Este año llegó un enemigo en común que nos quitó una de nuestras cosas favoritas: asistir a un concierto de nuestra banda favorita. Aceptémoslo, por más que queramos ver música en vivo, los livestreams (aunque hay algunos muy bien hechos) no están ni cerca de brindarnos la emoción de escuchar las interpretaciones de nuestras canciones favoritas con esa emoción que un escenario lleno impregna en cada nota. Lo más cercano que tuvimos a música en vivo este 2020: los álbumes en vivo.