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La Met Gala: el exclusivo circo mediático

La ironía del emblemático pero decadente evento que pretende conmemorar la historia desde la ignorancia

Por  VALENTINA VILLAMIL

mayo 3, 2022

Anna Wintour, editora en jefe de Vogue en la Met Gala 2022.

Angela Weiss/AFP/Getty Images

Cada primer lunes de mayo la industria de la moda centra su foco en la capital del mundo, Nueva York, para dar lugar a la gala del Met tal y como la conocemos hoy, siendo el evento más importante en el calendario social de las celebridades y la cultura pop. Aunque la velada se celebra manteniendo sus objetivos principales de recaudar fondos para el Instituto del Traje, la fiesta celebrada en el museo más grande de Estados Unidos ha cambiado su significancia para quienes le siguen desde décadas atrás, convirtiéndose en un espacio sensacionalista liderado por figuras públicas que no podrían estar menos interesados en el museo y su valor artístico.

En el marco la Segunda Guerra Mundial, mientras el gobierno imponía reglas de confección y distribución textil, Irene Lewisohn y Aline Bernstein, diseñadoras de vestuario estadounidenses, expusieron la moda como una forma de arte que refleja cada aspecto sociocultural, buscando desarrollar una comprensión más profunda de las ideas artísticas e históricas que la sustentan, al crear el inicialmente llamado Museo del Traje, que se fusionaría con el Museo de Arte Metropolitano en 1946 para revolucionar completamente a la industria. No fue sino hasta dos años después que la Gala del Met abrió sus puertas por primera vez bajo la iniciativa de la publicista de moda, Eleanor Lambert.

En 1960, la celebración se trasladó a diferentes partes del Museo Metropolitano, pero no fue hasta 1972 que el evento cobró fama cuando la destacada columnista, Diana Vreeland, fue designada como la consultora especial del Instituto. Aquí se marcó un antes y un después cuando la entonces editora en jefe de Vogue cambió el engranaje cultural del evento. Bajo la administración de Vreeland, se introdujeron los primeros temas que empezarían a llamar la atención del público, convirtiéndose en un evento más elaborado y ampliando su lista de invitados a celebridades del momento como Elizabeth Taylor, Diana Ross, Elton John, Cher, Andy Warhol, entre otros.

La Gala pasó de ser un evento benéfico a una fiesta, concepto el cual Anna Wintour ha perpetuado desde 1995, cuando asumió su cargo de co presidencia en la recaudación anual hasta la actualidad. Las entradas que solo podrían permitirse los a listers son normalmente costeadas por diseñadores quienes la llenan de famosos que visten para la noche más grande de la industria. Sin embargo, Wintour es quien personalmente aprueba la lista de invitados que deben estar a la altura del evento. Así que sí, las puertas solo se abren para aquellos que son lo suficientemente relevantes e influyentes.

La temática del 2022 es la continuación de la moda americana propuesta el año anterior, ahora refiriéndose al glamour de la Edad del Oro, la época entre 1870 y 1900 donde el crecimiento económico, la creación del teléfono y la bombilla destacaron en los acontecimientos históricos, además de la publicación de la primera edición de Vogue justamente en Nueva York en 1892. Se esperaría que el protagonismo se lo llevaran los trajes ostentosos de terciopelo, las plumas y los polizones, con inspiración en diseñadores como Galliano para Dior, Jean Paul Gaultier, o la veterana de los corsés Vivienne Westwood, y no optar por llevar un vestido dorado para salir del paso.

Cada año asisten tres tipos de personajes a esta alfombra roja: quienes siguen el tema en su literalidad, aquellos que llevan simbolismos hasta en el último botón y los que definitivamente no se tomaron la molestia de leer el código de vestimenta de la invitación. La gala no es una fiesta de disfraces en pleno mayo, como lo definiría el diseñador Tom Ford, quien todos los años parece usar el mismo traje de su propia colección diferenciado con el más mínimo detalle y creer que está haciendo una declaración.

Las escaleras de los Met ofrecen un escenario perfecto para reinventarse entre la temática propuesta y la modernidad. La réplica literal no se premia por creatividad, sino se reconoce por destacar entre la minoría que sí cumple con el tema.

Billie Eilish luciendo un vestido encorsetado de raso marfil personalizado de Gucci por Alessandro Michele e inspirado en el look de Madame Paul Poirson de 1885 fue, entre muchos, el mejor por el valor agregado de la reutilización de materiales en su realización. Alessandro Michele e inspirado en el look de Madame Paul Poirson de 1885 fue, entre muchos, el mejor por el valor agregado de la reutilización de materiales en su realización. Probablemente el único traje que destaca por los valores morales que debería tener la industria de la moda en la actualidad para cada una de sus producciones. Junto a ella, Nicola Coughlan vestida con el dramatismo de Richard Quinn de pies a cabeza. Definitivamente dos mujeres que no temieron acercarse al “efecto disfraz”.

Mike Coppola/Getty Images

Esto no tiene discusión: Blake Lively fácilmente podría autoproclamarse como la estrella que deja a todos en segundo plano en cada Met Gala. Sin intenciones de desacreditar a otras celebridades que han sido icónicas en las recaudaciones anuales como Billy Porter o Rihanna, Lively se lleva el récord de menos decepciones consecutivas de la alfombra roja que inaugura mayo. Despampanante en un atelier de Versace, hizo una revelación dramática de la cola turquesa de su vestido pintado a mano con el diseño del techo de la estación Grand Central en el corazón de Manhattan. Además de incluir una corona con siete picos, su vestido representa la oxidación de la Estatua de la Libertad. “Esto es arquitectura del Empire State”, señaló. ¿Alguna duda sobre su homenaje a Nueva York?

Aunque muchos creyeron que la Edad de Oro podría resumirse en usar un corsé como las hermanas Hadid, o ir vestida de brillos como Kaia Gerber, quienes llevaron los simbolismos a otro nivel combinados de una visión a la vanguardia de las tendencias actuales fueron Bad Bunny, Evan Mock y Johnny Suh. El puertorriqueño puso pie en la alfombra con un vestido de inspiración sartorial, no solo con referencias al color clásico de Burberry, la casa que lo viste, sino uno de los tonos más destacados de la época dorada americana, además de los monóculos que fueron un completo statement para completar su traje.

Head of State definitivamente hizo una propuesta interesante, minimalista y moderna vistiendo a Evan Mock. Aunque el cuello no es realmente perteneciente a la época, el corsé característico de la mujer rompe con la heteronormatividad que se viene disolviendo en el siglo XXI y contrastando armónicamente los colores de su cabello y el traje.

Por otro lado, Johnny Suh, atribuyó a una de las causas principales del Instituto dando visibilidad a Peter Do, el diseñador emergente que lo vistió con la reinvención de un traje de 1800 de textura tipo satín.

Así como la participación de Suh tiene un trasfondo social en el mes de la herencia americano-asiático, otras apariciones llevaron ante las cámaras una realidad diferente en América de finales del siglo XIX. La modelo nativa americana, Quannah Chasinghorse, recordó la relevancia de su cultura envuelta en un vestido celeste de Gurung, un diseñador perteneciente a la comunidad BIPOC (Black, Indigenous and People of Color).

A pesar de que la crítica tenga su atención dirigida a aquellas celebridades que creyeron que devolverse al pasado significaba sacar una pieza de archivo aleatoria como Emily Ratajkowski vistiendo un diseño de Gianni Versace del verano de 1992, es válido compartir el spotlight con un personaje que a simple vista parece el antónimo del glamour dorado. Riz Ahmed pasaría por desapercibido ante los ojos de cualquiera que no tuviera claro que su conjunto de Louis Vuitton “es un tributo a la experiencia inmigrante que mantuvo a la Era de Oro funcionando”.

Kevin Mazur/Getty Images

Por último y sí, menos importante, la “realeza” norteamericana del klan Kardashian/Jenner fue una una completa desilusión que se veía venir. Siendo la primera gala a la que asisten todas las hermanas, la única noche en la que dejaron su simplismo a un lado y lograron acercarse al tema, fue en 2019 cuando el código de vestimenta ‘Camp: Notas sobre la moda’ determinaba la velada de ese año. Sin embargo, en esta edición volvieron a sus antiguas andanzas. Sin entrar en mucho detalle, Kylie vistió un vestido nupcial de Off-White, mientras que su hermana menor Kendall llevaba un maxi vestido Prada. ¡Gracias por darnos nada!

Khloe y Kourtney debutaron con el pie izquierdo, luciendo Jeremy Scott para Moschino y Thom Browne, respectivamente. Las reinas del drama dejaron de lado completamente el escándalo que tanto las caracteriza, y solo causaron revuelo cuando la mayor de las hermanas afirmó que “no pensó” en el tema de la gala. Por supuesto que lo notamos, Kourtney.

Evan Agostini/Invision

El comentado vestido de Kim Kardashian perteneciente a Marilyn Monroe, el mismo que usó en la icónica celebración de cumpleaños de John F. Kennedy en 1962, causó todo un escándalo en los medios mientras los espectadores se debatían si era real o una réplica. Las dos respuestas fueron correctas al revelarse que sólo usó el original para pasar por la alfombra roja, dado que el traje diseñado por Jean-Louis ahora permanece en el museo Ripleys. Aunque los diamantes brillan y quizá ese haya sido el argumento de la empresaria para referenciarlo con el glamour dorado, está completamente fuera de tema. A pesar de ser moda Americana, el acontecido “Happy Birthday, Mr. President” ni siquiera pertenece a la época que data la Edad de Oro, además de no representar en absoluto ninguna vestimenta de aquel entonces.

Aunque aún se puede destacar a otros invitados como Lizzo, Taylor Hill, Rosalía, Olivia Rodrigo, Caroine Trentini y Jordan Roth, sigue siendo la minoría entre celebridades que dispusieron un poco de su tiempo para por lo menos enterarse de lo que era de Estados Unidos a finales del siglo XIX y comienzos del XX.

Tristemente, la Edad de Oro se volvió de cobre en un desfile de celebridades, influenciadores y socialités que no presentan un mínimo respeto a lo que conmemora el museo, haciendo un espectáculo mediático y compitiendo por quién se lleva la mejor foto para Instagram. La finalidad del evento es dar la bienvenida a la siguiente exposición del Instituto que conmemora la tradición que ha hecho a un país ahora colmado por desconocedores de su propia historia. La moda va más allá de la superficialidad de las tendencias, sino que materializa cada suceso desde la mentalidad individual hasta los acontecimientos más grandes de la humanidad.

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