EXTRAÍDO DE RS75, ENERO 2009
Su voz me llegó al corazón desde el principio. Todo lo que vivió, todo lo que pensó y todo lo que sintió está reflejado en su voz.
Comencé a apreciar realmente a Marvin Gaye cuando escuché por primera vez su disco What’s Going On, y me enamoré inmediatamente de él. Era muy emocionante escucharlo hablar, con tono afligido, sobre cómo funcionaba este mundo, y todo revestido de una musicalidad deslumbrante. Una de las cosas que más me gusta de él es cómo sigue con la voz lo que interpreta la sección de cuerdas, o cuando dobla lo que los otros instrumentos están tocando. Lo dota todo de una suntuosidad sutil pero efectiva, que añade otra capa distinta a la música.
Ahora tenemos Pro Tools y miles de pistas a nuestra disposición, y puedes grabar diferentes armonías vocales en cada una de ellas. En ese entonces había que innovar de verdad, como cuando Marvin se respondía a sí mismo en las canciones, o conseguía ese efecto de profundidad de campo, con su voz al fondo y sonando como un eco. Es algo inolvidable. Dejaba las canciones acabadas de tal manera, con tal claridad, que se me pone la piel de gallina sólo de pensarlo.
La versión en vivo de “Distant Lover” es seguramente una de las interpretaciones más impresionantes que han quedado grabadas. Puedes sentir su confianza, su ilusión; ¡puedes hasta imaginarte sus movimientos! El público está pendiente de cada palabra, los tiene en sus manos todo el tiempo. Eso es lo que hace de Marvin Gaye alguien inmortal: la emoción que contagia.
What’s Going On cambió mi mundo, mi vida, mi estilo como compositora, todo.
