La Gurú no encaja en las narrativas convencionales de éxito repentino o decisiones premeditadas. Su carrera, como ella misma describe, es la “relación tóxica” más duradera que ha tenido.
Daniela TK nació en Bucaramanga y, más que una vocación temprana o un talento descubierto en la adolescencia, su historia con la música se fue tejiendo lentamente, como quien, sin saberlo, se va enamorando de algo que siempre ha estado allí. Ahora, con una voz que ya se ha hecho un lugar en la escena urbana, La Gurú presenta una obra que refleja sus experiencias con el corazón roto, su lucha constante con la industria, y la resiliencia de una mujer que ha sabido mover sus cartas.
Sus primeros acercamientos a la música comenzaron antes de que pudiera recordarlo. “Mi mamá ponía música y bailaba cuando yo estaba en su vientre”, comenta. Desde pequeña, sentía que tenía una afinación innata. Imitaba las canciones que escuchaba y fue entonces cuando sus padres la inscribieron en clases de música en el colegio. Aprendió a cantar y a tocar la flauta, pero con el tiempo, el apoyo de sus padres se fue diluyendo. “El seguir el sueño fue todo un reto”, admite, dejando en claro que este camino solitario no fue un limitante.
Ya en la universidad, la música se fue colando entre las grietas de su vida académica. Se escapaba de clases para tocar con su banda y pasaba horas en estudios de grabación solo para observar, escuchar y aprender. Tocaba en bares, restaurantes e incluso en las calles, luchando por encontrar su lugar en una escena musical que no estaba acostumbrada a ver mujeres liderando. “No había mucha credibilidad de parte de la industria en ese momento”, recuerda. Sin embargo, la música nunca dejó de ser una constante. “Por momentos la he soltado, pero me doy cuenta de que no soy lo mismo sin ella”.
Sus primeras influencias musicales fueron tan variadas como el estilo que hoy la define. “Cuando yo estaba chiquita, mi papá me regaló mi primer cassette. Y era el de Big Boy, de ‘Mis Ojos Lloran por Ti’”. A partir de ahí, sus gustos comenzaron a expandirse: Britney Spears, Christina Aguilera, los Backstreet Boys, y demás referentes del pop que definieron la época en la que creció. “Era el auge del pop, de la ejemplificación del ídolo artista que sabía cantar, bailar, actuar, mejor dicho, todo lo tenía que hacer bien para poder ser un artista ícono. Y yo quería ser como ellos”.
A los 15 años descubrió el jazz, el soul, el R&B y el hip-hop. “Yo soy como una mezcla de un montón de cosas”, afirma, y no es difícil imaginarlo cuando habla de cómo su familia también la expuso a ritmos latinos como el merengue y la salsa. “Pero mi gran amor siempre fue Amy Winehouse. Y ya luego, más adelante, Beyoncé, Lady Gaga, ¿sabes? Como estas viejas que se montan en su performance, en su show, siempre he admirado mucho eso”.
A medida que crecía, la espiritualidad comenzó a formar parte crucial de su vida, transformando su relación con el mundo y, por supuesto, con la música. “Yo llevaba muchos años creyendo que estaba dedicada a la música y creyendo que creía en mí, pero en realidad era una persona muy insegura, que todavía no confiaba al 100% en sus capacidades”, confiesa. La duda interna siempre estaba presente, y aunque el exterior parecía no importar, en su interior había un vacío que sentía que debía llenar. Esa necesidad de encontrar algo más profundo la llevó a buscar respuestas en la espiritualidad, un camino que cambió su perspectiva y sentó las bases de su resiliencia. “Creer en mí misma fue lo que hizo que yo llegara al punto donde estoy en este momento”.
“Toda mi vida fui criada desde el miedo y no desde el amor. Desaprender esas cosas que me hacían limitarme a mí misma, soltar todas esas creencias y luego empezar a ver las cosas desde el ‘sí se puede’. Eso fue lo que me ayudó a levantar mi carrera desde la espiritualidad”, afirma. “Experimenté a Dios en todos los colores, por decirlo así. No me quedé en una sola corriente, sino que tuve la bendición de experimentar a Dios de diferentes maneras, desde la música, desde la meditación, desde la iglesia, desde los mantras, desde un sinfín de sentimientos”.
Pero el desafío más grande vendría conforme se adentrara a la industria de la música, donde muchas veces ser mujer “es una desventaja”. “No es un secreto para nadie que la industria es en su mayoría de hombres. Es muy difícil ver mujeres productoras, compositoras. Y las hay, claro que sí, pero es muy escaso”, lamenta. “Así tú demuestres que tienes todas las capacidades, y hasta muchas más capacidades que otras de las personas que están contigo en la sala, no te van a mirar con los mismos ojos por el simple hecho de que eres la única vieja que está ahí”.
Estas experiencias en la industria, sumadas a relaciones personales abusivas, la empujaron en más de una ocasión a considerar renunciar a la música. “He pasado por vainas fuertes, han abusado de mí en ambientes laborales, y desde la música también he tenido personas a mi alrededor que han sido muy abusivas”, revela. “Cuando me siento a hablar con amigas artistas, me doy cuenta que no soy la única que ha estado en estas situaciones. Son tantas las cosas que pasan y de las que uno no habla. Pero todavía siguen ocurriendo cosas que uno creía que solo pasaban hace 10, 15 o 20 años”.
Ninguno de estos obstáculos tuvo el peso suficiente para desviarla de su destino y en 2022 se lanzó al mundo con su álbum debut, Gurundanga. Este proyecto, cargado de diversas influencias musicales fue una apuesta arriesgada en una industria donde el éxito suele estar ligado a seguir fórmulas probadas. “Lo que más me frenaba en sacar este proyecto era que no era comercial. No era lo que estaba sonando, no era lo que iba a vender”, admite La Gurú. “Si la gente está consumiendo empanadas, pues hagamos empanadas, porque ya sabemos que es lo que a la gente le gusta, ¿no? Yo estaba haciendo pandebonos, ¿me entiendes?”.
El reto principal de Gurundanga no fue solo su diversidad de géneros, sino también el proceso interno que implicaba. El álbum se empezó a gestar en 2020, en un contexto marcado por las secuelas de la pandemia. “Fue un reto hacerlo por el arte. Me preguntaba: ¿lo voy a hacer por mí o lo estoy haciendo por las masas?”. El fin del proyecto estaba más que claro: no estaba destinado a generar ingresos, ni a seguir las corrientes del momento. “Lo bueno fue que no había plata, no había nada, no había negocio. Simplemente era sacar música porque quería sacarla. Dije: ‘vamos a poner esto afuera porque si no lo saco ya, no lo voy a sacar nunca’”.
Sin embargo, La Gurú no contaba con que este proyecto íntimo y personal tendría un impacto mucho mayor del que había imaginado. Entre los temas del álbum, ‘Perra Melancólica’ fue el gran éxito del momento e incluso logró llegar a oídos de una de las cantantes más destacadas de la escena urbana: Karol G. “Yo digo que el universo, Dios, o como tú le quieras llamar, tiene maneras de hacerse sentir. Yo había renunciado a ser artista como proyecto de vida”, comenta, recordando el momento en el que decidió mudarse a Estados Unidos para trabajar y buscar otras oportunidades. “Vengo de un círculo donde muy pocas personas piensan en cumplir sus sueños. Yo ya estaba un poco alejada de la música hasta que pasó lo de Karol y fue la única señal que necesité. Y aquí voy”.
El próximo proyecto de La Gurú, Lágrimas Dulces, promete ofrecer una nueva perspectiva tanto personal como musical en relación a su trabajo debut. La artista ya tiene más de cien canciones para este nuevo álbum, como una muestra de su evolución y transformación hasta el momento. “Yo creo que este proyecto es como cuando actualizas una aplicación, que tiene mejoras y se corrigen errores”, señala. “Es sobre toda esa fuerza poderosa, de esa magia de la luna, de la energía femenina, de haber abrazado esa energía, porque llevaba mucho tiempo sin sentirme a mí misma”.
Mientras que en Gurundanga las raíces del folclore colombiano y los sonidos latinos tradicionales ya eran evidentes, Lágrimas Dulces amplía ese espectro, incorporando influencias que han impactado en su mente creativa luego de dejar Colombia. Su debut nació del dolor de una “tusa ni la verraca”, y ahora, Lágrimas Dulces será una celebración del renacer que llega tras un corazón roto. “Este álbum es demasiado energético. Gurundanga tenía canciones un poco más tristes. Estas van mucho más enfocadas en celebrar la vida, en el baile, en sentirse chimba con uno mismo”.
Pero este nuevo proyecto también está cargado de empoderamiento femenino, celebrando la fuerza, la independencia y el orgullo de ser una mujer que no teme alzar la voz. “Muy poquitas personas en este momento en la industria de la música resaltan esos valores de ser una mujer verraca, echada pa’ delante, que no copie de nada, que no haga caso de lo que digan los demás”, afirma. Este es un tema central en Lágrimas Dulces, un álbum que invita a las mujeres a abrazar su poder y no permitir que voces externas limiten su camino.
Aunque la fecha exacta del lanzamiento de Lágrimas Dulces sigue siendo una sorpresa, La Gurú ya nos ha regalado un adelanto, que prepara el terreno para la llegada del álbum. Se trata de ‘Bareto y Chanel’, su más reciente sencillo que, según la artista, es solo una pequeña muestra de lo que está por venir. “Este álbum va más como de convertir el dolor en algo productivo”, dice.
Este nuevo proyecto también refleja el proceso personal de La Gurú al enfrentarse al amor y las relaciones. La artista no tiene reparos en expresar sus frustraciones con las dinámicas románticas, especialmente en la actualidad, donde la falta de compromiso es cada vez más común. “A veces siento como que yo soy toda hater de los hombres, pero es que los manes se pasan. A lo bien”, afirma entre risas. Sin embargo, más que quedarse en el lamento, Lágrimas Dulces promete ser una fuente de coraje que resulte en empoderamiento. “Mi estado favorito es cuando estoy súper nostálgica. No triste, sino simplemente contemplando los pequeños detalles”, confiesa. En su proceso creativo, el dolor tiene un valor artístico y emocional que ha sabido canalizar a lo largo de su carrera, convirtiéndolo en una parte esencial de su propuesta.
De cara al futuro, La Gurú está más decidida que nunca a aferrarse a su sueño. Con nuevas colaboraciones y proyectos en camino, la artista planea algunos próximos lanzamientos que empiecen a construir este nuevo capítulo de su vida. “Ahorita se viene una época en la que voy a empezar a hacer musiquita más para que se lo oyen en una discoteca, para bailar, para gozársela”, anticipa.
Este es el siguiente capítulo de una artista que ha aprendido a encontrar belleza en la vulnerabilidad y fuerza en la incertidumbre. “Yo sé que he caído y he cometido muchos errores, pero siento que ahora estoy un poco más preparada, estoy más tranquila, me siento despierta, con los ojos bien abiertos a todo lo que está pasando. No estoy ignorando absolutamente nada”. Ahora, La Gurú está lista para mostrar cómo cada piedra en el camino se ha convertido en los cimientos sobre los que ha construido su “verraquera”.