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Velandia y las diferencias

El cantautor santandereano habla sobre drogas, religión y fútbol, tres temas que han definido históricamente nuestra realidad

Por  RICARDO DURÁN

octubre 12, 2021

Fotografía por Daniela Castañeda; Sesión realizada en Casa de Citas, La Candelaria, Bogotá

En medio de las conversaciones que la revista ha tenido con Edson Velandia para este especial digital, hemos rescatado tres puntos muy interesantes en los que él plantea sus opiniones frente al fútbol y sus negocios, la religión y la espiritualidad, y las drogas frente al narcotráfico.

Drogas y narcotráfico:

“La libertad no se puede coartar, usted y yo tenemos libertad de consumir lo que queramos, eso no se puede limitar. Lo que hay que hacer es formación, prevención, eso sí hay que hacerlo. Es lo que hacemos en las casas, evitar que nuestros hijos y familiares se vayan a enfermar, de adicciones o de lo que sea, y eso se hace con afecto, con un montón de cosas, no con cinturones de castidad. 

Lo que trae la prohibición es violencia; ya que tanto que les gusta el mercado, organícenlo. Les gusta el mercado, pero ilícito porque es el que más les da; si hablan de formalidad, por lo menos formalicen esta huevonada, o que tenga unos impuestos, si quieren.

Son cultivos sanos que sirven para muchas jodas, y el que quiera fumarse su porro y el que quiera olerse su línea de coca, pues ¿qué vamos a hacer? Igual se la huelen. Entonces, regulen esa maricada y eviten la guerra antidrogas porque está comprobado que mata más gente la guerra antinarcóticos que los narcóticos. ¿Qué sentido tiene? Es un negocio macabro de los poderosos. Eso hay que acabarlo”.

Espiritualidad y religión:

“El problema son las doctrinas y los dogmas impuestos, la corrupción que existe atrás de eso, encima, y por todos los lados. Eso es una mierda porque una cosa es Jesús, el profeta, el guerrero, el revolucionario, y otra cosa es el cristianismo. El cristianismo ha hecho masacres, y las sigue consintiendo hoy en día, a pesar de que haya curas, monjas, y un montón de gente que trabaja en serio, y que son realmente misioneros.

Pero la verdad es que las iglesias han sido estandartes del poder, fortines de la política; han manejado, alcahueteado y guardado silencio cuando tienen que hablar. Han hecho el doble discurso como los políticos que dicen hacer un bien, pero hacen todo lo contrario. Las iglesias cristianas también se ponen a hablar en contra del Paro, y a negar los derechos que tienen las personas a exigir que aquí se cumplan las reglas que ellos mismos firmaron. Las religiones han sido nefastas en el sentido de los monopolios que se arman con los políticos corruptos y desde la Inquisición, desde la Colonia, la invasión de España, en Colombia ese ha sido el mecanismo donde han estado de la mano, tanto iglesia como los gobiernos”.

El fútbol y el negocio del fútbol:

“Es como la distancia que hay entre el jazz y las escuelas de jazz, o entre Jesús y el cristianismo. Es visible esa idea de que lo que interesa es que uno haga su carrera y salga adelante en la competencia. En ese afán los futbolistas se han metido en esa ruta de ganarse el Balón de Oro, coronarse en la élite del fútbol, hacer sus ‘lucas’ y tener su plata, y lo demás vale verga.

‘Haz tu plata y ya, haz tu plata sin importar si para eso necesitas explotar a un montón de gente’; el fútbol es la misma maricada, está ahí de una manera mucho más visible porque son presupuestos impresionantes, entonces dista mucho del valor del deporte, que es principalmente la salud y el encuentro social. Ese es el fin de los deportes, por eso nacen, por eso existen; por eso uno se reúne en la cancha a jugar un picadito, y no importa si gana o si pierde, la vuelta es jugar.

La industria del deporte, sobre todo del fútbol, se alejó mucho de eso, y es un mercado poderosísimo que pone también cuotas políticas, y que pesa en todo ese engranaje violento del mundo. Por eso Maradona era un man tan interesante, porque era capaz de decirlo, de denunciar, de demostrarlo; no se dejaba envolver en ese papel de celofán de la FIFA, y eso era lo valioso, seguía siendo un futbolista del barrio a pesar de su inmejorable calidad.

Y están los deportistas de la Selección Colombia, que a pesar de ser gente que viene de la pobreza, de las condiciones más hijueputas, de la gente que se está levantando hoy y muy seguramente a su pueblo le están dando bala en este momento, ellos siguen trabajando por la camiseta, y la camiseta son las ‘lucas’. Eso es lo que pasa con el fútbol”.

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