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Stephen King, maestro del terror y explorador de la oscuridad humana

Sus historias, llevadas al cine y la televisión en decenas de producciones, no solo nos asustan, sino que revelan nuestra naturaleza. Una mirada a uno de los escritores más exitosos de la historia

octubre 7, 2024

CORTESÍA

El escritor y profesor bogotano Miguel Mendoza Luna, experto en literatura de terror y autor de los libros Asesinos en serie, El asesinato de Edgar Allan Poe y Al otro lado del espejo, es un ferviente admirador de la obra de Stephen King. 

Al preguntarle qué es lo que hace que King sea un autor tan especial, nos dice: “La magistralidad y la relevancia de la obra de Stephen King se basan en tres factores: la actualización constante de las posibles figuras del monstruo, desde modernos vampiros, pasando por asesinos seriales, hasta formas espectrales; la identificación del origen verdadero de los miedos, nuestro primigenio mundo interior; y el reconocimiento de cómo ante circunstancias extremas podemos transformarnos en nuestra peor versión (Carrie, Dolores Clairborne, Misery, La niebla, La tormenta del siglo)”. 

Mendoza asegura que las historias de King tienen “el encanto de partir de premisas relativamente sencillas (pensemos en el inicio de El misterio de Salem’s Lot, El resplandor, It o La milla verde), pero están unidos, atados fuertemente a una especie de promesa, de revelación de un poderoso secreto sobre la realidad que nos circunda, y por eso seguimos sus historias ansiosamente hasta el final”. 

Stephen King

En relación con la prosa del escritor norteamericano, el experto señala que, desde la perspectiva del lenguaje, la narrativa de King ofrece un perfecto equilibrio “entre la cálida y envolvente voz de sus narradores, los diálogos efectivos que siempre ocultan algo más, y una prosa descriptiva que se mantiene en una frontera segura, creando atmósferas densas, sin caer en lirismos innecesarios”. Por otra parte, Mendoza Luna resalta un magistral manejo del rito a través del silencio, las pausas y la estructura de sus frases. Para él, este ritmo está más cercano a la oralidad y piensa que en eso radica buena parte de la capacidad que tiene King para atrapar a sus lectores, y en este punto vale la pena agregar que hablamos de alguien que ha vendido entre 350 y 500 millones de libros en todo el mundo, las cifras son de ese calibre, pero es difícil encontrar un consenso en ellas.

Para Mendoza Luna, lo de Stephen King también se fundamenta en lo siguiente: “Un lenguaje con su propia banda sonora: al principio ingenua, gradualmente tensa, solo emotiva cuando es necesario, y finalmente dramática a la medida de las acciones definitivas del argumento”. Siente que lo más importante de su obra, lo que ha dado trascendencia a lo largo de cinco décadas de carrera, “tiene que ver no tanto con la exploración de las formas del terror, ni con la psicología de lo siniestro, sino con haber revelado una parte esencial de la condición humana: la inevitabilidad de los seres humanos de conducirnos, de arrojarnos hacia nuestra propia oscuridad”.

El rey del terror literario

Stephen King, indiscutiblemente uno de los escritores más influyentes y prolíficos del siglo XX y XXI, ha moldeado el género del terror de maneras que trascienden la literatura. Desde que irrumpió en la escena literaria con Carrie, en 1974, ha mantenido a generaciones de lectores en vilo, atrayendo tanto a aficionados al terror como a aquellos que buscan en sus historias algo más que simples sustos: un análisis profundo de la naturaleza humana. Su vasta obra no solo se destaca por la creación de figuras monstruosas y escenarios perturbadores, sino por su habilidad para desentrañar los miedos más profundos que habitan en el interior del ser humano. A continuación, y orientándonos con las premisas ofrecidas por Mendoza, exploraremos cómo la maestría de Stephen King en el género se sostiene en tres pilares fundamentales: la constante renovación de los “monstruos”, la exploración del miedo interior y la revelación de nuestra capacidad para transformarnos bajo la presión de circunstancias extremas.

Cortesía

La reinvención del monstruo

Uno de los rasgos más distintivos de la obra de King es su capacidad para actualizar y redefinir constantemente las figuras del “monstruo”. A lo largo de su carrera, ha ofrecido versiones frescas y modernas de criaturas clásicas del horror, así como la creación de nuevas entidades que encarnan los miedos contemporáneos.

King ha demostrado un profundo conocimiento de las raíces del género de terror, pero también una habilidad única para transformar los arquetipos más tradicionales. El misterio de Salem’s Lot (1975) toma el mito del vampiro y lo coloca en un escenario moderno, revelando que estas criaturas no solo pueden ser un eco del pasado, sino que también encajan perfectamente en los temores de la vida contemporánea. En este caso, el vampiro se convierte en una metáfora para la corrupción del alma de una comunidad, una alegoría de cómo el mal se infiltra lentamente en las vidas cotidianas.

Más allá de las reinterpretaciones de los monstruos clásicos, King ha creado algunos de los personajes más aterradores de la literatura moderna. It (1986) presenta a Pennywise, una entidad malévola que cambia de forma y se alimenta de los miedos más profundos de los niños. En esta obra, King transforma el miedo hacia los payasos en una manifestación de algo mucho más profundo: el terror primordial hacia lo desconocido y la inestabilidad de la realidad. A lo largo de su obra, King ha introducido a otros “monstruos” menos obvios, pero igualmente impactantes, como el asesino serial en Mr. Mercedes (2014), mostrando que el horror puede surgir tanto de lo sobrenatural como de la depravación humana.

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El verdadero origen del miedo: el mundo interior

Aunque King ha poblado sus historias con monstruos y criaturas sobrenaturales, su verdadero foco está en el origen psicológico del terror, en el miedo que proviene de nuestro propio mundo interior. Este enfoque ha sido una constante en su obra, donde la naturaleza humana y sus complejidades sirven como la base sobre la cual construye sus relatos.

En novelas como El resplandor (1977), King explora cómo el terror puede ser una manifestación de los miedos y traumas internos. Jack Torrance, interpretado por Jack Nicholson en la inolvidable cinta de Stanley Kubrick, no es simplemente víctima de un hotel embrujado, sino que su propia psique perturbada se convierte en el verdadero catalizador de los eventos sobrenaturales. El hotel Overlook no es solo un lugar lleno de fantasmas, sino una metáfora de los demonios internos de Jack, que poco a poco lo llevan a la locura. El terror de King surge no tanto de lo externo, sino de la incapacidad de los personajes para controlar su propio declive mental.

Miedo primordial e inconsciente

King también explora el miedo desde una perspectiva más primordial. En Cujo (1981), un perro rabioso encarna un terror que es casi atávico: el miedo al ataque de una criatura que debería ser inofensiva. Sin embargo, más allá del simple horror físico, la historia explora cómo el miedo por la seguridad de nuestros seres queridos y el sentimiento de impotencia pueden ser devastadores, algo que también abordó en Cementerio de animales (1983). En este sentido, King utiliza el escenario del terror físico para indagar en miedos psicológicos mucho más profundos.

Uno de los temas más recurrentes y universales en la obra de Stephen King es la idea de que, bajo circunstancias extremas, los seres humanos podemos transformarnos en nuestras peores versiones. Es en estos momentos de tensión máxima donde King brilla, presentándonos personajes que no solo enfrentan monstruos externos, sino también internos.


El verdadero terror de King surge no tanto de lo externo, sino de la incapacidad de los personajes para controlar su propio declive mental.

En Carrie (1974), el personaje principal es una joven acosada y marginada, cuyas habilidades telequinéticas se convierten en una herramienta de venganza. Pero el verdadero terror de la historia no radica solo en sus poderes sobrenaturales, sino en la brutalidad con la que Carrie responde a su sufrimiento. King nos muestra cómo una víctima de maltrato puede convertirse en una fuerza destructiva cuando es empujada al límite. De manera similar, en Dolores Claiborne (1992) la protagonista es una mujer que, después de años de abuso, toma el control de su vida de una manera extrema y violenta. King usa estas narrativas para mostrarnos cómo el mal puede surgir no solo de fuerzas externas, sino también del propio sufrimiento humano y la desesperación.

Otra exploración fascinante de este tema ocurre en Misery (1987), donde Paul Sheldon, un famoso escritor, es secuestrado por su fanática Annie Wilkes. La novela —que fue adaptada al cine por Rob Reiner, protagonizada por Kathy Bates y James Caan— es un estudio escalofriante de cómo el cautiverio y la desesperación pueden llevar a la completa desintegración psicológica de una persona. El cautiverio físico se refleja en un encarcelamiento mental, mostrando que el verdadero horror radica en la pérdida de control sobre uno mismo.

Por otro lado, La niebla (1980) es una alegoría poderosa de cómo, bajo circunstancias extremas, la delgada capa de civilización que nos protege puede desmoronarse. Cuando un grupo de personas queda atrapado en un supermercado mientras una niebla llena de criaturas terroríficas los rodea, no solo se enfrentan al peligro externo, sino que los conflictos internos y las tensiones psicológicas llevan a que se enfrenten entre sí. King nos muestra que, a menudo, el peor enemigo es el miedo que se alimenta del caos.

La estructura de los relatos de King: simplicidad con promesa de revelación

Una de las razones por las cuales Stephen King sigue siendo tan popular es la estructura sencilla pero efectiva de sus historias. Muchas de sus novelas comienzan con premisas que parecen, en un principio, cotidianas o banales. Sin embargo, lo que mantiene a los lectores enganchados es la sensación de que estas premisas contienen un secreto más profundo, una revelación sobre la naturaleza de la realidad o la condición humana que solo se revela a medida que la historia avanza.

El resplandor o It inician con planteamientos relativamente simples: una familia que se muda a un hotel desierto o un grupo de niños que debe enfrentarse a una criatura misteriosa. Pero King siempre deja entrever que algo más grande está en juego, una verdad oscura que solo se revela en el clímax. Esta “promesa de revelación” es lo que impulsa a los lectores (y espectadores en el cine) a seguir adelante, buscando respuestas en medio del caos y el terror.


Cuando las circunstancias nos empujan al límite, cada uno de nosotros tiene el potencial de convertirse en algo monstruoso, consumidos por nuestros miedos más profundos.

Stephen King es también un maestro en el uso del lenguaje. Su estilo combina una narrativa accesible con una capacidad inigualable para crear atmósferas densas y escalofriantes sin recurrir a descripciones excesivamente poéticas o adornadas.

El narrador en las historias de King suele tener una voz envolvente, cercana, casi como si estuviéramos escuchando a un amigo contarnos una historia aterradora alrededor de una fogata. Este tono cálido es crucial para atraer al lector, haciéndolo sentir cómodo antes de sumergirlo en las profundidades del horror. Los diálogos también juegan un papel central en su prosa; muchas veces revelan más de lo que los personajes dicen en la superficie. Hay una tensión subyacente, un “algo más” que se oculta tras cada conversación.

King también es un maestro en el manejo del ritmo narrativo. Sus frases están compuestas con un tempo casi musical. Al principio, el ritmo es lento, lleno de pausas que crean una sensación de suspenso. A medida que la tensión aumenta, el ritmo se acelera, construyendo una atmósfera de creciente ansiedad hasta llegar a un clímax explosivo.

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La oscuridad humana como legado

Lo que hace que la obra de Stephen King trascienda en el tiempo no es solo su capacidad para asustar, sino su habilidad para revelarnos algo esencial sobre nosotros mismos: nuestra inevitable tendencia a enfrentarnos con nuestra propia oscuridad. A través de sus relatos, King ha demostrado que, cuando las circunstancias nos empujan al límite, cada uno de nosotros tiene el potencial de convertirse en algo monstruoso, de ser consumidos por nuestros miedos más profundos. Esta visión pesimista, pero profundamente humana, es la que asegura que sus historias continúen resonando en las generaciones venideras.

Stephen King no solo escribe sobre monstruos, sino sobre la condición humana, sobre la oscuridad que todos llevamos dentro y la lucha constante por mantenerla a raya. Resulta muy interesante que haya sabido llevar toda esa introspección más allá del terror, mostrando una increíble versatilidad en historias apasionantes que también han llegado con mucho éxito al cine, como La milla verde, Sueño de fuga o Cuenta conmigo. Además, su aventura musical con los Rock Bottom Remainders (una banda de rock compuesta por escritores que llegó a tocar junto a Bruce Springsteen) y sus encuentros con series como Los Simpson, The X Files, Sons of Anarchy o Under the Dome, le han llevado a ser una figura crucial en la cultura popular, demostrando que la diversión, nuestros miedos y las reflexiones más profundas tienen cabida en el universo de un gran maestro.