La Mala Rodríguez no necesita presentación. A lo largo de su carrera, que se extiende durante dos décadas, la MC española ha sabido hacerse a los corazones de los oyentes mundiales, saliéndose por fuera del nicho específico de su género y catapultándose a lo más alto del mainstream global. Ha colaborado con músicos tan diversos como Julieta Venegas y Bajofondo, brindándole a cada interpretación carácter, personalidad y una identidad concreta que se corresponde con su impetuosa personalidad artística. La cantautora no tiene pelos en la lengua y quizás por ello ha fascinado a su audiencia, que hace parte de un mercado cada vez más ávido de mujeres fuertes e independientes.
Conversamos con el genio creativo detrás de una de las personalidades escénicas con más carácter en el mercado iberoamericano del nuevo milenio.
Para empezar, sería interesante ver cómo entiendes la relación del hip hop español con el que se produce en Colombia.
Llevo haciendo música desde el 2000, cuando saqué mi primer trabajo, y siempre he tenido mucho conocimiento de lo que hacen los demás. Es decir, yo escucho mucho lo que hacen los otros artistas y siempre es agradable cuando sabes qué se está haciendo aquí y allá, cuando descubres personas interesantes que están haciendo cosas nuevas. A La Etnnia la conocía, y a Rocca lo conozco hace mucho tiempo, pero imagino que hay un underground que desconozco aquí en Colombia. De la misma manera que en España han salido, después de mucho tiempo de estar los mismos grupos, nuevas bandas, nuevas generaciones que hacen nuevas cosas. Se va renovando todo. Siempre es divertido ser parte de eso, ver cómo está el pulso y ver qué nuevas caras tiene.
Parece que aquí pega mucho el aspecto más romántico de España. Desde El Chojin a Nach, son estos artistas con sentimiento los que calan más profundamente en Colombia.
Algunos cuajan más que otros, ¿verdad? Yo también opino eso, que de repente hay un grupo que pega más en no sé qué país, igual que otro no, por el estilo o por su onda. A lo mejor por el carácter de los colombianos o de los bogotanos gusta Xhelazz, porque es bien melancólico. Esa onda como que puede gustar más aquí, a diferencia de otros artistas que hacen algo distinto. Ahí está lo bueno de que haya tanta variedad en España.
También es que tiene mucha identidad, como cuando mezclas el flamenco en tus producciones.
Eso es lo más normal. ¿No te parece que es más natural hacerlo de esa manera? El hacer una copia de algo que sucede en no sé dónde no tiene tanto atractivo. Más que nada no tienen la verdad del porqué. En Estados Unidos un artista hace esto por esto y por eso, porque lo entiende, porque su mamá le ponía música soul desde chiquito y ahora que ha tenido la oportunidad de hacer su propia música ha usado eso que ha vivido. Eso lo ha convertido en parte de su música. Entonces que alguien copie eso sistemáticamente no tiene tanto valor. Aunque sí lo tiene porque lo has hecho y es un trabajo o lo que sea. Yo no soy nadie para juzgar. Pero a mí, personalmente, me gusta cuando escucho algo original, una cosa en la que siento que hay algo realmente puro. Es un diálogo con lo que uno es.

Hablemos de Bruja, tu último disco. Se siente como un álbum que funciona de cabo a rabo, de la primera a la última canción.
Yo quería hacer algo que fuera un disco. Quería ponerlo y que la primera canción te llevara a la otra, a la otra, a la otra, que pudiera escucharse en completo. Aunque he improvisado letras en el estudio, había cachos de letras de otro año. Una producción tenía mucho tiempo, la otra era muy nueva, todos los ingredientes eran así de diferentes, pero de igual manera mi idea era que pudiera sonar desde la primera canción hasta la última, de tirón. La verdad es que eso es lindo. Como que ahora se les expone la opción de “vamos a por un tema, vamos por dos, dame canciones sueltas”. Igual eso sí que es algo que puede presionar a ciertos artistas a crear. Pero yo quería un disco completo.
Ya van tres años desde este lanzamiento. ¿Cómo percibes a Bruja ahora que ha pasado este tiempo? Porque uno es una persona cuando lo escribe, otra cuando lo produce y otra conforme lo va presentando al público durante un tiempo.
El tiempo pasa muy rápido. Me da mucho coraje porque es como: “Joder, otro año ha pasado, no me ha dado tiempo, estaba haciendo mil otras cosas”. Bruja me sigue gustando, es como si lo hubiera hecho ayer. Estas canciones me gustan mucho. Me parece que aún están completamente al compás de lo que siento y lo que pienso. Cuando haces cosas así, que se quedan en el tiempo, perduran porque están concebidas para que eso quede así. Algo clásico, algo que no es como corre, corre, como palomita.
¿Y ahora estás trabajando en nuevas canciones?
Estoy muy emocionada porque voy a trabajar con unos productores que me interesan muchísimo. Creo que la parte de la composición y de las letras la tengo bastante definida; hay un sello personal de mi estilo, hay un estilo bastante reconocible de lo que hago en cuanto a letras y música, siempre trato de buscar producciones que me hagan cosquillas. Algo nuevo, algo diferente. Estoy muy emocionada porque voy a comenzar a trabajar en algo nuevo que me va a proporcionar esta montañita rusa que me hace falta.
Es evidente que te gusta mucho leer. ¿Hay algún poeta particular que te llame la atención?
Siempre me ha gustado la lectura. Me gustaba leer muchos libros y me gustaba escribir. Me gusta leer cosas por Internet, me pierdo por ahí. De pequeña he leído clásicos. Y luego me empezó a gustar mucho la literatura rusa, porque tengo una amiga que es de Bulgaria y pasaba libros: “Ay léete este, léete este otro”. Y la verdad es que los rusos están locos, son historias muy divertidas. Aparte de eso me gusta leer cosas de filosofía oriental, de psicología, de ciencia, de todo tipo de temas. Pero de poetas realmente no te puedo decir ninguno. Leo muchas cosas que están en Internet, muchos blogs, me divierten.
Hablemos de la maternidad. Sé que es una pregunta que no les hacen mucho a los hombres…
Mira que es interesante esa observación que haces. Es verdad, a los hombres no les preguntan: “¿Qué opinas de la paternidad? ¿Cómo te ha cambiado la vida? ¿Cómo llevas lo de cocinar?”.
Pero más allá del tema de los roles de género, ¿cómo sientes que te ha influido?
Siempre he sido un poco depresiva y la verdad el hecho de tener un hijo, darte cuenta de que hay algo puro e inmenso, inocente, es lo más transparente que he conocido. Y no es que cambie, sino que creo que es una gran oportunidad para hacerlo mejor. Esta vida es un poco así, ¿no? Te dan ganas de matarte. Entonces el hecho de encontrar algo puro de verdad, realmente puro, te da la oportunidad de ser mejor y de encontrar otras posibilidades. A mí sí que me ha parecido algo maravilloso. Sobre todo, te hace cuestionarte muchas cosas.
¿Sientes que con tus canciones estás ayudando a construir un mundo mejor para tus hijos?
Yo odio eso. Es como muy comprometedor. Me gusta que siga siendo mi parcela, mi jardín libre donde yo pueda equivocarme, y donde pueda yo sola pueda juzgarme. Es horrible cuando, al hacer algo público, tú ya estás expuesta a ser el modelo de algo. Y si eres madre peor, porque es como un doble error, ¿sabes? Trato de mantener libre esa parcela de mi vida que es mi profesión. Y me la juego, aun así, siendo mi profesión. Me la juego siempre porque me encanta.
¿Algún disco en particular que te haya hecho enamorarte de inmediato del hip hop?
Desde el primer momento en que escuché unas maquetas de una gente de Málaga. Es una ciudad en Andalucía. Cuando yo escuché una canción dije: “Bueno, ¿esto qué es? Esto es increíble”. La hostia. Porque me gustaba escribir y yo escucha rap, porque me encantaba la inmediatez, todo era súper chulo. Yo veía bailar a la gente en el barrio, me encantaba. Toda la cultura me atraía, el grafiti, la música. Era todo súper guay.
¿Eras muy rebelde en ese entonces?
Yo creo que las personas, cuando crecen con algunas faltas, están más enfadadas. Aunque se da el caso de gente que lo tiene todo y se enfada y quiere ser una persona rebelde. Pero sí es cierto que cuando llegas a la adolescencia estás más enfadado, no entiendes muchas cosas, te la suda todo y no quieres saber nada de nada y todo es como un gran agujero negro. Que en realidad no están muy equivocados los adolescentes [risas]. Pero tienes que aprender a encontrar las baldosas amarillas, un camino que te lleve a un lugar en el que encuentres respuestas. Porque este mundo no es el paraíso.