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Retazos de terciopelo

Hablando del pasado reciente (y de todo) con Andrea y Héctor, familias, negocios, arepas y placeres culposos; ya tuvimos suficiente de las viejas historias del punkero y la “niña bien”. Ellos van hacia adelante

EFREN ISAZA

marzo 25, 2016

Basta ya de repasos por la historia de Aterciopelados. Han pasado más de dos décadas y hoy son mucho más que su retrospectiva. Hoy hay un presente cada vez más claro y un nuevo álbum está listo. Aunque se trate justamente de una revisión a sus clásicos, Héctor y Andrea están trabajando nuevamente juntos, y su mirada está más allá del espejo retrovisor.

En el último año y medio han vuelto a figurar masivamente y han recibido todo tipo de homenajes. Sin embargo, la nostalgia noventera no resulta suficiente. A lo largo de todos estos meses Rolling Stone ha hablado con ellos en muchas ocasiones; esas conversaciones nos ofrecen una panorámica de lo que hoy son y de las cosas que pueden proyectarlos al futuro.

PARA LA ÉPOCA DE BOLERO FALAZ, ANDREA Y HÉCTOR YA HABÍAN TERMINADO SU RELACIÓN SENTIMENTAL. EFREN ISAZA

RESTAURANTE

“Encontrémontos en Chopinar”, dice la voz al otro lado del teléfono. Es Lorena, con la amabilidad de siempre, pero algo no cuadra. ¿Encontrarse con Andrea y Héctor en un sitio famoso por sus arepas y chorizos? No parece lógico (inmediatamente se piensa en vegetarianismos, veganismos y cosas por el estilo), pero eso aumenta la curiosidad y vale la pena seguir las instrucciones. Una vez adentro, Andrea recibe un pincho de carne y Héctor se hace cargo de unas arepas.

Es la hora del almuerzo y los Aterciopelados han estado ensayando toda la mañana en las instalaciones de Árbol Naranja, que está al otro lado de la calle. Hablan sobre el próximo concierto que se ha programado. Será en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, de Bogotá. El sábado 16 de abril es la fecha escogida para el show, que impulsará la salida de Reluciente, rechinante y aterciopelado, el primer lanzamiento en conjunto tras algunos años de separación, y la primera grabación oficial en vivo del dúo.

Mientras van terminando de comer, coordinan varios asuntos con la gente de su equipo; están relajados y se muestran en control de su actual situación. Dos comensales piden la foto de rigor y ellos aceptan con una sonrisa. Es fácil sentirse cómodo junto a estos dos.

León Larregui y Andrea Echeverri interpretan Maligno. RODRIGO TORRIJOS

RECAPITULANDO

“En el año 2011 decidimos tener un receso después de una gira de casi tres años luego del disco Río (2008), que fue el último que editamos. La idea era mover los discos como solistas, dedicarnos un poco más a la familia, y quedamos en hablar después”, declaró Héctor en la primera entrevista que ofreció tras el anuncio del regreso a mediados de 2014. Aparentemente la idea era reunirse en 2015, pero las propuestas no dejaban de llegar y la decisión tuvo que adelantarse.

Para alcanzar ese punto fue necesario superar las diferencias que habían provocado la disolución. Héctor se mostraba interesado y dispuesto, pero Andrea parecía menos convencida.

Sony Music se había acercado con la idea de firmar un contrato con Aterciopelados para generar una producción que celebrara la historia del dúo con la calidad que merecía su obra. “Fue un poco difícil volver a sentarlos para contarles lo que es una discográfica hoy en día; ellos venían de lo que era una discográfica hace 15 años”, asegura Alejandro Jiménez, director de A&R de Sony Music. “El diálogo que se dio buscaba hacer un homenaje a los 20 años de carrera porque no había una buena grabación en vivo de Aterciopelados”, continúa Jiménez.

COLOMBIA CONEXIÓN: Florecita Rockera fue el segundo sencillo del DVD lanzado el pasado 22 de abril. JUAN ANDRÉS MORENO

En esa época surgió también la invitación para presentarse en los 20 años de Rock al Parque, y eso permitió visualizar el camino con mucha más claridad. Fue claro que volvían con la idea de recuperar sus viejas canciones en formatos más apegados a las versiones originales, desprendiéndose de las interpretaciones etéreas que presentaban antes de la separación.

El hecho de no contar con una buena grabación en vivo, sumado a todas las posibilidades visuales que evidentemente ofrece la estética de Aterciopelados, dejó en claro el tipo de proyecto que debía estructurarse. El reto que afrontó Alejandro tuvo mucho que ver con mostrarles a Héctor y Andrea las nuevas dinámicas de la relación entre un artista y un sello disquero, que han cambiado radicalmente en estos tiempos de redes sociales, independencia y autogestión. Actualmente los músicos no tienen la obligación de andar detrás de una disquera, y están empoderados gracias al acceso directo que pueden tener a sus audiencias. Ellos ya habían recorrido todos estos caminos (antes, durante y después), y tomó tiempo convencerlos, pero al final hubo humo blanco.

El dúo estuvo muy cerca de su público durante la grabación del álbum. RODRIGO TORRIJOS

“Yo creo que todo el proceso estuvo lo más de bueno”, dice Andrea. “Nosotros estuvimos con una gran disquera (BMG) desde el comienzo hasta el 2000, más o menos. Luego hicimos un recorrido cada vez más independiente; estuvimos con Nacional Records, que es pequeña, pero al final estábamos solos, y cuando estuvimos separados fue todavía más autogestionado, autoproducido… autotodo”.

Ese proceso fue una gran escuela para ellos porque aprendieron casi todo lo que tenían que aprender en campos que nunca habían recorrido (grabación, diseño, prensaje, distribución, etc.). Sin embargo, en ese modelo de independencia, el alcance de la obra no hace justicia a todo el trabajo que implica el lanzamiento de un álbum.

“Hay mucho de ese trabajo valioso y bonito que nadie sabe que existe”, dice Andrea con orgullo. “Ahora, tener la oportunidad de volver a estar con una disquera grande, se aprecia sobre todo porque más gente puede enterarse de lo que sumercé hace. Lo chévere de una disquera grande es que hay bastante repercusión; tiene sus más y sus menos, pero ese ‘más’ es bueno”.

LA VIDA ES COLOR DE ROSA: “LA FEMINISTA Y EL ECÓLOGO” ESTÁN DISFRUTANDO PLENAMENTE SU REGRESO COMO ATERCIOPELADOS. EFREN ISAZA

REPERTORIO

Aunque se pensó en trabajar con nuevas canciones, el proceso de ensamble del proyecto no dio tiempo para que tuvieran suficientes composiciones listas. Se consideraron cuatro temas nuevos, pero solo Re —un homenaje a sus amigos de Café Tacvba— pasó el corte; fue el tema al que se le vio más fuerza y terminó incluido en el concierto.

De todos modos, la idea inicial era un recorrido por la historia para actualizar esas viejas canciones y llevarlas a niveles de producción mucho más elevados.

“Esto ha sido como un ‘recorderis’, como un túnel del tiempo con las canciones más chéveres, más importantes”, cuenta Andrea. Sin embargo, desde hace un tiempo cada uno ha estado componiendo por su lado, y ahora se muestran interesados en dedicarse, por primera vez después de un buen rato, a escribir canciones juntos.

“Últimamente hemos llegado a un punto en el que cada uno compone una canción, y luego recibe la retroalimentación del otro”, afirma Héctor. “Pero lo que queremos es sentarnos a componer en conjunto y a terminar ideas que vengan de cada uno”.


“Usted estaba comprometido con lo que le gustaba, era difícil pero yo vivía muy feliz, aunque no tuviera plata ni pa’ ir a cine”.


Al principio de esta etapa, el dúo era muy reacio a tocar canciones “que ya estaban muy atrás y ya no nos gustaban”. Teniendo en cuenta la coyuntura de Rock al Parque y la celebración de los 20 años del festival en 2014, montaron nuevamente canciones de su pasado como Mujer gala, La cuchilla, Sortilegio o La estaca. Ese proceso los llevó a valorar su recorrido y a reencontrarse con su historia; a sorprenderse una vez más con el poder de todas esas canciones.

Surge entonces un ejemplo que puede ser muy claro: “La Cuchilla es una que va en contra de lo que pensamos hoy, pero está muy buena. Es muy colombiana”, aclara Andrea. “La cantaba mi mamá, y eso me fascina porque siento esa energía. Aunque diga bestialidades, es como una raíz”. De alguna manera parece que ciertas canciones pierden sentido en lo que tiene que ver con su letra y pasan a ganar valor por la conexión que generan con el público. “Muchas personas recuerdan el momento y todo lo que vivieron, un momento histórico del rock colombiano, con un lenguaje y una estética que nos identificaba”, añade Héctor.

El productor argentino Rafa Arcaute, ganador de once Premios Grammy y reconocido por su trabajo con gente como Spinetta, Andrés Calamaro, Calle 13 e Illya Kuryaki & The Valderramas, fue el escogido para liderar este proyecto, y describe así los criterios de selección que llevaron a definir el repertorio de Reluciente, rechinante y aterciopelado: “Evaluamos algunas canciones nuevas y los clásicos para ver cuáles mostraban la historia del grupo y lo que ahora tienen para recorrer hacia adelante. Fue como una síntesis de todo lo que ellos hicieron para darle a cada canción la intensidad y la relajación del momento que tienen hoy como personas. Trabajamos sobre las estructuras y planteamos arreglos que refresquen apenas las canciones, manteniéndolas como clásicos, respetándolas como clásicos”.

NADA QUE NO SEA YO: Las nuevas gafas favoritas de Andrea muestran orgullosamente la edad que alcanzó el año pasado. EFREN ISAZA

Estas fueron las elegidas para el disco que entrará en circulación muy pronto: Soy la semilla nativa (de Niños cristal, de Héctor) y Yo (de Dos, de Andrea), Baracunátana, El estuche, El álbum, Rompecabezas, Maligno (con León Larregui, de Zoé), Luz azul (junto a Macaco) y Florecita rockera (con Goyo de ChocQuibTown y Catalina García de Monsieur Periné), Bolero falaz y la inédita Re.

“Me reencontré con esas canciones; parece que las letras se asentaron, las músicas se asentaron”, dice Arcaute. “La voz de Andrea se decantó, y las canciones se sienten como si hubieran sido hechas para este momento”.

RESPONSABILIDADES

Después de tantos años que han pasado desde los tiempos iniciales de Mujer gala, sería absurdo esperar que Andrea y Héctor sigan llevando las mismas vidas de bohemia rockera. Hoy Héctor y Andrea tienen sus familias y afrontan los deberes y cambios que eso implica. Eso también incide en la música que ahora escuchan: “Muchas veces yo oigo a [Luis] Pescetti, que le gusta al ‘Capi’, y también termino oyendo unas cosas espantosas que le gustan a ‘Mili’. Ella me llega con unas cosas súper buenas, pero también con unas chandas…”.

Héctor interviene para decir que sus hijos llegan del colegio con cosas de reguetón y bachata. “Uy, la bachata es cheverísima”, añade el bajista, antes de empezar a cantar: “Yo solo quiero darte un beso” con el mejor de sus falsetes. “Esa le gustaba a los chicos, entonces yo la oía, y está buena”. Es imposible evitar la carcajada, y Andrea interviene: “Uy, yo odio la bachata… esas voces como todas rosconas, no las soporto”. Él tiene una opinión muy distinta, pero el momento es mágico. El mismo hombre de Fango Vive tu vida  [Héctor fundó La Pestilencia hace ya 30 años] acaba de cantar un tema de Prince Royce. Así es la paternidad.

Soy la semilla nativa: LA CONCIENCIA ECOLÓGICA ES UNA PRIORIDAD PARA HÉCTOR. EFREN ISAZA

Para Héctor “eso despierta una sensibilidad increíble, una alegría y un amor muy diferentes a los que uno había experimentado hasta que fue padre. También vienen una serie de pruebas para la paciencia, de creatividad y tolerancia”. Luego añade que al no haber crecido junto a la figura de un padre, se esfuerza por estar muy presente y ser consecuente con sus hijos, dándoles libertad y el mejor ejemplo posible. Hace énfasis en la palabra “trato”.

“Es tolerancia de verdad, porque cuando estamos sentados los cuatro hay que encontrar algo que nos guste comer a los cuatro, algo que nos guste escuchar a los cuatro. No es que sea un cambio y ya; todo sigue cambiando, por momentos uno se siente cósmico y feliz, y hay otros en los que está hasta acá”, dice Andrea. “Es bien complejo porque uno abandona mucho sus cosas y se abandona a sí mismo”, y más tarde agrega: “Uno trata de no ser como fueron con uno, en ciertos aspectos en los que los papás estaban ‘pifios’; uno se pregunta todo el tiempo, mientras que los papás de uno no se preguntaban ni miércoles. Eso hace que ser papá, y estar vivo, sea muy difícil”.

Por momentos ella se muestra muy pragmática e inquieta; parece que hoy el idealismo fluyera más fácilmente a través del arte. Él parece mucho más relajado y sereno, a pesar de las presiones que todo esto implica. Como es apenas lógico, la cantante —que ha escritos muchas canciones alrededor de la experiencia de su maternidad— reconoce con emoción que “también se siente muy bello, a veces le estoy lavando los dientes [a Jacinto], y siento que para eso nací”. Así es la maternidad.

BUENA ESTRELLA: Héctor durante el show de Rock al Parque en 2014. JUAN PABLO CALDERON

REPUTACIONES

La gente suele tener una perspectiva muy idealizada de Andrea y Héctor; se imagina una cantidad de cosas que no tienen más fundamento que las canciones y lo que los medios deciden mostrar. Sin embargo, ellos —aunque suene ridículo recalcarlo— son un par de individuos absolutamente normales. Tienen sus carros, y manejan porque viven lejos de la ciudad (no, no andan en bicicleta todo el tiempo), toman café, pagan las cuentas y van a restaurantes donde venden arepa y chorizo.

También tienen que hablar de negocios, cuentas y porcentajes. Es un tema que cambia profundamente con la llegada de los hijos: “Uno era mucho más libre en un momento, y el asunto de la plata no era tan urgente. Yo recuerdo que andaba más pelada…”, dice Andrea. “Pero usted estaba comprometido con lo que le gustaba, era difícil pero yo vivía muy feliz, aunque no tuviera plata ni pa’ ir a cine. Ahora, pues toca pagar los colegios, solo por mencionar un pequeño detalle. Pero eso no es solo de los músicos, esa es la adultez”.

“En nuestra primera época nos dedicábamos solo a lo que nos gustaba, a tocar, a ensayar y a las giras, y el mánager se encargaba de la plata”, recuerda Héctor. “Después, cuando vinimos a ver, como que no entendíamos y tuvimos que encargarnos en algún momento porque no podíamos seguir sin saber; fue necesario porque éramos analfabetas en eso”.


“Llevamos mucho tiempo juntos, y la mayoría piensa que somos pareja, entonces nos endilgan lo que cada uno ha emitido por su lado”.


El tema de los negocios parece ser un asunto que ellos se comparten y alternan de manera más o menos armónica; en ciertos casos ella es la idealista y él enfrenta el negocio, para luego intercambiar los roles. “Yo soy muy seria con mis güevonadas, como dice un amigo mío”. De todos modos, Andrea considera importante resaltar que la gente tiene una imagen muy alejada de la realidad, y que las cosas no son tan sencillas siempre.

Hablando de esas percepciones equivocadas, Andrea echa en cara la idea errónea de que ella es vegetariana. Antes, en Chopinar, dejó eso muy claro al declararse: “Súper carnívora”. Y añade: “Yo fui vegetariana un mes de mi vida”. Héctor se ríe, y ella pasa a señalar que todo el mundo piensa que son marido y mujer.

“El asunto es que llevamos mucho tiempo juntos, y el 90% de la gente piensa que somos pareja, entonces a los dos nos endilgan las cosas que cada uno ha emitido desde su lado. Eso es chévere, y está bien, aunque no corresponda totalmente a lo que uno es”, señala la ruiseñora. “Para la imagen de los artistas de ahora, que es tan cuestionable, es una imagen válida, comprometida”.

Héctor reconoce que muchos jóvenes los ven como hippies. “A veces de un modo un poquito despectivo, que no nos bañamos y que le cantamos al agua”, pero eso no parece ser un asunto sobre el que hayan hablado mucho, o que les preocupe realmente. Andrea interviene con tono de intriga para advertir que “no es que vayamos a desnudar nuestra alma, ni a develar el misterio… el mito urbano que se construya, que se complique”. Su socio vuelve a reír a carcajadas.

Con el corazón en la mano, el libro/objeto publicado por IDARTES para celebrar la historia del dúo.

RESPETADOS

Desde que anunciaron el regreso en 2014 han recibido homenajes muy justos que sirven para documentar la evolución de su trabajo y reflejan buena parte de nuestra historia reciente. En este país sin memoria hay que exaltar el valor de esos reconocimientos en vida. Al festejo en los 20 años de Rock al Parque y a Con el corazón en la mano —el libro editado por IDARTES— se ha sumado El Dorado (20 Años). Un tributo a Aterciopelados, un álbum en el que grandes figuras de la música iberoamericana presentan versiones de las canciones de ese disco mítico que nos trajo Bolero falaz.

Ese tributo tuvo origen en una iniciativa de la fundación Barrio Colombia, y empezó con la idea de que algunos cantautores nacionales reinterpretaran las canciones. En un principio llegó a pensarse que la cosa se limitara a una página web en la que se pudieran ver videos de esas interpretaciones. Todo cambió cuando la gente de Barrio Colombia habló con Andrea y Héctor; les encantó la idea y empezaron a sugerir grandes nombres que de otra forma no habrían estado al alcance de los gestores de la idea.

Así fueron apareciendo personajes como Carlos Vives, Enrique Bunbury, Kevin Johansen, Paulinho Moska y Christina Rosenvinge. Las Áñez, Marta Gómez, María Mónica Gutiérrez (Suricato y Ságan), Esteman, Edson Velandia y Victoria Sur se sumaron a Vives en la cuota colombiana. María Pien, Camila Moreno, Ulises Hadjis, Gepe y Alejandro y María Laura completaron una nómina muy poderosa.

De unos videos en Internet pasaron a discos compactos y vinilos en edición de lujo. Hasta un vino llevó la etiqueta de esta verdadera pieza de colección.

La edición en vinilo de lujo de El Dorado (20 años), un tributo a Aterciopelados.

RETICENCIAS

Tras las bambalinas del Festival Estéreo Picnic 2015 los Aterciopelados hablaban de lo que les hacía sentir el hecho de presentarse en medio de tantos logos y activaciones de marca. “Nos genera un poco de mamera; nosotros llevamos mucho tiempo, y nos han hecho propuestas jugosas, pero hay una cosa ética, dice Andrea, “si uno va a decir: ‘No nos matemos’, necesita mantener una credibilidad, después no puede salir diciendo: ‘Tómense esta gaseosita’”.

Aunque son claros en sus principios y posturas, eso no les impide comprender que la industria musical hoy requiere el apoyo de todas esas marcas de consumo masivo, y que los grandes festivales serían solo un sueño sin el patrocinio de esas corporaciones. De todos modos, les resulta “un poco invasivo”, en palabras de Héctor.

Así mismo, saben que un proyecto como Rechinante, reluciente y aterciopelado no podría materializarse con sus propios recursos. Ahí entra nuevamente el tema de la disquera porque las dinámicas actuales implican que los sellos se involucren más allá de la producción, distribución y mercadeo de los discos. Ahora participan también en las giras y proponen acuerdos comerciales con marcas.

“Uno simplemente entra a ser un motor de difusión, sin entrar a alterar las condiciones artísticas del proyecto”, asegura Alejandro Jiménez cuando se le pregunta por la libertad creativa que un artista puede mantener en medio de esas estructuras. “Hay diálogos, pero no es eso de que entren y uno los procese para convertirlos en una hamburguesa”.

Andrea y Héctor son muy fieles a sus principios y entienden que la gente los reconoce como “la feminista y el ecólogo”. “Ellos tienen unos ‘no’, unos puntos muy claros de los que no se mueven, y eso para el público tiene mucho valor, tienen algo que nada te puede comprar: credibilidad. Uno como fan busca eso también”, añade Jiménez. “Hoy, cuando la publicidad es cada vez más sutil, y no sabes cuándo el artista te está vendiendo algo, tienes que poder confiar mucho en el mensaje que recibes”.

Ellos en el fondo saben que sus valores permanecen fieles a lo que decían cuando Héctor tocaba Vive tu vida o cuando lanzaron El estuche. Mantener esos principios en medio de tanta evolución creativa ha hecho que su obra haga parte fundamental en la cultura colombiana.

Antes de salir a cantar Florecita rockera (con Andrea y Catalina García) en las grabaciones del nuevo disco, Goyo, de Chocquibtown, lo dijo tajantemente: “La admiración no se termina nunca cuando hay gente como ellos, que son gente de verdad; ellos están poniendo el arte y el mensaje por encima de muchas cosas. Es un gran ejemplo para nosotros”.

REFERENTES

Es muy interesante hablar con Aterciopelados sobre la música que escuchan y los artistas que admiran; su larga historia los ha llevado a pasar del punk más callejero a cosas como Altísimo (una pieza encantadora y sofisticada en el primer Conector) o Yo (aquella brillante canción de Andrea en su segundo disco como solista).

Héctor asegura que el rock ya no le gusta tanto, no siente que haya nada nuevo —aparte de un buen revival de los 70—, y que se inclina más por el pop, la electrónica (“abstracta, no tan dance”), y las músicas folclóricas, ancestrales y devocionales. Es muy inquieto y vive en permanente búsqueda de cosas nuevas. “Héctor Vicente es la persona más amplia que yo conozco”, dice Andrea, antes de delatar a su socio: “Le gusta Enrique Iglesias”.

“Sí, hay algo en la voz de él…”, contesta Héctor. No pasa nada, cuando uno representa buena parte de la historia del rock nacional no necesita darle explicaciones a nadie.

Él le ha recomendado a Andrea muchas de las cosas que le gustan, la conoce muy bien y sabe por dónde es la cosa. Ella prefiere aferrarse a los artistas que ya tiene en su radar, aunque se muestra abierta a las cosas interesantes que Héctor o Manolo (su compañero) le traen.

“Me intimida tanta vaina, yo quedo en blanco”, dice Andrea. “No soy de estar buscando todo el tiempo, me gustan los que me gustan”. Habla entonces de Jack Johnson, Ben Harper, Sufjan Stevens, Jorge Drexler y José González. Para ella es importante seguir el proceso personal de los artistas que admira. “Uno no quiere un novio nuevo todos los días”.

No les sorprende el nivel de las propuestas musicales que han venido surgiendo en Colombia; la creciente infraestructura y las nuevas posibilidades de formación que encuentran los músicos se han traducido en lo que vemos crecer todos los días. “Acá hay una musicalidad tremenda”, añade Héctor.

Eso los lleva a hablar también de las oportunidades que han traído las nuevas tecnologías, y a recordar Colombeat (2002) el proyecto que desarrollaron tras dar origen al sello Entrecasa. En él estuvieron Sidestepper y A.M. 770, de Simón Mejía (fundador de Bomba Estéreo).

Hacia el lado nacional coinciden en una grandísima admiración por artistas como Las Áñez, Edson Velandia y Humberto Pernett. A Andrea le parece “rebonito” el último disco de Bomba Estéreo. A Héctor también le gustan los Meridian Brothers.

DE CARNE Y HUESO: La realidad nacional ofrece muy pocos personajes tan auténticos y sinceros como Andrea. EFREN ISAZA

RECOGIENDO

Toda esta nueva historia abre caminos que deberían llevarlos aún más lejos. Cada cosa nueva que estamos recibiendo en relación con Aterciopelados tiene un nivel de producción y profundidad muy prometedor; el panorama es halagador.

Con la serenidad de los años, con el polo a tierra de las familias, con el respeto y el amor de su público, con la experiencia y el talento, con el respaldo y la infraestructura que los acompaña hoy, solo queda esperar lo mejor.

De todos modos, ellos siempre tienen en cuenta esa etapa en la que la industria de la música implotó, siendo víctima de sus propias rigideces. Recuerdan cuando ellos mismos tuvieron que hacerlo casi todo: “Es un esfuerzo tremendo, pero también es chévere poderlo hacer; lo hicimos y fue buenísimo”, dice Héctor.

Y Andrea añade con decisión: “En cualquier momento lo volvería a hacer”. Que así sea. Acá estaremos muy pendientes.             

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