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P&R: Leiva

El músico español habla sobre su naturaleza artística y sus próximos proyectos.

Por  KARLA LEÓN

octubre 9, 2023

ZEUS LÓPEZ

Hace dos décadas, Leiva comenzó a enraizar su valía en la escena del rock en español. Desde entonces, a través de múltiples visiones creativas sobre los momentos cotidianos, el madrileño consolidó seis materiales discográficos, siendo los dos últimos, resultado de sus encuentros con las sonoridades latinoamericanas. “La música más atractiva está aquí y eso me conmueve mucho”, contó a Rolling Stone en noviembre de 2019, durante el lanzamiento de Nuclear.

Meses más tarde, Leiva subió por primera vez al escenario del Vive Latino y, ante los cambios que el mundo estaba a punto de experimentar, se asentó en la Ciudad de México, se reunió con Adán Jodorowsky y le dio vida a Cuando te muerdes el labio, un álbum colaborativo que reúne a 14 músicas, entre ellas, Ely Guerra, Fer Casillas, Zoe Gotusso, Elsa y Elmar y Natalia Lacunza, cuyo trabajo, afirma, hoy representa una fuente de inspiración para la producción de su próximo material discográfico.

Luego de dos años de gira y 50 fechas, Leiva despedirá este álbum el próximo 28 de octubre, en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México; este cierre también tomará parte en Buenos Aires y Madrid. “Desde que recuperamos la vida normal, me hice consciente del privilegio de mi oficio y de la suerte que tengo por salir de gira”, detalla el compositor, mientras nos adentramos en el futuro de su proyecto solista, su relación con México y la naturaleza artística que ha forjado a lo largo de estos años.

ZEUS LÓPEZ

¿Cómo es tu relación actual con la música?

Sigue siendo una necesidad vital y una vía de comunicación, primero conmigo mismo y luego con el público. Me he dado cuenta que la música siempre ha sido mi único lugar seguro y todo lo que me sucede tiene una conexión con ella, por lo tanto, es lo que le da sentido a mi vida y a los cruces que tengo con otras personas. Desde que nos vimos, hasta hoy, viví algunos meses en la Ciudad de México, conocí a un montón de gente, armé una banda, que nunca pensé que iba a formar, y grabé un disco con 14 amigas. 

La música me permite tender puentes alrededor del mundo y eso es una pasada. La utilizo para encontrarme con la gente y esa gente hace que yo escriba canciones, así se completa el ritual. Mi oficio es un privilegio enorme, así que tengo que cuidarlo con mucho mimo y respeto. Soy consciente de la suerte que tengo.

Cuando te muerdes el labio hizo, entre otras cosas, que muchos de los nombres de las músicas con las que colaboras resonaran tanto como lo hizo este álbum. A dos años de su lanzamiento, ¿cuáles son tus reflexiones sobre lo que dejó este disco en tu carrera?

Tuve la fortuna de encontrarme con un montón de artistas a las que admiro mucho. En ese momento, algunas de ellas eran emergentes y hoy son artistas consagradas. Haber tenido la oportunidad de ser, en parte, altavoz para amplificar su canto, me hace mucha ilusión. En un principio, este disco era un proyecto más, pero se convirtió en un material con una misión implícita y, sobre todo, en un disco que, para mí, ha sido la gran escuela de mi carrera.

Poder juntarme con 14 artistas, en un estado de gracia brutal, me ha dejado mucho para escribir mi nuevo disco. Abrió una ventana artística imprescindible en mi carrera, mucho más que otros materiales.

México forma parte del cierre de esta gira, ¿qué expectativas tienes sobre esta fecha?

El Auditorio Nacional es un espacio mítico e histórico, al que muchas veces he acudido como público. Nunca hubiera osado soñar que podía tocar ahí. Forma parte de los últimos cinco shows del final de esta gira y significa pisar tierra santa. Ya he subido como invitado y, en esta ocasión, voy a presentar el disco y a formar parte de la página de un escenario emblemático, en el que han sucedido cosas que han cambiado el rumbo de la música mexicana. Lo encaro con mucha ilusión, con mucho respeto y con muchos nervios. Sin duda, va a ser un impás en mi carrera, tanto dentro, como fuera de México.

Dado que la raíz de este álbum son las colaboraciones, ¿compartirás el escenario con algunas de ellas?

Es un planteamiento. Es verdad que en los shows del último año, la mayor parte de ellas me acompañó, así que no quisiera pecar de siempre contar con invitadas en la Ciudad de México. Prefiero no hacer planes.

¿Vives un mayor proceso de liberación en el estudio o sobre los escenarios?

La verdadera plenitud artística, donde sucede una mayor conexión y donde realmente me libero es sobre el escenario. Yo hago discos para salir de gira y todo gira en torno a ese fin: salir, subirme al escenario con amigos y comunicar desde ahí. Es el lugar donde se da el pedo completo – ríe –; se da todo lo que yo siempre quiero que suceda.

Toco con mi banda y conecto con un montón de gente que no conozco y que vive a miles de kilómetros de mi casa, pero al generar esa herramienta y ese idioma en común, verdaderamente sucede un proceso de catarsis. Yo soy una rata de estudio, me encanta la investigación, pero me siento pleno tocando.

¿La investigación sigue siendo el punto de partida de tus procesos creativos?

Mi proceso creativo está estrechamente vinculado con mis encuentros y mis viajes. Los viajes te permiten encontrarte con gente que está escuchando música diferente a la tuya, a componer con gente que tiene otros códigos y, por lo tanto, en lo que yo me baso para escribir y para investigar, es en aprender de los demás. No estudié música, mi escuela es encontrarme con la gente, así que he tenido la fortuna de generar una pandilla en México con Silvana Estrada, Natalia Lafourcade, Daniela Spalla, Ximena Sariñana, Jay de la Cueva, El David Aguilar. Al final, es un montón de gente que me ha dado mucho y que me sigue aportando.

La última vez que charlamos, hablaste sobre cómo la imperfección te ha ayudado a encontrar tu lugar en la música, ¿ha cambiado tu sentir con respecto a esto?

Se ha amplificado más; todavía lo pienso con más fuerza y con más vehemencia. Trato de despojarme de las obsesiones y de la perfección, porque la ejecución no tiene que ser perfecta, sino todo lo contrario. Así que me sigo reforzando en esta política de la imperfección y de contar el máximo de cosas posibles, con el mínimo de elementos. Esa es mi línea.

Siempre has encontrado en México un poder artístico muy fuerte y un ambiente que te inspira a crear, sin embargo, el país también propicia a hablar sobre los aspectos negativos como la desigualdad, la violencia o la inseguridad. ¿Está en tus planes abordar estos temas?

Simplemente, saliendo a la calle o leyendo la prensa, te das cuenta del “lado b” de México. Tiene cosas maravillosas, pero también un índice de violencia y desigualdad demasiado atroz. Inevitablemente, tiene una impronta en mí, pero a la hora de componer, trato de buscar las canciones en lugares más pequeños y cotidianos. No me siento capaz de hablar sobre un conflicto tan grande, sin vivirlo en el día a día. Me parecería un poco intrusivo; tienes que vivirlo de verdad, no solo cuatro meses. El día que viva ahí, probablemente me encuentre con ese conflicto diario y eso me impulsará a hablar de ello, por lo pronto, creo que no tengo los galones para hacerlo.


“Me sigo reforzando en la política de la imperfección; en contar el máximo de cosas posibles con el mínimo de elementos”.


Con el lanzamiento de Nuclear, aún meditabas sobre los cimientos de tu carrera en México, ¿cómo se siente tu proyecto ahora?

Lo siento a fuego lento. El paso del Auditorio Nacional es algo que yo no veía, me parecía muy grande; parece que me salté dos pasos desde el Metropolitan. Estoy haciendo este recinto más empujado por mi entorno, que por lo que yo hubiera hecho, así que concibo lo que está pasando, siempre, a paso lento.

El público que he generado en México me lo he ganado, uno a uno, tocando en clubs pequeños; tocando sin saltarme un solo paso y lo mismo ha sucedido en Argentina y, en general, en Latinoamérica. Voy construyendo las cosas sin un súper apoyo mediático y tocando en directo, así quiero que siga siendo: que sea orgánico, que sea auténtico, que sea real.

Un cierre, en este caso de gira, también abre las puertas para nuevas cosas. ¿Qué llega para ti después de Cuando te muerdes el labio?

Después del Auditorio Nacional, cerraré la gira con un show en Luna Park, en Buenos Aires, y con tres más en el WiZink Center de Madrid.

Ahora estoy grabando un disco nuevo, luego descansaré un año entero porque me hace falta. Quiero reconectar con cosas, recargar la batería, frenar un poco la obsesión creativa y reencontrarme conmigo. Posteriormente, en 2025, plantearé la posibilidad de salir a la carretera con otro disco, pero con este fin de gira, creo que necesito parar un poco.

Con respecto a las obsesiones creativas, ¿cómo logras separar el trabajo que haces como solista y como parte de otros proyectos, por ejemplo, con The Guapos?

The Guapos es un proyecto medicinal. Juntarme con cuatro amigos del alma, a tocar rock and roll en un lugar, sin ninguna pretensión de conquista o réditos económicos, de alguna manera es desprofesionalizarnos para pasarla bien. Ese es el único objetivo, porque todo lo que tiene que ver con la banda son momentos de risas y rock, así que lo percibo como eso.

ZEUS LÓPEZ

Ahora que se reunieron para tocar en Nueva York, coincidiste con Chris Robinson.

The Guapos se presentó en la ciudad y, por cosas de la vida, The Black Crowes estaba tocando ahí con Aerosmith. El guitarrista de la banda, Nico Bereciartua, es un amigo del alma e hicimos una pandilla con parte de Black Crowes, también estaba por ahí Beck e integrantes de The Brian Jonestown Massacre. Pasamos unos cuantos días juntos, tomando tragos, hablando de música, saliendo a cenar.  

Chris vino a ver a The Guapos y hablamos sobre hacer música juntos. Espero que se siga dando esa amistad. Nos mandamos música y, bueno, es un tipo al que admiro mucho. The Black Crowes es una banda muy importante en mi vida y ha sido una suerte encontrarme con ellos.

No es un secreto que también has sido un referente muy importante para otros artistas, ¿a quiénes has notado últimamente?

He estado grabando y produciendo a una chica que se llama Travis Birds, una artista buenísima. También hay gente del rap que me está gustando mucho como Saske o Ergo Pro; estoy escuchando mucho hip hop y a otros músicos que hacen cosas muy interesantes.

¿Qué artista ha tenido un mayor impacto en tu carrera?

Todas las artistas del disco anterior, pero Silvana Estrada es una artista con la que, al hacer música, se pulsa el botón de cosas nuevas y alucinantes. Tiene un talento casi desproporcionado y con ella he viajado, musicalmente, a lugares que no conocía. Silvana es una persona que me ha dejado una impronta muy grande.

En una charla anterior con Rolling Stone, mencionaste que una cualidad de la música en español era la fusión de nuestras raíces con la música internacional. En ese sentido, ¿has tenido la oportunidad de escuchar las nuevas propuestas del regional mexicano?

Sí, por supuesto. Al final, yo llegué a México hace unos años, habiendo escuchado a José Alfredo Jiménez. A la hora de encontrarme con El David Aguilar y con todo este grupo de amigas, me enseñaron toda una serie de corridos mexicanos y, de alguna manera, he investigado sobre el género.

En estos días, hemos escrito un corrido con El David Aguilar para un boxeador mexicano, y obviamente estoy aprendiendo cosas alucinantes y he notado un talento brutal en lo nuevo, aunque, por el momento, nada supera a José Alfredo Jiménez.

Hoy, con dos décadas de trayectoria, ¿cómo definirías tu esencia musical?

Inquieta; con ganas de seguir aprendiendo, con ganas de seguir creando y de encontrarme con más personas. Hay cosas que se van perdiendo en el camino, sin embargo, la curiosidad y la inquietud siguen intactas y ese es el motor más importante.

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