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Vetusta Morla, una rara avis que cruza el Atlántico

El extraño caso de una banda que no parece seguir los caminos más convencionales, y ha conseguido lo que para muchos es (y seguirá siendo) apenas un sueño.

Fotografías por Daniela Castañeda

agosto 6, 2023

¿Cuántas bandas iberoamericanas de rock pueden llenar hoy un estadio de fútbol? ¿Cuántas pueden hacerlo tras 25 años lejos de las estrofas tontas y los coros fáciles? ¿Cuántos sextetos de rock pueden moverse con éxito (ante el público y la crítica) en mercados de Europa y América Latina? Las respuestas no necesitan los dedos de dos manos, y Vetusta Morla está allí.

Sería un cliché, y un error, el tratar de entender “el secreto de su éxito”, porque los caminos elegidos por la banda de Tres Cantos (Madrid) podrían parecer destinados al fracaso en manos de otra gente. Para empezar, es una banda compuesta por seis músicos en una época en la que los listados están claramente dominados por solistas (The Weeknd, Taylor Swift, Ed Sheeran, Drake, Shakira, Harry Styles, Bizarrap o Peso Pluma). Lo mismo ocurre con los festivales, donde basta con mirar los carteles de este año en Coachella (Bad Bunny, Rosalía, Frank Ocean) o Lollapalooza (Billie Eilish, Karol G, Kendrick Lamar, Lana Del Rey), para encontrar ejemplos contundentes. Hacer funcionar una banda de seis integrantes es costoso y supremamente difícil en términos logísticos, técnicos, personales y artísticos; ellos llevan dos décadas y media haciéndolo con un trabajo enorme, que parece motivado por un profundo amor al arte, y por la recompensa que dan miles de fans en los dos lados del Atlántico.

La banda tuvo su origen en la localidad madrileña de Tres Cantos a finales de los años 90, y las primeras grabaciones se llevaron a cabo a comienzos de este siglo. Con el paso del tiempo y las presentaciones en vivo, Vetusta Morla empezó a abrirse espacio en concursos y festivales, logrando los medios para producir materiales cada vez más profesionales, hasta que grabaron Un día en el mundo, su álbum debut de 2008. El disco fue manejado a través de su propio sello, Pequeño Salto Mortal, una empresa en la que se ha distribuido el trabajo a través del ensayo y error, con un equipo que va creciendo.

Como resultaba apenas lógico, en esos comienzos no podía vivir de la música, y tenían que dedicarse a otros oficios. Algunos todavía estaban estudiando o vivían aún con sus familias, y no tenían independencia económica. Sin embargo, para 2009 ya habían tenido varias conversaciones sobre el momento en que tuvieran que comprometerse plenamente con la música, profesionalizarse, y dejar sus “trabajos formales”. Hasta entonces reinvertían en la banda todo el dinero que recibían por sus shows, pero después de la gira del primer álbum, empezaron a recibir un salario mensual como integrantes del grupo.

“Creo que Vetusta trabaja en un caos muy organizado, es difícil exportar nuestra manera de trabajar”, dice Guille, responsable de buena parte de la composición, la guitarra y los teclados. “En cualquier otro lugar nuestra organización sería un fracaso absoluto, pero a nosotros más o menos nos funciona”, añade. Y sí que les funciona, porque hoy por hoy son una de las poquísimas bandas iberoamericanas que logran mover tanta gente en Europa y América Latina.

En esos primeros años de la banda, JuanMa (guitarra) se dedicaba al periodismo, entonces su formación y sus contactos fueron muy útiles para el crecimiento de Vetusta Morla; “éramos una especie de cooperativa y repartíamos las tareas según las competencias que cada uno tuviera; sobre mí recaían las tareas que tenían que ver con la comunicación, la prensa, el marketing, etcétera”, cuenta sobre esos tiempos en los que él mismo se encargaba de redactar los comunicados de prensa.

Daniela Castañeda / @individuaph

Durante la pandemia, JuanMa tuvo la oportunidad de ejercer nuevamente el periodismo, otra vocación que aún sigue sacudiéndole. “Al periodismo siempre puedo volver, es casi seguro que lo haré, pero con la música solo pasaba el tren una vez, era muy raro, y había que subirse”, confiesa.

De sus comienzos recuerdan, por ejemplo, que alguna vez tocaron en una provincia al norte de España ante siete u ocho personas, y el número de discos que vendieron superó a la cantidad de público asistente. “Si nos dicen entonces que íbamos a estar en Colombia, nos morimos de la risa”, asegura JuanMa. En cada presentación que iban dando veían que el voz a voz estaba haciendo su trabajo, y cada vez llegaba más gente. Ellos y su equipo recuerdan que el primer concierto fuera de España tuvo lugar en Beirut, y que también tocaron alguna vez en Mantova (Italia), porque habían tocado en un camping en Tarifa (Cádiz), y unas chicas italianas se reunieron con sus familias para invitarles a presentarse en la ciudad. Sin embargo, la primera presentación profesional fuera de su país, fue en el Vive Latino de 2009, en un show de más o menos 30 minutos.


“Ese concepto estaba ahí, de deriva generacional, global… veíamos muchas derivas alrededor”


En términos creativos, las canciones suelen tener un “primer empujón” por parte de JuanMa y Guille en sus letras y conceptos. Cuando la semilla llega a su local de ensayo se empieza a trabajar en conjunto para que “esas ideas ya sean de los seis”. Con el paso de los años han llegado nuevos recursos económicos y tecnológicos que les han permitido tener sus estudios en casa, y el tiempo entre composición y grabación se ha reducido, permitiendo que vayan componiendo y produciendo casi simultáneamente; el estudio y el local se encuentran cada vez más cerca.

En lo relacionado con las letras, uno de los aspectos más interesantes de Vetusta Morla, Guille señala que desde el comienzo han buscado que sus canciones sean “una pequeña obra de teatro de tres minutos y pico, un escenario en el que puedan suceder ciertas cosas”. Cable a tierra (2021), el más reciente álbum de estudio, muestra una mayor capacidad de síntesis que viene con la experiencia, haciendo que sean más cercanas a la cultura popular, más directas y pasionales, “más lorquiano, más a pecho descubierto”. Un día en el mundo (2008) y Mapas (2011) son discos más metafóricos, poéticos y paisajísticos. Pucho (voz líder) considera que Cable a tierra es “un álbum de hoguera, de taberna, de reunión familiar”.

Para hacer Mapas, que para el vocalista es un álbum “muy contemplativo, lleno de muchas texturas”, se fueron un tiempo al País Vasco, y se encerraron a pensar exclusivamente en su música, estaban dando un gran paso, y ahora el compromiso con el arte era total.

La deriva fue un poco más explícito, sin perder belleza, y una canción como ‘Golpe maestro’ (que contempla los entramados de corrupción causantes de la crisis económica vivida entre 2008 y 2014) es un ejemplo perfecto. Pucho lo describe como un álbum que “tenía un fuerte carácter social, fueron unos años muy jodidos para todos”, y añade: “Ese concepto estaba ahí, de deriva generacional, global… veíamos muchas derivas alrededor, y así fue formándose el carácter del disco”.

Daniela Castañeda / @individuaph

En el tejido que componen la letra y la música, el orden de aparición resulta dictado por cada circunstancia e inspiración, en un contexto en el que el aspecto rítmico siempre se ha visto enriquecido -más allá de las estructuras convencionales del pop y el rock- por el trabajo de Jorge en la percusión, y de David, que toca la batería y suma a la mezcla sus conocimientos en percusiones flamencas y latinas. “Mi objetivo es crear algo que esté al servicio de una obra, de una canción, algo que acompañe bien lo que está sucediendo a nivel melódico, vocal e instrumental, siempre buscando una vuelta de tuerca más, para que aporte algo diferenciador, que tenga personalidad”, dice el baterista.

En el caso de Vetusta Morla, esa personalidad parece ir mucho más allá de lo musical, hay un espíritu colectivo que les diferencia en la marea de solistas que consiguen el éxito viral antes de haber pisado un escenario como Dios manda. Trabajar en una banda así representa muchos desafíos y oportunidades, siempre y cuando el proyecto considere que el arte merece más atención que las redes sociales y el entretenimiento. “No somos los mismos de hace 24 años”, dice Jorge. “Cada disco, cada viaje, es un aprendizaje, y para mí es un recorrido, y un proyecto musical depende de la historia individual de cada uno”, añade. “Para mí, vivir en una banda de rock grande es aprender, aprendes de las personas, de sus comportamientos, y aprendes de tu propio comportamiento”.


“Compartimos escenario con la que es, sin duda, la mejor banda de los últimos años: Vetusta Morla”


En 2014, cuando Vetusta Morla comenzaba a asomarse por América Latina, y nosotros llevábamos muy poco tiempo haciendo ROLLING STONE en Colombia, invitamos a Álvaro (bajista) para que hiciera una pequeña playlist con algunas de sus canciones favoritas en la historia del rock español. Escogió temas de Extremoduro, Los Bravos, Burning, Héroes del Silencio, Nacha Pop, Rosendo, Dover y Los Suaves, entre otros. Ahora, nueve años más tarde, nos dice que la banda ha sido un espacio para expresarse y desarrollar su talento, un lugar al que llegó después de vivir un tiempo en Holanda, montar un par de empresas y trabajar como conductor. Abandonó esa etapa de “vividor” (en sus propias palabras) cuando Vetusta Morla empezó a demandar cada vez más tiempo y dedicación.

Para 2015, Vetusta Morla ya había conseguido distribuir su trabajo a través de Sony, logrando un alcance cada vez mayor. En ese mismo año salía al mercado MTV Unplugged: El libro de las mutaciones, un disco en vivo de Enrique Bunbury junto a una buena cantidad de invitados, y en un momento del show -antes de interpretar ‘Planeta sur’- el Zaragozano diría: “Compartimos escenario con la que es, sin duda, la mejor banda de los últimos años: Vetusta Morla”. El álbum de Bunbury se grabó en la Ciudad de México, y su frase de presentación para la banda se quedó grabada en la cabeza de muchísima gente de la región.

Daniela Castañeda / @individuaph

Sin que los elogios se subieran a la cabeza, el sexteto continuó trabajando, explorando nuevas temáticas y sonoridades. De acuerdo con Guille, los últimos discos de estudio, particularmente Mismo sitio, distinto lugar (2017) y Cable a Tierra, se han enfocado en la capacidad que tiene la música para trascender y conectar diferentes generaciones, además de explorar el sentimiento de vulnerabilidad que trajo la pandemia con su llegada en 2020; “aquí [en América Latina] están más acostumbrados a que llegue un tornado o un terremoto, y que sucedan cosas que están muy por encima del ser humano, en Europa siempre pensábamos que lo teníamos todo controlado, que la razón y el mundo europeo estaban por encima de lo natural, pero, de repente llega un bichito que nos manda a todos a casa, y a la mierda”. En ese sentido, Cable a tierra (2021) se aproxima mucho a lo que está cerca, al pueblo y a los barrios, al folclor y las raíces.

“Las canciones de JuanMa y Guille, al verterlas en el colectivo, se hacen del colectivo”, dice Pucho. “No somos muy de preguntar qué están queriendo decir con sus letras; esa es la grandeza de las canciones, que está muy abiertas a tu propio habitar, me gusta habitarlas a mi manera”. Sin embargo, señala que al momento de grabar, muchas veces los compositores dan algunas directrices sobre el rumbo que esperan para la interpretación, aunque al final siempre resulte “bastante libre y personal”.

En medio de la sesión de fotos que acompaña esta historia, ha sonado ‘Leave’ de R.E.M, y JuanMa, que es uno de los compositores principales, ha dejado ver su emoción. Más tarde nos diría que Out Of Time y la banda de Michael Stipe son una “absoluta referencia” para él. Amnesiac, de Radiohead, también figura en su lista “por esa vuelta de tuerca que dieron al rock”, y como un entrañable recuerdo de infancia rescata a Revolver, de los Beatles. Sin duda alguna, esos referentes facilitan en alguna medida el rastreo que puede hacerse hacia la inspiración sonora de Vetusta Morla.

Daniela Castañeda / @individuaph

“Todos nos habíamos visualizado tocando en un gran escenario, pero como una fantasía irrealizable, adolescente”


Otro aspecto que podría diferenciar a la banda de Tres Cantos es el hecho de tener un par de grandes discos en vivo para estos tiempos de YouTube y Spotify, que, además, han sido lanzados en formatos físicos. En ellos queda en evidencia la elaborada puesta en escena y la capacidad interpretativa del sexteto.

15151 (2015) es un álbum en vivo que presenta la grabación de su primer show en el Palacio de los Deportes de Madrid (hoy WiZink Center). “Para nosotros fue muy importante, muy especial, porque desde nuestra adolescencia hemos ido allí a ver un montón de conciertos, de repente estar en ese espacio tan grande y tan simbólico, para hacer un concierto nuestro donde estuviera todo vendido, y toda la gente fuera a vernos a nosotros”, recuerda David, que en 1994 había ido al mismo lugar con sus amigos para ver a Aerosmith en vivo. Pucho lo recuerda como “una especie de catarsis”, después de los difíciles años de la crisis económica.

El 24 de junio de 2022, Vetusta Morla se presentó ante 35,000 personas en el Estadio Metropolitano de Madrid, para dar el concierto más ambicioso de su historia. No eran parte de un festival, no era uno de esos eventos llenos de stands y activaciones de marcas, era SU concierto. Fue un espectáculo inolvidable, con algunos invitados muy potentes, y un nivel musical altísimo, que dio origen a otro disco en vivo, Bailando hasta el apagón. “Cuando tenga nietos podré contarles que toqué en un estadio de fútbol con mi grupo”, dice David con una sonrisa.

Daniela Castañeda / @individuaph

“Fue muy emocionante”, recuerda Pucho. “Llevar esa orquesta [ocho artistas de dos agrupaciones de música tradicional, El Naán y Aliboria[, que es un patrimonio más local, de pueblo, de cosas más pequeñas, llevarla a ese espacio tan grande; situar una mesa de labor, donde amasaban el pan, para hacer ritmos en un estadio gigante, era algo increíble”. De cualquier modo, coinciden en que esos lugares majestuosos implican el reto de llevar a muchísima gente un mensaje y una energía que pueden dispersarse un poco en la distancia, si se hace la comparación con teatros y recintos de menor tamaño.

Para el cantante, los espacios cerrados, más pequeños, ofrecen “una mayor predisposición para la intimidad, para la escucha y el respeto, no es lo mismo cuando te presentas en un festival, cuando la gente está pendiente de muchos estímulos”.

“Todos nos habíamos visualizado tocando en un gran escenario, pero como una fantasía irrealizable, adolescente”, cuenta JuanMa, que alguna noche, en una mágica coincidencia, tuvo el mismo sueño con su hermano. Más allá de eso, compartir con la gente las canciones que hacía con sus amigos, ya era una recompensa más que suficiente. Para él es muy complicado definir de forma concreta lo que la banda le permite decir al mundo, pero reconoce que esta representa una “oportunidad de oro” para trascender en el sentido más humano y dejar algo en el mundo. JuanMa siente que Vetusta Morla les permite convertirse en cronistas de sus propios sentimientos, de sus propias vidas, más allá del sentido social que podría adjudicarse a su labor.

Al analizar lo que ocurre actualmente con las tendencias en la música, él reconoce que estamos ante “un panorama complejo, pero señala que en su reflexión prefiere “no hacer una vinculación con lo estilístico”; lo que le causa “extrañeza” tiene que ver principalmente con “el modo de hacer música, y el papel que la música tiene para la sociedad en general, para la industria musical, y para los propios artistas”. Siente que desde hace muchas décadas existe un conflicto entre la cultura y la mercadotecnia. Reconoce que en muchos casos la música “en muchas ocasiones ha dejado de ser un fin en sí mismo para los artistas, y ha pasado a ser una herramienta para conseguir otra cosa”; esa es la tendencia que le gustaría que se revirtiera, con una mayor valoración para la música en vivo, que siente un poco desgastada. “Yo creo que regresará, todo son oleadas, y cuando regrese esa valoración de la música como arte y medio de expresión, tendremos un panorama más rico todavía, porque nos habremos abierto a un montón de géneros que se han hecho globales, y que probablemente no hubiésemos conocido nunca, géneros urbanos, géneros latinos, pero recuperando esa perspectiva”.


“Hoy en día, en un cuadrito de Instagram, caben una o dos personas, máximo”


El poder mediático que les ha traído la popularidad, implica para Pucho una “responsabilidad ética con la ciudadanía, de transmitir cierto tipo de mensajes”; con el paso de los años se le ve siempre más dueño de la tarima, en una evolución que impulsa toda la presencia escénica de la banda. Eso, claramente, tiene que ver con la posibilidad de presentarse en escenarios más grandes, en mejores condiciones, y él asegura que es algo que “viene del inconsciente”, y también puede tener relación con la confianza que le da el trabajo de entrenamiento vocal que realiza junto a su maestra, Patricia Ferro, con quien trabaja desde el año 2008.

Para manejar el impacto del éxito en sus egos y en sus cabezas, JuanMa cuenta que la banda ha implementado -de forma consciente o inconsciente- una estrategia muy lógica, que consiste en tener presente que “esto no pasó de la noche a la mañana, ha sido en el transcurso de muchos, muchos años”, recordando que Facebook ni siquiera se había masificado cuando Un día en el mundo fue lanzado. “Todo lo hemos vivido de una manera paulatina, hemos podido ir asimilando cada paso”, dice el guitarrista y compositor. “Hemos podido mantener el eje y el equilibrio en lo que es importante para nosotros: la música, las canciones, y el compartirlas con la gente; pueden ser cinco o 50,000 personas, esa es una circunstancia que cambia muchas cosas, pero no la esencia”, añade.

Daniela Castañeda / @individuaph

Otra estrategia consiste en crear “una burbuja para disfrutar dentro de los límites del escenario, si piensas en 100,000 ojos mirándote, te entra tembleque en las piernas”. Entienden que Vetusta Morla tiene un valor muy superior a la suma de sus seis componentes individuales, la colectividad y el trabajo en equipo -sin olvidar los elementos imprescindibles que aporta el público- han sido fundamentales en el crecimiento del proyecto. “Hoy en día, en un cuadrito de Instagram, caben una o dos personas, máximo”, reflexiona JuanMa, pero para los integrantes de esta banda es perfectamente claro que “nadie llega solo a ninguna parte”.

La banda cada vez toca más, y enfrenta desafíos siempre mayores ante un público creciente; su actividad en vivo es muy intensa, y 2023 viene siendo un año de gira, con un aproximado de 40 shows en clubes, teatros, grandes coliseos e importantes festivales, a lo largo de los meses transcurridos y restantes. Casi 25 años después de sus comienzos, Vetusta Morla es cada vez más grande; parece haber mutado, o no, porque mucho del espíritu permanece intacto. Es probable que nunca haya sido la tortuga de La historia sin fin, tal vez siempre ha sido una rara avis, un gran pajarraco con seis pares de alas, que ahora utiliza para sobrevolar el océano a su antojo.


CRÉDITOS

Directora creativa y fotógrafa: Daniela Castañeda / @individuaph; Producción Ejecutiva : Alejandro Ortiz @xalejandro.ortiz; Styling : Felipe Triana / @i.am.lupe; Make up: Ivana Gualdron / @ivanagualdron @ivmaculate; Edición Alejandra Tamayo @leatamayo.ph; Asistente de fotografía: Fabian Bustos

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