Sergio Vallín es reconocido mayormente por su larga y destacada trayectoria con Maná, sin embargo, Vallín se ha embarcado en otros proyectos como productor y músico solista. En 2009 llegaría Bendito entre las mujeres, el primer álbum como solista de Vallín en el que contó con la participación de importantes figuras femeninas de la industria musical como Ana Torroja, Natalia Jiménez, Ely Guerra y Paulina Rubio, demostrando así su grandes dotes como compositor acompañados de su indiscutible calidad interpretativa.
Durante esta época, un proyecto comenzaba a gestarse en la mente de Vallín: un álbum acompañado de una orquesta sinfónica. Pasaron más de 10 años y por fin ese sueño se ha materializado en Microsinfonías, el segundo álbum de estudio de Sergio Vallín donde además de contar con la participación de nada menos que la Orquesta Sinfónica de Praga, Vallín recluta a diversos amigos que ha hecho gracias a la música y presentarlos en un contexto muy especial.
Desde Fher Olvera hasta Marco Antonio Solis; de Juan Luis Guerra a Alejandro Sanz; de Carlos Santana a Steve Vai, esta obra es tan descomunal como íntima, y en una entrevista para Rolling Stone México, Sergio Vallín nos brinda todos los detalles detrás de Microsinfonías así como de sus próximos proyectos con Maná.
¿Cómo nace este proyecto?
Todo empezó en el 2008, cuando me invitaron a interpretar una rola que compuse para Orquesta Sinfónica, mariachi, guitarra eléctrica y acústica. La toqué en el Auditorio Nacional y, primero, lo que sentí al estar con la Orquesta Sinfónica, y luego la reacción de la gente, fue algo muy especial. Dije “wow, debería hacer un disco así”. Pasaron muchos años, fue madurando esa idea hasta que en 2016 por fin me fui a Praga. Grabamos con la Orquesta Sinfónica de Praga, y el disco es básicamente dos cosas: la primera mitad está inspirada en obras de compositores que admiro y quiero, la otra mitad son obras originales. Pero de estas obras -de otros compositores- que me han acompañado a lo largo de mi vida, al tenerlas en el vestido de Orquesta Sinfónica y en un contexto muy diferente dije “bueno, ¿por qué no los invito para que ellos toquen?”, toda la gente los conoce como cantantes y compositores pero no como instrumentistas.
Marco Antonio Solis toca las percusiones, Alejandro Sanz toca la guitarra flamenca, Juan Luis Guerra toca la guitarra de jazz, Fher está tocando la armónica. En las obras originales invité a Berta Rojas que es una guitarrista clásica impresionante, está Steve Vai, una de mis influencias de toda la vida y está por supuesto Carlos Santana, que es como mi chamán, mi gurú de la música. Jamás me imaginé que fuera a ser algo tan comprometido por parte de ellos. El disco está lleno de amor, de belleza, una belleza muy especial que le pusimos todos, creo que ahí suena el corazón y están resonando nuestras almas y es un proyecto que se hizo por el placer de compartir la música que hago con la música de mis amigos que admiro y quiero tanto.
¿Cuál fue el mayor reto de esta producción?
Creo que fue el tiempo. Jamás pensé que me iba a tardar tanto tiempo pero las agendas de mis invitados son muy ocupadas y también la mía con Maná; gracias a Dios siempre tenemos mucho trabajo, ya sea de tour, haciendo un disco o componiendo. Al principio yo pensé que era un contratiempo, porque pasaban las semanas, los meses, los años y yo decía “¡Puta! ¿Cuándo voy a sacar las Microsinfonías?” Pero hay una sabiduría en todo esto, me refiero a que Dios sabe cuando es el tiempo; no es que sea religioso pero soy una persona muy espiritual y creo que este era el momento perfecto, justo en medio de una pandemia y todo pero creo que también es un momento muy idóneo para que salga a la luz un proyecto como este en el cual, el idioma es la música. Viéndolo desde lejos creo que no ha habido contratiempos, todo ha sido como debió ser y me siento muy bendecido.
¿Cómo es que escogiste a tus colaboradores?
Son artistas que considero cercanos; con la gran mayoría de ellos existe una amistad, pero por ejemplo, a Steve Vai yo no lo conocía, pero a partir de este proyecto, tengo un nuevo amigo de la música. Refiriéndome a los demás, a Carlos Santana los vengo conociendo hace más de 20 años, y de hecho a todos ellos. Con todos ellos llevo una amistad que nació gracias a la música, por supuesto con mi trayectoria y trabajo con Maná que me ha regalado tantas satisfacciones y siempre estaré muy agradecido con Fher, Alex y Juan por siempre apoyarme y dejarme expresar como músico, compositor y artista además de mi trabajo con la banda. Así fue, es un disco muy personal y a la vez eso lo hace universal porque es un sentimiento real, un enamoramiento real de lo que hacemos como artistas y para mí es un verdadero privilegio escuchar a Juan Luis Guerra interpretar su propia rola, pero no cantando, sino haciendo la melodía a la guitarra, o a Alejandro Sanz empezando su obra con su guitarra flamenca y después es un universo donde entro con las guitarras eléctricas. Es un agasajo, me divertí muchísimo.
Eres el primer músico mexicano en grabar con Steve Vai, ¿cómo nace esto y cómo fue el proceso?
Le enseñé el demo y todo, me sorprendió cómo lo recibió diciendo “¿Sabés qué? La mayoría de los proyectos a los que me invitan no los hago porque necesito vibrar con el proyecto. Me encanta este proyecto, lo voy a hacer, sólo dame tiempo”. ¡6 meses se tardó! Porque él estaba ocupado con otro proyecto con Yngwie Malmsteen y Zack Wilde pero valió la pena. Cuando yo tenía 14 años había escuchado lo que había hecho Eddie Van Halen, que era el más innovador de la época, y de repente escuché el primer disco de Steve Vai, Flex-Able. Un disco maravilloso totalmente experimental e instrumental, me cambió la vida y la mentalidad de cómo se tocaba la guitarra eléctrica.
Cuando hice la “Microsinfonía”, yo la había creado para la guitarra acústica nada más, pero cuando se la presento a Eddie Lan -que es uno de los arreglistas y orquestadores del disco- me dice “wey, tienes que meter esta rola al disco”. La empezamos a desarrollar con batería y power chords y dije “wow… esto le quedaría alucinante a Steve Vai”. Total, le enseñé la rola a un amigo que lo conoce y me dijo “está alucinante, yo me encargo de contactarte con él, no te aseguro que acepte pero de que va a saber de ti, va a saber de ti”. Pocos días después me escribe Steve Vai y me dice “te espero en mi estudio”. Fui, le enseñé las canciones y me dijo que sí. Los 6 meses que pasaron tras esto fueron porque tenía muchas cosas que hacer, pero su palabra fue ley. Me mandó los tracks y lo vi dos ocasiones más para que checara el máster y la mezcla, creo que quedó muy feliz con el trabajo que hicimos. Fue algo muy especial.
Ya habías trabajado con Carlos Santana en el pasado, ¿cómo es volver a compartir el estudio con él después de tantos años?
Con Carlos tenemos una amistad muy bonita. Desde hace tantos años he tenido la oportunidad de tocar con él en el escenario, pero verdaderamente, Carlos Santana es un gurú, un chamán, un ser muy espiritual que su música ha rebasado las fronteras, ha tocado con las grandes figuras del jazz, del flamenco, del pop, etc. Cuando lo invité a este proyecto creo que también vibró que él no había hecho algo con sinfónica. Mientras estaba grabando me dijo “oye, gracias por invitarme a este proyecto tan diferente” y le dije “n’ombre, gracias a ti por aceptar”. La verdad escuchar a Santana en ese contexto me pone la carne chinita, de hecho, la introducción de “Desnudo” la hizo Janek Gwizdala, un bajista que es mi amigo desde hace años; Santana se montó sobre esa intro para desarrollar el tema. Este disco está lleno de sorpresas y de momentos muy mágicos.
¿Hay algún momento durante esta grabación que se haya quedado en tu memoria más profundo que otros?
Te hablaría de la obra que le hice a mi papá, “Don Sergio” que es con la guitarra mexicana, de principios de siglo junto a Antonio Bribiesca que te evoca a momentos del campo y la naturaleza. Mi padre era pastorcillo de ovejas cuando era niño y es un homenaje a la vida de mi padre. Él muere en un accidente en el 99, no me pude despedir de él, pero en esta obra ahí está, de la forma en que yo me imaginé. Partió de este mundo y nos dejó sin poder decirnos adiós, sin embargo, al final de esa obra, me imagino que la forma de volver a nosotros es a través del amor que nos dejó. Esta obra le ha llegado un Don Sergio en cada familia, cada obra es una historia.
Creo que cada uno tiene esa solidez entrañable dentro de mi corazón. Porque la “Bachata Rosa” -de Juan Luis Guerra- por ejemplo, cuando era adolescente, tocaba en grupos de baile la “Bachata Rosa”, tiene un significado de vida muy especial. Por otro lado Marco Antonio Solis. Yo me acuerdo que vivía en Aguascalientes, y a un lado estaba el lienzo charro, ahí hacían bailes y yo me acuerdo que llegaban los camiones de Los Bukis con toneladas de equipo y mi hermano y yo nos asomábamos por la barda para verlo. En la noche veía el espectáculo y era alucinante; ahora tenerlo aquí en una obra de su autoría que es “Dónde estará mi primavera” en el contexto de músico instrumentista tocando un solo de percusiones en medio de la obra con la Orquesta Sinfónica de Praga, pues es algo muy especial, muy mágico. No podría decir que uno sea mi favorito, pero probablemente en donde me siento más interpretado como persona, probablemente sería en la “Microsinfonía” y en “Desnudo”.