La Comisión de la Verdad es una de las tres instituciones creadas en 2016, a partir del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y la antigua guerrilla de las Farc-EP. Su misión en este tiempo consistió en escuchar, investigar, contrastar y esclarecer las verdades que explican el conflicto armado en Colombia. Para esto, el equipo liderado por 13 comisionados y comisionadas, dirigido por el sacerdote Francisco de Roux, se extendió por todos los territorios en busca de las historias que han marcado la guerra y las afectaciones sobre la población civil.
A través de la escucha, la comisión construyó el Sistema de Información Misional, una base de datos en la que se alojaron y clasificaron las entrevistas y los diferentes productos de la CEV. Por lo menos 28.543 relatos de víctimas del conflicto, 1.195 informes de esclarecimiento presentados por organizaciones sociales y colectivos de víctimas, así como 730 casos de organizaciones e instituciones, alimentaron este trabajo presentado ahora tanto en un informe escrito como en una versión transmedia en https://comisiondelaverdad.co/
“Traemos un mensaje para todas y todos como seres humanos más allá de las opciones políticas, de las culturas, de los géneros, de las creencias religiosas. Traemos una palabra que viene de escuchar y sentir a las víctimas en gran parte del territorio y en el exilio, de oír a quienes luchan por mantener la memoria y resistir el negacionismo, y a quienes han aceptado responsabilidades éticas, políticas y penales. Un mensaje de verdad para detener la tragedia intolerable de un conflicto donde el 80% de las víctimas eran civiles no combatientes”, indicó el padre de Roux en la presentación.
La escucha plural que guio la construcción del informe incluyó de manera especial las afectaciones sobre mujeres y población LGBTIQ+, familiares de víctimas de desaparición forzada, víctimas de secuestro, militares y policías víctimas, colombianos exiliados por causa del conflicto, población indígena, grupos afrocolombianos, campesinos, integrantes de grupos armados ilegales, políticos, empresarios y otros actores de la sociedad civil relacionados de alguna forma con la historia del conflicto armado.
La CEV ha contado con numerosos apoyos de la comunidad internacional para el desarrollo de su labor como un reconocimiento a su importancia en el marco de una de las negociaciones recientes más significativas del mundo en la resolución de un conflicto armado. La solidaridad con los millones de víctimas que se expresa desde el exterior, lamentablemente contrasta con la indiferencia de grandes sectores de la sociedad colombiana que no han recibido esta verdad de manera respetuosa con su dolor, como fue notorio en las opiniones de algunos senadores del partido de Gobierno actual y grandes medios de comunicación que han hecho eco de estas declaraciones.
En total, el informe contiene once capítulos que incluyen información clave que intenta explicar las causas del conflicto, el accionar de los diferentes actores armados, las diversas violaciones a los Derechos Humanos, y las consecuencias en la salud mental y física que dejó la guerra en las víctimas. Uno de estos capítulos es el dedicado a la síntesis y hallazgos, así como a las recomendaciones a partir de lo encontrado por la CEV para que la historia no se repita.
Algunas de estas recomendaciones incluyen la implementación integral del Acuerdo Final de Paz, la creación de un Ministerio para la Paz y la Reconciliación, la priorización del diálogo para poner fin a la confrontación armada y garantías para la reintegración efectiva de los excombatientes y para el restablecimiento de derechos de los niños, niñas y adolescentes desvinculados.
Otras de las recomendaciones consignadas en el informe se orientan hacia la urgencia de garantizar la reparación integral, la construcción de memoria, la rehabilitación y el reconocimiento de la dignidad de las víctimas y de responsabilidades. Se tocan también temas como enfrentar los impactos del narcotráfico y de la política de drogas, superar la impunidad de graves violaciones de los derechos humanos e infracciones al DIH, judicializar los entramados de criminalidad organizada y corrupción, y mejorar el acceso a la justicia local.
Finalmente, el informe insiste en la necesidad de la educación para la formación de sujetos que vivan en paz, promover la gestión cultural que permita consolidar la cultura para la paz y resalta el papel de los medios de comunicación y de las comunidades de fe para contribuir a la cultura para la paz.
Estas recomendaciones fueron recibidas por el presidente electo, Gustavo Petro, quien de manera breve agradeció la labor de la Comisión y habló de su compromiso con la posibilidad de construir otra historia. “Lo que estamos tercamente afirmando una y otra vez es que las generaciones de doscientos años de soledad sí tienen una segunda oportunidad y lo vamos a hacer realidad. Estas recomendaciones serán eficaces en la historia de Colombia”.
Aunque el actual presidente Iván Duque fue invitado al evento, se excusó por tener un compromiso diplomático fuera de Colombia y desde Portugal indicó que esperaba que el informe no fuera “un informe de posverdad”.
La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad y su método de escucha que tuvo más de 11398 entrevistas individuales y 831 colectivas en todo el territorio nacional, tendrá un legado muy importante para la sociedad colombiana que como han mostrado, será un proceso social que involucra también lo personal pues requiere la escucha de un individuo al otro.
Todos los capítulos del informe final serán socializados y analizados en diferentes puntos del país durante por lo menos dos meses, pero la CEV tendrá también una plataforma donde se encontrarán materiales pedagógicos y de divulgación para que cada colombiano y colombiana explore los hallazgos en el portal web y ayude en la difusión de estos volúmenes que intentan “componer una polifonía sobre la guerra desde las experiencias más íntimas de las personas que la vivieron”.