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143 de Katy Perry es un intento fallido de revivir sus años de gloria

Las producciones maximalistas que solía dominar suenan tan anticuadas como un Vine.

Por  MAURA JOHNSTON

Noam Galai/Getty Images/MTV

Katy Perry

143

¿Quién es Katy Perry? Como recordó a todos justo antes del lanzamiento de su sencillo de regreso ‘Woman’s World’, es una de las estrellas pop más vendidas del milenio, con canciones como ‘California Gurls’ e himnos de empoderamiento como ‘Firework’, que han acumulado millones de ventas. Ha juzgado artistas emergentes en American Idol; ha encabezado el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl; ha celebrado la coronación de un rey. Lo ha hecho todo y en tacones.

Quién podría ser Katy Perry en 2024 es otra pregunta completamente diferente, y una que intenta responder en su sexto álbum, 143. Dejar American Idol atrás, lo cual hizo en mayo, implica que quiere regresar a ser una monarca pop a tiempo completo. Sin embargo, el panorama al que regresa no se deja influir fácilmente por bikinis de algodón de azúcar y alusiones coquetas a Cherry Chapstick. Gracias a la disminución de la influencia de la radio, la fama, incluso al nivel de Perry, no garantiza el éxito en las listas de sencillos y las producciones maximalistas que solía dominar suenan tan anticuadas como un Vine. Perry parece consciente de su estado desconectado en 143, pero eso no la detiene de intentar recuperar el lugar que mantuvo en la escena musical durante los 00s y principios de los 10s, utilizando trucos —afirmaciones baratas pero pegajosas, apelaciones a la mirada masculina— que funcionaron en ese entonces.

Esos trucos incluyen reavivar su relación con Lukasz “Dr. Luke” Gottwald, quien co-produjo ‘I Kissed A Girl’, el éxito sáfico que marcó su ascenso a giras de arenas a finales de los 00s, y que también formó parte del equipo principal que dio vida a canciones como ‘Roar’ y la electro-trap ‘Dark Horse’ y otros megahits de Perry (incluyendo todas esas canciones premiadas con Diamond). Volver a trabajar con Dr. Luke, a quien Perry dejó atrás en Witness de 2017 (y durante el largo enredo legal del productor con Kesha), tiene sentido de una manera mercenaria. El lugar de Perry en el pop ha estado deslizándose durante un tiempo; su tiempo en American Idol coincidió con un periodo en el que no logró colocar ningún sencillo en el top 10 de la lista Hot 100, y solo dos en el top 20 (uno de ellos siendo ‘Feels’, una colaboración de Calvin Harris, Pharrell y Big Sean que presentó la voz de Perry desde el espacio). 

En la práctica, 143 resulta un intento aburrido por revivir esos años de gloria con ciertas referencias ligeramente actualizadas. ‘Woman’s World’, una celebración cuasi-robótica de ser mujer, sirvió de introducción para un álbum lleno de letras de clichés y rimas estereotipadas. ‘Gorgeous’, un dúo con la aprendiz de Gottwald, Kim Petras, suena a la tarea copiada de la colaboración de la cantante alemana con Sam Smith, ‘Unholy’, intercambiando ritmos trap por una estética gótica de misa de medianoche. ‘I’m His, He’s Mine’ samplea el tema de Crystal Waters de 1991, ‘Gypsy Woman (She’s Homeness)’, para que Perry y Doechii canten sobre un interés amoroso cuyo mayor atractivo parece ser que simplemente se queda. ‘Nirvana’ es una pista de club sin tensión, con Perry cantando acerca de una conexión psicosexual con su pareja “en el cielo de diamantes” sobre un instrumental punzante que suena tan fresco como la música de espera de una llamada.

143 cierra con ‘Wonder’, un tema que recuerda al pop EDM más banal de los 2010s, mientras le dice a la nueva generación que se sacuda el “peso del mundo” y permanezca “salvaje” y “pura”. “¿Puede alguien prometerme que nuestra inocencia no se pierde en un mundo cínico?”, pregunta Perry en un momento —una gran pregunta para hacer en 2024. Pero su llegada tras un esfuerzo desgastante de 10 canciones que intentan volver a meter a Perry en el zeitgeist, suena completamente vacío. La inclusión de su hija Daisy en la canción, que además es la única sin la participación de Luke (fue producida en su lugar por los arquitectos pop noruegos Stargate), parece más una forma de desviar críticas que una esperanza de que la próxima generación encuentre una manera de trascender las partes más oscuras del presente. Para enfatizar ese punto, Daisy tiene la última palabra en el álbum, preguntando: “Algún día, cuando seamos más sabios/¿Seguirán nuestros corazones teniendo ese fuego?” Es una pena que Perry no parezca haberse hecho esa pregunta mientras armaba este intento confuso de recuperar la atención de los oyentes de pop.