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Wish You Were Here de Pink Floyd, más allá de la música

El noveno álbum de estudio de la banda británica es el favorito de David Gilmour y Richard Wright.

septiembre 12, 2023

Desde la izquierda, Richard Wright, Roger Waters, Nick Mason y David Gilmour, 1975.

Storm Thorgerson.

En un día como hoy en 1975, Pink Floyd lanzaba una odisea musical que ha trascendido en el tiempo. Se trata de Wish You Were Here, una de las obras musicales más celebradas de la banda británica. Siendo antecedido por otra icónica entrega, The Dark Side of the Moon, la historia que se esconde tras este icónico álbum es tan inquietante como la propia música que lo compone. 

Desde la inesperada reaparición de Syd Barrett, fundador de Pink Floyd, hasta las luchas creativas que siguieron al monumental éxito de The Dark Side of the Moon, Wish You Were Here es un testimonio perfecto de la capacidad de la banda para canalizar sus experiencias personales en una obra atemporal. 

Este álbum presenta algo más allá de la música y funciona como una profunda exploración de la fama, el aislamiento y la condición humana, por lo que no es sorpresa, que por su profundidad y complejidad, sea citado como el favorito de su guitarrista, David Gilmour, y de su tecladista, Richard Wright.

Celebrando su aniversario número 48, te dejamos cinco datos que ahondan en su paradójica creación:

1. El regreso de Syd Barret

Uno de los momentos más impactantes durante la creación de Wish You Were Here fue el inesperado regreso de Syd Barrett, el enigmático y viejo líder de Pink Floyd durante sus primeros años. La influencia del cantautor en el sonido inicial de la banda fue inconmensurable y lo podemos palpar en el álbum debut de la banda, The Piper at the Gates of Dawn. Su marcha forzada en 1968 por problemas de salud mental dejó abierta la puerta a un futuro exitoso en su ausencia.

El inquietante encuentro tuvo lugar durante las sesiones de grabación en los estudios Abbey Road en junio de 1975. Barrett, quien se había convertido en una figura recluida, apareció sin previo aviso e irreconocible para sus antiguos compañeros de banda. A la edad de 29 años, no se parecía en nada al joven y carismático compositor que había impulsado a Pink Floyd a la cima. Barrett era entonces un hombre con sobrepeso, calvo y excéntrico que parecía haber perdido el contacto con la realidad.

Esta reunión conmocionó a la banda, especialmente a su vocalista, Roger Waters, que había asumido el papel de principal compositor y letrista del grupo tras la marcha de Barrett. El encuentro con su antiguo líder sirvió de duro recordatorio de los estragos que la fama y la industria musical habían causado en la frágil psique de Barrett. Waters, en particular, seguiría explorando los temas de la soledad, el aislamiento y la ausencia a lo largo de Wish You Were Here, utilizando la reaparición fantasmal de Barrett como símbolo del pasado embrujado de la banda y del precio del éxito. La presencia de Barrett continuó planeando sobre el legado de Pink Floyd, proyectando para siempre una sombra inquietante sobre su trayectoria.

Desde la izquierda, Richard Wright, Nick Mason, Syd Barrett y Roger Waters en 1967.
Colin Prime/ Ruskin Park/ JF Archive.

2. Lo que vino después de Dark Side of the Moon

Tras el monumental éxito de The Dark Side of the Moon, Pink Floyd se encontró en una situación paradójica. El álbum les había catapultado de un grupo de rock de culto relativamente anónimo a superestrellas del gran público, rivalizando con Led Zeppelin, The Who y los Rolling Stones en términos de popularidad y reconocimiento. Sin embargo, el repentino ascenso a la fama vino acompañado de una serie de retos y conflictos internos que estuvieron a punto de destrozar a la banda.

Las giras ininterrumpidas que siguieron al lanzamiento del octavo álbum de la banda se detuvieron abruptamente en junio de 1973 tras una extensa serie de conciertos por Norteamérica. Esta repentina pausa en su incesante agenda dio a los miembros de la banda la oportunidad de respirar y reflexionar sobre su nueva fama y la creciente presión para repetir su éxito anterior.

Durante este periodo, sus miembros buscaron refugio en proyectos paralelos. David Gilmour, por ejemplo, ayudó a lanzar la carrera de la cantautora adolescente Kate Bush y fue su mentor, influyendo finalmente en su descubrimiento por el sello discográfico, EMI. Mientras tanto, Nick Mason se aventuró a producir discos para otros artistas, entre ellos Robert Wyatt.

Cuando Pink Floyd volvió a reunirse en Abbey Road en octubre de 1973, se habían distanciado unos de otros y carecían de nuevas ideas creativas. Sentían la obligación de producir algo, aunque fuera por el mero hecho de hacerlo. Esto les llevó al malogrado experimento conocido como Household Objects, en el que la banda intentó crear un álbum entero utilizando sonidos producidos por objetos domésticos cotidianos. El esfuerzo fue prolongado y agonizante, y el resultado final fue un material mínimamente aprovechable, razón por la cual, la banda canceló su lanzamiento.

Este periodo de estancamiento creativo y distanciamiento personal creó una sensación de inercia en la banda. Lucharon por encontrar dirección e inspiración para su siguiente proyecto, lo que condujo a una época de incertidumbre y frustración. No fue hasta las Navidades de 1973, cuando reservaron un tiempo en un local de ensayo de Londres, que la creatividad de la banda empezó a fluir de forma más natural, dando lugar a las canciones que acabarían apareciendo en Wish You Were Here.

La agitación y la introspección que marcaron esta fase posterior a Dark Side of the Moon proporcionaron el telón de fondo emocional sobre el que se concibió Wish You Were Here, mientras Waters lidiaba con sentimientos de culpa, frustración y tristeza hacia su viejo amigo Syd Barrett, y la banda en conjunto se enfrentaba a los retos de un nivel de fama inexplorado. Este periodo de incertidumbre y cambio influiría significativamente en los elementos temáticos y el sonido del álbum, convirtiéndolo en un capítulo fundamental de la carrera de Pink Floyd.

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3. El arte de Wish You Were Here

Este álbum marcó la segunda incursión de la banda en una estructura temática cohesiva, impulsada en gran medida por la visión artística de Roger Waters. En el fondo, el álbum es un reflejo conmovedor de la dinámica cambiante de la banda y de la sensación de desconexión que se había colado en sus relaciones.

El álbum se abre con un preámbulo instrumental deliberado y extenso, que prepara el escenario para el viaje emocional que está por venir. Las canciones, más allá de denotar nostalgia y el sentimiento de pérdida, también funcionan como una crítica mordaz a la industria musical. La transición de ‘Shine On You Crazy Diamond’ a ‘Welcome to the Machine’ es especialmente llamativa. Este último tema comienza con el sonido de una puerta que se abre, simbolizando la promesa de descubrimiento y progreso musical. Sin embargo, esta promesa se ve traicionada en última instancia por una industria musical impulsada más por la codicia y la búsqueda del éxito que por el arte y la creatividad. 

‘Have a Cigar’, por su parte, se dirige directamente a los “peces gordos” de la industria discográfica. Mientras que ‘Wish You Were Here’, explora, además, la tensión entre la codicia y la ambición, simbolizadas por la despiadada industria musical, y la compasión y el idealismo, que son los valores fundamentales que Waters apreciaba. 

David Gilmour pretendía que la conexión entre las ideas conceptuales del álbum y el vehículo musical que las transportaba no se perdieran. Se aseguró de que ambos aspectos poseyeran la misma magia, dando como resultado un álbum en el que los temas y la música son inseparables. 

En cuanto al aspecto visual, la portada es parte de la declaración artística del álbum. Diseñada por Aubrey “Po” Powell, la imagen ofrece una narrativa que invita a la reflexión y complementa los temas y mensajes del álbum. Inspirándose en la idea de que las personas a menudo ocultan sus verdaderos sentimientos y vulnerabilidades, temiendo las consecuencias de revelar su yo interior, vemos cómo la noción de “quemarse” toma sentido. Esta metáfora visual refleja la desconexión emocional y personal que se explora a través de Wish You Were Here.

Portada de Wish You Were Here.
Storm Thorgerson.

4. Una “tortuosa” creación

Las sesiones de estudio del álbum no fueron nada fáciles. El ingeniero Brian Humphries, que ya había trabajado con la banda en More, se hizo cargo de la grabación después de que Alan Parsons, quien había realizado la ingeniería de su anterior álbum, declinara debido al florecimiento de su propia carrera musical.

Pink Floyd durante las primeras sesiones de grabación de Wish You Were Here.
Jill Furmanovsky.

Dichas sesiones comenzaron en enero de 1975 en el Studio Three de EMI (ahora Abbey Road Studios) y se prolongaron hasta julio del mismo año. La banda grababa cuatro días a la semana, empezando por la tarde y trabajando a menudo hasta altas horas de la noche. Richard Wright describió estas sesiones como un periodo difícil, mientras que Waters se refirió a ellas como “tortuosas”. Por su parte, el baterista, Nick Mason, encontraba tedioso el proceso de grabación multipista, y David Gilmour se sentía cada vez más frustrado con Mason, cuyos problemas personales estaban afectando a su forma de tocar la batería. 

A pesar de las dificultades, la banda empezó poco a poco a encontrar su equilibrio creativo. Roger Waters visualizó un concepto que giraría en torno al nuevo material que habían compuesto durante su gira de 1974. La pieza central de este concepto era el tema ‘Shine On You Crazy Diamond’, que Gilmour había compuesto accidentalmente. Waters consideró que era un tributo apropiado a su antiguo compañero Syd Barrett.

Sin embargo, surgieron desacuerdos dentro de la banda con respecto a la estructura de ‘Shine On You Crazy Diamond’. Waters quería dividir el tema y colocar dos canciones nuevas, ‘Welcome to the Machine’ y ‘Have a Cigar’, entre sus mitades. Gilmour no estaba de acuerdo con este planteamiento, pero fue superado en la votación. Estas dos canciones, junto con ‘Shine On You Crazy Diamond’, encapsularían colectivamente el ascenso y la caída de Syd Barrett, con mordaces comentarios sobre la industria musical. 

Musicalmente, la banda incorporó una variedad de elementos poco convencionales. Con sintetizadores, las melodías se equilibraron con la guitarra acústica de Gilmour.  La percusión de Nick Mason proporcionó la base rítmica para los complejos arreglos del álbum. El saxofonista Dick Parry, fue invitado para ‘Shine On You Crazy Diamond’, e incluso incorporaron algunos otros instrumentos como el violín, contrastando con el sonido de rock progresivo del álbum.

5. La puesta en vivo

Meses previo a su lanzamiento, Pink Floyd  se embarcó en una gira por Norteamérica en donde promocionarían el álbum.  Al anunciar esta serie de conciertos, el público enloqueció. En cuestión de horas se habían agotado todas las entradas, incluso con fechas repetidas en una misma ciudad. Los medios locales se preguntaban entonces quién era esta banda de la que muchos no habían oído hablar, pero que estaba facturando más que los Stones, quienes se encontraban de gira durante esa misma época.

Al mismo tiempo que su reconocimiento crecía, los miembros de Pink Floyd sabían que tenían que entregar algo a la talla de su fama y con la presentación en vivo del álbum demostraron que tenían todo para estar donde se encontraban. El aspecto más destacado y visualmente impactante de sus actuaciones en directo durante este periodo fue la “Pirámide”. Una enorme pirámide traslúcida descendía del techo y envolvía por completo a los miembros de la banda mientras tocaban. 

Pink Floyd en su gira Wish You Were Here Tour.
Jeffrey Mayer/WireImage.

Incorporando elementos de la portada y los temas del álbum, las actuaciones en directo de Wish You Were Here contaron con elaborados efectos pirotécnicos y visuales. Durante la interpretación del tema principal, una gigantesca bola disco descendía y reflejaba la luz sobre el público y el escenario, creando una atmósfera completamente surrealista para la época. Pink Floyd se enfocó en la calidad del sonido y en los detalles de sus directos para ofrecer la misma profundidad y calidad sonora que en las grabaciones de estudio, consolidándose como uno de los mejores actos en vivo de la historia del rock.

La gira se desarrolló en una época de gran agitación social y política. Esta atmósfera exacerbada quedó notablemente ejemplificada por las duras acciones del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) durante la residencia de cinco noches de la banda en el Sports Arena a finales de abril de 1975. La policía de Los Ángeles, dirigida por el jefe Ed Davis, había adoptado una postura de confrontación en los conciertos, calificándolos de “festivales ilegales de marihuana” y prometiendo hacer cumplir la ley en toda su extensión.

La edición de junio de 1975 de Rolling Stone informó ampliamente sobre las tácticas de mano dura de la policía de Los Ángeles. Durante los conciertos de Pink Floyd, aunque oficialmente sólo se desplegaban 75 agentes cada noche, se estimaba que el real de agentes se acercaba a los 200. Los arrestos más habituales estaban relacionados con el tráfico de drogas. Las detenciones más comunes estaban relacionadas con la posesión de marihuana, pero la policía alegó que también se habían producido delitos más graves, como el tráfico de cocaína y la posesión de armas de fuego cargadas.

Estos sucesos no sólo empañaron los conciertos, sino que se convirtieron en noticia de portada en el LA Times, eclipsando la propia música. La presencia de la policía de Los Ángeles y las detenciones y disturbios resultantes fueron tan impactantes que se incluyeron en la secuencia inicial de la película The Wall, que ilustra de forma conmovedora la necesidad de la banda de enfrentarse físicamente a una barrera policial para acceder a su propio concierto. Este choque entre la música, las fuerzas policiales y el espíritu contracultural de entonces subrayó la importancia de la gira en el contexto sociopolítico más amplio de la época.

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