar 20 mil tickets y separarme a los dos meses.

¿Qué te acordás de esos shows con los Stones en 1998?

Estuvo re bueno y te da la chapa de que tu historial diga eso. Pero quizás me quedé con un gusto amargo, porque nosotros éramos la bandita nueva, de pibitos, y quizás no nos trataron de la mejor manera. Nos hicieron sentir eso todo el tiempo, como que éramos una banda de pendejos y que nos estaban haciendo el favor de tocar antes que los Stones. Entonces, nos tenían cagando. Nos teníamos que quedar encerrados en el camarín o salir entre la gente. No nos pudimos sacar ni una foto con los chabones. Tengo ese recuerdo amargo. Nosotros fuimos y pusimos la cara. Para esta muestra que vamos a hacer en el show, encontré el Clarín y la tapa decía “River bailó al ritmo de Viejas Locas”. Porque los diarios cerraban a las siete u ocho de las noches. Y la foto era un pibe con la remera de Viejas Locas. Es un recuerdo buenísimo y la gente compró el show de la banda y eso lo compensó. Pero el recuerdo es un poco amargo.

¿Cómo vivís todo lo que le pasó al Pity, habiendo sido alguien tan cercano y tan importante en tu vida? Me refiero a que haya dejado de salir en las noticias por su arte y pasar a la sección policiales…

Eso te lo tendría que contestar él, porque hubo una desconexión muy grande. Nosotros nos separamos a principios del año 2000 y por ocho años no lo ví, hasta que volvimos a laburar juntos en la segunda etapa de Viejas Locas. Lo que yo pienso, aunque no sé si es lo que realmente pasó, es que él tuvo una locura evolutiva y copada que a todos nos causó gracia. Todos dijimos: “mirá qué loquito el Pity, que canta ‘Está saliendo el sol’, y hace estas travesuras’, y todos nos reímos. Las cosas se fueron poniendo un poquito más oscuras y todos cometimos el error de seguir festejandoselo. La prensa, también. En la segunda etapa de Viejas Locas, cuando habíamos sacado Contra la pared, cuando nos hacían notas, en vez de hablar del disco o de los próximo shows, le preguntaban a pity cualquier gilada para que Pity empiece a divagar con las respuestas. Interesaba el Pity más mediático, que dijera locuras, que el Pity musical. Y bueno, creo que el error fue de todos. Nadie le dio un cachetazo y le dijo: “Te robaste un remise y le cagaste la vida a un remisero”. Nos reíamos y decíamos: “Se robó un remise y se fue a pasear por Gualeguaychú”. Estaba mal eso, pero todos se lo festejaron. Y él se empezó a sentir impune, creo yo. Que él podía hacer de todo y que nadie le iba cuestionar nada. Que todo se lo iban a festejar. Y no nos dimos cuenta de que le estábamos perjudicando la vida. Es mi manera de ver. Quizás estoy errado y estoy diciendo una gilada. Es lo que pienso yo. Conmigo nunca usó armas, pero tenía un circuito ajeno a la música. A mí, en ese sentido, siempre me respetó.

¿Y si cae al show el jueves?

Va a subir a cantar, obvio. Nos pasó en 2017, estábamos a punto de terminar nuestro show, y cayó el chabón, subió arriba del escenario, e hicimos diez temas más. Antes de que termináramos, se bajó y se fue. Fue una de las últimas veces que lo vi. Tocamos diez temas juntos y no cruzamos ni una palabra.

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