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‘Quetzalkrautl’: un encuentro hipnotizante entre raíces

Ramón Amezcua y Harald Grosskopf fusionaron las raíces de la música electrónica mexicana y alemana

Por  KARLA LEÓN

junio 29, 2021

Fotos Cortesía de Ramón Amezcua

El pasado, el presente y el futuro se vinculan para darle vida a Quetzalkrautl, el nuevo proyecto musical de Ramón Amezcua (Bostich) y Harald Grosskopf. A la distancia, los productores, quienes han marcado un parteaguas para la música electrónica a nivel mundial, consolidaron una propuesta de seis tracks que se desarrollan bajo elementos progresivos, el poder de los sintetizadores y el estilo único del krautrock, con el que lograron reinterpretar y enaltecer el legado cultural entre México y Alemania.

“Esta colaboración empezó porque Harald vio un video que subí a Facebook sobre una improvisación con una caja de ritmos. Me escribió para que le mandara lo que había grabado y me regresó un tema terminado, junto con un video suyo trabajando la mezcla”, cuenta Amezcua en entrevista para Rolling Stone México. Dentro de su estudio y ante el clima abrasador de la zona norte del país, el músico revela con entusiasmo y calidez la forma en la que recibió la oportunidad de crear este álbum, de la mano de una de las figuras más influyentes en su carrera como productor.

“Cuando empezamos a trabajar en este proyecto, él no sabía que yo era su súper fan. Yo no quería dar mucha información para que no se crearan prejuicios sobre mi admiración hacia su trabajo, creo que se puso a investigar sobre mí y se dio cuenta de lo que había hecho aquí en México. Esta colaboración fue emotiva y se disfrutó muchísimo. Después del primer tema, me pidió más ideas, le mandé otro, me lo regresó terminado y cada una de las ideas que enviaba fluían muy rápido, y yo me encargaba de hacer la mezcla final, de agregarle algunos elementos y fue así como este proyecto se consolidó de una manera muy divertida”, señala.

En Quetzalkrautl, los productores acentuaron lo mejor de ambos mundos. Por su parte, como pionero absoluto del krautrock y como líder de grupos germinales de toda la música electrónica en Alemania, entre ellos Ash Ra Temple y Klaus Schulze, Grosskopf aportó las raíces minimalistas y un viaje de improvisaciones características del subgénero; mientras que Amezcua proyectó un sonido apegado a los sintetizadores e instrumentos de la época y enfatizó la esencia de la música electrónica mexicana.

“Harald quiso dar este contexto del krautrock y, al mismo tiempo, buscamos que mi parte fuera esta proyección de lo que nosotros absorbimos de la música electrónica alemana, porque no solo llegó a México, sino a todo el mundo, y la interpretamos de muchas formas. Aquí en México hicimos Nortec, pero antes ya había muchos proyectos de música industrial o techno, que tenían que ver con la música alemana. Lo que hice fue utilizar instrumentos de la época, por ejemplo, tengo un VCS3, del 69, lo usó Pink Floyd y otros grupos de kraftwerk y krautrock; y, junto con nuevas tecnologías, logramos unir, por un lado, la música electrónica alemana en sus raíces y la música electrónica mexicana, pero como una proyección de todo lo que aprendimos”.

Impulsado en la década de los años sesenta, el krautrock surgió como un movimiento cultural que buscaba alejarse y oponerse a las influencias de la música norteamericana, particularmente del rock, cuyo estilo creció rápidamente en Estados Unidos y se replicó en Inglaterra. La manifestación del krautrock llegó con una esencia minimalista y experimental que se reveló a través de improvisaciones repetitivas, pero que, al mismo tiempo, dotaban de sentido y enfatizaban los elementos más importantes de la música. Para Amezcua y Grosskopf, Quetzalkrautl se convirtió en un espacio en el que, además de romper barreras fronterizas y generacionales, se reflexionó entorno a las emociones, el pasado y la actualidad.

“No pretendimos hacer un grupo experimental que aportara algo o siguiera alguna corriente del techno, house o de cualquier otra cosa. Aquí era más que nada tener muy firme esa convicción de que para nosotros la música electrónica va más allá de eso. Para mí, significa transmitir emociones, más que estar atado a modas o a lo que está pasando, y este disco transmite totalmente lo que vivimos hoy en día. Estamos en una situación de reencontrarnos con nuestro pasado, que es bien importante, y hemos aprendido en este confinamiento a reflexionar sobre de dónde venimos, qué estamos haciendo, a dónde vamos, y eso es esencial.

Si quieres vivir en el presente y el futuro, y no viajas al pasado, te pierdes de cosas muy valiosas, por ejemplo, hay discos que dejas de escuchar por 10 años, los vuelves a escuchar y los entiendes con otro contexto, con otros oídos, y encuentras nuevas cosas, así me pasó con Harald y con el krautrock. Lo volví a escuchar y me reencontré con sonidos que hoy están adelantados y con otra visión. Este disco proyecta el mundo de Harald y representa mi mundo en los sintetizadores, que también forman parte esencial de esa historia, todo bajo el contexto del confinamiento, la pandemia y todo lo que me motivó a transmitir esas emociones, a través de la música electrónica”, detalla.  

Entre memorias

“Este álbum fue muy significativo”, explica Amezcua. A finales de la década de los 70s, durante su adolescencia, el mexicano encontró un gusto inigualable por la música de Harald Grosskopf y Klaus Schulze. Con la reciente llegada del walkman de casetes, Amezcua se convirtió en un melómano que descubrió un mundo cautivador que, años más tarde, lo llevarían a colaborar de la mano de uno de sus más grandes referentes en la música.

“Trabajar y colaborar con alguien de tus héroes o con alguien que te influenció muchísimo es algo que se puede ver inalcanzable, pero creo que es la misma pasión y el trabajo constante lo que pone las cosas de tu lado para cumplir tus sueños. Nunca me imaginé esto, estoy muy contento de que Harald aceptara. Las colaboraciones te dejan muchas lecciones y una de las más grandes es el ser abierto a tus ideas, en mi caso, yo fui abierto a sus ideas y propuestas, él a lo mío y lo dejamos así, no fue presuntuoso y el único motivo de esto fue el de divertirnos y, obviamente, el compartirlo”.

Por lo pronto, el productor asegura que Grosskopf ya planea venir a México para presentar Quetzalkrautl. “Tiene mucha inquietud por venir, evidentemente aún no es el momento, pero la idea es presentar este trabajo acá en México y ya se está trabajando en la cuestión visual con un colectivo de la Ciudad de México que se llama F3, son muy jovencitos, pero son muy talentosos y presentan su trabajo en festivales como MUTEK. Ya tenemos una pieza sobre “Vigía – Part 1” en YouTube y la idea es presentar este proyecto en vivo, junto con los audiovisuales”.

Un nuevo viaje

Con una trayectoria emblemática, Amezcua representa un figura precursora en la escena nacional. En Quetzalkrautl, su trabajo no solo simboliza vanguardia, sino también, futuro, momento sobre el que ya reflexiona. “Estos momentos beneficiaron a los productores de México y el mundo. Nos están volviendo a ver. Antes de la pandemia, los rockstars eran los DJs, quienes son importantes como promotores y voceros de nuestra música. Se nos está invitando a que produzcamos más en vivo, con nuestra máquinas y es muy bueno. Nuestro futuro es más valorado. Ahora todos pueden sacar un disco sin la necesidad de una compañía, puedes monetizar desde una plataforma y eso ayuda, el lado malo es que se está subiendo demasiado material que no está terminado y se pierden muchas cosas buenas entre todo eso, pero hay que estar al día, yo creo que es una labor muy importante el siempre tener presente que tenemos que sonar bien y tener excelencia en lo que hacemos. La gente siempre se va a dar cuenta cuando le echas ganas a tu trabajo”, plantea.

Recientemente, el también compositor estrenó Bipih, un casete con seis temas personales y retrospectivos, con los que se planteó recordar el 2021. “Este material me trajo cosas muy buenas. En estos tiempos de inmediatez, donde todo se olvida pronto, es muy importante tener algo físico y reflexioné que en el futuro me gustaría recordar este año de alguna forma. Cuando tomo un disco en mi casa me recuerda, por ejemplo, que fui a un concierto de Depeche Mode en el 85 y a mí me gustaría que con este proyecto se sintiera eso. Bipih es un antecedente físico de algo que pasó este año”, declara, mientras profundiza entorno a su evolución en la música y sus próximos proyectos.  

“Algo que aprendí durante este tiempo es a liberarme de muchos prejuicios, en el aspecto de perfeccionar y comparar mi música. Eso te detiene mucho. Ahora produzco con la mayor calidad posible, pero entendí que hay que compartirlo en el momento. Junto con Pepe (Fussible), estamos musicalizando una película alemana que se estrenará el próximo 11 de agosto en la Ciudad de México, posteriormente en Monterrey, y estamos trabajando con tecnología nuevas para deconstruir mucho el sonido maya y la música autóctona, que ya se ha hecho, pero ahora queremos innovar con las herramientas.

Siempre estoy abierto a las colaboraciones en todos los aspectos. Me gusta trabajar con gente joven porque aprendes mucho y es otro tipo de energía, vibra y visión. Estoy muy involucrado en la cuestión pedagógica, doy clases sobre música y arquitectura en Tijuana y voy a empezar a dar unos talleres en línea. No termino, siempre estoy en el estudio, trabajando, haciendo mis sonidos, entonces a veces me faltan las horas para todas las cosas que quiero hacer”, narra Amezcua, quien en octubre, también presentará el soundtrack de un documental sobre el boxeo en los años 80, en Tijuana; y lanzará con Nortec un nuevo sencillo titulado: “Vámonos de Viaje”.

Con una trayectoria y un legado indiscutible, Ramón Amezcua continuará consolidando, de manera virtuosa, el camino por el que todos los días revoluciona un poco más la música electrónica en México. “Estoy muy satisfecho porque he realizado muchos sueños y aspiraciones. Sinceramente, he recibido más de lo que esperaba, porque yo siempre vi a la música como un fan, no la vi como un músico, siempre como un hobbie; no me visualizaba tocando en conciertos u otra cosa. Yo creo que es un auto legado el ver concretadas tus aspiraciones y ver que parte de tu vida y de tus vivencias se proyectan. Por ejemplo, Nortec es un proyecto que lo empezamos Pepe y yo, pero fue inevitable el no proyectar un estilo de vida en donde se escuchaba música electrónica por un lado y por el otro la banda y la norteña. Haber roto ese paradigma y prejuicio, y unir estos dos mundos, para mí es una legado”, concluye.

Escucha Quetzalkrautl, el nuevo EP de Ramón Amezcua y Harald Grosskopf.