Crítica: Wise Guy, una fascinante historia de Los Soprano y su creador, David Chase

Aunque es imposible agotar una gran obra como Los Soprano en tres horas, este nuevo documental de dos partes se acerca bastante a lograrlo

Por  ALAN SEPINWALL

septiembre 6, 2024

James Gandolfini habla con David Chase, creador de la serie, en una de las escenografías de Los Soprano

“Realmente lamento toda esa maldita verborragia de esta mañana”, dice el hombre en el consultorio de la Dra. Jennifer Melfi. “¿A quién carajo le importan todas estas preguntas personales?”.

Podría ser una cita del paciente más infame de la Dra. Melfi, Tony Soprano, pero en realidad son palabras de David Chase, el veterano productor de televisión que creó a Tony, Melfi y cada uno de los personajes de la inmortal serie Los Soprano. Y cuando dice aquello, Chase está sentado en una recreación del famoso consultorio para dar la entrevista que representa la columna vertebral de Wise Guy: David Chase & The Sopranos, un nuevo documental de HBO del cineasta Alex Gibney.

A lo largo de la película, dividida en dos partes, Gibney hace todo lo posible por derribar cualquier barrera que exista entre la vida de Chase y los eventos de la serie innovadora que creó. Cuando Chase habla de caer en malas compañías de niño, no solo vemos fragmentos de películas de los años cincuenta y sesenta sobre delincuentes juveniles, sino también escenas de Tony y su banda moviéndose de manera amenazante. En un momento, Gibney hace que Chase siga la misma ruta desde el Túnel Lincoln hacia Nueva Jersey, que Tony recorre en la secuencia de créditos de apertura de Los Soprano, colocando a Chase en el asiento del pasajero del coche para que se pueda editar y parecer que va al lado de Tony.

Sin embargo, después de un tiempo, estos recursos, aunque entretenidos, resultan innecesarios. Como cualquiera que haya pasado mucho tiempo en compañía de David Chase podrá contarte, hay una gran parte suya en estos icónicos personajes. Físicamente, no hay un gran parecido entre Chase (particularmente ahora que está en sus setenta y tantos) y el coloso que fue el fallecido James Gandolfini. Pero cuanto más escuchás al realizador, más difícil es ignorar la semejanza emocional.

David Chase, el creador de Los Soprano

Como sugiere el subtítulo, Wise Guy es tanto una biografía de David Chase como una película sobre la creación de Los Soprano, argumentando en última instancia que ambas historias son una y la misma. Parte de lo que Gibney revela resultará familiar para los obsesivos de Los Soprano (como coautor de un libro sobre la serie, que ha entrevistado a Chase más veces de las que podría contar, hubo varias ocasiones en las que comencé a mover los labios junto con él al escuchar ciertas respuestas), pero presentado de una manera inteligente y dinámica, probablemente satisfaciendo la nostalgia de los viejos fans mientras explica de manera convincente por qué fue un gran acontecimiento para los espectadores que vieron la serie durante el Covid. Y hay suficientes momentos reveladores (ya sean anécdotas antes privadas que Gibney logra sacar a la luz, o viejas grabaciones que él y su equipo encontraron) para satisfacer incluso al público ya inmerso en el universo de la serie, capaz de decirte cuál capo de la familia es Larry Boy Barese y cuál es Ray Curto.

La primera mitad del documental se ocupa de las historias de origen: primero sobre la infancia de Chase, su relación con una madre difícil que un día inspiraría a la malvada madre de Tony, Livia, y cómo se fue a Hollywood para convertirse en director de cine y, en cambio, cayó en una carrera como guionista de televisión episódica que finalmente ideó Los Soprano, como el guion que lo llevaría finalmente al mundo del cine. Hay clips de proyectos tempranos, algunos de ellos horribles (Chase como primer asistente de dirección y extra en, como él lo describe, una película de la Segunda Guerra Mundial “softcore de chupar y cojer” sobre una fortaleza en el desierto poblada por prostitutas alemanas), algunos mucho más prometedores.

A lo largo de la historia, Chase muestra inteligente, ácido y tan frustrado consigo mismo como con la profesión en la que comenzó a sentirse atrapado, echándose la culpa por no haber sido más entusiasta en la búsqueda de la carrera de dirección que deseaba (“Quizás estaba demasiado avergonzado,” admite).

Eventualmente, esto conduce al desarrollo de Los Soprano, desde los rechazos en las cadenas de televisión tradicionales (al jefe de CBS, Les Moonves, no le gustaba que el jefe de la mafia hiciera terapia), hasta su eventual conexión con los ejecutivos de HBO, Chris Albrecht y Carolyn Strauss (ambos también entrevistados para el film), y finalmente a su oportunidad de elegir el elenco de la serie. Lo que sigue es la primera gran secuencia impactante del documental, donde Gibney entrelaza múltiples cintas de audición para muchos de los papeles principales de Los Soprano con fragmentos de las versiones finales de esas escenas del programa real, interpretadas por los actores que obtuvieron cada papel. Incluso si has escuchado a Chase hablar antes sobre lo milagroso que fue encontrar a Nancy Marchand para interpretar a Livia, después de que todas las demás mujeres no lograran evocar en absoluto a la madre de Chase, no tiene ni de lejos el mismo impacto que logra un montaje de las que no lo lograron, seguido de la propia audición de Marchand y luego la escena pulida.

También vemos destellos de actores familiares de Los Soprano audicionando para papeles diferentes a los que finalmente obtuvieron: Tony Sirico (a.k.a. Paulie Walnuts) para Big Pussy, y tanto Steven Van Zandt (quien más tarde interpretaría a Silvio) y John Ventimiglia (el triste chef Artie Bucco) para Tony. No vemos ninguna de las audiciones de Gandolfini (ni la que abandonó porque no sentía que lo estaba haciendo bien, ni la posterior que realizó en el departamento de Chase y por la que consiguió el trabajo), pero comparar la versión de cada uno de los otros actores del discurso piloto de Tony sobre Gary Cooper con la de Gandolfini es como observar a un grupo de viejos coches oxidados avanzando a los tumbos por un camino lleno de baches, y luego ver una nave espacial despegar hacia la órbita.

La historia de Gandolfini es tan rica y tan compleja que valdría un documental por sí sola, y eso incluso sin mencionar que su hijo Michael interpreta al joven Tony en la película precuela The Many Saints of Newark. (Wise Guy ignora Many Saints, pero sí muestra una foto de Chase y James Gandolfini en el set de Not Fade Away, la película autobiográfica que Chase dirigió una vez que la serie terminó, sin ningún éxito de taquilla). Chase y los diversos actores de Los Soprano entrevistados hacen todo lo posible por transmitir el gran corazón de su amigo, así como para explicar los muchos demonios que lo atormentaban, incluyendo sus luchas con las drogas y el alcohol; en un momento, Chris Albrecht describe una intervención para Gandolfini que fue de alguna manera menos exitosa que la que Tony y los otros chicos lanzaron para Christopher en la ficción de la serie. Pero debido a que el enfoque principal es Chase, porque Gandolfini, lamentablemente, ya no está con nosotros para contar su historia (falleció de un infarto en 2013), y porque odiaba hablar de sí mismo, definitivamente te quedás con la sensación de que faltan piezas sustanciales en Wise Guy.

Con tanto material de trabajo, Gibney tiene que pasar por alto otros aspectos, como el estilo de gestión de Chase. Aida Turturro, Joe Pantoliano, Steve Buscemi y las otras memorables adiciones al elenco después de la primera temporada no son entrevistados, y la mayoría de los destellos de esas temporadas se centran en historias enfocadas en los personajes originales. (Chase, Van Zandt y Drea de Matteo ofrecen una excelente perspectiva sobre la forma en que se filmó la escena de la muerte de Adriana). Mientras tanto, la escritora Robin Green, que lo conoció antes de Los Soprano, habla sobre cómo Chase la despidió antes del final de la serie, y admite ser culpable de todo lo que Chase la acusó, aunque sólo menciona que solía interrumpirlo cuando hablaba, para su disgusto. Hay mucho que desmenuzar ahí, pero no suficiente tiempo ni espacio para tal apertura.

Sin embargo, Chase es notablemente abierto en muchos otros aspectos y no duda en culparse por varias decisiones. Él reconoce que solía molestarse con el equipo de guionistas cuando no le daban ideas para historias, y solo más tarde se dio cuenta de que probablemente hacían esto por su propia tendencia a rechazar cada propuesta que le acercaban. Y mientras presentaba al mundo una versión ficticia de su madre como un monstruo narcisista, eventualmente comenzó a sospechar que ella había sido abusada en su infancia.

Inevitable, cualquier conversación sobre Los Soprano debe llegar a una discusión sobre la escena final en la heladería, con su divisivo corte a negro, y la pregunta de si esto significa que Tony es asesinado. A Chase le molesta que le pregunten sobre esto, pero se involucra a regañadientes con Gibney hasta cierto punto y (como una vez lo hizo conmigo) acepta hablar sobre la intención temática de la escena sin explicar qué, en su opinión, sucedió específicamente. Y Gibney, el cineasta, responde de la única manera que le queda, con un remate al documental que es tan divertido como inevitable.

En el año de su 25 aniversario, Los Soprano sigue siendo una obra impresionante, y Gibney es lo suficientemente sabio como para dejar que la grandeza de la serie hable por sí misma, presentando varias escenas asombrosas —otro psiquiatra tratando de convencer a Carmela de que deje a Tony, la discusión entre Tony y Carmela cuando ella le cuenta sobre sus sentimientos por Furio— casi en su totalidad. Ningún documental, ni siquiera uno de casi tres horas, puede capturarlo todo. Pero Wise Guy es una fuerte celebración de la serie y un fascinante psicoanálisis del hombre que la ideó.

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