Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Titanic: 25 aniversario

Al revisar la famosa cinta de James Cameron, se concluye que no es mejor que sus Terminators, pero definitivamente es superior a sus Avatares

James Cameron 

/ Leonardo DiCaprio, Kate Winslet, Billy Zane, Kathy Bates, David Warner

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Cinecolor

La historia detrás de la realización de Titanic parece material obtenido de una película de ficción de las que Hollywood nos suele entregar. Su director, James Cameron, decidió arriesgar su carrera como artífice de películas de acción y ciencia ficción (sus dos Terminator siguen siendo sus obras maestras definitivas), para apostarle a una historia de amor, inspirada en hechos reales y con un elenco conformado por actores prácticamente desconocidos.

Salvo la hermosa y emocionante A Night to Remember (todavía la mejor película hasta la fecha sobre el hundimiento del transatlántico), el proyecto de Cameron tenía unos antecedentes desastrosos. En 1943, Joseph Goebbels, la mano derecha de Hitler, se embarcó en la producción de Titanic, la película más cara de la historia hasta la fecha, en la que un primer oficial de origen alemán es el héroe, mientras los británicos son  interpretados como villanos, con el fin de transmitir la propaganda en defensa de las causas del partido Nazi. Y luego llegó Raise The Titanic, una película británica de 1980 de altísmo presupuesto que terminó sepultando la carrera del prestigioso productor Sir Lew Grade.

Estas dos películas fueron el principal argumento para los estudios de Hollywood al rechazar tajantemente la idea, y aún más cuando Cameron superó con creces el presupuesto del infame producto de Goebbels y el del malogrado magnate Grade. 

Pese a todas las oposiciones (“la película se va a hundir como el barco que la protagoniza”), Cameron fue terco y persistente. Su película terminó siendo un proyecto ambicioso y descomunal que asustó a los estudios 20th Century Fox, quienes compartieron la distribución con Paramount por temor al desastre inminente. Pero el resultado fue todo lo contrario. Titanic se convertiría en la cinta más taquillera de la historia y sería premiada con el premio Óscar a la Mejor película (“¡Soy el rey del mundo!” Exclamó Cameron, parafraseando al personaje de Jack mientras recibía la estatuilla dorada).

Han pasado veinticinco años del estreno de Titanic y esta ya no es la película más taquillera de la historia (Avatar, el proyecto posterior de Cameron, se apoderó de la posición privilegiada, mientras que su secuela, El camino del agua, se ubica actualmente en el tercer lugar, luego deAvengers: Endgame). Para celebrar el aniversario de esta recordada cinta, Cameron supervisó una versión restaurada y en 3D para su reestreno en cines. De aquí surge la pregunta ¿Ha soportado Titanic el paso de los años?  

La respuesta es un sí definitivo. Gracias a su restauración, la película se siente tan vital y conmovedora como en la época de su estreno. Aunque bien es cierto que Titanic está llena de cursilería y de momentos acaramelados e inclusive ridículos, lo cierto es que esos momentos se han integrado como parte de la gracia y el disfrute de su revisión (sorprende ver la gran cantidad de memes que se han hecho de muchas de sus escenas). 

También impacta ver cómo el romance entre Rose (una hermosa y coqueta Kate Winslet) y Jack (un apuesto y socarrón Leonardo De Caprio), ha marcado a toda una generación. La escena del retrato y la del auto siguen siendo de un gran erotismo, pero contrastan con un tríangulo amoroso que parece sacado de una típica telenovela latinoamericana, al que se suma el malvado Cal Hockley (Billy Zane). Un chico humilde y de buen corazón se enamora de una triste niña rica comprometida con un hombre egocéntrico, machista y superficial. ¡Por favor!

La cualidad de Cameron como hombre de gran talento para armar espectáculos grandilocuentes y manipulador de emociones, se hace más que evidente en esta restauración, la cual también resalta sus defectos (exceso de metraje, diálogos acartonados, apoyo exagerado en efectos visuales). Al ver Titanic veinticinco años después, se podría decir que este épico, para bien y para mal, representa tanto lo peor como lo mejor del cine de Hollywood.

CONTENIDO RELACIONADO

No se han encontrado notas relacionadas de la última semana.