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Peleando por la vida

Ben Foster vuelve a demostrar su enorme calibre actoral, interpretando al boxeador polaco Harry Haft

Barry Levinson 

/ Ben Foster, Vicky Krieps, Billy Magnussen, Saro Emirze, Peter Sarsgaard, Danny DeVito, John Leguizamo

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Diamond

Mientras que su hijo Sam goza de las mieles de la victoria gracias a la estupenda serie Euphoria, Barry Levinson, el director de grandes cintas como Diner, The Natural, Good Morning Vietnam, Avalon, Rain Man, Bugsy, Sleepers y Wag The Dog, hacía rato que no nos entregaba una obra destacada.

Sin llegar a sucumbir a las narrativas contemporáneas, este contador de historias a la vieja usanza, nos entrega Peleando por la vida, una película biográfica que nos relata los triunfos y tragedias de Harry Haft, un boxeador polaco sobreviviente de los campos de concentración de Auschwitz, que peleó con prisioneros judíos para entretener a los nazis y para mantenerse con vida y quien, radicado en Nueva Jersey, llegó a enfrentarse al campeón Rocky Marciano.

Con mucha mesura, Levinson nos cuenta esta trágica historia a partir de flashbacks en blanco y negro y con la estupenda actuación de Ben Foster, quien va más allá de las prótesis, el pesado maquillaje y la dramática pérdida de kilos, para penetrar en la humanidad de Haft, algo que Willem Dafoe no alcanzó a lograr cuando encarnó al boxeador judío Salamo Arouch en una historia verídica similar a la de Haft, para la fallida cinta de 1989 El triunfo del espíritu.   

Como si se tratara de un gran melodrama romántico, se nos muestra como Haft intentó convertirse en un gran boxeador, motivado por alcanzar la popularidad y llamar así la atención de su novia de juventud, la cual fue arrestada por los Nazis antes que él y de la que sospecha que todavía se encuentra con vida.

Haft encuentra el apoyo de su hermano Peretez (Saro Emirze), también sobreviviente de Auschwitz y a quien considera su único amigo; en el periodista Emory Anderson (Peter Sarsgaard), interesado en contar su historia; en Miriam Wofsoniker (Vicky Krieps), la mujer encargada de buscar al amor de la vida de Haft y quien más adelante se convertirá en su esposa; en su entrenador Bill ‘Pepe’ Miller (John Leguizamo); en su agente  Louis Barclay (Paul Bates); en inclusive en Charley Goldman (Danny DeVito), el entrenador de Marciano.

Los flashbacks nos muestran las terribles experiencias de Haft tuvo que pasar en los campos de concentración, apadrinado por el sádico Schneider (Billy Magnussen). Pero nada se compara al cruento relato que Haft le cuenta a Miriam, acerca de su sobrino recién nacido.

Es gracias a la interpretación de Foster (sus miradas, gestos, y lenguaje corporal) que sentimos en carne propia el drama de este boxeador sobreviviente que aparenta ser fuerte y rudo, pero que como las personas a su alrededor lo saben muy bien, está terriblemente traumatizado. Foster se acerca peligrosamente al Jake LaMotta de Robert De Niro, ese otro boxeador herido protagonista del clásico El toro salvaje.

Puede que el público contemporáneo ya no esté acostumbrado a los diálogos grandilocuentes y poco realistas típicos de Hollywood, como al énfasis en lo psicológico y lo dramático, dejando en un segundo plano la acción. Pero Levinson, a sus 80 años de edad, todavía sabe cómo atrapar nuestra atención y dar unos cuantos golpes efectivos.  

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