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Silk Sonic llegó para salvarnos con el Soul de los 70

La carta de amor de Bruno Mars y Anderson. Paak a la década de los 70 es algo más que solo pasar un buen rato

Por  JON DOLAN

Los músicos dan una clase magistral sobre cómo abordar el Motown, cómo no perder el Funk y conquistar por medio del sonido.

John Esparza

Silk Sonic

An Evening With Silk Sonic

Silk Sonic es la fastuosa carta de amor de Bruno Mars y Anderson .Paak a la música soul de los setenta, en particular a la Motown posterior a ‘What’s Going On’ y al suntuoso sonido de Filadelfia bañado en cuerdas de grandes como los Stylistics, los Delfonics y Harold Melvin and the Blue Notes. Crearon An Evening With Silk Sonic durante la cuarentena de Covid, lo que dio al famoso y obsesivo Mars todo el tiempo del mundo para fijarse en conseguir que cada detalle de la época fuera perfecto.

La pareja buscó viejas revistas de batería para asegurarse de que utilizaban los parches y las cabezas de conga correctos, grabaron parte del disco en los Royal Studios de Memphis, donde Al Green grabó sus álbumes clásicos, e incluso trajeron a precursores como Larry Gold, de la legendaria banda de Philly International MFSB, para que hiciera los arreglos y dirigiera las cuerdas, y al icono del P-Funk Bootsy Collins, que aparece a lo largo del disco, como anfitrión invitado especial y consejero espiritual. El resultado es el LP más divertido en el que ha participado Mars: una gloriosa excusa para apagar las luces, sacar el champán y dejar que el sublime poder de su casi inquietantemente asombrosa verosimilitud retro haga su magia mimética en tu alma y tu mente. 

Los grooves resplandecientes de la exitosa ‘Leave the Door Open’ o la igualmente buena ‘After Last Night’ son tan históricamente precisos que casi esperas escuchar al mismísimo Teddy Pendergrass cuando empieza la estrofa. ‘Put On a Smile’ se acerca tanto a las vibraciones del ‘Let’s Get It On’ de Marvin Gaye que empiezas a tararear ‘Distant Lover’ cuando llega. Hay un sitar de Thom Bell, una guitarra de Ernie Isley, melodías elevadas en camas acolchadas de glockenspiel, congas, violas, violines y chelos. 

Pero si bien la reproducción de los clásicos es una gran parte del atractivo, Bruno y Andy también aportan un guiño cariñoso y juguetón post-hip-hop que evita que esto sea simplemente un tour de museo de alta gama. En ‘Leave the Door Open’, prometen una noche de “Purple Haze, y si tienes hambre, tengo filetes”, no es un sentimiento que se escucharía con tanta franqueza en la radio en 1974, el novio estresado en la engañosamente aireada ‘Smokin Out the Window’ se queja de los “chicos malotes de su nueva chica corriendo alrededor de toda mi casa como si fuera Chuck E. Cheese” y “un atasco con su ex hombre en la UFC”.

La inclinación perfeccionista de Mars ha dado incluso a sus éxitos más queridos, como ‘Uptown Funk’, una precisión matemática que a veces puede parecer demasiado cuidada y afinada. Pero el más frenético .Paak, que toca la batería y comparte un dúo de voces, aporta un contrapunto más suelto y libre, sobre todo en temas de James Brown como ‘Fly As Me’ y ‘777’, canciones más duras impulsadas por su trabajo de baquetas digno de Ultimate Breaks & Beats. 

También ayuda el hecho de que algunas de las canciones aquí son literalmente tan buenas como el santo grial del material de origen de Silk Sonic. La mejor canción del disco es ‘Skate’, que empieza como si fuera a ser un himno de alto dramatismo de traición tormentosa hasta que se desliza en un estallido de euforia roller-disco con una melodía que podría haber sido la dueña de cualquier verano durante la administración Ford. 

Mars y .Paak han señalado que decidieron no incluir un tema “más pesado” que hubieran grabado para el álbum, lo que sugiere que el buen tiempo es una especie de recompensa en tiempos de lucha. También hay algo de época en eso pues Philly Soul podría ser definitivamente político (véase ‘Wake Up Everybody’ de los Blue Notes, o ‘Clean Up the Ghetto’ de los Philadelphia International All-Stars, aún más punzante, por poner dos ejemplos). Pero sus ritmos afelpados, sus suaves súplicas románticas y su estilo elegante también fueron un bálsamo en medio de las dificultades de su época, ofreciendo a la gente un lugar para relajarse tras el frenesí de finales de los sesenta y el agotamiento de principios de los setenta. En este sentido, An Evening With Silk Sonic llega a finales de 2021, justo cuando la gente empieza a sentirse bien para volver a intentar divertirse con normalidad. Es un disco post-pandémico, tal vez un poco temprano, pero espero que justo a tiempo.