Ana Tijoux: “Cada vez que escucho la voz de Estela de Carlotto en mi disco me pongo a llorar”

La artista franco-chilena reflexiona acerca del lanzamiento de ‘Vida’, su primer álbum en una década, donde participa la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo

Por  LUCIANA MIRANDA SEQUEIRA

marzo 30, 2024

La rapera Ana Tijoux publicó su primer álbum en 10 años, ‘Vida’.

Foto: Nacho Rojas

Ana Tijoux arrancó 2024 presentando Vida, su más reciente producción discográfica después de una década sin sacar discos. Ese tiempo no tuvo que ver con el vacío creativo, sino con un período de transformación y reflexión. Ana se vio interpelada por la maternidad, por la pérdida de su hermana y por las intensidades de la vida misma. A pesar del silencio discográfico, continuó lanzando singles y explorando otros ámbitos creativos, como la publicación en 2023 de Sacar la voz, su primer libro, donde profundiza en uno de los temas centrales de su obra: la identidad.

“Lo único que tenía claro era que quería hacer un disco bailable“, dice Ana Tijoux sobre Vida, su último álbum. (Foto: Nacho Rojas)

Para la artista, Vida es un disco bailable y, si bien desde lo sonoro lo es, desde la lírica pasa de la luz a las tinieblas. Son quince canciones de diferente duración y temática. Por ejemplo, arranca con “Millonaria”, donde exalta lo cotidiano, y en “Busco” se escucha a Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, recitar “La verdad como emblema, busco mi nombre” para impactar con su voz y seguir pidiendo por los nietos.

Exploramos el retorno de la artista franco-chilena al mundo discográfico, su proceso de enfrentar pérdidas, trabajar, militar, maternar y seguir siendo ella.

¿Cómo fue el proceso creativo de Vida? ¿Cómo llegaste a una obra tan introspectiva y de tanta exposición?

El trabajo que uno hace siempre termina siendo el resultado de muchas experiencias muy personales. Por más que una no quiera, al final, sin afán de caer en esta cosa ególatra y narcisista, cuando a una le pasa algo con lo que está a flor de piel, lo siente todo el triple. Creo que el disco es el resultado de toda esa intensidad tanto personal como colectiva.

Además, estamos en una era rara. Yo pienso en la gente que se me ha ido, mi hermana falleció en 2019 y siempre digo que, si estuviera viva, si pudiera reaparecer y me tocara sentarla y decirle “hermana, desde que te moriste, si supieras: hubo una revuelta en Chile, hubo una pandemia, todo el planeta se confinó, hay gente que entró al Capitolio vestida como de Jamiroquai, hubo un presidente que salió con una motosierra en Argentina, hubo una guerra después de la pandemia y ahora hay un genocidio”. Creo que si me tocara hablar a la gente que se nos fue hace poco todo parecería muy surrealista. Entonces sí hay una intensidad mundial. No sé si es porque tenemos más acceso a la información o porque somos demasiados humanos arriba de este planeta. No tengo la más remota idea de lo que está pasando.

Estuviste diez años sin presentar un disco. ¿Cómo llevaste esta situación en un contexto donde la industria es demandante?

Es muy loco porque este año cumplo 47 años, tengo dos hijos y cuando hice mi último disco estaba embarazada de mi primera hija, que ahora tiene 10 años. Y me tocó maternar. Entonces a mí estos años se me pasaron volando. Y me parece que no es tanto tiempo como me parecía antes. Ahora es como “bueno, son solo diez años, no es grave”.

También en un momento estaba con mucho trabajo, mucha gira, cosas familiares, así que tampoco tenía tanto tiempo para crear, estaba resolviendo. Y en ese resolver se me fueron los años entre los dedos.

¿Cuándo sentiste que estabas lista para sacar un nuevo disco?

No sé, lo único que tenía claro era que quería hacer un disco bailable. Me pasa que cuando lo escucho, en comparación a lo que he hecho antes, me parece luminoso. Puede ser medio irónico, pero lo encuentro luminoso también en términos de la producción musical que hizo Andrés Celis. También es triste pero esperanzador. Estamos en un momento mundial de energía para abajo. Hay un quiebre de la utopía, nadie cree en nada ni en nadie, cuesta tener referentes, todo el mundo se te cae, todo el mundo se cancela. Entonces tenía claro que tenía ganas de dar esperanza, o quizá darme esperanza a mí después de que se murió mucha gente que quiero mucho.

Por eso el disco se llama Vida, porque necesitaba vivir el duelo, necesitaba bailar llorando, pero sin perder las convicciones, sin caer en la superficialidad barata y buscando que disfrutemos más. Necesitaba un disco que me tirara para arriba, también porque tengo que criar, no me queda otra [risas].

¿Cómo trabajaste el límite entre qué mostrar y qué no? Porque tanto en Vida como en Sacar la voz hay mucha exposición.

Yo creo que no dije ni un uno por ciento de lo que me pasó [risas]. He sido supercautelosa, aunque no parezca. Mucha gente me decía “me imaginaba más una biografía”. Pero el libro va por otra línea, son textos suspendidos uno del otro. Si bien están unidos porque hablan de mí, igual son muy diversos. Siento que no he contado todo, porque creo que es importante guardar una cierta intimidad. Y no por recelo, sino por autocuidado.


En un momento donde desde lo musical se venera tanto el dinero, “Millonaria” suena como contestataria. ¿Cómo nació esta canción?

No me acuerdo cómo nació, pero sí me acuerdo de situaciones que me hicieron sentir muy millonaria. No me atrevo a decirte “sí, escribí la canción porque vi algo que me interpeló”.

Una frase que escuché una vez y me hizo mucho sentido es que siempre se habla del sueldo mínimo de la gente, cuánto es lo mínimo que se tiene que ganar, lo mínimo para poder subsistir dentro del umbral de pobreza. Nadie habla de lo máximo que se debería ganar porque hay cosas que llegan a ser grotescamente absurdas. ¿Cómo alguien puede ganar tanta plata? Llega un punto en el que es como tener demasiada comida, ya le pierdes el sabor. Hay mucha música que le rinde pleitesía a eso y da mucha pena, porque poco tiene que ver con la música. Pero no sé si fue eso o si fue el producto, no sé, de estar viendo a mi padre enojado con el planeta, gritando y yo cagarme de la risa. Parecía un sketch de Capusotto, el de Violencia Rivas. Entonces creo que es una yuxtaposición de situaciones que te emocionan y te hacen decir “soy millonario”. Tengo todo, techo, luz, cama, ¿qué más me falta? ¿Por qué quiero más? Si estoy muy bien así. Como esa cosa que uno debería tener siempre más y más, ¿más para qué? ¿Más para quién? ¿Más para cuándo? ¿Más para dónde? Uno se empieza a sentir ansioso porque están todos corriendo y piensa que también tiene que correr, porque la masa corre. Es interesante el ejercicio de ir más lento, como la observación y la contemplación. “Millonaria” creo que es el resultado de todas estas reflexiones entre absurdas, banales, cotidianas.

En Vida hay un track, “Busco”, en donde está la voz de Estela de Carlotto, ¿cómo llega esa colaboración?

Para hacer un paralelo con “Millonaria”, yo me siento millonaria por tener a Estela de Carlotto en mi disco. Porque decir yo soy millonaria es, obviamente, una millonaria en afectos, millonaria en convicciones, millonaria porque uno tiene la dicha de poder contar con la voz, en este caso, de una mujer que para muchos de nosotros es un ejemplo de total vitalidad. Si bien ya tiene una cierta edad, habita en ella una vitalidad con mucha juventud. Y cuando digo juventud me refiero a una mujer muy de pie, muy entera. Entonces también es muy bonito ver la vitalidad en otra edad y romper un poco con este paradigma de la vitalidad de la juventud. A mí su historia siempre me resuena porque, lamentablemente, es una historia que a los chilenos nos parece muy similar.

Lo más loco de todo es que cuando uno tiene el privilegio de viajar y de poder conocer otras hermanas y hermanos alrededor del mundo, el tema de la desaparición forzada es una historia que se repite en muchas partes. Así como la de los hijos o los familiares que siguen buscando y que siguen ahí de pie. Entonces encontraba muy bonita también la posibilidad de poder rendir una suerte de homenaje. Cada vez que escucho la voz de Estela me pongo a llorar. Y digo “qué bacán tenerla” y contar con su reflexión, su voz y su presencia.

En este primer trimestre te vas a llevar el disco de gira por Estados Unidos, Francia, Reino Unido. ¿Cómo te sentís llevando este tipo de disco a esos países? ¿Y cuál es la impronta que querés dejar?

Como somos un mundo migrante y migrar es algo que sucede todo el tiempo, siempre te encuentras con alguien que te dice “yo vengo de Camboya, a mi familia le pasó…”. A alguien le interpela. Es loquísimo, porque al final uno cree que la historia de uno tiene singularidades, fechas históricas muy específicas, pero cuando lo amplías al mapa del globo terráqueo te das cuenta de que igual la matemática de la violencia, lamentablemente, pareciera ser un patrón que se repite una y otra vez. Siempre te encuentras con alguien que se emociona por empatía o porque le sucedió algo o porque sabe de alguien. Y esa es la magia de la música al final, no necesitas haber vivido algo para sentirlo.