EXTRAÍDO DE RS176, FEBRERO 2018
Existe una escena extraordinaria al inicio de Eric Clapton: Life in 12 Bars, el documental sobre la trayectoria del guitarrista, que resume su meteórico ascenso como el prodigo del blues: Bob Dylan está sentado en una habitación de hotel en 1965, viendo a Bluesbreakers en la televisión, aclamando al guitarrista de la banda. Es Clapton, apenas un adolescente. “Aún no puedo creer que eso sea real”, dice Clapton riendo en el lobby de un hotel de Nueva York, después de un día de pruebas. “Pensé: ‘Seguro está hecho con Photoshop’”. El filme, a su vez, posee asombroso material de Clapton al lado de Cream, reveladoras entrevistas con las mujeres en su vida y las dolorosamente francas secuencias de sus batallas contra la heroína, el alcohol y el accidente que le quitó la vida a su hijo Conor en 1991, mismo que inspiró la balada ganadora del Grammy “Tears in Heaven”. Pero Clapton se encuentra viendo hacia delante, trabajando en su próximo LP de estudio. “Haré un par de shows, pero ya no lo veo como salir de gira, voy de uno en uno”.
Ya viste la película. ¿Cómo fue ser testigo de tu vida de esa forma?
No fue tan malo como la primera vez que la vi. Estaba en una sala de edición. Hubo una escena en particular de la que no estaba muy seguro. Era un episodio de mi peor periodo, dije cosas en el escenario sobre migrantes [un show en Birmingham, Inglaterra de 1976]. Siendo el alcohólico que era, fue algo carente de sentido.
¿Le pediste al director, Lili Fini Zanuck, que la quitara?
Tuve que enfrentar al hombre en el que me convertí debido a las drogas y el alcohol. Es incomprensible para mí, el haber caído tan profundo. No había nadie que me retara a no hacerlo, me había vuelto bastante intimidante. La gente decía que no podía retarme por que lo hacia dos veces peor.
El filme comienza con un video en tributo a B.B. King después de su muerte en 2015. Marca un tono: muchas de las caras y voces en la cinta –Duane Allman, Cream’s Jack Bruce, George Harrison– ya no están.
No quiero ni pensar en eso. Estoy determinado a quedarme aquí por el tiempo que me tenga que quedar, estoy viéndolo todo. Voy al doctor ante cualquier indicio de algo, por pequeño que sea.
¿Cómo está tu salud? En la portada de tu álbum más reciente, I Still Do, hay una foto tuya tocando la guitarra con un guante.
Tuve eczema de la cabeza a los pies. Las palmas de mis manos se estaban cayendo y apenas había comenzado a grabar este disco con el productor Glyn Johns. Fue una catástrofe. Tenía que usar guantes con curitas alrededor de la manos.
Cuando fui a tus conciertos el año pasado ya no había guantes…
Mis manos están bien. No se ha ido completamente pero sigo poniéndome el tratamiento. Ya se está pasando, estoy tan bien como lo he estado en los últimos dos años.
¿Has considerado la posibilidad de que por enfermedad o por edad ya no pudieras tocar guitarra?
No pasaría nada. Lo aceptaría. Tocar ya es algo difícil de todos modos. Tengo que llegar hasta el fondo de la escalera cada vez que afino la guitarra. Tengo que hacerlo todo con callos en las manos, me cuesta la coordinación.
Hay una excelente frase de B.B. en la cinta que describe tu forma de tocar: “Es como encontrar las piezas faltantes de un rompecabezas”
Esa es la manera en la que veo las cosas. Construyo una porción de tiempo con un principio y un fin. Tiene que tener sentido, como una fotografía. Si me dejaran solo en el estudio no pararía hasta refinar las canciones lo más que se pudiera. Así fue “Layla”, como construir un rompecabezas.
¿Alguna vez completas ese rompecabezas?
Nunca. Pero recuerdo una noche en Filadelfia con Cream. Era casi el final de nuestra gira juntos [en 1968]. Sabíamos que se había terminado, sólo la estábamos pasando bien al tocar y definitivamente recuerdo haber pensado: “Nunca será mejor que esto”. ¿Alguna vez he estado satisfecho? Sí, por una noche sí.
Ed Sheeran ha dicho que tú eres la razón por la que empezó a tocar guitarra. ¿Qué le dices a artistas jóvenes como él que se encuentran navegando las aguas del éxito?
En realidad creo que no dices nada [risas]. Me pidió mi consejo y le he dicho: “No vayas tan rápido, no lo quemes todo al instante”, pero parece realmente comprometido en ir tan rápido como pueda. Quiere conquistar el globo. ¿Pero a dónde vas después de eso? No todo puede ser una subida constante. Para nadie.
¿Cómo huyes de las distracciones de tu profesión?
Tengo un manager de negocios con quien hablo casi diario sobre lo que deberíamos de estar haciendo, hablamos de cómo estamos manejando Crossroads [el centro de tratamiento contra adicciones de Clapton], por ejemplo. Muchas veces la gente me deja solo por que saben que necesito tocar. No es algo fácil, toma mucha devoción llegar al punto en donde lo que estoy tocando es presentable. Cuando era joven era fácil llegar a ese lugar. No tenía nada de que preocuparme, sólo tocaba. Ahora tengo muchas responsabilidades que estoy feliz de cumplir. Pero sí me distraen de lo que hace que todo esto sea posible.