“Me siento un elegido”, dijo Marciano Cantero tres años atrás, de regreso de una gira récord de Los Enanitos Verdes por Estados Unidos y México, bautizada Huevos revueltos, que la banda mendocina compartió con los españoles Hombres G. Venían de tocar en el Hollywood Bowl y eso lo había impresionado a este tipo que pisaba los 60 años. “De alguna manera, es un milagro haber logrado algo musicalmente tan bueno y haber podido, al mismo tiempo, pegar en la gente. Hay muchas bandas que no lograron tocar en el Hollywood Bowl y nosotros tocamos ahí, donde tocaron los Beatles y muchos de los artistas más importantes de la música contemporánea. Fue algo increíble y, cuando terminamos, en los camarines, la gente que trabaja ahí nos dijo que hacía tiempo no escuchaban cantar al público tan fuerte”.
Definitivamente Marciano Cantero fue un elegido. Un músico y compositor mendocino que a mediados de los años 80 escribió unas canciones que traspasaron límites y fronteras y que, más de treinta años después, siguen ahí, no solo en la nostalgia y el récord de escuchas en Spotify –que también, claro-, sino en el reconocimiento de las nuevas generaciones, con J Balvin y Bad Bunny invitándolo a grabar una canción (“Un peso”) para cumplir ellos su propio sueño. “Me llamaron por videochat y me dijeron: ‘¡Maestro, gracias por hacer más feliz nuestra adolescencia!”, contaba Marciano ayer nomás.
Horacio Eduardo “Marciano” Cantero falleció ayer, a los 62 años, luego de una semana internado por una complicación renal, según informó su familia. Luego de otra serie de conciertos con Los Enanitos Verdes por Estados Unidos y México, que terminó el 12 de agosto en el James L. Knight Center de Miami, Cantero volvió a su Mendoza natal, a la que había regresado para instalarse en 2019 tras vivir durante años entre México, Miami y ese no lugar de giras eternas por América Latina. Allí, en su lugar en el mundo, Cantero se fue en calma, según las palabras de su hijo Javier, quien le agradeció públicamente los años compartidos.
“Quiero que lo recuerden no solo como el compositor, el cantante, el artista que era, sino también como una persona maravillosa y mi mejor amigo en el mundo. Él siempre decía en todas las entrevistas que ‘Amigos’ (el tema de Los Enanitos) la compuso porque quería que su hijo fuera su mejor amigo, y se cumplió y él lo sabía, así que eso me deja tranquilo”, dijo Javier.
Los Enanitos Verdes ser formaron en 1979 con Cantero en voz y bajo, Felipe Staiti en guitarra y Daniel Piccolo en batería. Pero fue a mediados de la década del 80 cuando la banda se convirtió en la expresión mendocina de ese rock post dictadura que tanto dio que hablar por estas tierras. En el under porteño y también en una América latina que despertaba a nuevos placeres después de épocas oscuras. En ese multiverso Cantero dejó para siempre un puñado de himnos pop y canciones de amor verdadero.
“La muralla verde” (su mayor hit), “Tus viejas cartas”, “Simulacro de tensión”, “Por el resto”, “Te vi en un tren” y “Guitarras blancas” fueron algunos de los temas compuestos en aquella década dorada para el grupo, que por entonces recorrió una y otra vez América Latina, siguiendo los pasos de Soda Stereo y ZAS.
Contrarreloj, el segundo álbum del grupo, editado en 1986, fue el trabajo que los llevó a la popularidad y contó con la producción de un joven Andrés Calamaro. “Creo que Andrés fue parte integral de Contrarreloj y, de hecho, hubo una sugerencia suya en relación a ‘La muralla verde’ que aún la tengo muy presente: me dijo que en el estribillo en vez de estirar la palabra ‘amor’, cantara ‘amor, or, or de ayer’. Esa cuestión de swing, aunque parezca pequeña, él siempre la dominó con mucha gracia”, contó tiempo atrás Cantero sobre aquella relación virtuosa.
El suceso de Los Enanitos Verdes en el continente a partir de los años 90 nunca tuvo su reflejo en el país y eso llevó a la banda a casi vivir de gira fuera de la Argentina. Tanto que Cantero decidió radicarse en la ciudad de Hermosillo, en el desierto de Sonora, en México. Hasta 2019, que regresó a su ciudad atraído por un viejo amor, una novia de juventud a la que le había dedicado varias de las primeras canciones del grupo (el clásico “Tus viejas cartas”, entre otras) y que el destino había alejado. Una historia de amor salida de sus propias composiciones.