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P&R: Fito Páez

En La conquista del espacio parece haber previsto lo que hoy estamos viviendo. El argentino habla sobre lo que representa el más reciente disco para su carrera, sobre el futuro y sobre los lazos que unen a todas las músicas

junio 1, 2020

VALMUSO

La promoción del disco que lanzó en marzo se ha visto afectada por la emergencia global del Covid-19, pero el argentino no pierde el impulso dado por una carrera impresionante que lo ha convertido en uno de los músicos latinoamericanos más respetados e influyentes de las últimas décadas. El álbum más reciente de Páez vivió buena parte de su gestación en Bogotá, y contiene varias canciones que pueden sobresalir en su extensa producción discográfica.

¿Cómo está pasando este proceso de la cuarentena?

Tengo una vida bastante parecida a la cuarentena, paso mucho tiempo encerrado. Todo lo que hago es encerrado, escribir, música, o cine, un libro, lo que sea; pasearse en casa, en salas de ensayo o en el estudio. Entonces, digamos que para mí no ha sido un golpe tan brutal en ese sentido. Eso no quiere decir nada, porque sí ha sido un golpe brutal para todo el planeta, evidentemente.

CORTESÍA SONY MUSIC

Escuchando La conquista del espacio, hay una parte donde se habla sobre prepararnos para un nuevo mundo, ¿qué pasa con esa frase desde la perspectiva actual?

Me acuerdo siempre de la entrevista de Charly, de hace unos años, en los noventa, y decía que si la antena está afilada, que no sabemos bien de qué se trata eso, podrías estar conectado de una forma no explicable, de manera coloquial o literaria con hechos que van a estar sucediendo, que sucedieron o que van a suceder. Otro que dio pistas sobre eso fue Chico Buarque, él decía: “Los ciegos y los artistas ven en la oscuridad”, una frase inolvidable.

Yo, por supuesto, no me voy a poner en el podio con esos dos artistas monumentales, pero me da la sensación de que a veces estás viendo algo que no ven los demás, y posiblemente en algunos signos o en algunas frases, que sinceramente no tienen ninguna razón consciente para estar allí, habría un movimiento, un dispositivo del inconsciente o de la sensibilidad, que se ponen en funcionamiento y terminan en palabras o posiblemente en una pregunta como esta, para la cual yo no tengo una respuesta certera, francamente.


“He escuchado muchos charlatanes en este último mes, prefiero llamarme al silencio y esperar”.


¿Cómo imagina que puedan cambiar las cosas a raíz de toda esta conmoción?

Estoy viviendo el día a día, y no soy un científico, no me dedico a la sociología, entonces son todas impresiones muy burdas, son balbuceos, las cosas que yo te puedo decir. Me parece que hay que estar muy atentos a las voces de los científicos y de los sociólogos, de los tipos que están estudiando la transformación de los fenómenos sociales, económicos y políticos en el mundo. He escuchado muchos charlatanes en este último mes, prefiero llamarme al silencio y esperar, porque teorías conspiranoicas hay en todos lados; todos queremos tener una opinión formada sobre el futuro, pero en realidad estamos muy afuera de las grandes decisiones del mundo para dar algún dictamen o un diagnóstico sobre lo que está pasando en el mundo o sobre lo que puede llegar a pasar.

¿Cree que esto cambie de alguna manera las formas en que se escriben las canciones en términos temáticos o estéticos?

Es probable. Lo que tiene la música, y esto es extraordinario, es que la música en sí misma es un lenguaje infinito, no hay manera de terminar de aprender o de disfrutar o de gozar de la música. Tal vez cambie la transmisión en el estudio de la disciplina; antes te enseñaba un profesor al lado tuyo, a lo mejor ahora te tiene que enseñar a dos o tres metros con una máquina nueva que asemeje una mano para que el alumno copie lo que toca el profesor, o a través de las redes, por pantalla. Puede ser que la transmisión de la enseñanza se dificulte.

CONQUISTANDO SUS ESPACIOS: Atendiendo las medidas del confinamiento, Fito Páez ha estado muy activo durante la cuarentena. La promoción de su nuevo álbum y su gira se han visto afectadas, pero el espectáculo debe continuar. FRANCISCO FERNANDEZ LONG

Ahora, los hechos artísticos siempre suceden con lo que tenés a mano. Por otro lado, los que conocen el lenguaje musical a profundidad no necesitan nada, es solo un papel y un lápiz; si tenés eso, ya está. Entonces es una buena manera para comprender que la música es una materia altamente compleja, y a la vez muy fácil de realizar en cierto sentido.

Pensemos en Mozart, en aquella hermosa secuencia final de Miloš Forman en Amadeus, cuando él le dicta a Salieri ese extracto de un réquiem o algo así, y él va anotando lo que escucha en la cabeza, y al espectador le suena lo que escucha Mozart en la cabeza y Salieri lo va escribiendo porque el otro no podía escribir, estaba tirado en la cama, muy enfermo. Con eso solo alcanzaría, el tema es que hacen falta ideas, no tanto de qué van a hablar las cosas; posiblemente surjan nuevas novelas, cuentos o filmes de ciencia ficción en donde todo esto termine en una especie de pandemonium o posiblemente volvamos a pensar en la vieja idea de Orwell, de 1984, andá a saber…Las cosas se pueden disparatar para cualquier lado, o incluso volver a la idea del abrazo dentro de poco tiempo. Puede ser muy simpático para pensar o imaginar cosas. No sé si el mundo en el que vamos a vivir vaya a ser tan simpático.

Buena parte de la preproducción de La conquista del espacio se hizo en Bogotá en el estudio Nébula, de Mauricio García, ¿por qué se escogió a Bogotá, y cómo fue ese proceso?

¡Es hermoso Mauricio! Mirá, yo no sé qué tipo de economía tienen otros artistas, yo me tengo que mover, tengo que hacerlo todo a la vez, tengo que criar a mis hijos, tengo que hacer los conciertos e ir preparando el disco, porque no tengo la economía para tomarme un año sabático y hacer el disco. Entonces gran parte de ese proceso, que tomó menos de un año, empezó en una casita en Córdoba, en Argentina, después nos fuimos a Trancoso al sur del estado de Bahía en Brasil con Diego Olivero, y después llegamos a Santo Domingo e hicimos otra parada un par de noches, y después la gira nos llevó a Bogotá. Ahí les dije, “Muchachos, tengo dos o tres ideas, me parece que el disco se debe expandir un poco”, y Nébula quedaba a la vuelta del Marriott, que era donde parábamos. Alejandro, mi socio, mi colega, mi Sancho Panza de toda la vida, habló con Mauricio y él dijo que tenía espacio en los horarios, y fuimos todos los días durante una semana, y ahí apareció la estructura entera de Todo se olvida. Ahí escribí los arreglos de orquesta de Resucitar, ahí terminamos de definir la primera estructura de Ey, you!, ahí canté dos o tres letras y, después creo que intervenimos sobre La conquista del espacio, y cambiamos alguna orquestación, así que Bogotá fue un paso muy importante porque se terminó de definir si en el álbum iba o no una orquesta; la probé, virtualmente por supuesto, toqué todos los instrumentos de orquesta , los escuchamos y funcionó. Así que Bogotá fue un paso fundamental en el álbum.

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¿Cómo describiría el espíritu que atraviesa toda La conquista del espacio? ¿Qué quería decir con todo eso?

[Risas] Sábes que cuando creas las cosas no sábes lo que estás haciendo, pero ahora sí, y termina siendo algo medio premonitorio, volviendo a lo que hablábamos al principio de la entrevista. En ese momento yo estaba viviendo una crisis bastante importante, familiar, y me sentía muy como en Maelström, un remolino enorme, con el deseo de salir de allí, sabiendo que debía tomar decisiones para salir de allí y hacer cálculos.

Ese fue el espíritu del álbum, y cuando se empieza a plasmar el disco, todo ese sentimiento tan interior a veces aparece y a veces no, no es tan sencillo decir lo que pasaba dentro de la experiencia. Algo similar pasó también en Confiá, ese álbum terminó llamándose como la experiencia, o de lo que trató la experiencia; yo fui a grabar ese álbum sin material, casi sin nada, monté un estudio en Córdoba con unos músicos, unos técnicos, y no tenía nada. Trataba de confiar, y el tema no estaba hecho todavía, entonces me di cuenta al final de que el título terminó nombrando la experiencia o la experiencia terminó buscando al título.

En este caso, creo que también sucede algo de eso, porque La conquista del espacio ahora quiere decir que debemos volver a conquistar nuestro lugar, habla de la conquista del abrazo en un momento… ¡Puta, parecen escritas para la coyuntura! ¿Quién iba a saber hace seis meses que esto iba a terminar en esta situación tan delirante?


“…estaba viviendo una crisis bastante importante, familiar, y me sentía muy como en Maelström, un remolino enorme”.


Claro, no es el espacio exterior, no son las galaxias…

No. Eso ya lo hacen los grandes estados del mundo, es un punto de vista como una especie de sorna, y eso ya lo filmó Kubrick en 2001: Odisea del espacio, cuando el mono tira el hueso al espacio y se transforma en una nave espacial norteamericana que está conquistando nuevos territorios en el cosmos. No, esto es más chiquito, acá se habla de la conquista del derecho que ganás, la conquista de decirnos la verdad, la conquista del abrazo, la conquista de las calles, en fin, la conquista de mi piano… Hay que ocupar el espacio del mundo, hacerse respetar y disfrutarlo, gozarlo. Me parece que ese es el espíritu también, intentar salir de la tormenta porque tormentas hay para todos; cuestiones personales, cuestiones sociales, hay que intentar salir de allí, y eso nos va a hacer más fuertes. Cuando salimos de las crisis, a todos nos dan ganas de llegar a la playa o la casa y celebrar, brindar, abrazarnos, de eso se trata todo el álbum.

Finalmente, de un tiempo para acá -especialmente cuando se critica a un artista o a su música- ha aparecido como un mantra que nos dice que “la música es una sola”, y uno podría llegar a tener ciertas dudas…

Es la verdad, porque -para resumir el concepto- la música son notas en un pentagrama. Eso es lo que podemos definir. La música folclórica búlgara, ok, la escribimos, y la entendemos; la música folclórica nigeriana, la escribimos y la entendemos; la música europea de 1700, la escribimos y la entendemos; la música de reguetón, la escribimos y la entendemos; la música del rock argentino, la escribimos y la entendemos. Es muy sencillo. Después estará la música que te guste más o no, quiero decir no es lo mismo Pachelbel que Mozart, claramente [Risas] son muy obvias las diferencias, pero cada uno hizo su música, lo que pensaba, lo que tenía en el corazón, un poco lo que quiso y un poco lo que pudo.

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En ese orden de ideas, por poner cualquier ejemplo, ¿Paulo Londra es colega de Jorge Drexler?

Yo creo que sí, todos somos colegas. Porque como dice la canción, “Vamos por los pueblos, las capitales / Llevando nuestra música alrededor del sol” [La conquista del espacio]. A mucha gente le gusta música muy diversa. Yo estoy huyendo hace años de establecer jerarquías morales, “Esto está bien, esto está mal…”. Aquí, en Argentina, durante muchos años estuvo la dicotomía entre la música culta y la música popular, lo que estaba bien y lo que estaba mal, “lo complejo es bueno, lo sencillo es malo”. Entonces son lugares de los cuales inevitablemente te tienes que escapar si eres un espíritu libre, y cuanto más conozcas el lenguaje, más posibilidades tienes de reírte de todas esas estupideces. El tema es que cuando menos recursos tienes, te dicen una cosa y te saltás como leche hervida. Entonces es eso, la música es un don de la humanidad, y habría que conocerla, amarla y disfrutarla. En todo caso se puede hablar de que uno se lucra mucho con la música y a veces se la conoce poco. Eso sí se puede decir.

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