En el 2013 se publicó el libro Tenth of December, donde se recopilan los mejores relatos cortos del escritor norteamericano George Sanders, los cuales ya habían aparecido con anterioridad en varias revistas. Uno de esos relatos es Escape From Spiderhead, escrito en el 2010 para la revista The New Yorker.
La historia de este cuento corto de ciencia ficción distópica es la siguiente: Jeff es un hombre al que se le ofrece un trato. Dejará de cumplir su condena en prisión si se ofrece como voluntario para un experimento científico.
Jeff es trasladado a una isla donde un grupo de presidiarios sirven como conejillos de indias para que Ray Abnesti, un empresario farmacéutico, pueda experimentar con ellos. Las drogas con la que se experimenta en la isla prisión, tienen nombres muy peculiares (Laffodil, Verbaluce, Darkenfloxx) y poseen la capacidad de alterar el comportamiento de los presos, modificando sus emociones. Esta es una premisa altamente plausible, ya que, en últimas, las emociones humanas dependen del balance bioquímico de muestro cerebro y de hormonas como la dopamina, la serotonina, la noradrenalina, la oxitocina y la feniletilamina.
Jeff comienza a sentir que las cosas se están saliendo de control y que Abnesti se está desviando peligrosamente de sus parámetros éticos. Lo que Jeff desconoce, es que el experimentador, cual científico loco, está aplicándose a sí mismo las drogas. ¿Quién vigila a los vigilantes?
Joseph Kosinski, el director de Oblivion, la cinta irregular protagonizada por Tom Cruise y de la infravalorada secuela de Tron, regresa al terreno de la ciencia ficción adaptando el relato de Sanders de una forma minimalista, siguiendo la tradición de cintas del género claustrofóbicas y distópicas como THX-1138 de George Lucas o Ex Machina de Alex Garland. Sus protagonistas son Chris Hemsworth, a quien ya nos acostumbramos a ver como Thor en las películas de Marvel y Miles Teller, el actor de Whiplash, quien recuperó el rumbo de su carrera con la estupenda miniserie The Offer y haciendo parte del elenco de la gratificante secuela de Top Gun, también dirigida por Kosinski.
Llega a ser fascinante ver a Hemsworth interpretar a Abnesti, un sociópata adicto a sus propias drogas y a la música pop de los años ochenta. Fascinante, pero no convincente (Hemsworth ya había interpretado a un genio científico en Blackhat, el horrible trabajo de Michael Mann, con resultados similares).
Por su parte, Teller hace un trabajo digno encarnando a Jeff, el hombre que cometió un error y que busca de nuevo el amor y la redención. También hay que destacar a Jurnee Smollett, la protagonista de la malograda serie Lovecraft Country, quien hace una muy buena labor interpretando a Lizzy, la cocinera de la isla prisión y el nuevo interés amoroso de Jeff, como también otro de los conejillos de indias para los experimentos del desquiciado Abnesti.
Pero la historia alegórica de Sanders, aquí se desperdicia con un guion a cargo de Rhett Rheese y Paul Wernick, el cual se aparta de la elegancia y la inteligencia de Ex Machina, y que más bien nos recuerda a La isla, la horrible imitación de THX-1138, a cargo de Michael Bay. Rheese y Wernick poseen un don para el cinismo y la sátira, pero lo logrado con sus guiones de Deadpool y Zombieland, aquí no se repite. La estructura fragmentada de la película llega a abrumar y confundir, y se siente como una estrategia fallida para extender una historia corta, la cual hubiera funcionado mucho mejor como un episodio de Black Mirror.