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¿Puede salvarse la composición de canciones?

Escribir canciones solía ser una fuente confiable de ingresos para artistas de primera línea. Ahora, los compositores difícilmente llegan a fin de mes

Por  BRIAN HIATT

marzo 7, 2023

Krysiuk, quien ha coescrito canciones para Ariana Grande y Brandy.

YAMS RICO

En agosto de 2018, Ariana Grande lanzó su cuarto álbum, Sweetener, y allí, la pista número 12, la balada ‘Better Off’, fue coescrita por Krysiuk dos años atrás. A los 27 años, había alcanzado el sueño de cualquier compositor, sus letras y melodías eran transmitidas a través de la sedosa voz de una superestrella. El mundo estaba escuchando su trabajo, y supuso que el dinero pronto llamaría a su puerta.

En el momento, a Krysiuk no le importó que Grande se acreditara el 10 % de la canción, por lo que la compositora describe como “cambiar tres o cuatro palabras”, modificando la frase que terminaría siendo “watch you smoke and drink”. (Un representante de Grande no aceptó comentar al respecto). Por el contrario, Kryisuk estaba ocupada pensando en su futura casa en Los Ángeles, que creía poder comprar pronto, especialmente con otras ofertas prometedoras que comenzaron a aparecer. “No entendía el negocio”, afirma Krysiuk, quien ya había agotado el anticipo que su editorial le dio, y sobrevivía principalmente alquilando su estudio y haciendo talleres para aspirantes a escritores. “Pensé: ‘Estoy bien. Ya todo está arreglado’”.

Ariana una vez mencionó que ‘Better Off’ era una de sus canciones favoritas del álbum; pero a grandes rasgos, solo fue eso, una canción de álbum, sin un tiempo considerable al aire. Si hubiera sido en los 90, y si el álbum hubiera sido lo suficientemente grande, sería una historia diferente.

El compositor y productor Matthew Koma recuerda mudarse a Los Ángeles siendo adolescente a mitad de la década, y haber conocido a compositores veteranos que se jactaban de enormes riquezas por haber “escrito la pista ocho o nueve para Whitney Houston: “¡Gané 700.000 dólares con esa canción!”. Kevin Griffin, el frontman de la banda noventera Better Than Ezra, quien ahora trabaja como compositor para otros artistas, dice que ganó “millones” en regalías de composición solo por su álbum de 1993, Deluxe (para ser justos, incluye el hit ‘Good’).

Pero las fortunas de esos compositores son reliquias de un mundo que ya no existe, donde los fans iban a las tiendas a gastar al menos 20 dólares en un CD. En los primeros años de este siglo, la piratería y las ventas de sencillos en iTunes golpearon las ventas de álbumes, y en julio de 2011, Spotify llegó a los Estados Unidos. Para los compositores, las regalías por composición ya no son muchas, prácticamente son un poco de dinero extra.

El primer cheque que Krysiuk recibió por las regalías de ‘Better Off’ fue por un total de 2.004 dólares, y en los cuatro años que han pasado, ha recibido 16.000 dólares más, a pesar de tener el 40 % del crédito de la canción, un porcentaje inusualmente alto en el pop moderno. Y aun peor, coescribió 10 canciones en el aclamado álbum de Brandy de 2020, B7, pasando dos años en un proyecto que le representó unos 4.000 dólares en ingresos, tan solo una pequeña fracción de lo que hubiera ganado siquiera con un salario mínimo mensual durante el mismo tiempo.

En 2023, la composición de canciones parece más una lotería que una profesión. Como muchos campos creativos, se ha ido quedando sin personas y se ha vuelto precario, con la mayoría de los practicantes peleando por las sobras, mientras un grupo diminuto sí es exitoso. La única manera de recibir un ingreso significativo con la escritura de canciones es tener un éxito sólido en la radio, donde aún existen lucrativas tasas de regalías; o en películas, televisión o comerciales, con lo que se conoce como “sincronizaciones”.

El cheque más grande que Krysiuk ha recibido en toda su carrera fue por 26.000 dólares, gracias a un pequeño porcentaje en otra canción de Grande, ‘Thank U, Next’, y solo porque fue un éxito en la radio. (Más tarde recibió un mayor porcentaje después de una disputa con los otros coescritores).

El compositor Warren “Oak” Felder, quien ha escrito para Usher, Alicia Keys, Nicki Minaj y Demi Lovato, estuvo recientemente en el estudio con un talentoso colega que anunció que tenía que dejar la sesión después de tres horas de trabajo. Mencionó el nombre de un restaurante, y Felder asumió que tenía una reservación. “Me dijo que no, que se iba a trabajar”, comenta Felder. “Me dijo que trabajaba en la cocina, y yo pensé: ‘Mierda. ¿Qué pasa si no puede venir más al estudio? Lo perderemos. Si te nombro algunas de las canciones que este tipo ha compuesto, sabrás que no lo podemos perder. Y puedo pensar en varios ejemplos de autores que se han salido de la industria”.

A LAS CALLES: Algunos compositores protestaron afuera de la sede de Los Ángeles de Spotify el año pasado.
LUIS SINCO/”LOS ANGELES TIMES”/GETTY IMAGES

Caroline Ailin, quien coescribió el éxito de Dua Lipa ‘New Rules’, había tenido que renunciar para el momento en que el tema se estrenó en 2017, y trabajaba como mesera, según su amiga y coescritora Emily Warren. Se necesitó el éxito de esa canción para que pudiera volver. Warren dice que otro amigo compositor tiene “varios Grammy, cientos de millones de streams, y trabaja en Uber para poder pagar la renta. No tiene ningún sentido. Es el único trabajo que se me ocurre en el que no te pagan por hacerlo”.

Al Sherrod Lambert, quien escribió el megaéxito de góspel de Michelle Williams ‘Say Yes’ de 2014, y ha escrito para Pitbull y Janet Jackson, entre otros, dijo: “Conozco a un montón de compositores que han tenido trabajos paralelos, tanto legales como e ilegales, para lograr llegar a la siguiente sesión y poder comprar comida”.

Los productores tienden a recibir tarifas por canción, que técnicamente son adelantos contra futuras regalías, que pueden ser significativas; según una fuente en la industria, el valor puede llegar hasta los 50.000 dólares por canción para alguien reconocido, o entre 5.000 y 15.000 dólares para los productores menos famosos.

Generalmente, los compositores no reciben nada como anticipo, y solo hasta hace poco se inició una conversación sobre una modesta indemnización diaria para ayudarlos a sobrevivir entre canciones. Algunos compositores también han comenzado a presionar a los productores para que cedan algunos de sus honorarios o puntos de regalías, lo que solo parece funcionar cuando los escritores tienen mayor demanda.

Pero una vez más, los ganadores se lo llevan todo, y los escritores poco conocidos son los más afectados. “Si dices que quieres cobrar una tarifa por sesión, la gente te responde con un: ‘¿Quién eres?’”, dice un mánager de compositores y productores, que pidió permanecer en el anonimato.

Las casas discográficas, con el apoyo de grupos de defensa como Songwriters of North America, han obtenido una serie de victorias en los últimos años, alzando las tasas por streams y con más aumentos programados para el futuro. Algunos compositores están agradecidos por los esfuerzos realizados, pero nadie parece convencido de que generará una verdadera diferencia, al menos a corto plazo. “¿De qué hablamos? ¿De una diferencia entre 4.000 o 6.000 dólares?”.

En febrero de 2022, Lambert y Krysiuk se unieron a las protestas de los compositores frente a la sede de Los Ángeles de Spotify, donde sostuvieron pancartas con mensajes como: “¿No hay presupuesto? No hay éxitos”. La protesta fue organizada por los 100 Percenters, una organización fundada en 2020 por la cantautora Tiffany Red. “Los autores buscamos ser escuchados desde hace mucho”, afirma Red, quien decidió aprovechar la entonces controversia sobre el uso de insultos raciales y la tolerancia frente a las noticias falsas del Covid en el podcast de Spotify producido por Joe Rogan. “Pero siempre estamos de últimas. Estamos escondidos al fondo. La gente se estaba enfrentando a Spotify por muchísimas razones, era el momento perfecto para decir: ‘Sí, y no se olviden de que construyeron su compañía sobre nuestro trabajo y nos pagan una mierda’”. (Los representantes de Spotify no aceptaron hablar al respecto).

Red inició el grupo durante el ajuste de cuentas que estalló por el asesinato de George Floyd, y enfatiza que el estado actual de los compositores es especialmente precario para los compositores que hacen parte de minorías o no tienen una familia que los respalde. “Siempre es un juego que va para largo”, afirma la compositora. “Y poder jugarlo se basa en el privilegio, se trata sobre si puedes permitirte ese juego largo”. Lambert señala que el sistema también discrimina a viejos compositores y a aquellos con familias; básicamente cualquiera que necesite más estabilidad.

La organización de Red todavía se mantiene fuerte, pero otra labor de apoyo, lanzada con mucho cubrimiento de la prensa en 2021, se ha ido derrumbando silenciosamente, según varios autores y otras personas de la industria. En marzo de ese año, un grupo de 15 compositores destacados anunciaron algo que llamaron el Pacto, una carta abierta en la que se comprometían a no dar porcentajes de publicación o crédito de composición a artistas u otras personas que no hayan contribuido a las canciones. (Dejaron un vacío legal de un “intercambio razonablemente equivalente/significativo” para tales créditos).

Era un objetivo noble y otro esfuerzo por combatir esta práctica que existe desde los tiempos de Elvis Presley, y que sigue siendo frecuente. Como otro ejemplo, Krysiuk dice que Zayn Malik se tomó el crédito y las regalías del tema ‘Unfuckwitable’ de 2021, que ella coescribió, a pesar de no haber estado siquiera presente en la habitación cuando fue compuesta. (Un representante de Malik se negó a dar comentarios).


Warren cita a un amigo que tiene “cientos de millones de streams, y trabaja en Uber para poder pagar la renta. Es el único trabajo que se me ocurre en el que no te pagan por hacerlo”.


Scott Harris, una de las personas que firmó el Pacto y quien ha compuesto éxitos para Shawn Mendes y los Chainsmokers, recuerda haber sido casi chantajeado desde el comienzo de su carrera: “Compuse una canción con el artista presente en la habitación, y se dividiría en cuatro partes. El artista quería más porcentaje o no lanzaría la canción, y dejé que lo hiciera”.

Hubo señales tempranas de que el Pacto simplemente no funcionaría. “El día en que salió el Pacto”, dice el destacado productor y compositor Lucas Keller, “una de las grandes disqueras me envió un correo en el que acordaba regalar la publicación a un gran artista. Yo pensé: “Bueno, si van a violar el Pacto, ¿cuál es el punto?”.

Las mismas fuerzas que crearon el acaparamiento de créditos, llevaron a su prolongación. “Nos gusta nuestra capacidad de hacer diferentes ofertas para diferentes clientes en el mercado libre”, afirma Keller. “Por ejemplo, si un compositor importante escribe una canción para Justin Bieber, y Justin quiere el 20 % de la canción… ¿qué tan frecuentes se dan estas oportunidades con grandes artistas?”. Esencialmente, varios autores prefieren regalar un porcentaje de un posible éxito, que tener el 100 % de nada.

Warren, una de las signatarias iniciales del Pacto, dice que se siente “desanimada” por su fracaso. Pero también afirma que todo esto ha llevado a conversaciones directas y fructíferas con algunos de los principales artistas, que de alguna manera nunca habían contemplado el hecho de que estas regalías pueden ser la única fuente de ingresos para algunos escritores, que no salen de gira a menos que también sean artistas. “Con suerte, impactará la manera en que se manejen de aquí en adelante”, expresa.

Algunos autores ven el compartir crédito como el simple costo de hacer negocios. “Es parte de la industria”, dice el veterano compositor Sam Hollander, quien rememora su tiempo en la industria del entretenimiento en su nuevo libro 21-Hit Wonder: Flopping My Way to the Top of the Charts. “Y sinceramente, en su mayoría, me parece bien. Como lo veo es que, si los artistas son quienes salen a dar 150 conciertos al año y a cantar la canción, a ir a la televisión y hacer prensa por la mañana, mientras yo estoy sentado en mi terraza fumándome un porro, no me molesta compartir un trozo del pastel”.

El terrible estado del negocio de la composición no es meramente un asunto moral, o incluso uno financiero, según los mismos autores. El hecho de que los compositores tengan tan pocos incentivos para trabajar en lo que probablemente terminará siendo una canción más de un álbum, tiene un gran efecto en el panorama musical.

“Es muy difícil para alguien, especialmente alguien que está teniendo dificultades, concentrarse en escribir una canción interesante y no solo otra para la radio”, dice Warren. “Entonces hay un montón de álbumes que están saliendo con 13 temas que intentan ser sencillos exitosos, a diferencia de cualquier otra dinámica. Puedes notarlo fácilmente en muchos de estos discos. Sabes que el artista pasó tres meses en Los Ángeles trabajando con varias personas, y todos -comprensiblemente- han intentado componer la canción de la radio. Y así es cómo suena el álbum”.

¿NUEVAS REGLAS: Emily Warren ha coescrito éxitos para Dua Lipa y otros artistas de primera línea.
BLYTHE THOMAS

Depender en gran medida de la radio, un formato antiguo, cuya influencia e importancia continúan disminuyendo, parece algo arriesgado de por sí, como si una empresa de noticias siguiera obteniendo la mayor parte de su dinero por la venta de ediciones impresas. ¿Qué pasa cuando se acabe la radio? “A veces siento que hay una catástrofe natural a punto de golpear a toda la comunidad”, dice el mánager Zach Gurka. “He hecho mi carrera, y algunos de mis clientes también, a partir de éxitos de pop de la radio. ¿Cuánto tiempo crees que va a durar la radio? Dentro de 20, 30 años, ¿estará vigente la radio AM/FM? Podría apostar que no”.

El experimentado abogado de música Todd Rubenstein usa el ejemplo de un cliente con varios éxitos del Top 40. “No está preocupado por sus regalías”, comenta. “Pero lo estará si cada vez menos gente se sienta a escuchar la radio”.

Eso dejaría a la televisión, las películas y los comerciales como la única fuente de verdadero ingreso para los escritores. “La sincronización es una cosa de suerte, ¿no? No hay manera de planear algo así”, afirma Rubenstein. A menos que los compositores cambien todo su enfoque en un esfuerzo por conseguir dinero. “Hay una categoría completamente nueva de compositores que ya no escriben para artistas, sino para los proyectos de sincronización”, cuenta Griffin. En esos proyectos, los escritores se unen con un productor, forman lo que esencialmente es una banda falsa y escriben canciones por encargo para series o comerciales”.

Pocos en la industria aceptan que los compositores están muy mal pagos, y es difícil encontrar una solución viable. Según Gurka, implicaría el negociar caso por caso, con artistas y discográficas, las regalías sobre las grabaciones originales, los honorarios y otros trabajos de estipendio especial para compositores de élite, como lo ha hecho con algunos de sus clientes más exitosos. “Sin embargo, me encantaría poder dejar el negocio sabiendo que hay una futura generación de compositores que van a poder ganarse la vida con esto… pero no sé si esa sea la realidad ahora, a menos de que algo cambie”.    

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