En los setenta, al norteamericano Harvey Pekar se le ocurrió protagonizar su propia tira de cómics, American Splendor, que con dibujos de amigos como Robert Crumb registraba la neurótica cotidianidad en la ciudad de Cleveland. Su largo recorrido influyó en decenas de historietistas, y ese registro catártico se trasladó ahora al barrio de Rebibbia, en Roma, donde Michele Rech, alias Zerocalcare, viene publicando desde 2011 relatos autobiográficos tan populares que derivaron en tiras animadas para adultos.
Criado con la cultura MTV, Los Simpson, South Park y la filosofía straight edge del hardcore-punk, Zero (como se llama a sí mismo) dispara historias con vértigo demoledor y un zapping de ideas que hace indispensable la atención a los subtítulos. En Cortar por la línea de puntos (Netflix, 2021), Zero aparece como el neurótico del barrio, enamorado de una chica, Alice, a quien nunca se atreve a declararse, y con la conciencia representada en un enorme armadillo que oficia de psicólogo. Es un antihéroe que quisiera cambiar el mundo, siempre acompañado por su amiga Sarah como brújula de compromiso social y el inefable, pero leal Secco, que sólo piensa en tomar helado.
Fueron seis episodios que nos dejaron con ganas de más y ahora Netflix lanzó la segunda parte, Este mundo no me hará mala persona, donde Zero se reencuentra con Cesare, un amigo de la infancia que estuvo “en la mala” y hoy integra un grupo fascista al que deberá enfrentar. Aunque algo entrañable se diluye cuando Zero contempla más su entorno que su neurosis, la creatividad inusitada del italiano florece en flashbacks y gags que lo posicionan como una de las revelaciones en el campo de la animación.
