Rodrigo De Paul: “Algunas cosas me hicieron más duro y más frío”

No hay tiempo para versiones. En la cuenta regresiva hacia Qatar, el futbolista argentino más buscado hoy llega a la tapa de Rolling Stone y habla de todo. La evolución de su juego, Messi, Tini, las fake news y los sueños verdaderos

Facundo Pechervsky

noviembre 2, 2022

Se habla mucho de Rodrigo De Paul. A los 28 años, este jugador, que supo ganarse un lugar inamovible en la selección argentina de fútbol, se prepara a conciencia para el mayor desafío de su carrera en medio de una ola de especulaciones sobre su vida privada. Pero eso no parece perturbarlo. Durante el encuentro con Rolling Stone, en su casa de Madrid, De Paul transmite la serenidad imprescindible para un profesional concentrado, al tanto de la magnitud de la misión en la que está por embarcarse y seguro de sus capacidades. En medio del ajetreo que implica un calendario lleno de compromisos (Liga Española, Champions League, amistosos con el seleccionado, el inicio inminente de la Copa del Mundo en Qatar), el que es hoy uno de los hombres del team de Lionel Scaloni más buscados por la prensa nos recibe luego de un mes y medio de idas y venidas para encontrar un hueco disponible en su agenda de futbolista de élite.

¿Pero hoy qué implica exactamente ser un futbolista de élite? En principio, jugar en uno de los equipos más relevantes del mundo y, por otro lado, estar sometido al escrutinio permanente de esa masa hambrienta de novedades de cualquier índole −también las falsas− que anida en las redes sociales. De Paul tiene todo para ser carne de cañón de ese enorme programa de chimentos colectivo, de alcance planetario y emisión en continuado que amplificó a niveles asombrosos la malicia y la negligencia que hasta no hace tanto circulaban solo en la televisión y los medios gráficos sensacionalistas: cultiva lo que solemos entender por “perfil alto”, se afianzó como uno de los referentes de esta selección dirigida por Scaloni que ha recargado la expectativa de triunfar de los argentinos más futboleros, es simpático, tiene onda −digámoslo así, apelando a una referencia con gusto a cliché y pasada de moda pero ciertamente útil para el caso−, es fan de Duki, Trueno y Bizarrap y está de novio con una de las estrellas pop argentinas del momento, Tini Stoessel. Ufff…

FOTO: FACUNDO PECHERVSKY

En las semanas previas al mundial deberíamos estar hablando sobre todo de fútbol, pero la usina de rumores no se detiene. La dinámica del chisme es frenética, y todos nos empezamos a preguntar en cuánto puede afectar al rendimiento de una de las piezas clave de este equipo que carga con la responsabilidad de crear el “ambiente” ideal para que Lionel Messi finalmente consiga la frutilla del postre: una Copa del Mundo que hasta ahora se le ha negado. 

Cuando llegamos a su casa para hacer la entrevista, el clima general es relajado. Nos recibe Pablo Hermo, amigo y colaborador íntimo de De Paul, para avisarnos que en breve el protagonista terminará de almorzar y estará con nosotros. Quedamos a la espera con la compañía de Rocky, un anfitrión muy simpático que también se mueve como el dueño de casa e incluso exhibe algunas de sus habilidades: aquí hasta el perro tiene buen dominio de la pelota. Muy pronto, mientras se ajustan los detalles previos para una producción fotográfica que terminará siendo distendida, propia de alguien que se mueve como si conociera al detalle los menesteres del mundo del espectáculo, Rodrigo aparece en escena con un termo y un mate, en pantalón corto y pantuflas.

Parece ajeno a todo el runrún mediático y muy enfocado en lo que viene en términos de su carrera deportiva. Y lo que viene, más allá de un presente discreto en el equipo que dirige su compatriota Diego Simeone, es el mundial. Difícil empezar por otro lado porque el mundial ya se respira. Sin un lugar definitivamente ganado en el once titular del “Aleti” −una misión que no es simple, como él sabía de antemano, en el contexto de un plantel de primer nivel−, pero consolidado como un indiscutible del seleccionado argentino, De Paul lo reconoce: está ansioso.

FOTO: FACUNDO PECHERVSKY

“Los días son un poquito más largos,  pero es algo normal faltando tan poco −explica−. Es una mezcla de sentimientos… A veces uno puede ponerse nervioso por toda esta expectativa, por las ilusiones que este equipo genera hoy en todo un país. Pero los jugadores con experiencia ya sabemos cómo manejarlo”.

La experiencia de De Paul no es poca: cerca de medio centenar de partidos repartidos en dos temporadas con el Valencia de España y más del triple en las cinco que estuvo en el Udinese italiano, la etapa en la que terminó de rediseñar su estilo para transformarse en un jugador mucho más completo: del enganche dependiente de la inspiración, al interior que marca, juega, pasa con precisión, releva, ordena y pide la pelota en los momentos difíciles.

De Paul es uno de los socios preferidos de Messi no solo porque se divierten fuera de la cancha: también se entienden a la perfección cuando juegan. Al exjugador de Racing le calza justo el mote de “lugarteniente” de la Pulga. Un hombre solo no puede hacer nada, decía el místico ruso George Gurdjieff, y Messi, sospechamos, no sería un extraterrestre. También él necesita una pequeña ayudita de sus amigos.

“La gente quiere que Argentina salga campeona del mundo, pero sobre todo tiene muchas ganas de que Leo gane esta Copa −sostiene−. Y no solo en Argentina pasa eso, también en otros lugares del mundo. Leo ya ha dejado un legado muy relevante en la selección, eso es lo más importante. Todo lo que ha generado para el fútbol argentino va a quedar para la historia, no necesita nada más para reafirmarlo. Pero nosotros tenemos que ayudar para que gane este mundial simplemente porque sería algo muy merecido. Es lo que deseamos todos a los que nos gusta el fútbol, ¿no?”. 

“La gente quiere que Argentina salga campeona del mundo, pero sobre todo tiene muchas ganas de que Leo gane esta Copa −sostiene−. Y no solo en Argentina pasa eso, también en otros lugares del mundo. Leo ya ha dejado un legado muy relevante en la selección, eso es lo más importante”

En el esperado torneo que arranca este 20 de noviembre hay varios favoritos. Messi no la tendrá fácil para cumplir su sueño y el de millones de argentinos. De Paul es consciente de la dificultad. “Brasil me parece un equipazo −remarca−. No sé dónde leí el otro día que de los últimos cincuenta partidos que jugó perdió uno solo, con nosotros, en la final de la Copa América. Francia también tiene jugadores que están en un nivel extraordinario. Son los últimos campeones y ahora suman a Benzema en un gran nivel. España me parece una selección que juega muy bien al fútbol. Tiene uno de los mejores técnicos del mundo, de hecho. Alemania es siempre para respetar. Y está Inglaterra, que jugó la última final de la Eurocopa… La verdad es que será una competencia muy dura. No sé si alguna vez hubo un mundial con tantos candidatos firmes. Todos con distinto fútbol, pero siempre con un nivel muy alto. Yo creo que esta Copa del Mundo se va a definir por detalles: por acumular dos amonestaciones y quedarte afuera, por que un jugador se lastime… Son las cosas que pueden terminar pesando cuando el nivel es tan parejo. Van a ser siete finales, un mes muy duro. Hay que estar en óptimas condiciones físicas y mentales. Nosotros llegamos bien. Estamos en ese pelotón del que estoy hablando”. 

Rodrigo De Paul en su casa de Madrid. FOTO: FACUNDO PECHERVSKY

Para llegar más que bien, lo mejor que le sea humanamente posible, pongamos, De Paul le suma a la preparación en su equipo y en la selección un notable esfuerzo personal. Vive para el fútbol: entrena también en su casa, controla estrictamente su dieta con un especialista, ve partidos con mucha regularidad y se apasiona cuando habla de eso que tanto le gusta. “Físicamente estoy muy bien porque soy una persona que se cuida. Entreno mucho, dedico mi vida cotidiana al fútbol y eso hace que me sienta muy bien, que llegue entero. Es verdad que hay muchas cosas que te las dan solo los partidos, la continuidad: la dinámica con la que manejás la pelota, los controles, todo eso te lo va dando jugar seguido. Es importante llegar con una carga de minutos encima, y yo no estoy jugando siempre en el Atlético de Madrid. Pero ahora, faltando tan poco, no me parece algo primordial. Lo importante es llegar bien física y mentalmente, como decía recién. Si el mundial se hubiera jugado en julio, hubiésemos llegado más desgastados, pero Qatar nos encuentra en mitad de la temporada, entonces estamos mucho mejor. Mi pronóstico es que nos espera un mundial de muy buen fútbol”. 

En las dos temporadas que lleva en el Atlético de Madrid, De Paul todavía no llegó a lo que él mismo pretende: ser la evolución virtuosa del jugador que explotó en el Udinese, donde, además de crecer exponencialmente en términos de funcionalidad dentro del campo, hizo treinta y cuatro goles y todavía más asistencias. Lo sabe y no tiene problemas en admitirlo: “Me falta mucho por dar acá. La historia en el Atlético empezó hace apenas un año y medio, y en todo ese tiempo hubo momentos muy buenos y otros no tanto, yo lo sé. Pero siempre fui autocrítico. También sé que puedo dar más. Creo que el equipo merece que yo le dé más. Y estoy trabajando para eso, buscando ser mejor, ser protagonista. Mis compañeros confían mucho en mí, pero todos sabemos que se trata de un proceso en el que las cosas se van a ir dando de a poco. Cuando trabajás y estás tranquilo mentalmente, las cosas funcionan”. 

¿Está tranquilo mentalmente alguien que en los últimos días apareció en la prensa más por las especulaciones en torno a su noviazgo y la polvareda que levantó su presencia en la gala de los premios Billboard en Miami, cuando había pedido un permiso especial para faltar en un partido contra el Sevilla por la Liga Española luego de jugar unos amistosos con la selección? A juzgar por su apariencia, la respuesta es sí.

Federico Maranesi /MI News/NurPhoto via AP

Como la idea de este encuentro con él no es aportar más material al tenebroso universo del panelismo, de los temas de la intimidad se habla lo justo y en un tono mesurado. “Con Tini tenemos una relación muy sana −argumenta él−. Cada uno tiene su trabajo y sus responsabilidades. Ninguno de los dos depende del otro. Pero nos hemos elegido para transitar la vida acompañándonos. Yo siento mucha admiración, mucho orgullo por lo que ella hace. Por la dedicación que le pone a su trabajo, por el valor que le da a cada acción destinada a la gente que la sigue. Es una relación que me ha cambiado la vida. Me hace bien, la quiero mucho. Nuestras profesiones no nos permiten estar todo el tiempo juntos, pero cada vez que tenemos tiempo lo disfrutamos, nos disfrutamos. Nos aislamos de muchas cosas que son densas. Mientras nos hagamos bien como nos estamos haciendo, está bueno. Ojalá que dure mucho tiempo”.

“Con Tini tenemos una relación muy sana −argumenta él−. Cada uno tiene su trabajo y sus responsabilidades. Ninguno de los dos depende del otro. Yo siento mucha admiración, mucho orgullo por lo que ella hace”

Lo dice tranquilo, mirando a los ojos del interlocutor, insuflándole al discurso esa cadencia especial del cebado del mate. Si hubiera que sintetizar cuál es el ánimo que transmite De Paul hoy por hoy, uno diría: aplomado, cálido, dispuesto a charlar sin ninguna premisa limitante (algo no tan común para un deportista de su rango) y bastante despreocupado por el qué dirán. No luce como una estrella atormentada por sus circunstancias, sino como un pibe de Sarandí que llegó al lugar al que quieren llegar millones de otros pibes de otros muchos lugares del planeta.

Pronto recordará con cariño ese pasado, pero antes confirma que aquello que algunos esclavos de las habladurías quieren transformar en un vulgar conventillo es parte de la mecánica habitual para un futbolista profesional. Un momento en el que todavía no alcanzó todo lo que le exige un entrenador al que sobre todo respeta. Y nada más. “Diego es una persona que transmite mucho el valor de ganar. Vive para el fútbol y tiene una pasión muy a flor de piel. Esa es una gran virtud −afirma cuando piensa en el Cholo Simeone, una leyenda viva del Atlético de Madrid−. Lo importante es que sabe transmitir esa pasión. Porque hay gente apasionada en cualquier tipo de trabajo, pero capaz que no transmite, que no contagia. Diego es muy gestual, habla mucho con el cuerpo y te contagia esa pasión que siente por el fútbol, por ganar, por vivir de esto y para esto. Te hace dar cuenta de dónde estás, de lo que vale ese lugar. Tenemos una relación cercana porque somos argentinos y porque yo me veo reflejado en muchos aspectos cuando pienso en él como jugador. Me pasaba cuando no lo conocía, y ahora, que lo conozco, esas cosas cobraron mucho más valor y fomentaron una relación que yo siento muy cercana. Como técnico, es uno de los mejores del mundo, de eso no hay dudas. Ha hecho con el Atlético de Madrid cosas increíbles, al margen de todo lo que ganó. No es fácil mantenerse en un club como este más de diez años, llevarlo a Champions League, ser siempre protagonista. El Cholo ya es parte de la historia grande de este club”.

Si alguien buscaba un conflicto en esta zona, debería dejar de lado la pretensión.

FOTO: FACUNDO PECHERVSKY

Alejados de los murmullos venenosos, de Madrid saltamos al sur del conurbano bonaerense. A esa zona caliente para los amantes del fútbol que es, desde hace más de cien años, el partido de Avellaneda. Sarandí, pensando en la letra fría del planeamiento urbano, es parte de ese municipio. Y como tal, vive de muy cerca la rivalidad entre los dos equipos “grandes” de la zona.

De Paul está de un lado de la vereda que todos identificamos, pero no por pura casualidad. Lo recuerda él cuando viaja a su niñez, de la que, decíamos, tiene una linda imagen, relacionada con la pelota, claro, y con una elección tajante. “Yo entendí, y también me hicieron entender muy rápido, que tenía facilidad con la pelota. Era algo que me salía con una gran naturalidad, entonces me divertía mucho. Cuando de chico jugás bien, te volvés más popular en el barrio. Y a mí todo ese personaje me gustaba. Creo que por eso tengo hoy esta personalidad. Me hice notar y me vinieron a buscar. Primero, de Independiente, cuando yo jugaba en el club del barrio, y les dije que no. Le dije a mi mamá, literalmente: A Independiente no voy. Estaba escrito que yo tenía que jugar en Racing. Soy hincha de Racing, le debo mucho a ese club. Llegué cuando tenía ocho años y estuve diez años ahí adentro todos los días. Es imposible que no haya algo entre Racing y yo –grafica con una frase de resonancia lírica–. Racing fue mi infancia, me permitió darle a mi familia un pasar mucho más lindo que el que había tenido siempre, me educó… Racing es una parte muy importante de mi vida”. 

“Yo entendí, y también me hicieron entender muy rápido, que tenía facilidad con la pelota. Era algo que me salía con una gran naturalidad, entonces me divertía mucho. Cuando de chico jugás bien, te volvés más popular en el barrio. Y a mí todo ese personaje me gustaba”

En aquellos años de formación, Rodrigo contó con la protección y el estímulo del club blanquiceleste y también con el apoyo inestimable del abuelo materno, Osvaldo. Borroneada la figura de su padre Roberto, alejado voluntariamente de su familia cuando De Paul era muy pequeño, ese abuelo se erigió como un patriarca bonachón y lleno de templanza.

“Era el que manejaba todos los hilos de mi familia, pero falleció cuando yo tenía 15 años. Para mí fue un quiebre. Ahí dije ‘quiero ser un profesional del fútbol, quiero ayudar a mi familia’. Estábamos un poco sin rumbo, entonces empecé a darle otra seriedad a lo que hacía, le di un vuelco muy fuerte. Cuando llegué a la Primera de Racing cambió todo, le pude dar efectivamente una mejor vida a mi familia. Esa fue la motivación más potente, la que más me impulsó”.

Messi, De Paul y la Copa América. FOTO: Instagram/Rodridepaul

Antes de Racing estuvo el club de barrio del que hablaba con nostalgia, aquel donde llamó la atención de los cazadores de talentos de Independiente: Deportivo Belgrano, un lugar al que vuelve cada vez que puede y donde es todo un símbolo. “Yo vivía en el club, prácticamente. Y tengo todos recuerdos lindos de esa etapa, le tengo un cariño muy especial a Deportivo Belgrano. Cuando voy ahora y veo a los chicos, me siento identificado. Yo fui como ellos… Es muy loco, porque en los clubes de barrio las camisetas son siempre las mismas, se van pasando de categoría en categoría, entonces decís ‘uy, capaz que esa camiseta que tiene puesta ahora ese pibe antes la usé yo’. De hecho el técnico sigue siendo el mismo, Juan Neira, alguien con muchísima experiencia. Me veo muy reflejado en esa época, que para mí fue preciosa”.

En ese club de barrio el pequeño Rodrigo empezó a forjar esa personalidad impetuosa que lo distingue. Veinte años después, sigue asumiendo el rol del dueño de la pelota: entra en el tramo final de un partido internacional con el Atlético de Madrid y se hace cargo de cada tiro libre cercano al área rival, la pide, alienta a sus compañeros, conversa al referí. “Siempre me gustó tener un rol importante, nunca fui de pasar inadvertido. Pero en la selección tenemos un líder que es muy grande, una figura muy importante, alguien que, además de jugar como juega, con la palabra ya simplifica todo. Obviamente, cuando habla Leo se lo escucha con mucha atención. Entonces el rol que intento cumplir en la selección es del lado del ejemplo: entrenar a full, que el equipo sepa que siempre puede contar conmigo dentro y fuera del campo, entender cada momento que pasamos, aportar alegría, diversión al grupo. Eso te lleva a ser un referente. Pero no es solo un tema de actitud. Cuando las cosas te salen bien dentro de la cancha, tus compañeros empiezan a confiar más en vos, a respetarte más también fuera del campo. Creo que todo eso me condujo a ser no sé si un líder, pero sí un jugador importante dentro de la selección argentina. El líder es Messi”. 

“Siempre me gustó tener un rol importante, nunca fui de pasar inadvertido. Pero en la selección tenemos un líder que es muy grande, una figura muy importante, alguien que, además de jugar como juega, con la palabra ya simplifica todo. Obviamente, cuando habla Leo se lo escucha con mucha atención”

En un entorno tan competitivo como el del fútbol de élite, ese afán de protagonismo, lo entiende, puede generar rispideces. Tomar decisiones que no están planificadas requiere de una valentía especial. Y De Paul es de los jugadores que cuentan con ese atributo. Se percibe a simple vista cuando se lo observa en acción en una cancha. “Es la personalidad que me llevó a estar donde estoy. A mí no me asusta el contexto. Confío mucho en mis condiciones. En momentos delicados prefiero agarrar la pelota y absorber las presiones, pero no porque crea que mis compañeros no pueden. Es más una cuestión de instinto, es lo que me sale, lo que me pasa por dentro. Así actué toda mi vida, en la cancha y afuera. Hago lo que siento que debo hacer, aunque a veces pueda arrepentirme. Soy un pibe que actúa en base a lo que vibra, a lo que le pasa en cada momento”.

Parte de esa seguridad la fue ganando en la época del Udinese, la de la vuelta de tuerca que lo catapultó a la selección en 2018 y fue clave para que se nos haya grabado en la memoria como un factor decisivo en la histórica victoria contra Brasil en el Maracaná: De Paul fue uno de los artífices de la obtención de esa Copa América el año pasado, es difícil olvidarlo. Ya nadie piensa al seleccionado de Scaloni sin él.

FOTO: FACUNDO PECHERVSKY

“Ese cambio en mi forma de jugar fue muy paulatino. Casi todos se empezaron a dar cuenta cuando estaba en Italia, pero yo lo venía trabajando antes, pensando en ser un jugador más completo para lograr todo lo que quería. Cuando me fui de Argentina, las condiciones que tenía me alcanzaron para irme al Valencia. Pero para llegar a la élite, para poder jugar en la Champions League todos los años y ser parte de una selección importante, no alcanza con eso. Las condiciones me permitieron llegar, pero no me iban a permitir mantenerme los diez años que ya llevo en Europa. Tuve que sumar capacidades. Y me esforcé mucho para conseguirlo porque estaba convencido de que era por ahí. Lo hice guiándome una vez más por mi instinto, y hoy puedo decir que no me equivoqué”.

El cambio trascendente que hizo De Paul fue posicional, pero también de estilo: “Empecé a jugar más como un interno, a hacer el recorrido de toda la cancha. Eso se afirmó en Italia, y cuando me vieron en la selección se magnificó mucho más, como era esperable. Pero yo subrayo que es algo que vengo trabajando hace mucho. Me gusta cómo juego hoy porque recibo mucho la pelota y, al estar muy bien físicamente, también puedo aportar en la recuperación. Hasta ahora es donde más cómodo me he sentido en la cancha”.  

La condición física es una virtud ineludible a la hora de valorar a De Paul. Ese cuerpo torneado que luce con orgullo −y que le permite posar con convicción como si fuera un modelo publicitario− es la señal inequívoca de una dedicación plena al entrenamiento. Más allá de lo que muchos medios buscan agitar para sumar clics, su tiempo está absorbido casi por completo por el fútbol. Lo mismo pasa con su actual pareja, en la cresta de la ola de su carrera artística.

Rodrigo tiene poco tiempo para el ocio y suele pasarlo con sus amigos más íntimos, un grupo reducido del que forma parte su mano derecha, Pablo. “De chico yo era bastante callejero, me gustaba mucho pasar el tiempo con mis amigos. Después la vida me fue llevando a que me guste más quedarme en casa. Cuando elegís esta profesión, sabés que hay cosas que no podés hacer, hay que aceptarlo. Pero la verdad es que tampoco me imagino una vida distinta a la que tengo. Hace mucho que convivo con esto y me gusta lo que me tocó. No me puedo quejar”.

Ese círculo de allegados a De Paul es pequeño: “Un grupo de amigos que no llega a diez, los de toda la vida, mis padres, mis hermanos, Tini y sus padres”, sintetiza. Después hay tías, primas, está la gente que lo recuerda y lo quiere de Deportivo Belgrano y de Racing, todos los que en definitiva le preocupan a él cuando lo involucran con alguna noticia falsa. Y no son pocas las veces, recalca. “Pueden decir lo que quieran, a mí no me afecta. Pero me duele cuando los afecta a ellos. Siento que los tengo que cuidar”, advierte. 

Credito: FACUNDO PECHERVSKY

Una base sólida para mantener el ánimo arriba es su amistad con Messi, una complicidad que se va afirmando, que se hace cada vez más elocuente, pero que no parece tener esta vez las sombras de la camarilla, ese ingrediente omnipresente en el mundo del fútbol. Y una de las fortalezas de la selección de Scaloni es la solidez del grupo, tema del que también se habla mucho en las agotadoras tertulias de ambición sociológica sobre este deporte, pero no siempre haciéndole honor a la verdad. “A Leo lo quiero mucho, y sé que él me quiere mucho a mí. Fuera de la cancha estamos cerca porque nos divertimos, somos amigos. Y yo con mis amigos la paso bien. Es verdad que a mis otros amigos no les sacan las fotos que le sacan a él [risas]. Fuimos generando fuera del campo algo que adentro también se da, por suerte. Justo tenemos la posibilidad de jugar muy cerquita, de estar mucho en contacto. Muchas veces, el análisis que voy haciendo mientras juego me lleva a intentar que él corra menos, que haga menos desgaste y tenga más resto para desnivelar. Son cosas que me pasan por la cabeza durante el partido. Entonces el diálogo con él es constante, nos entendemos con una mirada. Leo también me habla con el cuerpo, yo me doy cuenta si está esperando que pase para llevarme una marca, por ejemplo. Muchas cosas nos salen de memoria, y eso no pasó porque nos lo propusimos deliberadamente, se dio de una manera muy natural. Jugar con él es como jugar al truco teniendo el ancho de espadas en todas las manos. Si vos sabés de antemano que vas a tener siempre esa carta, jugás más cómodo, más tranquilo. A mí me parece que esto sucede porque hay una amistad, una buena energía entre nosotros. Eso ayuda a que las cosas salgan mucho más fácil”. 

Cuando pensamos en las caras más visibles del actual proceso de la selección, la figura de De Paul aparece de inmediato: la idea ya instalada de que es uno de los socios más cercanos de Messi, como lo era hasta no hace mucho el Kun Agüero. Pero hoy el acento no está puesto en las jerarquías. Lo que prima es la integración. Esa es, hasta el momento, una de las cualidades más evidentes del ciclo Scaloni. “Es fundamental para nosotros, sin dudas. Pero ojo que también se dicen muchas cosas que no son ciertas respecto al pasado. Yo no estuve en los anteriores procesos, pero Leo me ha contado que cuando Argentina llegó a la final en 2014 pasaron un mes increíble en Brasil, que el grupo había estado espectacular, que lo habían disfrutado mucho. Eso es crucial porque en un Mundial tenés que convivir un mes con tus compañeros. Estás con ellos en el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena. Si yo no me llevo bien con alguien a quien veo todos los días, la comida me empieza a caer mal. Si hay buen ambiente, buena energía, en cambio, todo es más fácil. Y ahora está pasando eso, pero no porque ganamos la Copa América. En este equipo fue así desde el primer momento. Y en eso fue muy importante Scaloni. Hay un video bastante conocido en el que yo aparezco tomando una cerveza y diciendo que vamos a ganar la Copa América. Bueno, ese video es de un asado que hicimos antes de jugar esa Copa, antes de los treinta y cinco partidos invictos. Y es un asado que hizo el grupo: nosotros mismos nos encargamos de comprar la carne, Nico Otamendi fue el que hizo el costillar, Gio Lo Celso prendió el fuego, el Dibu Martínez trajo la picada de Mar del Plata… Estábamos todos alrededor del fuego mientras se hacía el asado, tomando mate. Si vos tenés esa relación con tus compañeros, das un plus en la cancha. Estos cuatro años fueron muy lindos. Scaloni no fue solo un buen seleccionador de jugadores, también analizó muy bien las personalidades de cada uno. Y eso hizo que el rompecabezas encaje y que todo funcione. Le dio mucho valor no solo al que tenía la capacidad de hacer un buen control, sino a todo un contexto que en ese momento la selección argentina necesitaba”.  

¿Habrá sido el resultado de esa conexión amistosa, casi familiar aquel pase largo inolvidable que terminó con el gol de Di María en la final de 2021 contra Brasil? ¿Ayuda tanto la empatía en instancias como aquella? “No quiero exagerar, porque también es determinante en un momento así el trabajo que hacés con el entrenador −contesta De Paul−. Pero sí creo que tener un buen diálogo con los compañeros colabora mucho. Yo hablo mucho con Fideo y ya sabía que él en una jugada así iba a picar. Me acuerdo de que agarré la pelota en medio de un ida y vuelta que se dio en el partido, porque estábamos todos realmente bastante cansados. Pensé en tenerla un poco para que tomáramos algo de aire, pero cuando agaché la cabeza vi de refilón una flecha celeste y blanca que pasaba y me di cuenta de que era Ángel. Uno sabe dónde están los compañeros… Reaccioné rápido y tiré el pase. Como siempre digo, fue el mejor y el más importante pase de mi vida. Fue contra ese Brasil que perdió un solo partido de cincuenta, en el Maracaná, y encima no éramos los favoritos en aquella final”. 

“Yo creo que esa Copa que nos llevamos está entre los más grandes logros de la selección argentina, junto con los dos Mundiales que se ganaron (1978 y 1986), las dos últimas finales que se perdieron [N. del R: se refiere a las de 1990 y 2014, aunque hay una tercera más lejana en el tiempo, pero igual de importante para la historia futbolera vernácula, la de 1930] y el partido de Maradona contra los ingleses. Fue algo muy grande lo que pasó”

Solo “algo muy concreto” puede superar ese logro, opina De Paul. Se trata, naturalmente, del objetivo en Qatar. El triunfo en Río de Janeiro, con dos superstars como Messi y Neymar frente a frente en cancha, es un jalón destacadísimo en la historia de esta selección. Ahora el desafío es ganar un Mundial.

“Yo creo que esa Copa que nos llevamos está entre los más grandes logros de la selección argentina, junto con los dos Mundiales que se ganaron (1978 y 1986), las dos últimas finales que se perdieron [N. del R: se refiere a las de 1990 y 2014, aunque hay una tercera más lejana en el tiempo, pero igual de importante para la historia futbolera vernácula, la de 1930] y el partido de Maradona contra los ingleses. Fue algo muy grande lo que pasó”.  

De Paul tiene la mira puesta en esa meta, se palpa en cada palabra, en cada gesto cuando habla de la selección. Está orgulloso de lo que consiguieron hasta hoy, pero hay ganas de más. Y es un deseo compartido: son muchos los fanáticos del fútbol que imaginan un final feliz en este inusual Mundial que se jugará en un país caluroso que funciona básicamente como un shopping gigante para multimillonarios. Por eso cada interferencia provocada por cuestiones ajenas al fútbol hace saltar la alarma. Todos opinan sobre la vida privada de las estrellas del fútbol, muchos siguen la de Rodrigo como si fuera una telenovela, la prensa española lo señala como “el indultado” cuando le toca jugar con el Brujas por la Champions League, donde el equipo de Simeone ha producido esta temporada sobre todo dudas.

FOTO: FACUNDO PECHERVSKY

Él dice que esos ruidos no le molestan. “No me afecta, soy un profesional y puedo manejarlo. En el fútbol convivís con la crítica y el elogio constantemente, va oscilando de un lugar a otro. Pero al final todo depende de lo que hagas dentro de la cancha. Si el domingo hago un golazo, mi vida cotidiana pasa a un segundo plano y me van a llenar de elogios. Y si juego mal, la crítica puede ser muy dañina. Mucha gente cree que el jugador de fútbol es un robot. Como no se sabe mucho de la vida íntima de un futbolista, se inventan cosas. En relación a mi vínculo con Tini, al principio me costó entender cómo funciona todo porque yo vengo de otro palo, pero ya no me afecta demasiado. Tengo las cosas bastante claras. Sí me afectó cuando se puso mal ella o sufrieron mi mamá y mis hermanos por alguna mentira que se dijo. Se dicen falsedades para generar escándalo. Tanto yo como mi familia tuvimos que entender esa lógica y hacer oídos sordos a las pavadas. Como yo controlo personalmente mis redes sociales, me contengo para no contestar y que se arme una bola de nieve. En el último año fueron muchas las burradas que dijeron sobre mí. El trabajo del periodismo, hecho en serio, es muy respetable. Hay que ser muy inteligente para hacerlo. Pero no sé si todos están preparados, si son inteligentes. Muchas veces se desvirtúa ese trabajo, hacen que pierda valor. La función del periodismo es informar, no desinformar”. 

Es esa exigencia permanente que plantea hoy el fútbol-espectáculo la que propicia dudas a la hora de proyectar el futuro. Hoy De Paul, con su comportamiento levemente desenfadado y un look parecido al de los músicos que suelen estar siempre en sus listas de reproducción, juega el juego que le proponen, pero poniendo límites. Su estrategia es tratar de no entrar en las provocaciones pensadas como anzuelos. Se entusiasma cuando habla específicamente de música (“Duki, Tiago, Trueno y Bizarrap son músicos que me gustan y que apoyan mucho a la selección, donde siempre mandan el trap, la cumbia, el reggaetón y los remixes buenísimos que hacen algunos DJ”, revela), pero sabe perfectamente que no puede poner en esa distracción más foco que el de un espectador ubicado a una distancia prudencial. “Si vienen a Madrid y puedo, voy a ver un show. O comemos un asado. No hay más que eso”, cuenta.

En todo caso, podrá recuperar el tiempo para la lisa y llana diversión cuando termine su carrera. Porque parece, por lo menos hoy, que no habrá un Rodrigo De Paul entrenador. “Antes de retirarme me gustaría ganar una Copa Libertadores con Racing. Pero, bueno, la vida va pasando, y desde que yo me fui de Argentina, el país ha desmejorado en muchos aspectos. Ya llevo casi diez años viviendo en Europa, no sé qué puede pasar. No tengo planes de seguir vinculado con el fútbol, no me veo mucho como técnico. Hay que estar muy preparado para llevar la vida tan particular que lleva un jugador. Hace unos días estuve en Bélgica, por ejemplo, pero no puedo decir que conozco algo de ese país: vas del avión al micro, del micro al hotel y así… Es una vida rara. No podés disfrutar de cada lugar al que vas, y a mí me gustaría empezar a disfrutar. Ser entrenador es aún más demandante que ser jugador. Entonces hoy no lo veo. Capaz que más adelante cambio de opinión, pero no creo”. 

¿Cómo cree Rodrigo que será la vida después del fútbol, entonces? “Lo que a mí más me gusta, lo que más deseo hoy, es estar más tiempo con mi mamá −responde él−. Ella es una persona muy importante en mi vida y, por más dinero que gane, yo sé que no puedo comprar tiempo. Hace muchos años que no paso un cumpleaños o un fin de año con ella. También quisiera estar más tiempo con mis hijos (Francesca, de tres años, y Bautista, de apenas un año y tres meses, ambos fruto de su relación con la modelo Camila Homs), tenerlos mucho más cerca que hoy. Y estar más con mi novia, con mis amigos. Pasar el tiempo con la gente que quiero y haciendo lo que quiero. Pero ya habrá tiempo para todo eso. Mientras tanto estoy contento porque me dedico a lo que amo. Juego en un club importante como el Atlético de Madrid, juego en la selección, tengo un buen pasar económico… No es todo en la vida, pero estoy conforme. Y no siento que el dinero me haya cambiado, para nada. Tengo una manera de ver la vida que no pasa por el dinero, trato de ser muy desprendido, de ayudar a mis amigos, a mi familia. Quiero que ellos puedan tener también una buena vida. Yo estuve del otro lado y sé que cuando estás apretado con la plata el día a día se hace difícil. Sí pasó que me hice más duro, más frío. Me han pasado cosas que me llevaron a ese lugar. He atravesado algunos momentos que me han hecho mal y trato de cuidarme”.

Entonces se trata, como en la cancha, de estar atento, ser pícaro, “estar al loro”, como se dice en España. De Paul es consciente de que su vida cotidiana fuera y dentro del fútbol demanda cuidado, inteligencia, serenidad. Pero también que es un ser humano y no aquel robot del que nos habló hace un rato. Eso forma parte de las maquinaciones ajenas, es uno de los precios que se suelen pagar por la popularidad.

“Muchas veces te ves obligado a improvisar, como en el fútbol”, reflexiona para seguir con el paralelismo. “Hay muchas cosas que están calculadas, mecanizadas. Hoy los entrenadores tienen mucha más preponderancia en el armado de los partidos, eso se sabe de sobra. Pero el fútbol es tan lindo porque se pueden romper los esquemas. Y los esquemas los rompe el que gambetea, y el que gambetea nunca va a dejar de gambetear. Yo no sé cuándo el otro va a gambetear, eso no se puede prever. Y en el momento en el que alguien te gambetea, se abre el partido. En esa improvisación está el encanto del fútbol. Y eso también se puede aplicar para algunos momentos de la vida”.

“Diego fue el que nos llevó a muchos a querer ser jugadores de fútbol, él les permitió soñar a los chicos de cualquier barrio. Cuando jugás en la selección argentina crece mucho más el amor que sentís por Maradona. Empezás a interiorizarte de lo que hizo desde el lado sentimental con la selección, a conocer historias de la gente que trabaja hace años en el predio de la AFA y te das cuenta de lo que representa”

La improvisación, ese aditamento que es central en el fútbol que más nos cautiva, es un valor muy relevante para De Paul. Para devolverlo, antes de despedirnos, al terreno del fútbol, ese asunto que ocupa casi todo su presente −después se verá, especulamos−, le pedimos que elija un caso, un ejemplo que ponga en blanco sobre negro la idea de la que habla: “Modrić”, contesta al toque. “Vos podés estar muy cerquita de él, pero de repente hace un control que te elimina y cambia todo el panorama. Jugadores que sorprenden hay unos cuantos: obviamente, Messi, antes que ningún otro; después Cristiano, Benzema, el Cuti Romero, que para mí es un crack”.

¿Y Maradona? “Estaba nombrando a los que juegan hoy, pero Diego fue lo máximo, eso es claro. Lo vi más en imágenes de archivo que en vivo, por una cuestión de edad. Pero también tuve la suerte de conocerlo. Diego fue el que nos llevó a muchos a querer ser jugadores de fútbol, él les permitió soñar a los chicos de cualquier barrio. Cuando jugás en la selección argentina crece mucho más el amor que sentís por Maradona. Empezás a interiorizarte de lo que hizo desde el lado sentimental con la selección, a conocer historias de la gente que trabaja hace años en el predio de la AFA y te das cuenta de lo que representa. Es una persona muy importante para la Argentina, y no estoy hablando solo de fútbol”.

Alejandro Lingenti

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