¿Cómo te metiste en este personaje del papá de Fito?
Me lo propuso Felipe Gómez Aparicio, uno de los directores. Él me vio en un reportaje hablando de mis hijos y se le ocurrió que yo podía ser el padre de Fito. Llamó a Mandarina, la productora de la serie, para proponerme y ahí fue que me informaron de este proyecto. Leí el guion antes de aceptar y me encantaron los matices de este personaje. Actoralmente, es divino esto de contar 30 años en la historia de una persona, poder mostrar cómo va madurando, sus achaques y toda su línea de pensamiento.
¿Qué edad tenías en el momento en que transcurre la historia?
Soy del 69, por lo que a Fito lo viví mucho, era muy fanático. También de Juan Carlos Baglietto, de la Trova Rosarina. En esa época andaba por los sótanos deambulando y actuando. Primero fui espectador, era amigo de Batato Barea, que también aparece en la serie, y rondaba por el (teatro under) Parakultural. Entonces me pasó algo, que creo que nos pasó a muchos, y es que la serie habla de la vida de todos nosotros. Además, habla de Fito Páez, pero la serie habla de nosotros.
La vi el día del estreno, no la quise ver antes. Me senté como espectador y todo el tiempo sentí que hablaba de mí. Decía: “Uy, Baglietto, con ese disco yo estaba haciendo esto”; “uy, en el recital de Vélez de Fito yo salía con tal persona”. Me acuerdo de que me quería colar porque no tenía guita. El éxito de esta serie, sobre todo acá en la Argentina, se da porque pasa eso: el rock nacional habla de nosotros.
¿Cómo fuiste construyendo a Rodolfo Páez?
Por medio de los directores, Fito me hizo llegar fotografías, anécdotas e historias. Hice un estudio muy profundo de toda esa información. Estoy acostumbrado a escanear esa data para mi laburo y es un mecanismo que tengo afilado. Fito, que iba viendo el material, y aparte es uno de los que escribió la historia, nunca me corrigió. Entonces dije: “Voy por buen camino”.
El cuarto capítulo es un episodio donde la serie llega al clímax por algo que ocurre con el padre. ¿Cómo te preparaste para ese capítulo?
Cuando te tocan buenos directores todo es mucho más fácil. A la serie la dirigen Quique Gómez Aparicio y Gonzalo Tobal, que son muy claros en lo que quieren. Saben explicar muy bien lo que tienen en la cabeza, entonces uno es plastilina y ellos te moldean. Ambos me supieron acompañar y cuidar en ese capítulo, que es tan fuerte actoralmente. Era duro, pero cuando estás en buenas manos es como bailar el tango.
Rodolfo es un personaje muy vinculado con la música. ¿Tomaste esa información para trabajarla en el personaje?
Suelo escuchar la música que escuchaba Rodolfo padre y también la que escucha el hijo, entonces no me costó. Rodolfo Páez padre era experto en música, melómano y se había casado con una concertista de piano muy reconocida en Rosario. El ADN de Fito tiene música.
¿Sentís que sos una revelación para una generación que no conocía tu trabajo y hoy te descubre?
Me doy cuenta de que sí. Yo vengo del drama, me formé en eso, pero después me derivé a la comedia y me hice un especialista. Todos los años hago laburos dramáticos para estar aceitado, lo que pasa es que nada tiene este nivel de masividad, por eso la gente nunca me vio haciendo cosas como esta. Y si bien muchos se sorprendieron, son notas que yo sé tocar.
¿Cómo te llevás con la popularidad de tu personaje?
Hay pibes que me escriben por Instagram y me dicen: “Quiero un papá como Rodolfo”. Eso me mata. A este personaje la gente lo adora a pesar de que a simple vista es muy rígido, distante, conservador, pero es puro corazón. Y también entendés que en base a ese padre y a esas tías tenés el Fito Páez que conocemos.
¿Qué cosas del personaje se quedaron con vos? Pregunto porque es un personaje que te atraviesa.
Estoy en ese momento, todavía no pude abstraerme para hacer ese análisis. Este personaje va a formar parte de mi vida hasta el último día. Vi la serie con toda mi familia cuando se estrenó y pasé por todos los lugares que atravesaron los que la vieron: me reí, recordé, canté, me pasó todo. La volví a ver y dije “voy a estar más crítico con mi laburo”, pero entré como un caballo de nuevo. No la puedo ver como parte de la obra, me pongo como público todo el tiempo. Ese es el papá de Fito, no soy yo.
¿Estás escuchando a Fito ahora?
Sí, también Clics Modernos, Baglietto, algunas cosas de Fito que no tenía, Sui Generis, Virus. A todos nos pasa lo mismo, nos da ganas de volver a escuchar nuestra música y disfrutar porque forma parte de la argentinidad. Nosotros somos el resultado de toda esa gente: Fito, Mercedes Sosa, Tato Bores, Olmedo. Por eso nos gusta tanto, porque nos reconocemos en ellos.
Tengo hijos de 10 a 21 años y en mi casa se suele escuchar rock nacional, también tango, música italiana y uruguaya. Porque trato de meterle en la cabeza esta música a los chicos, pero nunca tomé prueba. Cuando vimos la serie estaban al lado cantando todos los temas, eso me encantó, es como pasarles la posta. Que canten Bad Bunny y la música de su generación, pero que también conozcan lo nuestro y lo elijan me emociona mucho.