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Seis años de sonido estéreo al aire libre

Un recorrido por la historia del festival más grande del panorama nacional

Por  IGNACIO MAYORGA ALZATE

febrero 7, 2015

Cortesía

“Trent Reznor no necesitó mucho tiempo para convertir el escenario principal en un verdadero infierno. Acompañado por tres multiinstrumentistas (de un nivel musical abrumador) y un juego de luces manejado con maestría, Reznor transformó el lugar en una especie de hipster free zone en la que los poderosos beats y guitarras distorsionadas sacudían literalmente la tierra”. Así empezaba la reseña de Rolling Stone tras el concierto ofrecido por Nine Inch Nails el 3 de abril de 2014 en el marco del quinto Festival Estéreo Picnic.

Pocos años atrás, en la primera edición, era muy difícil imaginar que algo así pudiera ocurrir en Colombia, y que un acontecimiento de esas características fuera a crecer hasta alcanzar esos niveles.

Y es que un salto de 3.287 asistentes en 2010 a los 50.867 de 2014 no es poca cosa. Solo el hecho de que un line up de 8 artistas evolucionara a uno de 41 (y 60 para 2015) evidencia que el festival ha venido evolucionando en compañía de la cultura de un público que invierte en cultura, en difusión musical, en la posibilidad de abrir sus oídos a otros sonidos y nuevas experiencias. 

Un componente muy interesante en la historia de Estéreo Picnic tiene que ver con el hecho de que se gestó, en alguna medida, con la idea de sus promotores de no hacerse daño mutuamente. En 2010 Matisyahu y 2manydjs habían sido agendados para la misma fecha. Dada la dificultad de convocatoria en este contexto, los empresarios temieron las repercusiones en sus inversiones y, con un espíritu que no le vendría mal a nuestra idiosincrasia, decidieron unir fuerzas y poner en un mismo espacio a ambos artistas. 

Conciliar el sonido de rock alternativo y electrónica de 2manydjs con el de reggae y dub de Matisyahu no era tarea fácil pero, con la suma de un cartel nacional y la participación del Instituto Mexicano de Sonido, la primera edición del evento se llevó a cabo y, en el proceso, instauró una suerte de leitmotiv de sus organizadores: el presentar artistas con distintos matices sonoros en un mismo espacio,  construyendo una cultura de tolerancia y respeto, cosa que hace mucha falta en el panorama de los conciertos en Colombia.

No obstante, pese a la apropiada realización del evento y el nacimiento de una referencia importante en el panorama nacional, el primer experimento derivó en números rojos. Pero ya no podía hacerse nada: los motores ya estaban en marcha y sus promotores sabían que algo bueno tenían en sus manos. 

En su segunda edición el cartel ya contaba con 34 artistas y la asistencia se duplicó. De nuevo, las presentaciones fueron heterogéneas, diversificando los sonidos de los actos en tarima. Por un lado, Frente Cumbiero, Chocquibtown o Jiggy Drama pusieron a brincar a la asistencia mientras que, representantes del rock nacional como V for Volume, The Mills o Ciegossordomudos regaron cientos de vatios sobre los prados de la Zona F. El festival abrió también las puertas a los entonces emergentes Monsieur Periné. 

Como headliner se presentó Calle 13, cuyo álbum Entren los que quieran estaba rotando fuertemente. La agrupación liderada por René Pérez sacudió al público reunido en la Zona F, mientras interpretaba sus éxitos acompañados de nuevos hits como Calma pueblo, El baile de los pobres y Latinoamérica. La representación internacional estribó por distintas geografías y variados ritmos; por la tarima pasaron los suecos The Sounds; el dúo australiano The Presets; Cansei de ser sexy, de Brasil y la agrupación mexicana Zoé, entre muchos otros.

A pesar de este éxito la segunda edición del Estéreo Picnic también produjo pérdidas, como lo hizo la tercera y la cuarta. Solo hasta 2014 la inversión de los promotores se vería retribuida. 

Para 2012 el festival dejó de ser un evento de un solo día y abrió sus puertas viernes y domingo. El festival, al que asistieron más de seis mil personas, volvió a presentar un cartel plagado de sorpresas que oscilaban entre los inmensos Caifanes —responsables en gran medida de la proliferación del rock en español en los 90—, los prometedores MGMT —niños consentidos de la indietrónica y la nueva psicodelia—, los franceses de Cassius y Yuksek, hasta bandas emergentes como De bruces a mí, Globos de aire, Planes y un amplio espectro que abarcó también a Los amigos invisibles, Systema Solar, Tres Coronas, Superlitio y Monsieur Periné, que se presentó por segundo año consecutivo, meses antes de lanzar su primer disco. 

Para la cuarta edición del Estéreo Picnic, en 2013, la oferta se amplió a tres días. Todo un fin de semana dedicado a la música. Entre el cartel que casi logra cuadriplicar el número de asistentes con relación al año anterior se encontraban pesos pesados como New Order, Café Tacvba y The Killers. El público bogotano pudo ver a Crystal Castles un año antes de que Alice Glass abandonara la banda, a Steve Aoki cuya energía reventó la Zona F y a Foals, banda de la que el público se había enamorado en 2011 cuando abrieron para Red Hot Chili Peppers. 

El año pasado, después de cuatro ediciones, por fin el festival pudo dar ganancias. Más de 50.000 personas se dieron cita en la sabana bogotana para disfrutar de la experiencia de 41 artistas de todos los géneros. Hubo reincidentes: Bomba Estéreo, Monsieur Periné y Zoé; promesas en ascenso: Consulado Popular y los Petitfellas; nostalgias: Jovannoti y The Wailers y, sobre todo, headliners de talla mundial, tremendos representantes del rock como fue la poderosa presentación de industrial tercera ola de Nine Inch Nails y la fusión funky rock & roll de Red Hot Chili Peppers.

Babasónicos y los Fabulosos Cadillacs pusieron la cuota argentina mientras que Tiësto, Capital Cities y Cut Copy llenaron los prados con sus tornamesas y consolas. Phoenix, Vampire Weekend y Julian Casablancas contribuyeron con el sonido indie que ha caracterizado al festival desde sus primeras ediciones. También estuvieron Gogol Bordello, AFI, La 33 y tantas otras diversas propuestas que representan cada una, la necesidad de un artículo por sí mismas. 

Desafortunadamente la lluvia trató de aguar la fiesta y, si no se hubiera encontrado con un titán como Julian Casablancas, habría echado todo a perder. Pareciera también que el Estéreo Picnic no estuviera exento de las dificultades técnicas que caracterizan a los conciertos en Bogotá: el sonido le jugó malas pasadas a Natalia Lafourcade y a Monsieur Periné, truncando el desempeño de la hermosa mexicana y de la banda liderada por Catalina García. 

El 16 de noviembre de 2014 se fueron presentando, vía Facebook, los 60 artistas que integrarían la nómina para el evento de este año. El extravagante Jack White fue la punta de lanza del cartel más grande que ha tenido el festival. Otros pesos pesados se fueron presentando a lo largo de la tarde. Andrés Calamaro, Foster the People, Draco Rosa, Skrillex y Kings of Leon resultaron los más conocidos. Adjunto a los artistas internacionales se incluyó una gruesa lista de intérpretes locales (encabezada por Aterciopelados) que sus mismos coetáneos criticaron a través de las redes sociales, olvidando que, sin la nómina local no existiría el festival.

Junto con bandas como Kasabian, Alt-J y Miami Horror, artistas como Herencia de Timbiquí, Superlitio, Ciegossordomudos y Puerto Candelaria fueron anunciados, convirtiéndose el cartel más polémico hasta ahora en la historia del festival. Empero, no todo el mundo reaccionó de esa manera y se demostró el respaldo que tiene el evento en la audiencia. Las bandas locales, en su mayoría, son exponentes de lo mejor que se está produciendo en el país y el festival siempre ha apostado, desde sus primeros días, por los talentos locales. La presencia de Pedrina y Rio, La tostadora o Mitú no debería sorprender a la luz de los cinco festivales anteriores.

Polémico como pudo haber sido el anuncio del cartel de artistas una cosa es cierta: Bogotá se va de picnic durante tres días. Nadie está obligado a ir pero el que siga haciendo parte de este festival en su sexta edición podrá disfrutar de una experiencia singular, de talla mundial, a unos minutos del casco urbano. La música de calidad, como siempre, será la verdadera protagonista y le permitirá a los asistentes presenciar un evento distinto a todos los que Bogotá tiene por ofrecer, de contaminarse una vez más con los sonidos de artistas diversos, de ver a los más grandes ídolos de la música contemporánea y, en definitiva, de vivir tres días que pueden llegar a ser memorables.

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