He aquí otra “película de pandemia” (pocos actores, una sola locación y una historia minimalista).
Siguiendo la línea de las cintas de supervivencia protagonizadas por mujeres (Miedo profundo, El descenso, Terror a 47 metros), la película del director Scott Mann (Bus 657: El golpe del siglo), plantea una premisa casi imposible de resistir: Dos mujeres (Grace Caroline Currey y Virginia Gardner) deciden escalar una antena de televisión de más de 600 metros de altura y quedan atrapadas en la cima, cuando la escalera se desprende de forma inesperada.
Es una lástima que la fotografía de MacGregor (Vivarium) se estropee con un trabajo mediocre de edición, unas actuaciones muy poco convincentes por parte de sus protagonistas y con una serie de lugares comunes (como el recurso innecesario de incorporar una serie de secuencias que tan solo están en la mente de uno de los implicados).
Eso no quiere decir que Vértigo carezca de emoción. Filmada en el desierto de Mojave, la cinta logra empapar nuestros cerebros con adrenalina cuando Becky y Shiloh comienzan su escalada, la cual tiene como principal objetivo esparcir las cenizas del esposo de Becky, quien muere en un accidente de alpinismo en la secuencia inicial de la cinta. La segunda intención, consiste en grabar el evento por medio de un teléfono celular, ya que Shiloh es una estrella de la internet (recurso recurrente en las películas de terror de los últimos diez años). Como si fuera poco, Jeffrey Dean Morgan (The Walking Dead) hace una insulsa aparición como el padre de Becky, preocupado por su depresión y su mala actitud frente a la vida. Además, Shiloh le confiesa a Becky un secreto robado descaradamente de El descenso. Si Vértigo se hubiera ahorrado el primer acto soporífero y exasperante, así como las molestas escenas en falso, para ir al punto y quedarse con lo realmente importante (la escalada y la lucha por la supervivencia), las cosas hubieran sido tremendamente efectivas. Sin embargo, Mann prefirió no hacerle caso a las enseñanzas de Danny Boyle y de su obra maestra 127 horas, para recurrir a un sinnúmero de clichés y a un exceso de metraje.