En este punto de su carrera, Madi Diaz es realista sobre la vida en la carretera. “Tengo 37 años, y esta mierda es pesada”, dice la cantautora de Nashville con una sonrisa. “Camino por el aeropuerto llevando muchos cables y pedales. Tengo que arrastrar mi guitarra en el cubículo del baño”. Al momento de acercarse al mostrador, le teme a la tarea de convencer a un empleado de aerolínea de que le permita llevar su equipo a bordo. “Simplemente no soy una buena guerrera”, añade. “Soy testaruda, ya no tengo ese empuje”.
Tal vez sea verdad si hablamos de equipaje, pero definitivamente no aplica a su música. Solo pregúntenle a Harry Styles, quien la trajo como telonera para sus conciertos de Love on Tour de 2022, y estaba tan encantado con ella que le pidió que se uniera a su banda en vivo.
Otros fanáticos de su pop folk incluyen a Angel Olsen, Muna, y Waxahatchee (los cuales colaboraron con ella en regrabaciones de su excelente LP de 2021, History of a Feeling) y Kesha, quien grabó una de sus canciones en la que trabajó en 2019. A fin de cuentas, tener empuje es inherente a Diaz.
Es una cálida tarde de octubre, y está sentada en el lobby del Hotel Ace en Manhattan; lleva puesta una camiseta de tiras bajo una blusa de botones. Dice que no ha dormido nada (parece alerta) y que su flequillo parece que hubiera sido atacado por Eduardo Manos de Tijeras (se ve encantador). “Puedes predecir qué tan bien me está yendo en mi vida actual basándote en la maldita cantidad de podcasts y aplicaciones sobre horóscopos que tenga en mi teléfono”, bromea. “Si tengo más de dos, no es una buena señal”.
La noche anterior, Diaz tocó en el Beacon Theatre, abriéndole a My Morning Jacket. Tocar en el teatro de 94 años de antigüedad fue un poco abrumador. “Es muy romántico, me perdí”, dice. “Comencé a intentar hablar entre canciones, y una palabra literalmente salió al revés. Estaba mirando la estatua dorada de una mujer. Estamos tocando en el puto Beacon con esta increíble sección de vientos. Simplemente no podía creer lo que estaba escuchando”.
Cuando ella dice “increíble sección de vientos”, se refiere a los músicos que acompañan a Styles en la gira, la saxofonista Lorren Chiodo, la trombonista Kalia Vandever, y la trompetista Laura Bibbs. “Son las mujeres más dulces, las mejores”, dice Diaz. “Era como una reunión de campamento de verano”.
Una de las canciones que Diaz tocó con la sección de vientos se llama ‘Same Risk’, una pieza acústica y brutalmente honesta de su nuevo álbum, Weird Faith. “¿Crees que esto puede arruinar tu vida? / Porque puedes ver cómo está arruinando la mía”. “Justo comenzaba a salir con mi expareja y estaba perdiendo la cordura”, explica Diaz. “No puedes controlar nada. Lo único que puedo hacer es seguir caminando hacia adelante. Se ha convertido en mi propio mantra”.
Ella extiende este concepto a ‘Everything Almost’, otra canción destacada que habla sobre dar todo de ti en una relación, mientras guardas una pequeña parte para ti. Al escucharla te das cuenta de por qué Diaz se refiere a la canción como “una entrada de diario”. Con densos detalles entre finas líneas, es una canción que se convertirá en la favorita de los fans y que se sabrán de memoria: “Soñé que había un bebé dentro de mí / Una mano en mi vientre y la otra señalándote / Dándote órdenes por la casa como una perra / Y tú solo te ríes, y lo disfrutas”.
“Madi tiene una agradable manera de mantener todo conversacional”, dice su amiga Kacey Musgraves a Rolling Stone. “Es mi tipo de escritura favorita”. Las músicas de Nashville se conocen hace mucho tiempo, pero se hicieron amigas durante la pandemia, cocinando, comprando antigüedades, y bromeando sobre tener una casa juntas. “Madi y yo íbamos a algunos remates, o salíamos a dar largas caminatas”, dice Musgraves. “También había mucho vino. Y caballos. Ambas somos verdaderas chicas de caballos”.
Musgraves aparece en el dueto de Weird Faith ‘Don’t Do Me Good’, un tema dedicado a un amante con un potente coro sobre finalmente tirar la toalla. “Hay algo, algo en su voz que simplemente eleva todo”, dice Diaz. “Conozco la voz hablada de Kacey casi que en exclusiva, por lo que fue divertido estar en el estudio y ponerme los auriculares y escuchar esa voz que sale de su boca y decir: ‘¡Oh, claro! ¡Esa es mi amiga!’”.
Coescrita junto a la colaboradora de Ed Sheeran Amy Wadge, ‘Don’t Do Me Good’ es fácilmente una de las canciones más fuertes del catálogo de Diaz; pero dudaba en preguntarle a Musgraves que cantara con ella. “Me daba pavor preguntarle, porque ese tipo de cosas son más cómodas para mí con amigas como Courtney Marie Andrews”, dice Diaz, mientras menciona a una colega. “Pero Kacey está en una liga completamente estratosférica. Es una estrella pop”. (Al escuchar esta cita, Musgrave se ríe: “Eso es ridículo. Somos amigas. Apenas me preguntó dije, ‘¡Por supuesto! Duh, sí’.
Muchos de los amigos de Diaz por estos días son músicos hombres, algo que no siempre fue así. “En nuestra generación, las mujeres alfa aprendieron a evitarse mutuamente durante nuestros 20”, dice Diaz. “Lo cual es una puta pena. Es chistoso cómo cambió eso en mis 30”.
Diaz creció en Norwalk, Connecticut, y se mudó a Pennsylvania cuando tenía siete años; luego estudió en el Berklee College of Music antes de salirse para dar pequeños conciertos en el Bitter End de Nueva York. Se mudó a Nashville en 2008, trabajando fuertemente como compositora, luego se mudó a Los Ángeles para tocar en bandas, para regresar finalmente a Nashville en 2017.
“No pensé por más de dos segundos cómo sería ser una mujer en la industria, y cómo eso, eventualmente, se convertiría en algo difícil”, dice, pensando en sus primeros años de carrera profesional. “Es muy diferente para las mujeres, y ojalá la gente respete eso en algún momento. Sinceramente, no creo que los hombres lo hagan”.
Diaz nombra a varias artistas que estarán de gira con sus hijos, desde Maren Morris a Elle King hasta Margo Price (“una dura”). Pero a pesar de esa frase sobre la maternidad en ‘Everything Almost’, ella sabe que no es el momento todavía. Está aprendiendo a vivir en el presente, citando el testimonio de las memorias del sobreviviente del Holocausto Viktor Frankl de 1946, El hombre en busca de sentido, como inspiración reciente.
“Se trata de escuchar lo que la vida te pide y responder a esas preguntas”, dice. “Y la vida no me está pidiendo ser madre. Ahora mismo me está pidiendo que lleve mi maldita guitarra conmigo por kilómetros en los aeropuertos y tenga un nido de cables en mi bolso de mano que pesa 25 kilos. Simplemente estoy tratando de estar allí”.