El show de Wos en Racing: un ritual estético y político, con Dillom en el escenario y el Indio Solari en la pantalla

Por el concierto de Wos en la cancha de Racing también pasaron Ca7riel, Natalia Lafourcade y, en la virtualidad, Ricardo Mollo y Gustavo Santaolalla

Por  HUMPHREY INZILLO

abril 21, 2024

Wos en cuero, al final del show en el Cilindro.

IRISH SUAREZ (GENTILEZA)

Y ahí está Wos, en el escenario del estadio de Racing. Es una noche de gloria, pero son tiempos de resistencia. Los cantos antes, durante y después de recital, remiten al presidente. “El que no salta, votó a Milei”, se escucha en el Cilindro, igual que en la seguidilla de shows de La Renga en enero en esta misma locación, igual que en buena parte de los conciertos de los últimos meses, en los grandes estadios y en venues mucho más pequeños. Wos recoge el guante, consciente del esfuerzo que implica sacar una entrada en tiempos de crisis, le agradece a su público. Y lanza una frase que remite a las del Indio Solari a mediados de los 80, cuando la dictadura era un recuerdo cercano, y el cantante hablaba de cuidar el estado de ánimo: “Algo que atraviesa el disco, entre muchas otras cosas, es la necesidad de los rituales, de encontrarse. Desde lo más cotidiano hasta lo más loco, lo que uno considere, pero esos rituales propios que nos conectan para cada uno. Y en tiempos donde se pone densa la cosa, acudir a esos rituales. Y uno de los rituales que me dan ganas de vivir es este que estamos construyendo entre todos acá, que estamos haciendo esta noche. ¡Gracias por permitir la existencia de esta ceremonia!”.   

Wos, la gente, y el estadio Presidente Perón. (Foto: Juli García, gentileza).

El ambicioso concierto de Wos en el estadio Presidente Perón, un recinto cargado de mística ricotera , adquiere una dimensión política en un país en el que buena parte de la población se prepara para marchar en defensa de la educación pública y en el que otro sector, mucho más vulnerable (mucho más vulnerado), no sabe cómo va a poner un plato de comida en la mesa. 

Wos en Racing, un acontecimiento político y estético. (Foto: Irish Suarez, gentileza).

 Pero también es un acontecimiento estético. Para la presentación de su tercer álbum, Descartable, montó una gran estructura que conforma el escenario, ubicado en uno de los laterales del campo de juego del Cilindro. Podría ser una fábrica, un barco (o un submarino), una nave nodriza que conforma el soporte para un luego de luces con los stages, integrados al show con un sentido casi coreográfico. Sobre el escenario, una imponente pantalla en formato apaisado, de alta definición, confirma una impronta audiovisual, en que los camarógrafos, con sus steadicams, también forman parte del espectáculo. En buena parte del concierto, Wos le canta a la cámara, construyendo planos secuencias que recuerdan a conciertos como los de C Tangana o Rosalía, con cierto sentido cinematográfico.

Wos y parte de su banda: Evlay, Ivanna Rud y Natasha Iurcovich (Foto: Juli García, gentileza).

Desde una hora antes del inicio, suena una música ambient, intervenidas con ruidos de cosas que parecen máquinas, y le dan un aura de misterio que desemboca en una explosión cuando Wos emerge en el escenario como un Eminen vernáculo. Su banda está detrás, pero no la vemos. El cantante está allí, como decía el trovador uruguayo Eduardo Darnauchans, entre el micrófono y la penumbra.  “Hoy es momento de otra sudestada, despierta el viento en nuevas coordenadas, ya no se esconde el norte cuando encuentra tu mirada, deja que broten las emociones olvidadas”, es lo primero que escucha el Cilindro. “Nuevas coordenadas”, la canción que abre Descartable, habla de sonidos que generan mantra, alaridos que vienen del alma, ríos de aguas desgarradas y de habitar la nada. Reflexiones de un artista que mira el mundo pero también se sumerge en la profundidades de su propia alma. Desde ese lugar se para Wos como letrista y compositor, acaso el más talentoso de su generación. 

Wos en el Cilindro, una puesta imponente (Foto: Juli García, gentileza).

Tiene a Evlay, Facundo Yalve, como un aliado en la producción de sus discos, y en la guitarra sobre el escenario. Y una banda, que acertadamente define como “estos animalitos”, sostenida por los parches de Tomás Sainz en batería y el Tiki Cantero en la percusión. Francisco Azoray en las teclas, y el poder femenino de  la bajista Natasha Iurcovich y la guitarrista Ivanna “Chipi” Rud.

Hay una impronta rockera al comienzo del show, que repite la secuencia inicial del álbum, con “Descartable” y “⅞”, que permite apreciar la potencia sonora de su backing band en toda la dimensión.

Hay un sentido dramático en la construcción casi pop en canciones como “Contando ovejas” (Oscuro éxtasis, 2021), hay subtítulos en las pantallas cuando canta “Lleno de zafiros” y hay una intención de transformar al Cilindro en una pista de baile cuando sube una sección de vientos para armar un segmento funkero (“Puaj”, “Fresco”) que explota cuando Ca7riel sube a cantar (¡y saltar!) en “Niño gordo flaco”. Y hay algo en la comunión de esos dos pibes saltando frente (y poniendo a saltar) a casi 50 mil personas. Es una descarga de adrenalina que culmina en un abrazo que puede entenderse también como un festejo generacional.

Wos, Evlay y Ca7irel, tres para un par perfecto. (Foto: Juli García, gentileza).

Los stages avanzan sobre el escenario con un árbol, con su copa desnuda y sus raíces largas y secas que queda al fondo, recortado sobre un fondo colorado, creando un complemento visual impactante para el estreno de “Estímulo”. Ycuando Evlay se arrima al borde del escenario con su guitarra, para interpretar “Arrancármelo” como si estuvieran en el cuarto de una casa, se produce un pico de emoción que se multiplica en miles de voces que seguramente recuerdan los festejos por el campeonato mundial en el mundial de Qatar, en un ejercicio de memoria emotiva de aquella burbuja de felicidad.   

Hay canciones que, una vez más, funcionan como catarsis social y política (“Que se mejoren”), hay espacio para el beat box y una duelo de tambores entre el Tiki Cantero y Tomás Sainz dirigidos por Wos bajo el sistema de señas creado por Santiago Vazquez, que el cantante incorporó desde los tiempos de artista cachorro en que subía a rapear como invitado de La Bomba de Tiempo (el grupo en el que toca su padre, Alejandro Oliva, junto al Tiki y otro seleccionado de percusionistas locales). También hay espacio para el freestyle (guiños al Cilindro y Avellaneda incluidos), y más mística ricotera (“Luz delito”, de Caravana su debut de 2019), que dialoga con esa bandera pequeña, colgada en la cabecera sobre donde se ubica La Guardia Imperial cuando Racing juega de local, con la cara de Wos y la cara del Indio Solari, que cita un fragmento de “Todo un palo”: Como no sentirme así…

Como un enlazador de mundos y generaciones, Wos trae a Ricardo Mollo, desde la pantalla, a sumar su voz a “Culpa” (a esa misma hora, Divididos se presentaba en Obras). Y desde la pantalla, también, aparece el Indio Solari. La figura del Indio Solari en tres imágenes. Primero, en verdad, aparece su voz. Las pantallas están oscuras y el momento es de un oscuro éxtasis. Un cuarto de siglo después de la presentación de los Redondos en el estadio Presidente Perón, la voz del Indio suena otra vez en el Cilindro. Y lo que se produce es un estremecimiento. Y otro estremecimiento se produce cuando irrumpe Dillom en escena con una energía punky para cantar “Cabezas cromadas”, y juntos arman uno de los pogos más intensos de la velada. 

Dillom y Wos, “Cabezas cromadas” en un cruce generacional. (Foto: Juli García, gentileza).

De la intensidad a la calma hay una canción, “Alma dinamita”. Y lo que se produce, luego, es un cruce extraordinario. La mexicana Natalia Lafourcade irrumpe en escena con una calma que reduce los bpm y, también, los decibeles. Lafourcade despliega su encanto y su fuerza suave, como una encantadora de audiencias que prueba su química con Wos. Cantan “La niebla” y el efecto es letal. Para el final, el agradecimiento a todo el equipo de Doguito Records y a todo el equipo (luces, sonido, escenografía, vestuario) y un rush de hits, como el clásico “Púrpura” y los aires de cumbia andina de “Melancolía”, con el ronroco virtual de Gustavo Santaolalla, le ponen el punto final a una noche inolvidable. Pero hay tiempo de bises, y el ritual, después de “La cochería”, cierra con “Canguro”. Y otra vez, la cita ricotera, y otra vez, el sentido político a una frase que sonó en el Cilindro hace un cuarto de siglo, cuando el Indio Solari, parado adonde está Wos ahora, cantaba “Fijate de qué lado de la mecha te encontrás”. Wos recoge la antorcha, y remixa esas palabras en tiempo de rap. Un consejo necesario para todos los tiempos, pero especialmente para este.