Los Decoradores le dan una nueva vuelta de tuerca al repertorio de Patricio Rey

Cómo y por qué cuatro exintegrantes históricos de los Rendondos protagonizan el último fenómeno en torno a la banda más popular del país. El sábado tocan en el Microestadio de Lanús

Por  SEBASTIÁN RAMOS

agosto 24, 2022

Foto: IGNACIO ARNEDO

Dentro de su discurso público, siempre carismático y ampuloso, una de las tantas frases que el Indio Solari dejó registradas en más de una entrevista hablaba de la necesidad, como artistas, de “saltar por encima de los decorados del rock and roll”. Pero no. El nombre Los Decoradores, la banda que conforman cuatro exintegrantes de Patricio Rey y que reinterpreta las canciones de los Redondos desde hace poco más de cuatro años, no remite a aquella frase, sino a otra de las declaraciones de Solari.  “Es un chiste interno, porque el Indio dijo una vez que él hacía todo y que lo de Skay era nada más que decoración, je, je… Me pareció un buen chiste. Él lo dice en serio, pero la verdad es que estas cosas con el tiempo se transformaron en algo humorístico. Me pareció bueno el nombre, porque nosotros somos los decoradores”, dice Semilla Bucciarelli.

A los 63 años, el histórico bajista Redondo (el único músico, sin contar al Indio y a Skay Beilinson, que grabó en todos los discos de la banda), vive en Córdoba capital, luego de unos años de residencia en Carlos Paz. Vino a Buenos Aires a ensayar con los amigos y compañeros de ruta con quienes comparte esta aventura conocida como La Kermesse de Los Decoradores (el sábado 27 se presentarán en el Microestadio de Lanús, casualmente a veinte años de un recordado show de Patricio Rey) Cuatro ex-Redondos (Semilla, Sergio Dawi, Tito Fargo y Hernán Aramberri) que le encuentran una nueva vuelta de tuerca al cancionero ricotero. Si es que eso es posible.

Desde la separación de PR en aquel caótico diciembre de 2001, Semilla fue el más brutalmente honesto a la hora de hablar del final. En 2011, el mismo Solari le dio la derecha al bajista. En un hotel en las afueras de Junín, poco antes de uno de los conciertos de Los Fundamentalistas, el cantante me confesó durante una extensa entrevista: “Semilla tenía razón cuando dijo que Patricio Rey nos tendría que haber agarrado a Skay y a mí y habernos pegado una patada en el culo. Creo que fue la mejor definición que escuché de lo que pasó”. Semilla ríe cuando le recuerdo la frase. ¿Y hoy qué opinaría Patricio Rey de La Kermesse? “Creo que estaría muy de acuerdo y de hecho me parece que está participando en todo esto. Esa energía está en los shows de Los Decoradores, yo la siento, por eso para mí el tipo está de acuerdo”.

Semilla Bucciarelli. Foto: IGNACIO ARNEDO

Habrá que remontarse a cuarenta años atrás para encontrar el primer cruce entre Bucciarelli y el espíritu de PR. Por entonces tocaba el bajo en la gira con la que Ricardo Soulé presentaba en vivo su segundo disco solista, Romances de gesta, grabado junto a Edelmiro Molinari. Allí tocaba también Alejandro Pensa, baterista además del proyecto musical Edelmiro y La Galletita, que unió para la grabación de su único álbum al ex-Almendra con Skay. La democracia estaba a la vuelta de la esquina y el triunvirato redondo (por si hace falta, Solari, Skay y la mánager Poli) había decidido mudarse de La Plata a Buenos Aires.

“Skay le preguntó a Pensa si conocía músicos y ahí, con Rodolfo Gorosito, empezamos a tocar con los Redondos. En esa época estaba el ‘Gonzo’ Palacios tocando el saxo. Después Pensa y Gorosito se fueron y entraron ‘El Piojo’ Ábalos, Willy Crook y Tito, y con esa banda grabamos el primer disco”, recuerda Semilla.

¿Hubo algo que te llamó la atención como para quedarte en el proyecto?

Primero estaba toda esa historia de la independencia y después, en esa época, todavía estaba también la movida del teatro que participaba en los shows. Yo hice muchos shows con “los talentos”, como los llamaban, gente del teatro y de la performance. Eso tenía que ver mucho con lo mío, con el arte y la pintura. En esa época que una banda de rock hiciera eso era muy raro.

Viviste ese cambio, de grupo performático a banda de rock.

Sí, ahí quedó la banda. En realidad, te digo que pasó eso porque la gente quería la música y nada más. Crecía el público y quería escuchar a la banda y lamentablemente se cortó lo otro, porque a mí me encantaba, aportaba mucho al show y era un espacio para toda la gente del teatro.

Pero lo cierto es que la historia que hoy contamos, como tantas otras, comienza con un final. Porque no habría Decoradores sin el abrupto fin de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota que separó los caminos de sus dos líderes y tomó totalmente desprevenido al resto de la banda. Tanto que a todos les llevó mucho tiempo reconciliarse con el mundo Redondo. “La verdad es que no esperaba ese final. Quedé un poco desilusionado y herido, porque ni siquiera tuvimos la oportunidad de charlarlo con los chicos. Eso fue lo peor”, recuerda ahora Semilla. “La gente cambia mucho con el tiempo y me sentí muy mal, pero por suerte ya se me pasó. En ese momento me dediqué a pintar y dejé de lado el bajo, aunque no por el enojo, sino porque no busqué seguir con esa historia. Me enganché con la pintura y listo. Yo voy surfeando en la vida, me van apareciendo las cosas y ahí decido si lo hago o no lo hago”.

¿Y qué fue lo primero que pensaste cuando se armó la idea de tocar los temas de PR con Los Decoradores?

De entrada, no quería… porque, inclusive, cuando nos separamos, lo primero que nos dijeron Skay y Poli fue hacer la banda con otro cantante. Pero ya en ese momento no me pareció. Digamos que estaba más pensando en lo que iban a decir el Indio o el mismo Skay, porque como quedó todo medio extraño, no sabíamos qué iba a pasar y no me parecía hacerlo. Ahora surgió todo más naturalmente y en el primer show que hicimos con temas solo de los Redondos, a beneficio de Enrique Symns (monologuista y compinche de los primeros años de PR), fue como que me sonó una alarma. Ver a la gente respondiendo de esa manera me hizo pensar que había algo ahí para cuidar. Me pareció que la relación de la gente con estas canciones era lo más importante y que había que seguir con ese espíritu.

Solo les pido que se vuelvan a juntar, cantan las huestes una y otra vez desde 2001 hasta acá. Y aquí están ellos, Los Decoradores, juntos, ofreciendo su versión de las misas, hoy, sin el Indio y sin Skay, claro, pero con la historia detrás que los avala. Semilla con sus casi veinte años al servicio de PR. Dawi con catorce años y su aporte en siete de los nueve discos de la banda. Fargo con poco más de tres años como segunda guitarra y su distintiva impronta sonora de los primeros dos discos. Aramberri con ocho años de trabajo junto al grupo (primero como técnico y luego como segundo baterista), en buena parte responsable de las máquinas de los últimos tiempos Redondos, y otros quince como director musical de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, el grupo que Solari armó tras la disolución de PR. Y los cuatro con una obra musical por fuera de PR de lo más personal, rica y variada, que les permite llegar a la actualidad con la frente en alto, sin resentimientos, sin culpas ni remordimientos, celebrando su pasado y forjando un presente que le devuelve un reconocimiento a la altura de esta leyenda que no para de crecer.

Lo primero que me dice Sergio Dawi antes de la entrevista es que están un poco cansados de hablar siempre del Indio, que lo entienda, que mejor hablar de la banda, de Los Decoradores y su Kermesse, la que los trajo hasta acá, un caserón/sala de ensayo en pleno Caballito, para una última pasada antes de llenar el teatro Flores con su ritual ricotero. Dice que muchas veces hubo malentendidos y ellos lo único que quieren es disfrutar de la actualidad que los tiene como uno de los varios protagonistas (Los Decoradores, Los Fundamentalistas y las decenas de bandas tributo en todo el país) del pasionario fenómeno alrededor de la obra y el legado de PR.

Sergio Dawi. Foto: IGNACIO ARNEDO

El saxofonista cumple aquí a la vez el rol de mánager del grupo, coordina y organiza este momento de Los Decoradores, y junto a Semilla fueron quienes dieron el primer paso en esta dirección. “Las cosas se fueron dando y casi que ni nos dimos cuenta de que estábamos armando algo”, asegura. “Cinco años atrás, Semilla y yo estábamos girando por el interior con el espectáculo SemiDawi, que era algo bastante experimental y que combinaba la plástica, la tecnología y la música en vivo. En cada rincón del país al que llegábamos, nos asombrábamos por el cariño inmenso que cosechábamos con esta cosa media loca que no tiene nada que ver con los Redondos, pero que nos permitió seguir vinculados a un público afín a la banda. Una noche, un amigo nos dijo: ‘¿Por qué no suman a esto algo que tenga que ver con su pasado, que es tan fuerte?’. Lo pensamos un tiempo y lo llamamos a Walter -Sidotti, baterista de PR- para comentarle la idea”.

Así surgieron los primeros conciertos que abrían con el vuelo estético de SemiDawi, continuaba con las canciones de The Comando Pickless -la banda de Sidotti- y cerraba con cuatro o cinco temas “redondos”. “Siempre fuimos amantes de la diversidad y nos pareció una buena propuesta”, insiste Dawi. A los pocos días, salió lo de hacer el encuentro a beneficio de Enrique Symns y decidieron armar un show “solo redondo”. “Era un lugar chico, con un escenario muy cercano al público y cuando empezamos a tocar este repertorio… el lugar se nos vino encima. Ese fue el disparador para empezar a tocar como Los Decoradores y enseguida armamos La Kermesse Redonda, inspirados en las antiguas kermeses parroquiales, en donde el barrio participaba con un sentido solidario de un encuentro con un objetivo común”.

Dawi asegura ser hijo del Parakultural, el local ícono del under de los años 80 donde a mediados de la década tocaba todos los fines de semana con Dos Saxos Dos, el grupo experimental que compartía con Damián Nisenson. Allí los descubrieron Skay y Poli y enseguida los invitaron a tocar en los intervalos de los conciertos de los Redondos. “Un mes después dio la casualidad que Willy Crook se fue a Los Abuelos de la Nada y me llamaron para que me sumara al grupo. Era una época donde ensayábamos todos los días y tocábamos muy seguido, a diferencia de los últimos años. Ellos tenían una cosmovisión que no existía en el rock. Una mirada del mundo particular en este paisito, con una producción independiente en momentos en que era muy difícil armar algo así. Además, estaba la música, que en cierta medida jugaba en el borde del género rock. A veces no sabías dónde ubicarlos, aunque había un concepto rockero muy fuerte. Y también tenían la lírica, que le daba fuerza a esa cosmovisión y que a través de los años se ha mantenido tan vigente, por su calidad y por el viaje que convocaba a todos los oyentes”.

¿Qué te produce volver a tocar ese material hoy con Los Decoradores?

En un inicio tuvimos algunas pinceladas de nostalgia, porque fue reencontrarnos con los músicos tocando en el escenario, haciendo esos temas que hemos transpirado y curtido. Hay sonoridades que a mí me siguen conmoviendo. Cuando terminamos aquel 2001 y el año sabático se alargaba, nos pusimos a hacer otras cosas y los años pasaron, pero después de hacer SemiDawi nos plantearon esto y nos dijimos: “Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo?”. Era algo que nos había quedado pendiente, poder disfrutar de ese ida y vuelta con el público y de la música, que nos sigue pegando. Lo que destilan todas esas letras en el presente le da una carga actual a lo que hacemos que, te diría, hasta le gana al pasado o a la nostalgia.

Fargo le debe su nombre a la camioneta que manejaba el guitarrista en su juventud con el logo bien grande de la panificadora. Con ella no solo repartía pan y se ganaba sus primeros sueldos, sino también transportaba los equipos de varias bandas del oeste como MAM, el grupo de los Mollo, Omar y Ricardo. Por esos días de la primera mitad de los 80 Tito Fargo D’Aviero tocaba en la Hurlingham Reggae Band, el proyecto paralelo a Sumo que compartía con Luca Prodan, Diego Arnedo y Superman Troglio y una vez más fue Skay el que lo descubrió en uno de los shows en el legendario Zero Bar de República de la India y lo invitó a formar parte del nuevo PR. “Ellos estaban empezando a rearmar la banda. El primer día que fui estaban el Indio, Skay y Semilla. Yo conocía a Willy (Crook) y cuando vino a Buenos Aires les conté de él y del ‘Piojo’ Ábalos y con ellos grabamos el primer disco”, cuenta Fargo.

Vos estabas tocando con Luca, ¿qué fue lo que te llamó la atención de los Redondos como para aceptar la propuesta?

Lo que me pareció bueno fue encontrar un sonido entre todos a esa propuesta que empezaba a surgir. Y por otro lado hubo un ensamble con la guitarra de Skay que me sedujo mucho. Generalmente uno estaba acostumbrado a tocar en trío o en función de uno que hace la guitarra rítmica y el otro los solos. Un concepto más conservador, si se quiere. Acá se dio otra situación, nos repartimos ambos roles tratando de no entorpecer la canción. Hay muchos solos en las canciones de esa época que son casi arreglos, pensados melódicamente, no como solos. Considero que fue lo más atrayente. Y por supuesto, también una temática en las líricas muy poderosa y que todavía siguen vigentes. Se movieron muchos aspectos que se volvieron muy seductores para formar parte de esto.

Tito Fargo. Foto: IGNACIO ARNEDO

¿Qué recuerdo tenés de las grabaciones de los dos primeros discos?

Las canciones de Gulp! (1985) se habían tocado en todos los pubs que te puedas imaginar, entonces estaban más amasadas en vivo y a la hora de grabarlas se grabaron con todos juntos tocando, a la vieja usanza. Fueron cincuenta horas con mezcla y todo. Muy exprés. Ya Oktubre (1986) es un disco con más estructura, fuimos a un estudio más grande, Panda. Tuvimos una búsqueda más experimental, por llamarlo de alguna manera, hubo otros invitados, como Claudio Fernández, el baterista de Don Cornelio, o Daniel Melero, que tocó algunas cosas. Se amplió un poco la historia.

Tras la presentación de Oktubre, Fargo dejó la banda y se fue a vivir a España en busca de nuevas fronteras musicales y detrás de los cuentos fantásticos que le había contado su amigo Luca. “De alguna manera, quería tener las vivencias que él me había contado que existían allá. Luca me enseñó mucho y creo que su legado más fuerte en mí fue saber que uno puede hacer las cosas con lo que tiene a mano. Hay muchas personas que necesitan una gran estructura para generar su artística, pero Luca hacía las cosas con lo que tenía y nunca dejaba de hacerlas porque no tuviera estructura. Siempre escuchabas música suya hecha con una pava y un mate, digamos. Eso fue muy importante para mí, que siempre fui un músico independiente. Y mi viaje a Europa fue como una especie de apertura a todo eso. Uno, como músico o artista interactivo, está en constante construcción, prueba y error todo el tiempo y de ahí aprende. Así es la vida. El concepto y el estilo te los va a dar el tiempo, mientras vos vas desarrollando el músculo. El rock tiene eso, es una manera de vivir, es la búsqueda de cada uno. Y creo que en La Kermesse pasa eso. Porque no solo pasa por la música, sino que tiene algo de fenómeno sociocultural. Es lo más cercano, en evolución, a lo que ha podido ser el comienzo del rock como música contestaria. En los 80 y 90 eso se aplanó un poco, porque apareció el producto. Y ahora hay una mezcla de cosas, todos estamos medio abuelos con el rock. Y bueno, por ahí las nuevas generaciones quieren entender algunas cosas y tienen la posibilidad en este caso de vernos tocar en vivo”.

Esta es la segunda vez que, de una u otra manera, Hernán Aramberri llega a una banda para reemplazar a Walter Sidotti. “Primero tuvimos una convivencia con Walter en La Kermesse y después él siguió con otras cosas y naturalmente volví”, dice ahora el músico que a fines de los años 90 se había sumado a los Redondos para tocar la batería a doble comando con Sidotti.

Según cuenta la historia, en 1993 la dupla Solari-Beilinson compró una caja de sonidos para grabar las maquetas de Lobo suelto, cordero atado, y la casa de música que la vendía les regaló un curso para aprender a utilizarla. “¿Quién daba el curso? Yo, que por esos años estaba muy al tanto y a la vanguardia de esa movida electrónica, que estaba explotando a nivel mundial. En ese momento, el que vino a contactarme fue Walter y me dijo que si en vez de darle el curso a él, por qué no iba al estudio para ver qué es lo que se podía hacer con eso y cómo funcionaba. Ellos estaban grabando en Del Cielito, y después de haberles explicado todo, me dijeron si no quería colaborar para la realización de las maquetas y luego en el disco. Aunque no parezca, todas las baterías de Lobo suelto… están programadas”.

Hernán Aramberri. Foto: IGNACIO ARNEDO

A partir de ahí Aramberri trabajó asesorando a la banda y llegado el momento de presentar en vivo Último bondi a Finisterre (1998) se subió al escenario ricotero como segunda batería. “De todas formas yo considero que mi aporte en los Redondos está en Momo sampler (2000), donde toda esa cosa electrónica explotó más. La banda buscó un cambio y yo pude acercarles ese sonido. Sería tonto pensar que el sonido cambió porque entré yo. Ellos ya tenían en la cabeza el cambio, había muchas inquietudes artísticas y lo mío fue facilitar eso y hacer mi aporte, del tamaño que sea, y sumarme a ese proceso. Fue un cambio y fue arriesgado y habla espectacular de ese desarrollo que llevó adelante la banda, y el Indio y Skay como principales promotores”.

Tras la separación, Aramberri fue el encargado de reunir a los músicos que integrarían la primera formación de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado y se convirtió en el socio compositivo ideal de la nueva etapa de Solari. Hasta 2016, cuando sin ningún tipo de explicación pública quedó afuera de la banda. “No quiero hablar de eso. Lo que tenía en la cabeza el Indio no lo sé. De lo único que puedo hablar es de lo que sucedió, que son los hechos. Yo estoy tranquilo porque lo que quedó es la impronta de Los Fundamentalistas”, dijo apenas sobre la ruptura de su relación con Solari.

Hoy como batero estable de Los Decoradores asegura que el reencuentro con Dawi, Semilla y Sidotti en el concierto que Los Fundamentalistas dieron en 2014, en Gualeguaychú, fue probablemente, sin intuirlo en su momento, la génesis de La Kermesse. “Aquello fue muy importante, emotivo y movilizante. Siempre habíamos estado en contacto. Yo grabé la batería del primer disco de Dawi y él estuvo como invitado en algunos discos que produje; Semilla vino a dibujar en alguno de los shows que dimos con Gaspar Benegas… pero bueno, volver a tocar juntos y poder conectarnos con la música de los Redondos es increíble y me permite seguir aprendiendo. Porque la música de los Redondos es tremendamente exigente y siempre voy a estar agradecido por el lugar que me dieron, antes en Patricio Rey y ahora en Los Decoradores”.

Oscar “Osky” Kamienomosky. Foto: IGNACIO ARNEDO

”La idea era que fuera una banda mutante, en la que podamos invitar a otros exintegrantes de los Redondos y también a cantantes de distintos géneros, de heavy metal, de tango, de pop, mujeres y hombres, pibes y gente mayor como nosotros, ja. Esa diversidad es parte constitutiva de todo esto”, dice Dawi sentado en el quincho de la sala propiedad de Oscar “Osky” Kamienomosky (el otro guitarrista fijo del grupo, que se completa con Jorge Cabrera en voz, ambos músicos de The Comando Pickless, y Fede García Vior en teclados). Así, en estos años pasaron por el micrófono de La Kermesse invitados como Ale Kurz de El Bordo, Manuel Quieto de La Mancha de Rolando, los tangueros Cardenal Domínguez, Julieta Laso y el Chino Laborde, Paula Maffia, Mavi Díaz, Sergio Colombo, Gillespi, Pablo Pino de Cielo Razzo, Emiliano Brancciari de No Te Va Gustar y Lula Bertoldi de Eruca Sativa, entre otros.

¿El repertorio? Implacable. La lista de temas del show en el teatro Flores acredita: “Toxi-taxi”. “Un tal Brigitte Bardot”. “Tarea fina”. “La bestia pop”. “Aquella solitaria vaca cubana”. “Perdiendo el tiempo”. “Gran lady”. “Sorpresa de Shangai”. “Mariposa Pontiac/ Rock del país”. “Nuestro amo juega al esclavo”. “Mi genio amor”. “Un poco de amor francés”. “Ñam fri fruli fali fru”. “Motor psico”. “Fuegos de octubre”. “Todo un palo”. “Noticias de ayer”. “Ropa sucia”. “Criminal Mambo”. “Juguetes perdidos”. Bises: “Vamos las bandas”. “Ya nadie va a escuchar tu remera”. “Ji ji ji”.

“Nunca vi a los Redondos en vivo, pero siempre fui muy fan y seguidora de su música, muy ávida de sus discos”, cuenta Bertoldi. “Toco sus canciones desde muy chica en la guitarra y conozco su obra desde antes, porque mi viejo era muy ricotero y nos ponía los discos y con mi hermana Marilina cantábamos todos los temas. Por eso, para mí, que me convoquen músicos que han participado de los Redondos es un honor, porque, más allá de lo que significan a nivel social en la Argentina, son también muy importantes en mi historia personal. Ellos me invitaron a cantar ‘Roto y mal parado’ y ‘Motor psico’ y fue muy emocionante. Conocer a Semilla y a Dawi fue una de las cosas más grossas que me han pasado”.

Ale Kurz, que como Lula nunca vio a los Redondos en vivo, es el cantante con más ruedo en La Kermesse, desde una de las primeras presentaciones oficiales en el Konex hasta girar con ellos en Montevideo, Mar del Plata o Córdoba. “Amo las canciones de los Redondos y las conozco de memoria. Pero me pasó de estar cantando frente a una multitud y de pronto despertarme y darme cuenta de qué hablaba realmente la letra, que me atraviese. Ver a la gente cantándola me ubicó a la canción en otro lugar. Yo todavía me emociono cada vez que voy a un ensayo o a la prueba de sonido. Escucho el solo de saxo de ‘Todo un palo’ y no lo puedo creer. Estoy siendo un espectador en el mejor lugar posible, en el medio de la banda. Una banda que no es cualquiera, sino que dejó un legado increíble y que hoy sigue resonando en la gente. Es un fenómeno muy especial y creo que eso tiene que ver con la mística del grupo, que atrae como un imán energético y hace que la gente se acerque a Patricio Rey. No sé si tiene una explicación terrenal, porque las canciones están buenísimas, la poesía es única, la banda es supercreativa e interesante a la hora de abordar el rock, pero aun así es difícil explicar cómo se genera algo tan gigantesco a su alrededor”.

Lula coincide a la hora de explicar el fenómeno: “No es solo música, yo hablo de los Redondos y se me pone la piel de gallina. Son mucho más que sus canciones, tiene que ver con el inconsciente colectivo, es ese nivel de profundidad que tiene lo que han hecho, su historia, su música, sus letras, sus melodías. Por eso existe este fenómeno. Siguen siendo nuestros himnos, los que relatan nuestra historia. Escuchar la discografía de los Redondos es como leer la historia argentina. Por eso es un fenómeno tan grande, hay una vena, una raíz profunda que remueve todo”.

Jorge Cabrera. Foto: IGNACIO ARNEDO

Cae la noche en Caballito y Los Decoradores intentan encontrarle una explicación a la pasión redonda. “Estas canciones le han dado y le siguen dando pistas a mucha gente y hay pocas cosas así. El crecimiento de los Redondos en la época del menemato no fue casual, porque en esa época no se creía en nada y de repente ver a unos muchachos que no eran parte de la industria, que encontraron una manera personal de transmitir, con un pelado que decía cosas que no se entendían pero que tampoco eran boludeces… Todo eso fue sumando para que se diera algo así”, arriesga Dawi.

A su lado, Fargo asegura que “hay algo sociocultural muy fuerte. No pasa solo por la música. Cuando ves que a nuestros shows vienen por ahí hasta tres generaciones distintas, te das cuenta de que hay un mensaje que se dio en su momento y que se transmitió con los años. Por ahí este es el punto de encuentro, por ahí no pasa por la banda de música. Hay cosas que no se entienden. Creo que estamos siendo un canal de cosas que se están contando desde hace mucho tiempo. Es un encuentro participativo. Yo a veces lo veo desde el escenario como una gran cápsula donde todo el mundo va a disfrutar de algo que tiene que ver con un núcleo de conceptos que quizás en otros ámbitos no se genera”.

Semilla: Y tiene que ver con los principios de los Redondos, con la época de los pubs, donde todos se conocían. Está pasando eso en nuestros shows.

Aramberri: Como la familia kermessera.

Dawi: Es una familia y en los conciertos se dan todos esos rasgos de la comunión del encuentro, desde la solidaridad hasta la cosa fraternal. Encuentro y familia son dos luces que iluminan esto que estamos haciendo. Y, la verdad, sentir que estas canciones tienen un sentido tocadas por nosotros, porque hay una atmósfera kermessera, nos hace muy felices. Somos muy cuidadosos de la obra y la abordamos y la masticamos con mucho cariño. Reencontrarnos con esas músicas, darnos cuenta de que tienen un sentido, que siguen hablando de cosas que tienen que ver con este mundo, en lo cotidiano, en lo social, en cuanto al amor… Hay tantos parámetros que abordaron estas canciones, con una lírica, digamos, cuasimágica, que envolvieron y abrieron muchos corazones. 

¿Al principio no les hizo ni un poco de ruido?

Semilla: A mí me hacía un poco de ruido volver a tocar estos temas, pero ya la primera vez que tocamos y vi a la gente, desapareció. A mí me interesa más lo que pueda pensar esa gente que el Indio o Skay. Estamos tocando algo de ellos… bueno, en realidad lo hicimos entre todos, pero cuando vi la energía que movía la gente, me pareció que estaba bien.

Fargo: Además es muy importante el ámbito de trabajo que tenemos, que es excepcional, y a esta edad encontrarte con eso es una bendición. Cuidás a la gente, pero también a tu espíritu. Los encuentros creativos son muy buenos, tenemos muchas miradas desde lo individual que son de una complejidad que al ponernos a charlar y entender la vida desde otro lugar es muy beneficioso.

Dawi: Igual, cuando empezamos nos alegró recibir de parte del Indio buenos augurios. Lo hizo público y me pareció un gesto generoso, como también lo tuvo cuando nos invitó a componer un tema con él. Lo importante es que la obra la cuidamos muy cariñosamente. Eso nos deja tranquilos. Esto es un homenaje al público, por sostener la antorcha redonda. Nosotros terminamos de tocar en 2001 y durante todo este tiempo fueron los grupos tributo los que han hecho un trabajo muy grande en la emotividad de todo este público. Ahí te das cuenta de la dimensión que han tomado estas canciones, la propuesta, la producción independiente. Por eso también se ha escrito tanto sobre la banda.

Diseño: Alejandro Mella (inspirado en el Antiidentikit de Rocambole)

Después de tantos años, ¿por qué ahora?

Dawi: Nosotros vivimos la época redonda con una entrega y una plenitud muy grandes. Cuando se nos proponía subir a un escenario era difícil poder sentir esa sensación. Despedimos esos escenarios redondos con mucho respeto y cuando empezamos a hacer esto nos dimos cuenta de que queríamos mantener esa entrega. Estar hoy por hoy conmovidos con la música no es joda. Por eso cuidamos esto de manera especial, como lo hacíamos con los Redondos, que ensayábamos todos los días y estábamos siempre ahí. Esto no se puede forzar y tiene un sentido, porque la gente realmente está necesitando estos encuentros para brillar. En esta vida hay pocas situaciones donde podés brillar y estas noches nos dan batería a nosotros y a ellos. Eso es lo que da sentido a esto que estamos haciendo. La gente es dueña de este legado y se lo agradecemos: acá tienen los temas, acá estamos y tratamos de que cada día sea mejor, que no se cristalice, sino que vaya evolucionando.

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