María Becerra en la tapa de Rolling Stone: hits, lecciones y el vertiginoso camino hasta ser la argentina más escuchada

En cuatro años y 52 singles, dejó atrás sus inicios como youtuber, se consagró en la música y agotó su primer estadio en minutos. Pero nada de eso fue tan fácil

Sebastián Arpesella

diciembre 4, 2023

Una María Becerra preadolescente mira la tele al mediodía junto a su abuela Carmen en el comedor de la casa familiar en Quilmes. Ven Casados con hijos, la comedia de formato importado, protagonizada por Guillermo Francella, Florencia Peña, Luisana Lopilato y Darío Lopilato. De fondo, suenan risas grabadas mientras almuerzan algo que preparó María. Luego tocan una sesión de Memotest y la medicación: el cuidado de una persona con alzhéimer consiste en hacerle marca personal, recordarle muchas cosas. En la pantalla, Moni Argento canta una de Sandro y le habla a Fatiga como si fuera un humano y no un perro que vive echado en el sillón. Estallan más risas grabadas. Un humor ácido, cotidiano y plebeyo acompaña a abuela y nieta mientras los papás de María trabajan. Ese humor la sostiene, se le hace carne.

“Haber cuidado a mi abuela me hizo crecer de golpe. Hasta hace poco no podía hablar del tema sin ponerme a llorar”.

María Becerra en la tapa de la revista Rolling Stone Argentina #309, editada en diciembre de 2023.

Doce años después, María Becerra recuerda aquellos mediodías sentada en la sala de música de su casa bonaerense. Sol, Selena [por Quintanilla, la cantante] y Dalila, tres cachorras, de diferentes meses, no paran de jugar entre sus piernas durante toda la entrevista con Rolling Stone. Al día siguiente estrenará “Piscina”, el décimo tercer single del año más agitado de su corta carrera. Pocos días antes, vendió en una hora y media (el tiempo que duran tres episodios de Casados con hijos) todas las entradas para su primer show en River, que será el 23 de marzo de 2024.

Pero ahora tiene jet lag porque acaba de llegar de España.

¿Hay alguna escena del programa que te represente?

Todas las de Moni cantando y bailando. Viste que ella es muy exagerada, muy exuberante para todo. También me encanta el humor medio ácido de Pepe [el personaje interpretado por Francella]. A veces, me siento Paola [la hija, en la piel de Luisana Lopilato); María Elena [la vecina, Érica Rivas] me encanta. En un momento era el típico ritual familiar. Nos sentábamos a comer, mirábamos Casados con hijos como embobados y nos cagábamos de la risa. Siento que es una personalidad que adopté. Yo fui muy fanática. Cuando dejaban de pasarlo sufría muchísimo y, cuando los subieron a YouTube, me sentí bendecida. Me crie viendo eso y ese es el humor que manejo.

María narra esto y sonríe. Ha militado su fanatismo por esta serie en las redes sociales. Fue a ver su versión teatral el verano pasado. Lloraba de emoción sentada en la butaca y a la salida, les pidió una foto a los protagonistas.

Se dice que el humor es un mecanismo para desdramatizar la vida. Luego de la muerte de su abuela, María, con 15 años, comenzó en 2015 a hacer videos caseros y a compartirlos en Facebook. Eran sketches sobre su vida cotidiana y uno de esos videos se viralizó: era un monólogo con consejos sobre cómo afeitarse el bigote antes de salir al boliche. Cualquier persona socializada como mujer sabe que afeitarse, no así depilarse, el bozo es una prohibición que se transmite de generación en generación, ya que, en teoría, ese vello crece después más duro, y nadie quiere eso.

No tengo cera, no tengo plata para banditas, ni siquiera tengo una cinta scotch, corte para darle a lo croto. Entonces Gillette no, mirá si me corto, mirá si afeitarse con cremas para hombres… La verga, querida, vos sos mujer, te puedes afeitar igual, acá te vengo a enseñar. Bueno, en realidad nunca me afeité, pero vamos a probar. Yo te voy a enseñar porque, por más de que nunca lo hice, tengo calidad y me va a salir bien.

Mientras daba sus indicaciones mirando a cámara, sonreía y se le achinaban los ojos. Esa sonrisa aún se repite cada vez que María sale en un video de casi cualquier índole. La grabación, de casi cuatro minutos, todavía se puede ver en YouTube subido por otro usuario y acumula 2.700.000 de vistas. Pero en 2015, el clip llegó hasta la televisión y su hermano le recomendó “hacer algo con eso”, así que María se armó un canal de YouTube. Al principio publicó monólogos sin edición, y funcionaron. Sumó más seguidores, se compró una cámara, luego un trípode, aprendió a editar con tutoriales y empezó a guionarse. El mundo de los youtubers estaba en pleno boom para ese año y ella llegó en el momento indicado.

(Foto: Sebastián Arpesella)

Los sketches de María comenzaban con un ¡Hola locuras! Videos con escenas grabadas en un auto parodiando el viaje de vacaciones a la costa o al colegio con su familia; riéndose de la infancia de ahora comparada con “la de antes”; bañando a su gato; cocinando cuando su mamá salía; hablando a cámara una noche desvelada; paseando por Quilmes junto a su mejor amigo; haciendo un room tour de la habitación que compartía con su hermana menor, Ailín (son cuatro hermanos, dos mayores y una más chica); yéndose con su curso de viaje de egresados a Bariloche; cortándose el flequillo. El canal de YouTube de María acopiaba pequeños fragmentos de la adolescencia con los que cualquiera que haya sido una chica del conurbano de clase media-media baja puede identificarse.

¿Cómo convive la exposición con ser adolescente, ir al colegio, tener compañeros?

Fue bastante complejo. Cuando empecé con los videos de YouTube a los 15, ya la época de bullying había cedido.

¿Cuándo fue eso?

Entre los 11 y los 14, más o menos. En colegios diferentes. Primero fue en uno, después me cambié a otro para ver qué onda. Me había obsesionado con la carpintería y la electricidad. Mi hermano iba a un colegio técnico y a mí me encantaba ver las cosas que le enseñaban. Me gustaba aprender cosas que te sirvieran en la vida en general: quería ser autosuficiente, independiente, saber cómo arreglar cosas, cómo ir solita a tal lado. Les rogué a mis papás que me mandaran al colegio técnico. Empecé a los 12, en el primer año de secundaria, y fue lo peor que me pudo haber pasado. Lo dejé y me fui a otro colegio, donde ingresé muy lastimada psicológicamente porque venía de todo ese maltrato. Era la nueva que, encima, estaba toda traumada y no hablaba con nadie. Además, me vestía muy diferente, venía de ese trauma que me habían metido en el colegio técnico.

Eran todos varones en el técnico, imagino.

Todos. Éramos dos mujeres en todo el colegio.

Y los varones hacían bullying…

Sí, era acoso. En un momento casi sufro una violación por parte de cinco compañeros que me llevaron al baño. Eran pendejos en plena pubertad, viendo porno en el fondo del salón de clases.

Su tono de pronto se vuelve más serio, pero en ningún punto María busca interrumpir la charla.

¿Y el colegio no hacía nada?

Nada. Las preceptoras y los profesores veían todo, pero imaginate que teníamos un profesor que nos decía que éramos unos “negros del plan”. Ese colegio era lo peor del mundo. Me mandaban a mí al psicopedagogo, no a los chabones que me hacían cosas. Las preceptoras me decían: “¿No pensás que te tendrías que vestir de otra forma? ¿No pensás que tendrías que traerte remeras que te tapen la cola o no usar jeans apretados?”. Yo me vestía como una nena normal de 12 años, con mi jean, mi remerita con volados, siempre fui muy niña. Ahí fue donde el chip me cambió y me empecé a vestir oversize. No me vestía con ropa apretada, que enseñara mi cuerpo, porque creía que así se me iba a ver de cierta forma, o que les daría derecho a las personas a hacerme ciertas cosas. Así llegué a hacer música, usando ropa ancha porque no había superado mis traumas.

María se fue de ese colegio y entró en uno nuevo, el último al que concurrió antes de abandonar el secundario, y tuvo que adaptarse a un nuevo grupo que la miraba con ojos raros por ser retraída.

“No pensaba caer bien, pero al menos no me tenían que odiar. Yo trataba de estar lo más callada posible, en la mía. Y eso también molestaba. Me vestía muy diferente, venía de un colegio donde me habían dicho que la culpa de que acosaran era mía. Llegué a este nuevo colegio, donde todas las chicas estaban redesarrolladas a los 15, usaban jeans apretados, la chomba cortita, y yo era reflaquita, con esa ropa enorme. Me agarraron para el descanso mal, pero no duró mucho. Empezamos a tirarnos chascarrillos y me convertí en la payasa del grupo, para bien. Me quedé desde los 14 hasta que decidí no ir más al colegio. Vos me preguntabas cómo llevaba ser adolescente y hacer los videos… En un principio lo podía manejar, pero después, cuando se volvió mi trabajo, tenía compromisos con marcas, rodajes de dos días… Me empecé a hacer más conocida y de repente era una figura de las redes sociales, ese era mi trabajo y era lo que me gustaba. Manejaba mis tiempos, editaba mis videos, tenía el control, encima me daba trabajo. Me llevaba mucho tiempo editar los videos, trasnochaba, y dejé el colegio en segundo plano”.

¿Y qué onda tus papás con eso?

Mis viejos siempre fueron muy de “estudiá porque tenés que ser alguien en la vida. Lo que viene fácil, fácil se va”. Me tiraban esas cositas, pero llegó un punto en que me llamaban para festivales, para hacer una presencia… Con la publicidad de Fanta para la televisión, mis viejos empezaron a flashear, de repente hacía un video y atrás, en un estante, aparecía un producto y me daban plata. Mis papás no entendían nada, pero la plata servía. Además, siempre supieron que no era un barrilete, que lo que ganaba no me lo derrochaba.

Esa publicidad de Fanta, de 2017, incluía a otras dos figuras de YouTube, Kevsho y Papry. Era un video metapublicitario, en el que ellos “tomaban las oficinas de Fanta” y se hacían bromas como batirle la botella de gaseosa al otro o dejar encerrado a uno toda la noche.

Esos acuerdos económicos con marcas los hacía María sola, sin intermediarios. Ser youtuber se volvió su trabajo a tiempo completo: conoció a otros youtubers, tejió redes: se pasaban información y presupuestos. Además, ese mismo año empezó a actuar en la obra de teatro Original. Laboratorio de clones en el Teatro Apolo, junto a otros youtubers como Lucas Garófalo, Alexis Sanzi, GiianPa, Gonzalo Gravano y Belén Giménez. Un científico buscaba crear al humano perfecto y para eso tenía que clonar especímenes con diferentes cualidades para luego volcarlas al “original”. Ensayaron durante dos meses y María viajaba todo el tiempo de Quilmes a Capital. Su mamá, Irene, la acompañaba a todos lados, siempre firme.

En esa época, María conoció a José Levy, manager de influencers y artistas, y empezaron a trabajar juntos.

“Él es como mi segundo padre por cómo me quiere, me cuida. Es una persona que me enseña todo, que me muestra todo. Confiás plenamente en alguien así. Nunca me dijo lo que he escuchado de otros managers, que es mejor que no sepa nada, que sólo me tengo que parar ahí (cosas que dicen medio en chiste, y después se ríen; pero que las dicen de verdad). José aborrece todas esas cosas y me insiste siempre con que tengo que aprender cómo hacer esto, cómo hacer mi caja de ahorro, cómo gestionar las cuentas”.

De pronto saca su celular y scrollea con unas uñas larguísimas que, aunque parezcan difíciles de compatibilizar con el touch de la pantalla, las maneja a la perfección.

“Mirá, te quiero mostrar un mensaje que me mandó José hace unos días. Mari, esta caja, le copio a Joel y a Juli [los hijos de Levy], por si me pasa algo, que sepan que esto es tuyo”.

Tierno, ¿pero por qué habla de su muerte?

Superdrástico. Eso es la vida, es una opción que el día de mañana le pueda pasar algo como a cualquier persona. Él es una persona completamente inteligente que está preparada para todo y para eso me preparó a mí. Me dice: “El día que yo no esté, quiero que sigas haciendo las cosas bien con tu carrera. No quiero que se te caiga todo porque no sabés cómo hacerlo y tomes malas decisiones”.

 “Barcelona” de Freddie Mercury y la soprano Montserrat Caballé sonaba a full. María y su hermana menor se la sabían de memoria. La cantaban, hacían monerías mientras su mamá y su papá se dedicaban a limpiar y arreglar cosas de la casa los fines de semana. Más tarde podía aparecer un disco en vivo de U2. La música que se escuchaba en la casa de María respondía a gustos bien marcados: Irene prefería la música latina, como Marco Antonio Solís, Luis Miguel, Ricky Martin, Marc Anthony. Pedro, el padre, era rockero de Pink Floyd y Los Redondos. Él, cardiólogo, fue durante mucho tiempo un guitarrista frustrado, hasta que aprendió a tocar ya de grande. Por su parte, Irene siempre quiso ser bailarina de ballet: su padre no la dejó de niña y, cuando al fin le permitió ir a una academia, no la tomaron por ser “vieja”. Se dedicó a ser maquilladora teatral en obras infantiles y llegaron a ofrecerle un trabajo en Alemania, pero no lo aceptó. No se animó por miedo, por no conocer el idioma y por estar muy apegada a su familia. Luego se convirtió en enfermera y ejerció esa profesión hasta que nacieron sus hijos.

María tuvo un devenir más libre y fue una niña muy estimulada: hacía comedia musical, teatro, dibujo, baile, taekwondo, natación y fútbol.

¿Creés que tu mamá, para que no te pase lo mismo que a ella, accedía a lo que le pidieras?

¿Sabés que creo que sí? [María sonríe y hace una mueca como si nunca antes hubiera pensado en esto]. Ellos sabían que no era una persona caprichosa, nunca nos consintieron a mí ni a mis hermanos. Nos inculcaron que teníamos que ganarnos las cosas. Creo que me permitían cosas porque se daban cuenta del énfasis con el que lo pedía, y siempre fui muy comprometida con lo que empezaba. Me obsesiono: estoy noche y día con algo. Siempre fui muy habilidosa para aprender, realmente aprendo muy rápido y más si me gusta.

(Foto: Sebastián Arpesella)

Ya consolidada como influencer, sentía que ser la chica de YouTube no era lo que quería realmente. Retomó las clases de canto a los 18 años y a los 19 decidió que iba a hacer música: tenía doce canciones compuestas en inglés: baladas y R&B. Cuando se las mostró a su representante, él le recomendó que hiciera música en castellano. Por esos días conoció a Big One, un productor de la escena urbana que venía de cosechar un gran éxito con “Perdóname”, el tema junto al trapero de Necochea FMK.

¿Qué onda esas doce canciones, por qué en inglés?

Esas doce canciones que registramos eran tipo Sin Bandera, Camila, pero en inglés, no sé por qué. Creo que era medio cultural, viste que hace poco se volvió cool, por así decirlo, escuchar música en español. Antes todos teníamos esa visión de que lo nacional no era bueno. Por ejemplo, mi hermana mayor lo único que escuchaba en español era Shakira y después todo en inglés. Yo escuchaba Rihanna, Ariana Grande, Miley Cyrus, Demi Lovato, Whitney Houston. Me encantaba Mariah Carey.

Entonces le hiciste caso a tu manager…

Sentía que en español no sonaba bien porque no estaba acostumbrada a escuchar eso, aunque ni siquiera sabía mucho inglés. Lo que más resalto de esos temas son las melodías, la letra ni idea. Pero, cuando me dijo esto José, cambié el chip. Empecé con las letras en español, que en principio sentía que no sonaban bien. Arranqué con todo, con FMK, Big One y Estani. Ese fue todo mi primer año, cuando aprendí bien a componer esas primeras canciones, las de 222.

¿Cómo fue trabajar con Big One siendo tan chiquita?

Fue increíble, porque me encontré con el mundo de los músicos nuevamente, si bien nunca había salido del mundo de los artistas, estaba mucho en el palo de la actuación o la comedia musical. De repente, volver a estar entre músicos, cantantes, me encantó. Entré por primera vez al estudio de Big y fue impresionante. Era de mis primeras veces en un estudio tan pro, o sea, era en su casa, pero era impactante.

¿Cómo se conectaron, fue tu manager?

Sí, él lo buscó. Siempre tuvo una visión muy clara, José siempre confió mucho en mí, más que yo misma, y es de esas personas que dicen “si vamos a hacer algo, lo tenemos que hacer con los mejores”. Yo era una donnadie en la música, era muy conocida en redes, pero no en música, tenía mis canciones, pero no les había ido muy bien. En ese momento estaba “Perdóname”, de FMK, en pleno vuelo, la habían hecho con Big y era la canción del momento. Yo pensaba: “Este pibe no me va a dar bola”. Pero Big One y FMK fueron las personas que me enseñaron todo lo que tenía que saber: cómo componer,  cómo era la estructura de una canción, cómo se hacía un hook, cómo encontrar una melodía pegajosa, una melodía que guste al oído de la gente.

Pero vos llevabas también esas melodías.

Sí, pero era muy del palo del R&B, de la música que escuchaba, del pop en inglés. Para Argentina no funcionaba lo que yo hacía. Ellos me enseñaron todo: la estructura urbana, por así decirlo. Yo no sabía rapear, chantear, lo mío era todo alargado, más melismas, más ese flow. Big One producía y también me enseñaba, no era como esas personas que quieren que dependas de ellos toda tu vida. Ahora Xross [su productor actual] también me está enseñando a producir. Es superlindo encontrarte gente honesta, que lo hace por amor al arte, que tiene ganas de que aprendas, crezcas.

Cuando habla de su equipo, sus ojos brillan. Está claro que confía mucho en ellos. En el medio de la charla, dos de las cachorras, que nunca dejaron de jugar desde el comienzo de la entrevista, empiezan a gruñirse. María tiene que alzar a una y esta cronista a otra. De todos modos, siguen con sus chillidos de bebé.

De la alquimia con Big One nacieron los temas de 222, su primer EP, lanzado en septiembre de 2019. En ese momento se activó la máquina de hacer canciones que caracteriza el fenómeno actual de María Becerra y que la convirtió en la más escuchada del país.

“Con Mari nos conocimos en una sesión con el Big. Me acuerdo de que nos habíamos juntado a componer para ella y ahí fue donde surgió ‘Tu lady’, uno de los temas del primer EP, 222. Al toque pegamos alta onda, nos tomamos una botella de whisky entre los tres cagándonos de risa y componiendo. Con Big quedamos impresionados porque era supertalentosa y las ideas que proponía ya se salían de lo común, de lo que estábamos acostumbrados, así que nos quedamos encantados”.

FMK habla desde Sevilla, la ciudad en la que en el momento del cierre de esta nota se entregan los Latin Grammy. Fue compañero de María desde comienzos de su carrera, con el primer EP, y luego compartieron varias canciones como cantantes, entre ellas “AYNEA REMIX” (2020), “Tranquila” (2022) y la reversión de “Perfecta” (2023), el hit de Miranda!

¿Cómo es trabajar con María?

Siempre fue superpiola, primero porque nuestra relación es muy buena. Siempre nos metemos al estudio a cagarnos de la risa y si fluye, fluye, y si no fluye, no pasa nada. Nos ha pasado sólo una o dos veces que hemos estado totalmente en otra y no hicimos canciones. Hemos llegado a hacer tres o cuatro temas en una sesión, es una locura cómo conectamos. Y segundo, como compositor, lo que está bueno también es tener muchas ideas de melodía, de letra, de interpretación y que el artista pueda cantar lo que sea y que lo interprete y le ponga el feeling que necesite cada tipo de letra o cada género. Por ese lado, siempre le dije a Mari que la admiro muchísimo. Como compositora es excelente, cómo comparte sus ideas, la forma de escribir, de decir las cosas, las melodías que crea. Tenemos gustos similares a la hora de escuchar música y a la hora de componer. Compartimos mucho el camino, siempre han sido muy amenos los días de estudio con ella.

(Foto: Sebastián Arpesella)

María abrazó el pop urbano con 222 y le siguieron una catarata de singles, entre los que se destacó “High Remix” (2020), la canción que compartió con Tini y Lola Índigo. No fue la primera colaboración que tuvo con otro músico, pero sí la que hizo el ruido suficiente para posicionarla como una joven promesa de la música urbana en Argentina. El video de esta canción mostraba una María Becerra cómoda en su rol performativo, junto a las otras dos cantantes, a diferencia del video de “High”, en donde todavía su cuerpo parecía adaptarse a la idea de una performer.

“Fue un salto, un crecimiento en los aspectos personal y profesional. Tuve el honor de conocer a Tini y a Lola con esta canción, que creo que nos marcó mucho a las tres. Ambas conocían el tema, por mi versión en solitario, y les encantaba. Lola me había dicho que le había generado muchas cosas emocionalmente y me pidió que, si algún día hacía el remix, la sumara. Fue muy zarpado para mí”, recuerda.

Luego tuvo otra colaboración con Tini, que sería clave en su carrera: “Miénteme”, uno de los temas de 2021 según Rolling Stone. Un reggaetón-cumbia con dos mujeres empoderadas a lo Thelma y Louise, que hacen gala de su libertad. Sonaba en todos lados.

Meses después, otra colaboración, esta vez internacional, la ayudó a proyectarse en el mercado latino: “Qué más pues?” con J Balvin. La leyenda cuenta que el cantante le escribió por Instagram para hacer un tema juntos y que María, que estaba de vacaciones, no le respondía. Tuvo que avisarle su representante: “Boluda, tenés que contestarle, es J Balvin”. Casi un año después, en 2022, cantaron juntos ese tema en la gala de los Grammy.

María avanzó tranquila por la alfombra roja de los Grammy 2022 y les contó a los medios, en un inglés fluido, sobre su relación con el colombiano: “Es una persona hermosa, se preocupa por hacerme sentir cómoda y segura, y eso es importante porque esto es muy grande y todos tenemos miedo. Cuando alguien te dice que todo va a estar bien y que van a hacer que suenes genial, uno respira”. Pero, unos minutos después, cuando finalmente cantaron, ocurrió algo: a ella le faltó un poco el aire. Nada terrible. Sin embargo, las redes sociales explotaron de críticas. Ella no respondió.

Momentos antes de la impresión de este número, María volvió a los Latin Grammy: interpretó una versión orquestal de “Ojalá” y “Amigos” (junto a Pablo Alborán), esta vez sin inconvenientes. Fue, de algún modo, una vindicación personal.

(Foto: Sebastián Arpesella)

En su primer show, María se bajó del escenario llorando y se encerró en el baño. Había vivido mucho estrés y presión. Sus singles explotaron de escuchas en plena pandemia y no había tenido tiempo de foguearse en recitales. Pasó de cero a dar 22 recitales en el Teatro Gran Rivadavia, entre octubre y diciembre de 2021.

“Ahí conocí lo que son los ataques de ansiedad –confiesa–. Adelgacé mucho, fue muy heavy. Fueron mis primeros encuentros con el público, con tener que sostener una hora y pico de show, salir del teatro, estar con el público en la puerta, llegar a casa, dormir y al otro día lo mismo. No pasaba tiempo en mi casa, estaba todo el día en el teatro. Sumado a eso, las críticas de la gente sobre el vivo”.

Vos sabías cantar, pero fuiste ajustando eso en vivo y en directo.

Sí. ¿Sabés lo que me costó? Yo me había criado cantando a capela, en las clases de canto, en las muestras, en el coro. Vos afinás mucho el oído así. Cuando empecé a hacer música, a los 17, conocí el Auto-Tune. Y, claro, me enamoré de esta herramienta, que es muy peligrosa. Además, creía que era lo necesario para el género que quería hacer y que había que abusar de eso. Me acostumbré, durante dos años seguidos grabé con Auto-Tune, me escuchaba con Auto-Tune y ensayaba con un Auto-Tune exagerado. Así perdí toda afinación propia de oído, porque te facilita mucho las cosas. Me acostumbré, me desorienté por completo y, sumándole a eso, tuve la primera experiencia de cantar en vivo con un in ear, algo que no conocía porque estaba acostumbrada al retorno de piso. Fue todo muy de golpe y recibí piñas de todos lados. Me sirvió mucho ese entrenamiento, aprendí mucho”.

Su primer disco, Animal, lanzado en septiembre de 2021, incluía canciones del EP Animal parte 1, como “Acaramelao” o “Animal” (con Cazzu) y otros temas como “Wow wow” (con Becky G) o “Mi debilidad”. El reggaetón y el R&B preponderaban en este trabajo, sin grandes riesgos. Pero en La nena de Argentina, publicado en diciembre de 2022, María subió la apuesta. Primero, decidió no incluir features, para demostrar su potencia como intérprete. Segundo, se largó a explorar otros géneros como la bachata (“Hasta que la muerte nos separe”), la cumbia (“Adiós”) y la balada (“Doble vida”), además de navegar por las aguas del reggaetón vieja escuela (“Automático”). La cantante fluyó en estos diferentes ritmos con la seguridad de quien se siente cómodo al explorar nuevos mundos.

Sumado a esto, colaboraciones con Tini, J Balvin, Natti Natasha, Tiago PZK, RusherKing, Pablo Alborán, Ráfaga, Los Ángeles Azules y Enrique Iglesias, entre otros, marcaron el corto, pero efectivo recorrido que tomó María Becerra para conquistar el mundo. A la fecha, en cuatro años y con una pandemia de por medio, se sucedieron 52 singles.

En una época marcada por argentinos en lo más alto de la industria del entretenimiento [ver nota aparte], María construyó una imagen y un imperio en sus propios términos: la piba espontánea, de barrio, empática, sin tapujos y fresca, que superó el bullying de la niñez y adolescencia y se convirtió en la cantante argentina mujer más escuchada del mundo. La vida da revancha, dicen. Con cada canción de millones de escuchas, un espíritu (la música, Dios, el destino) parece decir desde algún rincón “mirá de quién te burlaste”.

Ya se había hecho de noche en la última jornada del Lollapalooza Argentina 2023, cuando María daba en el escenario uno de los recitales más importantes de su carrera, para el que había ensayado durante semanas en jornadas extenuantes. Presentaba un nuevo show, el de la gira que recién comenzaba de La nena de Argentina, su segundo álbum. Su look era full dosmilero: un top de retazos de denim con un jean haciendo juego. Es inevitable pensar en ese meme que tiene a Britney Spears y Justin Timberlake posando vestidos de jean, de cuando eran pareja y jóvenes estrellas pop.

María cantaba “Mentirosa” junto a Ráfaga y el público rugía de fervor, previo al show de Billie Eilish. María y la cumbia maridan bien, nacieron para estar juntas. Meses después estrenaría “El amor de mi vida” junto a la icónica banda mexicana de cumbia Los Ángeles Azules y se ubicaría dentro de los temas más escuchados en Spotify.

Mayo de 2023. Llega una ensalada al sector del hotel donde María se encuentra grabando entrevistas. La jornada es extenuante y la cantante debe comer muy rápido para poder llegar con todas las entrevistas pautadas. Está por estrenarse “Te cura”, el tema que formaría parte del soundtrack de Rápidos y furiosos X. Días antes, una foto de María con el protagonista de esa película, Vin Diesel, encendió las redes. Había sido tomada semanas atrás, cuando la cantante conoció a los protagonistas de la película en Miami.

¿Cómo fue conocer a Vin Diesel?

Él es un copado, y Michelle [Rodriguez, la otra protagonista de la saga] también. Ella habla español, es latina. La conversación fluía, me preguntaba del mate, de Argentina, de mi familia. Realmente es muy cercana. Con Vin lo mismo, logramos una conexión muy zarpada: de hecho, en un momento detrás de cámara me dijo que quería que fuera a la premiere de Roma. Yo le dije que no iba a poder, que tenía que estar haciendo otras cosas. Tenía que venir acá por los Premios Gardel, pero estuve a punto de ir. Él me quería llevar a toda costa, pero no se pudo dar, obviamente, ya me había comprometido a estar acá.

¿Cuál es tu mayor desafío a la hora de hacer música?

Creo que el mayor desafío es saber que, en un punto, me tengo que mantener en cierta estructura porque a veces me quiero ir por las ramas con lo experimental, con géneros que me gustan mucho. A veces la gente me dice que son géneros muy viejos, que tengo que hacer otra cosa. Pero nunca me dejé llevar por eso, realmente. Yo siempre hago lo que me gusta, pero es verdad que a veces las canciones tienen que tener cierta estructura para que funcionen, hay cosas que tengo que sacrificar, ya que son demasiado experimentales y se van un poco de línea. Creo que lo más difícil es controlar un poco ese impulso.

El Festival Equal, organizado por Spotify, en septiembre de 2023, con el objetivo de visibilizar a las mujeres en la música, era la ocasión perfecta para que María presentara su último gran hit, “Corazón vacío”, frente a la ovación del público, que la esperó durante varias horas, ya que ella cerraba la jornada. La canción habla del desamor, de sentirse defraudada y seguir adelante. Un perreo triste cuyo sentido se completa al ver el video de la canción: María Becerra interpreta a una joven madre soltera en otra época, probablemente los noventa, resiliente, que trabaja y cría a su hija tratando de darle todo. La artista contó en diferentes entrevistas que se inspiró en las historias de mujeres cercanas.

“Cosas que no deberían pasar, personas que lamentablemente se desligan de un hijo, como si no fuera nada –dice al presentar el tema–, y una madre se hace cargo de todo ahí, enfrentando obstáculos, un montón de cosas difíciles. Es una situación que a todos nos toca en algún punto porque todos tenemos un pariente, una amiga, la amiga de una amiga que es mamá soltera. Esta canción se la quiero dedicar a todas ustedes”.

Tiempo después de estrenar la canción, una mujer con su hijita la aborda en la calle con los ojos llenos de lágrimas: “Corazón vacío es lo que me pasó a mí, María, gracias. La verdad es que cada día te amo más, porque siempre me hacés llorar con tus canciones”. El encuentro se inmortalizó en un video y el video se viralizó, como casi todo lo que toca María. La construcción de su figura suma una faceta más: la artista que conmueve a sectores populares con historias cotidianas y con un empoderamiento femenino que es lejano a los academicismos.

Antes de que comenzara el show de María Becerra en el Equal, una ovación apuntaba para otro lado: aplaudían a More con Flow que saludaba desde el vip. Esta niña, una celebridad en TikTok, se hizo viral por un video que respondía a un ping-pong de preguntas y respuestas del colegio, en el que decía que su rol en el curso era ser “la miedosa”. More compuso una canción en la que narraba las peripecias que vivió en tan corta vida: una enfermedad, la misma que también tuvo Messi, que impactó en su crecimiento, y el bullying. Se hizo viral en las redes y luego subió un video cantando “Desafiando el destino” de María. La cantante lo vio, le dio muchos likes, mandó mensajes públicos y privados para transmitirle su apoyo. Luego la invitó al ensayo y al show. Una foto inmortalizó el encuentro entre ambas con sonrisas gigantes. Una historia de superación y resiliencia las hermana.

“Piscina” fue el último estreno de María antes del cierre de esta nota. La canción se presenta como hit del verano y la comparte con el cantante puertorriqueño Chencho Corleone y el productor colombiano Ovy On the Drums. Un reggaetón fusión con pop y R&B con una melodía pegajosa. El evento de prensa emuló una pool party con juegos de pistolas de agua, inflables de pileta, toboganes, glitter y tragos. A un costado, en el parque, apareció María, para ser entrevistada por un medio audiovisual. Apenas la reconocieron, todos los asistentes se avalanzaron. Una niña derribó el cerco de personas y la abrazó. Mientras María recorría la pool party, la niña seguía pegada a ella. Nunca la soltó.

-Poné Rihanna, por favor.

Hay muchas personas alrededor, su equipo de trabajo es grande, pero María posa naturalmente para la tapa de Rolling Stone, la música de la cantante de Barbados la motiva y la concentra. Cara seria, cara sexy, todo parece orgánico. El look que lleva es un top y una falda diminuta de cuero oscuro, las uñas cromadas, tacos altos y con un gloss intenso, que le remarcaba mucho los labios. El fotografo Sebastián Arpesella apenas le da indicaciones que ella acata sin dificultad. Luego suena “My Power” de Beyoncé y baila inspirada.

Mientras su pelo se agita impulsado por un secador, María hace lip sync con el auricular in ear puesto, que lleva sus iniciales y destellos rosas y lilas. Asoman sus tatuajes: dos ramos de hojas en las clavículas, en el pecho un sol con estrellas, pero uno de su antebrazo se destaca, el de Los del Espacio, el colectivo que comparte con Lit Killah, Tiago PZK, Duki, Emilia, Rusherking, Big One y FMK. Es un tatuaje que, excepto Lit Killah, los otros integrantes del grupo comparten, y fue hecho en 2021 en un gesto de amistad. Dos años después de ese momento, estrenaron un tema juntos, del mismo nombre que el grupo, y que se convirtió en otro hit.

Cambio de outfit. Ahora tiene una blusa ajustada al cuerpo y una falda, ambas de encaje verde. Las transparencias son las protagonistas del look y ella las lleva sin dramas. Vuelve a posar con otras luces. Sonríe. Se apoya contra la pared y mira la cámara fijamente. El maquillaje le remarca sus ojos claros. Hay una especie de aura que la rodea e hipnotiza a quien la mire.

María cuenta que está aprendiendo a producir con Xross, el músico ecuatoriano que colabora con ella desde su segundo disco, La nena de Argentina.

¿Cómo es trabajar con él?

Como trabajar con un hermano. Es mi mejor amigo y él lo sabe. Lo amo con todo mi corazón, es una gran persona y un gran artista. Me encanta la mentalidad que tiene, los valores, y que para él el arte esté antes que cualquier cosa. No es una persona a la que le importe la plata o la fama, sólo quiere hacer música. Trabajar con él es hermoso porque estamos ambos en esa sintonía.

¿Tenés en vista un nuevo disco pronto?

Sí, lo estamos haciendo. Hay canciones que ya tenemos guardadas, a punto de salir, que forman parte del álbum. Hay otras que vamos a ir a hacer dentro de poco en un camp y yo creo que vamos a seguir recolectando canciones para el álbum. Está todo pensado, hay una estética, la idea es que todo siga una misma línea y un concepto bien marcado. Lo estamos pensando hace tiempo y va a tomar un tiempo más todavía.

María tiene previsto también cerrar, literalmente, 2023 en Nueva York. Fue convocada para cantar en el tradicional show del 31 de diciembre a la noche en Time Square. “¡Donde tocó Alicia Keys!”, cuenta emocionada. La habían convocado un año atrás para el mismo evento, pero prefirió pasar fin de año con su familia. Esta vez dijo que sí.

La mayor parte de su vida puede reconstruirse en videos de YouTube y TikTok: los de su cuenta personal y los que suben los medios. El último que subió a su canal como youtuber, en abril de 2020, es la transición de influencer a música. Retrata el making of de “Perdidamente”, una de sus primeras canciones. Pasea por la locación, una fábrica abandonada, va a una clase de canto y a una de baile. Cuenta a cámara que la imagen que la inspiró para el video (en el que aparece el espectro de una mujer) es un poema de Safo de Lesbos que leyó a los 14 años y con el que se identificaba porque le gustaba una amiga y vivía una gran confusión. También aparece Big One y cuenta cómo fue hacer este tema y finalmente muestran la grabación del clip, donde ella se tira al vacío. La imagen puede leerse también como una metáfora de arrojarse al mundo musical. El posteo en YouTube tiene más de 7.000 comentarios. Un fan le escribe: Último video que subiste… ¿Podés creer lo que estás logrando? O sea posta, no puedo creer que tu primer video fue “afeitándome el bigote” y ahora seas una cantante, una chica con alto flow, una persona que siempre nos saca una sonrisa. Sé que algunos días podés estar mal, pero recordá lo fuerte que sos, lo importante para muchas personas, les estás mostrando a todos que pueden.

¿Qué hacés para conectar con tu interior?

Y, en este mismo momento, creo que lo que más me conecta conmigo es estar en casa, con mi pareja, con mis animales [tiene doce gatos y tres perros], ahí encuentro mi paz, mi lugar seguro, mi tranquilidad.

¿Por qué tu YouTube sigue online?

Soy de esas personas que prefieren no arrepentirse de nada de su pasado. Siento que sólo hay que arrepentirse de las cosas malas, ni siquiera de los errores, porque los errores te ayudan a crecer, aprendés. Los videos me parecen hermosos, increíbles. Me llevaron muchísimo trabajo, fueron años dedicándome a eso y tienen mucha carga emocional. También se ve claramente mi niñez, mi realidad, mi familia, mi estilo de vida. Es algo que cuenta un poco mi historia, me encanta que esté subido y que la gente todavía pueda seguir viéndolo.

Fotografía: Sebastián Arpesella

Asistente de fotografía: Nacho D’Arrigo

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