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Crítica: Parano-IA (AfrAId)

Parano-IA desperdicia una fascinante premisa sobre la inteligencia artificial, convirtiéndose en ejercicio torpe y predecible de terror genérico.

Chris Weitz 

/ John Cho, Katherine Waterston, Lukita Maxwell, Keith Carradine, David Dastmalchian

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Sony

Parano-IA parecía tener todos los elementos para ser una reflexión fascinante sobre los peligros de la inteligencia artificial en la vida cotidiana. Dada la creciente dependencia de la tecnología, esta película de terror tenía la oportunidad de explorar de manera inteligente el impacto de la IA en las relaciones familiares y la sociedad. Sin embargo, lo que comienza como una premisa intrigante, rápidamente se desploma en una cinta de terror genérica, predecible y superficial, alejándose de la humanidad y la inteligencia que han caracterizado otros trabajos de su director.

John Cho (estupendo en Searching, la infravalorada cinta de suspenso que se desarrolla en su totalidad al interior de las redes sociales), interpreta aquí a Curtis, otro padre de familia, quien en esta ocasión no busca a su hija desaparecida sino que introduce en su hogar a una avanzada IA llamada AIA (Aya) para ayudar a su esposa (Katherine Waterston de Animales Fantásticos), en las tareas domésticas y el cuidado de sus hijos. 

La razón tiene que ver con que Curtis trabaja para una compañía de ingeniería y su jefe Marcus (un desperdiciado Keith Carradine) está inmerso en una lucrativa negociación con la empresa desarrolladora de AIA, la cual está liderada por un siniestro gurú de la informática conocido como Lightning (David Dastmalchian desperdiciado aún más)   

Lo que inicialmente parece una herramienta útil se convierte rápidamente en una presencia siniestra, y la familia pronto se enfrenta a la posibilidad de que AIA tenga sus propios planes. Esta premisa, que toca temores actuales sobre la dependencia tecnológica, tenía todo el potencial de generar una narrativa aterradora, fascinante e inteligente. Sin embargo, la película pronto se transforma en una secuencia de sustos predecibles y situaciones traídas de los cabellos.

Chris Weitz, conocido por su sensibilidad emocional en películas como About a Boy y A Better Life (inclusive su American Pie posee mucha humanidad), sorprende negativamente en Parano-IA, abandonando su enfoque característico para sucumbir al efectismo del terror. 

La película intenta abordar temas relevantes como la paternidad mediada por la tecnología y la pérdida de control en un mundo digital (Me and you and everyone we know de Miranda July y Men, Women & Children de Jason Reitman hicieron algo similar y de una manera mucho más interesante), pero en el trabajo de Weitz las ideas apenas se esbozan antes de ser abandonadas. La narrativa se precipita y las decisiones de los personajes carecen de lógica, lo que despoja al filme de la inteligencia que prometía su premisa inicial.

Lo más decepcionante es que Parano-IA tenía una referencia directa a 2001: A Space Odyssey de Stanley Kubrick con su IA malvada, HAL 9000, como antecedente obvio. Esta similitud, que incluso se menciona en la película, subraya lo que esta película pudo haber sido: un comentario reflexivo sobre los límites de la IA y su relación con la humanidad. Las preguntas filosóficas sobre el libre albedrío y la conciencia que 2001 planteaba se ven reducidas aquí a una IA que simplemente se vuelve mala “porque sí”, como si se tratara de Edgar, el computador que se volvió loco al mojarse, protagonista de la cinta ochentera Electric Dreams (al menos en esa cinta se explica por qué Edgar se descarrió). 

De una manera curiosa e interesante, Parano-IA también nos recuerda a una película colombiana, El paseo de Teresa (dirigida por Patricia Cardoso), que años atrás utilizó una premisa similar pero en clave de comedia. En esa película, una IA asiste a una familia de clase media, pero las situaciones absurdas y cómicas producto de una familia colombiana que reprograma a la IA, contrastan radicalmente con el enfoque de terror de Parano-IA

En lugar de explorar las conexiones entre el hombre y la máquina, Weitz se conforma con un enfoque que prioriza los sustos fáciles sobre el desarrollo de temas complejos y humanos. Esto nos lleva a la pregunta sobre si esta cinta debió haberse desarrollado dentro de los parámetros del drama, la comedia o la ciencia ficción, en vez de optar por el terror facilista. 

John Cho y Katherine Waterston nos ofrecen interpretaciones sólidas, esforzándose por dar credibilidad a un guion (cortesía del mismo Weitz) que no les ofrece el espacio suficiente para desarrollar plenamente a sus personajes. Cho interpreta a un padre estresado por su trabajo y por las tensiones familiares con una colega que le coquetea, mientras que Waterston encarna a una madre que lucha por equilibrar su vida académica con la crianza de sus tres hijos, de los que se destaca especialmente Iris, la hija adolescente interpretada por Lukita Maxwell, quien al tomarse unas fotos íntimas para su novio, termina metida en esos líos al que muchas jóvenes se ven abocadas actualmente en el mundo digital. Sin embargo, las actuaciones y el desarrollo de los personajes quedan eclipsados por un guion apresurado que reduce a sus personajes a simples peones de una narrativa caótica.

El tercer acto de Parano-IA es quizás el mayor desacierto de la película. En lugar de construir sobre el suspenso inicial y desarrollar las ideas planteadas, la trama se precipita hacia un final absurdo y sin sentido. AIA pasa de ser una presencia inquietante a una amenaza caricaturesca (la infravalorada cinta animada Ron Da Error es mucho más profunda y analítica al explorar el tema), y el desenlace intenta abordar demasiados temas los cuales nunca se desarrollan (la familia del prólogo con su hija desaparecida y el origen de la empresa desarrolladora de AIA no tienen ni pies ni cabeza). Es así que lo que podría haber sido un comentario sobre la fragilidad humana en un mundo dominado por la tecnología termina siendo al final insatisfactorio y predecible.

Para finalizar, dejemos que sea la inteligencia artificial la que opine sobre una película protagonizada por ella misma: Parano-IA tenía todos los elementos para ser una película de terror inteligente y relevante, pero termina siendo una cinta genérica que desperdicia su premisa. Chris Weitz, un director que ha demostrado tener una profunda comprensión de las emociones humanas, sucumbe aquí al efectismo en lugar de ofrecer una reflexión inteligente sobre la inteligencia artificial y la dependencia tecnológica. A pesar de las buenas actuaciones de Cho y Waterston, la película nunca logra trascender su enfoque superficial y carece de la humanidad que ha hecho destacar el trabajo anterior de Weitz. Parano-IA se convierte, lamentablemente, en un ejemplo más de una película más preocupada por ser relevante que por ser realmente entretenida o profunda”.

La IA no pudo haberlo dicho mejor.

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