Abril Sosa volvió a sus primeros amores: la batería y Catupecu Machu

El músico viajó desde Madrid para tocar con su ex banda y grabar su próximo proyecto: un disco de covers de rock argentino, producido por Fernando Ruiz Díaz

Por  SEBASTIÁN RAMOS

mayo 5, 2022

ph_Bel Gonyalons

Ben Gonyalons

“Mi viejo se murió cuando yo era chico y por eso para mí Fernando (Ruiz Díaz) siempre fue como mi papá. De hecho, cuando me fui de Catupecu, a los 20 años, fue para ir en contra de él y de Gaby, como un niño caprichoso, que quiere romper con el mandato paterno. ¡Si hasta dejé de tocar la batería!”. Por estos días se cumplen 20 años desde que Abril Sosa decidió abandonar el nido Catupecu Machu para probarse a sí mismo de que podía ser alguien por su propia cuenta, corriendo en la dirección opuesta de lo que fue su hogar desde los 14 años, cuando empezó a aporrear la batería y sobresalía como una suerte de niño prodigio del rock.

Ahora, con 40 años y un hijo de 8, Abril volvió a la casita de los viejos, al menos por una noche, para cerrar un ciclo de lo más personal, con el único show de Catupecu Machu, en el marco del cierre del festival Quilmes Rock, y para recordar a Gabriel Ruiz Díaz, que falleció el año pasado. “Tres días antes de la muerte de Gaby nos reencontramos con Fer y tuvimos una charla de más de seis horas, una charla que nos debíamos y que nunca antes habíamos tenido. Hubo mucha sinceridad y los dos dejamos de lado nuestras vanidades y estuvimos todo el tiempo al borde del llanto. Catupecu para mí fue una de las mejores cosas que me pasaron en la vida y también una de las peores. Porque era adolescente y con el tiempo comprendí que muchas cosas que a los chicos les dolieron, cosas que dije o hice, era para hacerlos enojar. Esa noche rompimos con el hechizo de la pelea padre-hijo y, a los tres días, Fer me invitó a tocar ‘Entero o a pedazos’ con Vanthra y en el momento en que la estábamos tocando, Gaby partió, fue a esa hora. Todo lo que rodeó la muerte de Gaby fue una película fellinesca, hasta puede parecer medio exagerado, pero fue tal cual. El velorio de Gaby fue una cosa increíblemente trágica, loca, hermosa, profunda, salvaje y re Catupecu, cantando, al palo, todo muy gitano, muy Catupecu”, cuenta.

Ese día comenzó a gestarse el show del regreso de Catupecu, con la mayoría de sus ex integrantes y Abril en la batería. “Hace dos años volví a tocar la batería y me di cuenta de qué pelotudo que fui en aquel momento. Porque una cosa es que me pelee con Fer, como si fuera mi viejo, pero ¿por qué abandonar mi instrumento, con el que tengo una relación tan cercana? La única explicación es que era un adolescente. Por eso ahora cuando me propuso Fer hacer este show, ni lo dudé, me tomé el avión y me vine para acá. Porque, por otro lado, todos los que participamos del concierto somos algo gracias a que este chabón nos abrió sus puertas y su lime. Inclusive Gabriel, porque por ahí si no tenía un loco como Fernando capaz él tampoco llegaba a ser lo que fue. Y hoy lo veo muy bien, muy fresco y muy feliz, a pesar de todo lo que le pasó, el dolor que lleva dentro. Hay una parte de él que está completamente destruida, porque la relación que tenía con Gabriel es inexplicable”.

Abril volvió a tocar la batería, instrumento que había abandonado tras dejar Catupecu Machu
Foto: Instagram Miguel Adolfo Sosa

Doce meses atrás, abrumado aún por el primer año de pandemia, Abril decidió una vez más armar las valijas para embarcarse en una nueva aventura fuera del país (cuando disolvió por primera vez su banda Cuentos Borgeanos, en 2010, se fue a vivir por más de dos años a Nueva York). “Primero me fui a Italia solo, tenía que terminar los trámites para la ciudadanía italiana y aproveché. En agosto del año pasado mi hijo y su madre también decidieron viajar para Europa, pero mi hijo no quería aprender el idioma y nos fuimos todos para Madrid. A mí siempre me gusta la aventura, cada tanto pegar un volantazo y empezar de cero. Con 40 años, y con un hijo, no es lo mismo que cuando tenía 20, pero todavía estoy con la fuerza para encarar estos cambios”.

El músico cuenta que mientras intentaba adaptarse a su nueva vida madrileña, mantuvo con Ruiz Díaz “mensajes epistolares”, extensos intercambios de audios que no solo consolidaron la idea de la reunión de Catupecu, sino que también proyectaron lo que será su próximo movimiento musical: “Estamos en una locura… medio en ese plan de exorcizar todo. Yo quería hacer un disco a través de crowdfunding, porque tuve malas experiencias con las compañías discográficas, y le pregunté a Fer si quería producirlo. Y me dijo: ‘Okey, pero hagamos otra cosa. Yo te conocí cuando tenías doce años y tenías una banda punk con guitarra criolla. Hagamos ese concepto: un disco punk, con criolla, con la voz al palo, vos solo cantando todos covers de rock nacional, incluyendo temas de Catupecu, que no son de tu época’. De hecho, una de las canciones va a ser ‘Origen extremo’, que la letra un poco Fernando me la escribió a mí, cuando nos separamos. Algo muy freak y está buenísimo. Porque también él produce no solo desde la música, sino que lo une con tal libro y con tal película y tiene toda una cosmogonía alucinante”.