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Milmarías: once dimensiones del sonido

El trío bogotano en que converge folclor y rock seguirá presentando su segundo trabajo discográfico en el marco del Festival Estéreo Picnic

Por  IGNACIO MAYORGA ALZATE

marzo 8, 2015

Cortesía Milmarías

Milmarías define su sonido con el rubro de “alterlatino”. Una especie de subgénero que se separa de las propuestas estéticas desarrolladas al incorporar sonidos rockeros y electrónicos. Esto es cierto para su debut de 2011, Tentempié, producido por Alejandro Lozano de Superlitio y en el que Pedro Rovetto, bajista de la agrupación caleña, obró como ingeniero. Sin embargo, el sonido de su última producción, Las once dimensiones, del año pasado vuelve con más fuerza sobre las sonoridades suramericanas, sobre los colores locales del panorama musical colombiano, en vez de adentrarse de nuevo en la experimentación entre géneros de su primer trabajo. Si bien este último disco lleva el sello del sonido de Milmarías, se encuentra más cercano a la onda neo tropical que a la del electro rock.

Con ello no hay nada de malo: el trío bogotano mereció por este último trabajo el premio que Virgin Mobile otorgó al escogerlo entre las agrupaciones participantes del Festival Hermoso Ruido, una pequeña gira por México. Allí, estos bogotanos —provenientes de agrupaciones como Morfonia y Corporación Macondo— se hicieron con los corazones de su audiencia, hasta el punto que no resulta extraño encontrar en sus publicaciones en Facebook o YouTube comentarios de fanáticos en Oaxaca, Guadalajara o el D.F.  En un país con una tradición musical tan fuerte que tiende a arrastrar a todo el continente, Milmarías logró salir por la puerta grande. De hecho, una vez acabada su presentación en Estéreo Picnic planean volver a la tierra de Pancho Villa, entre otros viajes que piensan hacer por el resto del continente.

Milmarías ha sabido construir una propuesta coherente que, a fuerza de no poder catalogarse dentro las categorías musicales preexistentes, el trío ha definido con humor. En una era en que el rubro de alternativo es ley, la banda bogotana trastoca esa categoría en la medida en que reflexiona sobre la manera de hacer música, de ponerla a circular y en qué espacios presentarla. Las once dimensiones, cuya caratula en plan MGMT se ve intervenida por una palmera bajo el nombre de la banda, pone en presente la propuesta de una agrupación que no estriba por ningún camino salvo el suyo propio, creando un sonido con un sello que escapa a la denominación de origen, lo que le permite circular por distintas geografías y conquistar, en el proceso, el corazón de sus escuchas.