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Taylor Swift nos lleva a sus sueños más oscuros con Midnights

Su décimo álbum marca un regreso al synth-pop de discos como 1989 y Reputation, con letras que mezclan una historia de amor con un plan de venganza

Por  BRITTANY SPANOS

octubre 21, 2022

BETH GARRABANT*

¿Pudo alguien haber adivinado cómo iba a sonar Midnights de Taylor Swift? Desde que lo anunció a finales de agosto, Swift experimentó con una nueva estrategia de lanzamiento: no hubo sencillo, ni lanzamiento sorpresa 12 horas después. En vez de eso, han sido dos meses de videos lynchianos en Tiktok revelando los títulos de las canciones, y carteles publicitarios con letras de las canciones para sus seguidores desesperados y sedientos de pistas.

Midnights pudo ser cualquier cosa. Después del dream-pop bubblegum de Lover, Swift cambió de dirección y se acercó a la naturaleza para Folklore y Evermore, ambos lanzados en 2020, que eran algo más parecido al indie folk. Después, acudió a sus archivos para las regrabaciones de Fearless y Red, expandiendo su segundo y cuarto álbum con  canciones escritas en sus respectivas épocas que no habían sido lanzado previamente.

Entonces, ¿qué, exactamente, es Midnights? En algunos aspectos, es un poco de todo lo anterior. Más notablemente, es un regreso al pop puro de la trilogía 1989, Reputation y Lover, una colección de sintetizadores complementando letras que mezclan una historia de amor con un plan de venganza.

Para su décimo álbum, Swift regresó al estudio con su prolífico compañero Jack Antonoff para hablar sobre su parte favorita de la noche (la mitad). Como adelantó cuando anunció el disco, Midnights cubre “13 noches sin dormir” de su vida. En esos momentos de medianoche, Swift deja que sus pensamientos intrusivos ganen: su relación, su imagen pública, sus némesis y su niña interior toman el mando en diferentes puntos para arruinarla o redimirla. Pero Midnights tiene más dulces sueños que pesadillas, y sus palabras actúan como un escudo que protege su vida y sus relaciones más íntimas.

La canción inicial, ‘Lavender Haze’, compuesta tanto con algunos colaboradores de Kendrick Lamar como con su propia amiga Zoë Kravitz, es la más explícita sobre el campo de fuerza que la protege. Cuando anunció el título de la canción en Tiktok mediante la serie Midnights Mayhem, Swift hizo un comentario puntual sobre los “rumores extraños” y el escrutinio que ella y su novio de seis años Joe Alwyn han enfrentado en línea y en los tabloides. El nombre lo tomó de Mad Men, y describe un “resplandor amoroso que lo cubre todo”. Líricamente, la canción recuerda a ‘Call It What You Want’ y ‘Cruel Summer’, una recuento del amor superando la negatividad, la crítica y las expectativas. Esta vez, Swift se siente menos abrumada por los comentarios, y descarta “the 1950s shit they want from me” [“La mierda de los años 50 que esperan de mí”], como las especulaciones sobre el matrimonio o la dicotomía virgen-prostituta contra la que ha estado peleando toda su carrera: “The only kinda girl they see / Is a one night or a wife” [“El único tipo de chica que ven / Es la de una noche o una esposa”]. ‘Lavender Haze’, al igual que el resto de Midnights, se abstiene del sonido pop rimbombante que hizo que sencillos como ‘Look What You Made Me Do’ y ‘Me!’ se sintieran como desviaciones sónicas tan grandes dentro de los álbumes con sonidos más sutiles a los que pertenecen. Esta vez, Swift se contiene más, aunque no pierde la alegría que hace sus incursiones al pop tan divertidas.

‘Anti-Hero’ es un grandioso ejemplo de lo divertido que puede ser el pop de Swift. La canción destaca del álbum y pudo haber sido el sencillo principal. Esta vez, su enemigo es ella misma, y la cantante se sumerge en la ansiedad por haber dejado atrás su mejor momento, igual que en la inédita ‘Nothing New’ de Red (Taylor’s Version) o la infravalorada ‘The Archer’ de Lover. El track cuenta con algunos de los versos más chocantes de todo el álbum, como el seguramente polarizante “Sometimes I feel like everybody is a sexy baby / And I’m a monster on the hill” [“A veces siento que todo el mundo es un bebé sexy / Y yo soy un monstruo en la colina”]. Pero la parte siguiente es la verdaderamente reveladora, una respuesta digna de ‘Blank Space’ tanto a ella como a sus críticos: “Too big to hang out / Slowly lurching toward your favorite city / Pierced through the heart but never killed” [“Demasiado grande para pasar el rato / Tambaleándome lentamente hacia tu ciudad favorita / Con el corazón atravesado, mero nunca muerto”]. Y ¿qué tal el fragmento en el que imagina a su inexistente nuera asesinándola por dinero en el futuro? Deliciosamente diabólico en una manera que Swift rara vez deja ver.

Como sus otros track five, la tenue ‘You’re On Your Own, Kid’ nos entrega unos cuantos golpes incisivos mientras Swift hace algo de terapia para su niña interior. (En el lore swiftie, el quinto track de cada álbum es siempre el más devastador). La canción quema lentamente con nostalgia; empieza con un golpe de recuerdos sobre relaciones pasadas que llegan a su mente durante la noche. Es prácticamente un detrás de escenas a cuando era una adolescente escribiendo canciones como ‘Teardrops on My Guitar’, una historia de desamor que la lleva del pueblo pequeño al estrellato. “I see the great escape / So long, Daisy May” [“Veo el gran escape / Hasta pronto, Daisy May”], dice antes de ir a su cuarto a escribir las canciones que cantará en estacionamientos para tomar el dinero y huir. El siguiente track, ‘Midnight Rain’ es un momento más maduro y hastiado de amor perdido; esta vez, ella es esa lluvia de medianoche a la que hace referencia el título, una chica demasiado enfocada en su carrera para querer sentar cabeza. Ahora es ella quien rompe el corazón de un chico en su pequeño pueblo.

‘Vigilante Shit’ y ‘Karma’ son los únicos momentos verdaderamente vengativos del álbum. Son mucho menos melodramáticos que ‘My Tears Ricochet’ o ‘This Is Why We Can’t Have Nice Things’; en estas fantasías, Swift ve a sus enemigos destruirse ellos mismos. ‘Vigilante Shit’, cuyo dark-pop recuerda al debut Pure Heroine de su amiga Lorde, nos ofrece comentarios obscuros sobre alguno de los tres hombres con los que ha tenido conflictos públicos en los últimos seis años. A lo largo de las estrofas, se hace amiga de al menos una de las exesposas y canta su primera referencia a la cocaína en toda su discografía: “While he was doing lines / And crossing all of mine / Someone told his white collar crimes to the FBI” [“Mientras él inhalaba líneas / Y cruzaba las mías / Alguien le dijo al FBI sobre sus crímenes de cuello blanco”].

‘Karma’ es una contraparte más alegre, con la que Swift celebra cuánto ama ver a sus némesis obtener su merecido. Es una canción de amor a la mezquindad: “Karma is my boyfriend / Karma is a god / Karma is the breeze in my hair on the weekends / Karma’s a relaxing thought / Aren’t you envious that for you it’s not?” [“El karma es mi novio / El karma es un dios / El karma es la brisa en mi cabello los fines de semana / El karma es una idea relajante / ¿No te da envidia que para ti no sea así?”].

La mayoría del álbum, sin embargo, está muy enfocado en la ansiedad y los tropiezos que enfrentan dos amantes conforme su relación se desarrolla. ‘Maroon’ y ‘Labyrinth’ son recuentos directos de amores potencialmente perdidos. ‘Question…?’ es un jovial examen sorpresa –al estilo de ‘Delicate’– a su amante, quien quizá se resistió más de lo que debía antes de terminar con dos personas con las que no debería estar. En ‘Bejeweled’ demuestra que lo tiene en la palma de su mano, y se presenta a ella misma como el premio mayor.

La única decepción en el álbum es la colaboración con Lana del Rey en ‘Snow on the Beach’, que es más una simple armonía que un verdadero dueto; la canción en sí es de un tipo de dream-pop parecido al de ‘Mirrorball’, y cuenta con una grandiosa referencia a Janet Jackson. Ojalá no sea la última vez que estos dos talentos cruzan sus caminos musicales.

Midnights cierra con ‘Mastermind’, en la que Swift lleva a cabo una iniciativa planeada por mucho tiempo y diseñada para que la persona que le gusta se enamore de ella (y también funciona como un guiño a sus propios hábitos “crípticos y maquiavélicos” de dejar pistas). Curiosamente, esta canción va justo después de la tierna ‘Sweet Nothing’, que escribió junto a dicho novio que aseguró estratégicamente. Buen trabajo, Ms. Swift.

Ahora que Swift ha regrabado álbumes anteriores, está claro que regresar a su pasado ha desbloqueado algo brillante y fresco en su escritura. Midnights puede parecer una sorpresa a los más recientes seguidores de su música, esos que aprendieron a apreciarla cuando tomó una forma más tradicionalmente respetada en el combo Folklore/Evermore. Pero, al igual que muchos de sus lanzamientos “puramente pop” del pasado, Midnights deja muchas cosas por revelar debajo de la neblina de sintetizadores color morado azulado que cubre la superficie. Y quizá eso sea parte de su plan.

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