En enero de 2007, meses después de concluir la gira On an Island, David Gilmour y miembros de su banda, incluyendo al tecladista de Pink Floyd, Richard Wright, se reunieron en un granero de su propiedad para probar algunas nuevas canciones. “Estaba terriblemente helado allí dentro –recuerda Gilmour–. Pero pasamos 15 minutos trabajando en en este pequeño riff que compuse en la guitarra. Y el resto se fueron sumando, uno por uno”.
En los últimos 17 años, el bosquejo de aquella canción fue poco más que un recuerdo, si bien la zapada sería uno de sus últimos momentos con Wright, que murió de cáncer de pulmón en septiembre de 2008. Pero cuando Gilmour empezó a componer canciones, dos años atrás, su mente volvió a aquella cinta. Trabajando con el joven productor inglés Charlie Andrew y con Polly Samson, su esposa y autora de sus letras, el guitarrista terminó la canción que dio título a su nuevo disco, Luck and Strange, que salió el pasado 6 de septiembre.
“Aquella canción despertó en mí una profundidad que había olvidado”, dice Gilmour. “La ejecución tiene el inconfundible toque de Richard. Era un tipo creativo, adorable. La clase de persona que es raro encontrar”.
La muerte de Wright, junto al completo distanciamiento entre Gilmour y Roger Waters, significa que Pink Floyd permanecerá para siempre como el recuerdo de un pasado cada vez más distante. Pero a diferencia del baterista Nick Mason, cuyo grupo Nick Mason’s Saucerful of Secrets toca únicamente canciones de la era anterior a The Dark Side of the Moon, Gilmour sólo mira hacia adelante.
Gilmour habló con ROLLINGS STONE vía Zoom desde su casa de campo en Inglaterra, rodeado de teclados e invaluables guitarras vintage. La conversación abarcó desde la creación de Luck and Strange hasta la grabación de canciones con su hija Romany, pasando por una inminente gira, su eterna guerra con Roger Waters, la posibilidad de vender el catálogo de Pink Floyd y por qué la idea de una biopic sobre la banda jamás pasó por su cabeza.
Estuviste bastante inactivo los últimos ocho años. Al finalizar la gira más reciente, en 2016, ¿se te ocurrió pensar que podías estar retirado?
No, no creo haber pensado eso, pero volver toma tiempo. No soy de esas personas que quieren estar constantemente en la ruta. Tengo una familia encantadora; tengo unos hermosos campos verdes para pasear. Siempre pensé que iba a hacer algo nuevo, pero qué exactamente y cuándo, ¿quién sabe? La verdad es que todo el asunto del confinamiento se interpuso. Supongo que eso ayudó a enfocar la mente, porque estábamos atrapados.
En el apogeo del confinamiento hacías transmisiones por internet para promocionar la novela de Polly, A Theatre for Dreamers. Pero las transmisiones se convirtieron en un vehículo para que los fans conocieran a tu familia y los escucharan cantar.
Esos eventos ayudaron a aclarar las ideas. Estábamos atrapados. Por eso lo llamamos la Experiencia Von Trapped (“La experiencia Sr. Atrapado”, en español), un juego de palabras. Nos hizo pensar en lo divertido que podía ser hacer música juntos. Todo empezó con versiones de Leonard Cohen, algo de por sí encantador, porque la voz de mi hija Romany y la mía parecían fusionarse muy bien. Todo evolucionó desde ahí.
A medida que el confinamiento llegaba a su fin, ¿cómo empezó a cambiar tu mentalidad hacia la creación de un nuevo álbum?
Nos encerramos casi por completo durante prácticamente dos años. Estábamos muy, muy nerviosos por salir y contagiarnos de Covid. No logramos evitar contagiarnos, por supuesto, pero todas las discusiones que se dieron sobre esta espada de Damocles que pendía sobre nuestras cabezas se plasmaron en el álbum. También hablábamos sobre envejecer. Polly es una escritora y pensadora buenísima sobre estas cosas; logra meterse en la cabeza de la gente. Esas eran las cosas que nos llevaron a trabajar juntos. Y tenía algunas piezas de música en las que había trabajado anteriormente, al tiempo que generaba otras. Íbamos lento, pero después nos instalamos en una casa pequeña al norte de Londres, donde hacíamos semanas laborales de cinco días. Tenía una habitación con un pequeño miniestudio, y Polly tenía una sala de escritura. Trabajamos mucho.
Muchas de las letras hacen referencia a la vejez y la mortalidad. ¿Estaban esos temas presentes desde el inicio?
Sí, eran cuestiones que habíamos estado hablando ella y yo, y a veces con la familia también. A medida que pasamos por el confinamiento, pensábamos: “Dios, este virus podría prácticamente acabar con el mundo”, y eso nos llevó a reflexionar sobre las diversas cosas que caían y pendían sobre nuestras cabezas.
Trajiste a Charlie Andrew para producir el disco. ¿Cómo cambió la forma en que habitualmente trabajás?
Bueno, él es una persona más joven. Viene de una época y un trasfondo distintos. Ciertamente, no sabía mucho de las cosas de los baby boomers que llegamos antes. Él estaba plenamente en su escena, que incluye a gente como Marika Hackman y un montón de otra música que yo desconocía.
¿Cómo lo conociste?
Estaba buscando a alguien con quien colaborar, y nadie parecía ser la elección perfecta. Polly, que es una verdadera investigadora, se conectó a internet y buscó información. Me hizo escuchar la música con la que estas personas estaban involucradas, de una u otra manera. Y Charlie Andrew y su trabajo se destacaron. Lo llamamos y pareció muy interesado en hacer el álbum. Ha sido una experiencia absolutamente emocionante porque él es un poco un tirano. Te empuja a hacer las cosas.
En el otro extremo del espectro de edad, Steve Gadd [reconocido baterista de sesión neoyorquino, de 79 años, que trabajó con Paul Simon y Eric Clapton] también toca en el álbum.
Ya había reservado a Steve Gadd para una semana antes de Navidad, antes de tener un productor en su lugar. Pero debido a que Steve Gadd es la leyenda que es, Charlie estaba muy contento con eso. Mientras tanto, entramos al estudio con un par de músicos más jóvenes. Adam Betts en la batería, Tom Herbert toca el bajo; este chico encantador, Rob Gentry, toca teclados. Ellos y Charlie me llevaron al límite, y avanzamos de un modo brillante.
Hacés una versión de “Between Two Points”, de The Montgolfier Brothers. La mayoría de la gente no está familiarizada con esa canción. ¿Qué fue lo que te atrajo?
Esa canción está en un par de playlists de mi teléfono, y siempre suena en nuestros viajes en coche. Un día pensé que podía jugar con ella en el estudio, a ver qué pasaba. En seguida me di cuenta de que la letra era del tipo vulnerable, que le quedaría bien a un viejo como yo. Y Romany, Polly y yo, más o menos al mismo tiempo, pensamos: “Hagamos que Romany lo intente”. Ella debe haber escuchado la canción una o dos veces. Así que le di la letra en un papel y la puse frente a un micrófono. Es una verdadera profesional con el micrófono, lo ha sido desde que tenía tres años. Y básicamente la voz que escuchás en esa pista es su primera toma. Quiero decir, hay un pequeño trabajo de reparación y cosas así, pero básicamente es lo que escuchás.
En “Luck and Strange”, Polly está claramente escribiendo sobre el impacto de tu generación.
El sentimiento de esa canción es la idea de que nosotros, los baby boomers, la generación de posguerra, pensábamos que las guerras habían terminado. Pensábamos que estábamos entrando en una especie de edad dorada. Nuestro primer ministro en aquellos días, Harold Macmillan, tenía una frase famosa: “Nunca lo has tenido tan bien”. Aquello fue maravilloso; como la experiencia de quienes estuvieron en todas estas bandas de rock, poder hacer giras; fue algo hermoso y encantador. ¿Fue que en aquel momento vivimos la norma, o fue solo un momento, y ese momento se ha ido o se está yendo? Yo tiendo a ver el mundo al igual que Polly, con un ojo más cínico, que tal vez estamos regresando a una época más oscura. ¿Cómo lo llaman, post-verdad? No lo sé.
¿Es “The Piper’s Call” un guiño a The Piper at the Gates of Dawn, el primer disco de Pink Floyd?
No. Creo que es un flautista distinto. Supongo que es más como el flautista de Hamelín. Es una canción sobre esa actitud de carpe diem y los beneficios de la fama; creo que probablemente está dirigida a mí, y a todas las tentaciones y la diversión del estilo de vida del rock & roll que todos vivimos; cosas con las que hay que tener cuidado de no involucrarse demasiado.
La canción “Sings” suena como una conversación íntima entre vos y Polly.
Creo que eso es correcto. Hay un par de versos un poco extraños; suenan como si los hubiera escrito yo y se los estuviera diciendo a ella, pero en realidad los escribió ella y se los está diciendo a sí misma. En un momento de la canción puede escucharse a mi hijo, que ahora tiene 29 años, diciendo “Cantá, papá, cantá”, cuando era un bebé. Fue grabado en un reproductor de minidisc en 1997. Me encanta esa canción.
“Scattered” fue escrito por Polly, vos y tu hijo Charlie. ¿Cómo sucedió eso?
Escribí una letra primero y mi letra era un poco… podría decir dispersa. Parecía que tenía tres temas en paralelo. Polly pensó que debíamos centrarnos en una dirección, y decidimos pedirle a nuestro hijo Charlie que lo intentara. Él propuso una cosa al estilo del rey Canuto de Inglaterra, la persona que trata de contener la marea, lo que te lleva a extraños caminos del pensamiento. Polly ayudó con brillantez y experiencia a terminarlo.
En el comunicado de prensa, dijiste que este es el mejor álbum que hiciste desde The Dark Side of the Moon. ¿Qué te hace sentir así?
Es una afirmación ambigua. Quiero decir, no es que El lado oscuro de la luna sea siquiera mi álbum favorito. Creo que prefiero Wish You Were Here. De todos modos, me parece lo mejor que hice desde que tengo memoria, porque algunas de esas cosas parecen haber sido hechas por otra persona. Es decir, tenía 30 años cuando Roger dejó nuestro pequeño grupo pop y ahora tengo 78.
Debe sentirse como si hubiera pasado una eternidad.
Ahora me parece totalmente irrelevante.
¿En qué punto están los preparativos de la gira?
Tengo la banda lista. Principalmente, los músicos que han estado tocando en el disco son parte de la nueva banda. El bajista Guy Pratt está en la nueva banda, por supuesto. Y también está [el tecladista] Greg Phillinganes, que hizo la última mitad de mi gira 2015/16. Y tengo a Louise Marshall, una de las cantantes de la última gira. Las otras dos cantantes son las hermanas Webb, Charley y Hattie Webb, que hicieron una extensa gira con Leonard Cohen. Son chicas inglesas de no muy lejos de donde vivo, en realidad. Y he logrado convencer a Romany para que venga a hacer la voz principal en algunos shows. Está estudiando en Londres, así que no sé si podrá hacerlo todo.
Dijiste a principios de este año que tenías una “falta de disposición para visitar al Pink Floyd de los setentas” de esta gira. ¿Seguís pensando así?
Uno tiene que despertarse a la realidad de vez en cuando. Creo que haré una o dos canciones de esa época, pero parece que fue hace tanto… Sé que a la gente le encantan, y a mí me encanta jugar con ellos. Haré “Wish You Were Here”, por supuesto. Y algunas cosas que comenzaron conmigo, desde luego.
De tus conciertos como solista, no hay uno en el que no hayas incluido “Comfortably Numb”. ¿Estará en la lista de temas?
Sí, es bastante probable. Muy probable.
¿Qué tal canciones como “Breathe”, “Time” y “Money”?
No creo que vaya a hacer “Money”. Si esa es tu razón para venir…
¿Vas a tocar todo el nuevo disco?
No de un tirón. Aún no lo he resuelto. No hemos comenzado los ensayos. He comenzado a trabajar en las listas de canciones y en cómo quiero que progrese el espectáculo, pero aún no está decidido.
Dijiste a principios de año que tu última banda te empezó a parecer un grupo tributo a Pink Floyd. ¿Qué te hizo sentir así?
Cambié una o dos personas a mitad de mi última gira, porque sentía un poco el peso y quería que ellos llevaran más la carga. Quería estar flotando sobre una almohada de aire por encima de las personas que hacen el trabajo duro, así podía concentrarme en cantar y tocar mi parte. Además, no quería tener un apego estricto a los arreglos originales. Quería que la gente sintiera un poco más de libertad y que la música realmente estuviera viva. Es algo muy complicado, porque las personas que vienen a los shows prácticamente quieren que todas las canciones sean idénticas a como están en los discos. Y los músicos, obviamente, quieren alejarse de eso. Yo también quiero desviarme de eso. Es un pequeño acto de malabarismo, donde mantenés las cosas importantes y buscás libertad para desviarte.
Nick Mason pasó los últimos años tocando con su banda Nick Mason’s Saucerful of Secrets. ¿Ya los viste?
No, me encanta el hecho de que lo esté haciendo. Realmente no sé qué decir al respecto. Estoy totalmente a favor de que lo haga. Creo que es genial, y si él lo está pasando bien, así es como debe ser.
Ahora necesito preguntarte sobre el otro muchacho. En 2010, vos y Roger estaban en términos lo suficientemente decentes como para tocar juntos en un concierto benéfico. Después fuiste invitado a su show The Wall en Londres. ¿Cómo llegaron a este punto en el que claramente no se hablan?
Bueno, es algo de lo que hablaré algún día, pero no ahora. Es aburrido. Se acabó. Como dije antes, él dejó nuestro grupo pop cuando yo tenía 30 años; ahora soy un tipo bastante viejo y la relevancia de aquello desapareció. No conozco realmente su trabajo, así que no tengo nada que decir sobre el tema.
Cuando vos y Polly enviaron esos tuits el año pasado, debieron saber que causarían un gran revuelo. El 6 de febrero, Polly tuiteó: “Lamentablemente, Roger Waters, sos antisemita hasta el fondo de tu ser. También un apologista de Putin y un mentiroso, ladrón, hipócrita, evasor de impuestos, que hace playback, misógino, enfermo de envidia y megalómano. Basta de tus tonterías”. Compartiste el tuit y añadiste: “Cada palabra es demostrablemente cierta”.
La gente habla de una batalla, pero para mí es algo unidireccional que ha estado ocurriendo desde que él se fue, con diferentes niveles de intensidad, y Polly sintió que tenía que expresar su opinión. Estuve de acuerdo con sus palabras y así lo dije. De nuevo, eso es todo. No tengo nada que añadir ni otra perspectiva que aportar.
Se habló muchas veces sobre la venta del catálogo de Pink Floyd. ¿Sigue siendo una posibilidad?
Es algo que está en discusión, sí. [Nota: al cierre de esta edición, trascendió que finalmente Gilmour, Waters, Mason y los herederos de Richard Wright y Syd Barrett llegaron a un acuerdo para la venta de los derechos de música grabada, nombre e imagen de Pink Floyd a Sony Music por aproximadamente 400 millones de dólares].
¿Querés hacerlo?
Mi sueño es deshacerme de la toma de decisiones y de las discusiones que conlleva mantener este proyecto. No estoy interesado en eso desde un punto de vista financiero. Sólo me interesa salir del fango en el que ha estado durante bastante tiempo.
Estoy seguro de que es un desafío conseguir tres votos de “sí” para cualquier cosa en este momento.
Bueno, en realidad esto funciona con un sistema de veto. Podrías decir que son tres personas diciendo que sí, pero una persona diciendo que no.
Nick y vos revivieron el nombre de Pink Floyd en 2022, cuando hicieron “Hey, Hey, Rise Up!” para Ucrania. ¿Imaginás que en el futuro pueda volver Pink Floyd para un evento único como ese?
Vivimos en un mundo extraño y a veces sentís que tenés que hacer algo al respecto de ciertas cosas. Y también que podrías utilizar lo que ganaste a lo largo de tu vida para ayudar con causas en las que creés. Así que nunca digo nunca.
¿Alguna vez pensaste en escribir tus memorias?
La gente me ha pedido que lo haga, pero hasta ahora no me ha tentado. Quizás cuando sea un poco mayor pensaré en ello.
Recientemente ha habido una avalancha de biopics sobre rock. ¿Podés imaginarte una biografía de Pink Floyd donde un joven actor te interprete?
En realidad, no le he dado ni un segundo de pensamiento. No, no sé sobre eso. Nadie lo ha sugerido. Si alguien quisiera hacer una biopic sobre Pink Floyd, no puedo imaginarme cómo la harían. Y no sé qué diría si surgiera esa posibilidad.
Vas a tocar en el Madison Square Garden la noche de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. ¿Creés que el clima será un poco extraño?
Bueno, ojalá hubiera sabido sobre la fecha de la noche electoral antes de reservar esos días; creo que habría tomado el día libre. Pero escuchame, ustedes, los yanquis, tienen que hacer lo que tienen que hacer. Esa elección es su tema. Acabamos de tener las nuestras acá. Supongo que me gusta la idea de que los gobiernos sean dirigidos por adultos, y en Gran Bretaña creo que hemos avanzado un poco en esa dirección. Veremos cómo les va a ustedes por allá.
¿Creés que esta podría ser tu última gira?
Bueno, podría ser, obviamente.
¿Creés que será así?
Te lo diré cuando termine.
Terminemos hablando sobre “Yes, I Have Ghosts”. Es un bonus track del nuevo álbum que realmente resume todo. Cantás “Sí, tengo fantasmas, no todos están muertos/ Y bailan bajo la luna/ Muelas blancas como la sábana de mi cama”.
Esa es una canción que escribí con Polly, que está relacionada con la historia de su libro que salió en 2020, A Theater for Dreamers. Como dije antes, íbamos a hacer algunos shows por el país donde íbamos a versionar una o dos canciones de Leonard Cohen, porque él formaba parte de esa historia. Y escribimos esa canción para incluirla en esos conciertos. A los dos nos gusta mucho, así que pensamos que podría ser una de esas cosas adicionales que añadimos a este álbum.
Es asombroso pensar que estuviste creando música con Polly durante más de 30 años. Ha durado mucho más que tu asociación con “aquel tipo”.
Polly y yo hemos estado trabajando juntos en estas cosas durante 32 años. De hecho, la próxima semana es nuestro 30° aniversario de bodas.
Felicidades.
Gracias. Y como bien señalás, es mucho más tiempo del que pasamos con ese otro.
Y las cosas están en mejor lugar con ella que con él.
No podría estar más de acuerdo. Mil por ciento.