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Lindemann: la sucia fantasía sueco-alemana

El debut de Till Lindemann y Peter Tägtgren es una oscura oda a la carnalidad desmedida

Por  IGNACIO MAYORGA ALZATE

agosto 20, 2015

Cortesía

Hace veinte años el mundo conoció a Rammstein, una banda de desadaptados formada en Berlín que, ya desde su primer álbum, Herzeleid, planteaba una inquietante mezcla de Neue Deutsche Härte, rock industrial, furiosos sintetizadores y letras explícitamente violentas o sexuales. Con temas como Du riechst so gut (Hueles tan bien) –una persecución y violación inspirada en El perfume  de Patrick Süskind– o Spiel mit mir (Juega conmigo) –una relación incestuosa homosexual que sucede en la clandestinidad de la noche– la banda se convirtió en uno de los fenómenos musicales más importantes del país europeo. Sin embargo, a menos que los oyentes manejaran un nivel fluido de alemán, la posibilidad de entender todos los lugares en donde Lindemann quería copular, drogarse o moler a golpes a alguien, se perdían muchas veces en las traducciones. 

Ahora, para el placer de todos los fanáticos de la agrupación alemana, tenemos la posibilidad de conocer en un idioma más cercano al nuestro, el inglés, todas las barbaridades que se cuecen dentro la incendiaria cabeza del Lindemann, gracias a su proyecto del mismo nombre que estrenó en junio pasado. (Aunque recordamos con cariño Te quiero puta! del 2005, la única canción de su catálogo en español).

Skill in Pills es una colaboración entre el cantante alemán y Peter Tägtgren, rockero sueco reconocido por sus proyectos Hypocrisy y PAIN. Aunque la temática de las letras no estriba en una dirección diferente a las demás producciones de Lindemann, los arreglos y programación de Tägtgren le dan a la poderosa voz del germano un matiz menos rockero y más cercano al sonido post technero de PAIN, sin restarle su poderoso carácter a las sórdidas gesticulaciones que son el sello personal del cantante de Du Hast.

El proyecto nació de una colaboración que Lindemann había hablado con Tägtgren para una canción de su banda, lo que rápidamente devino en una serie de 10 canciones con títulos tan provocativos como Fat, Golden Shower o Praise Abort. El contenido lírico es tan extremo que ya los músicos tienen una lista de abogados en espera en caso de que lleguen a herir susceptibilidades, como es usual en los anteriores trabajos de Lindemann. Solo en el video de Praise Abort, la canción con la que conocimos el proyecto del dúo, el cantante asume el rol de un padre deprimido que odia a sus niños y alaba el aborto mientras se va transformando en un cerdo y recibe nalgadas. Golden Shower hace evidente relación a este peculiar fetiche sexual y Skill in Pills se refiere a la única forma que tenía el cantante para drogarse en Alemania del este, mezclando varios tipos de medicamentos mientras rogaba que la mezcla no lo fuera a dejar idiota o terminara acabando con su vida. 

“Tengo una vida normal”, dijo Lindemann a ROLLING STONE. “Pero es necesario tener la segunda vida en casa con la familia y los niños y luego la vida del tour. (…) [Mis hijos] saben que es asumir un personaje, que es una ficción”. Para el cantante que lleva dos décadas escandalizando a las masas Skill in Pills no es sino otro de sus juegos, como cuando protagonizó un video porno junto a sus compañeros de Rammstein para acompañar a Pussy o cuando sacó un pene de plástico con el que bañó de leche a los asistentes de un show en Denver. 

Este mismo año Lindemann volverá a reunirse con la agrupación que lo hizo famoso para grabar su séptimo álbum de estudio. Lindemann, el proyecto que regenta junto con Tägtgren, podría volver a reunirse en un par de años a componer nuevas canciones en inglés, labor que no le resulta del todo sencillo al cantante alemán, aunque este disco pareciera decir lo contrario. Al final, Skill in Pills no es sino otro de los juegos que emocionan a Lindemann, cargado de un humor divertidamente escatológico, un gusto por la controversia y, sobretodo, un pulido trabajo musical que le permite al cantante decir lo que quiera, pues la calidad del disco no deja nada por desear. 

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