La artista y compositora boricua Kany García se encuentra en su natal San Juan sólo por una noche, ya que se encuentra en medio de una gira mundial para promocionar su más reciente álbum de estudio El Amor Que Nos Merecemos. “Una locura total, al ritmo de cuatro fechas corridas en Colombia, mañana sigo a Venezuela. Estoy en medio de la gira entonces, ya sabes, son como 22 o 25 días fuera de casa bien locos que una se levanta en un lugar y duermes en otro”, dice con una sonrisa en el rostro.
A lo largo de sus 15 años de carrera musical, Kany García se ha hecho camino en una industria complicada con su inigualable voz, mientras relata historias de la vida real a través de composiciones llenas de sentimiento y con una perspectiva femenina y humana. Sus canciones la han llevado por el mundo entero y con ellas ha recibido reconocimientos como seis Latin Grammy.
Hablamos con la puertorriqueña sobre el legado musical de su país, sus raíces y primeros encuentros con la composición y el papel que tiene ella como mujer frente a la industria y con sus fanáticos.
Ahora más que nunca, Puerto Rico se ha convertido en el foco de la cultura. No es que antes no lo haya sido sino que los ojos del mundo están puestos sobre ustedes. ¿Cuál es la magia que esconde esta isla según tú?
A mí me parece medio inexplicable, porque yo no sé si es una cosa de un estado anímico que siempre estamos de fiesta, siempre estamos felices, pero siempre hay música. Desde mi época de niña. No sé, viene un huracán y se va la energía eléctrica y saca uno la guitarra. Hasta en los momentos más tristes todo es acompañado de música. Nosotros desayunamos y almorzamos música y creo que ha habido una cosa ahí de esa idiosincrasia cultural de que la música es como parte de absolutamente de cada uno de los momentos de vida, desde los bares, desde los restaurantes, desde todo.
Pero por otro lado hay también otras cosas inexplicables porque yo veo otros países que también tienen esta cosa similar, Colombia es un lugar, por ejemplo, extremadamente musical. La misma República Dominicana, que son islas hermanas, también lo son. Entonces eso hace que uno diga “no, no es por ahí la cosa”.
El legado que Puerto Rico ha dejado en el mundo es indeleble, lo que tú dices, en muy poco tiempo salen y salen canciones, no paran.
Es impresionante porque en la isla tan solo somos 3.5 millones de habitantes y para mí, el día que creo que más me impactó de esto que tú estás diciendo, fue cuando nosotros bajamos al gobernador del país e hicimos que renunciara. Entonces nos montamos en una camioneta los artistas. Era como que tú mirabas y tú decías “esto parece un equipo de dream team”. Estaba con Bad Bunny, Ricky Martin, Olga Tañón, el mismo Tommy, estaba yo ahí, estaba Residente. Era como una mezcla de tanta gente que ha hecho que ha hecho tantas cosas lindas y aunque no lo quieran representamos al país. Con caminos muy diversos unos de otros, pero somos muchos para una isla tan pequeñita.
¿Con qué música creciste tú? ¿Cómo llegaste a escuchar estos sonidos provenientes de diferentes lugares del mundo que también permean tu música?
Imagínate, yo vengo de un papá español y una mamá boricua, me crié en Puerto Rico, pero entonces es imposible no escuchar, estando en Puerto Rico, crecí escuchando a Rocío Dúrcal, Isabel Pantoja, Carmona, a un montón de cosas muy del lado del flamenco, La Niña Pastori, todo este tipo de cosas. Y en casa escuchaba también al gran combo de Puerto Rico, a La Sonora Ponceña, a la Fania. También en mi casa se oía mucho a Silvio Rodríguez, Manuel, Sabina, Pablo Milanés. Entonces era como una mezcolanza de muchos lados y creo que cuando cuento esto, la gente oye lo que hago y entiende por qué hay un montón de elementos ahí metidos y pueden convivir juntos en un mismo espacio, porque basta con ver un poco el camino.
¿Cómo ha evolucionado la clásica balada puertorriqueña con el tiempo?
Un montón. Yo creo que cada vez uno tiene que ingeniárselas más para que tenga ese sonido actual y que la gente lo quiera digerir y eso ha afectado un montón. Primero es que cada vez escuchamos menos, sino nada, a esa mujer que viene y habla desde el dolor, la mujer afectada, la que te canta “él me mintió, él me dijo esto”. Ya cada vez vemos menos eso. Creo que cuando hablamos de la balada como tal, ha evolucionado mucho a otro tipo de discurso. Eso es ya de por sí genial.
Y por otro lado, creo que cada vez más también es una música que no ha tenido de otra que dejarse llevar también por cosas de pequeños chanteos de cosas que haya traído la música urbana. Sonidos que quizá el sintetizador y un montón de elementos electrónicos que hay que traer a la mesa, porque si no, se vuelve música del pasado, música de memoria, música obsoleta. Yo siempre, cuando hablo de la evolución de las canciones o de los ritmos, cuando lo digo es como una mujer que tiene un cuerpo complicado y que tú dices “es que no le puedes poner otra cosa, porque lo que le queda bien son estos dos tipos de vestidos”. Y hay mujeres que tienen cuerpos que lo que le pongan, le va, entonces igualmente hay mucha música elástica y creo que dentro de la balada hay mucha elasticidad.
Tú has sido una imagen de resiliencia femenina dentro de una industria machista. ¿Cómo ha sido trabajar y emerger en un género y en una industria tan llena de hombres?
Pues, de cierta manera, llena de complicidad, de cosas buenas, debo decir que, de donde más he recibido ayuda en todo, en abrir conciertos, en colaboraciones, ha sido de los varones, más que de las mujeres. Creo que entre nosotras también hay todavía mucha más competitividad o de menos compañerismo de lo que debería surgir. Y lo digo porque claramente lo veo cuando pones una foto de una chica, la primera que va a criticar lo que sea, somos nosotras. Entonces hay una parte ahí que sí agradezco un montón la complicidad que he vivido por parte de cantautores, pero somos demasiado pocas, los espacios no solo son menos, sino que todavía seguimos viendo en los premios y demás, incluso hasta en un póster. Yo siempre me río cuando voy a las emisoras de radio que ven a una chica y a siete varones alrededor en un póster que representa lo que es la música hoy en día. Ahí te das cuenta que ha sido complicado y que yo lo que he intentado todo el tiempo, más allá de estar peleándome con lo que vivo y veo, es estar viendo qué puedo hacer para poder hacer camino hacia adelante dentro de mi propuesta, dentro de mi proyecto y creo que en eso es lo que me enfoco constantemente.
¿Qué perspectiva o qué puntos de vista tomas al momento de escribir como mujer? A la larga eres una representación de la mujer latina.
Pues por un lado está la parte de las canciones que siento yo vitales como lo que yo, no solamente viva, lo que siento que es importante como mujer latinoamericana defender. Canciones que hablen de la violencia de género, canciones que hablen sobre lo que uno no debe de tolerar, el amor primero propio antes del otro. Creo que ese discurso que antes había de la mujer que parece que odia a los hombres, pasó con el tiempo. Yo creo que cuando era más niña, yo decía, si escuchaba mucho que una mujer feminista o que una mujer que cantara este tipo de canciones, era vista desde ese ángulo y hoy, eso se convirtió al revés, se convirtió en un aplauso, en un aplauso a las mujeres que son más audaces, y eso es gracias a otras que vinieron antes que yo, claramente.
A la hora de escribir siempre pienso en cómo me siento a la hora de representar una canción, lo hago desde cómo me siento yo como mujer en mi vida, en lo que me pasa, en lo que debo decir y lo que no, en reconocer que una nena de 12 años va a escuchar esto y el impacto que puedo yo hacer en la vida de ella. Antes quizá no escribía desde ahí y lo digo porque es así. Antes porque no había vivido cosas, no había vivido lo de subir a un escenario y ver cómo tienes la posibilidad de entrar tan fácil en las casas y en la vida de la gente. Cuando ves eso, dices “pues entonces hay tanto que puedo hacer yo con mis canciones” y por eso hoy creo que absolutamente todo lo que escribo, lo escribo desde la perspectiva femenina, siempre.
Claro, hay una responsabilidad con tu pluma.
Totalmente.
¿Ha habido algún hecho o evento que con el que hayas hecho “click” para cambiar esa perspectiva en especial?
Hay un montón. A mí me pasa mucho cuando tengo un encuentro con un fan, en el aeropuerto, o con algo que se le parezca, ahí me ha pasado que se me han acercado a decirme cosas tales como “llevo un montón de años estudiando música y decidí que tenía que hacer música urbana porque es el único camino ahora mismo que existe dentro de la música para poder crear un espacio y el estar viendo lo que haces con tu música y que te estén pasando cosas buenas, hace que yo pueda pensar que yo también voy a poder hacerlo.”.
Y cuando ese tipo de situaciones me han pasado que alguien se me acerca a contarme cómo un evento de vida mía o cómo un paso que yo he hecho está creando la posibilidad de abrirle un horizonte de alternativas a alguien. Te cambia totalmente el click desde dónde escribes y la repercusión que tienen tus palabras porque no solamente es lo que escribes y lo que cantas, también es el discurso que das en los shows. Para mí es importante lo que se dice antes de las canciones y esa posibilidad que tienes que tener la atención de la gente por dos horas, es también una oportunidad de recordarte de esa chamaca que te dijo eso y decir otras tantas cosas más.
¿Esos discursos que dices en tus conciertos los preparas o simplemente fluye en el momento?
Hago dos cosas bien puntuales. Me gusta leer el periódico del país a donde voy a estar un par de días antes y estar como empapada de qué está pasando y me han sucedido cosas que digo “uy, yo no sabía que esto estaba pasando aquí, tengo esta canción puntualmente” y me ayuda un montón, pero no preparo el discurso. Preparo un poco en mi cabeza lo que son como puntos de lo que vive la actualidad de ese país y no trato, porque también a veces me sucede, quizás de adentrarme demasiado en cosas de las cuales puedo desconocer y pueda entonces ponerse frágil o tergiversar un poco lo que es la intención de una que no es otra cosa que ser empática.
Hoy en día cómo nacen las canciones de Kany García, ¿expones momentos personales? ¿Consideras que la música es una especie de sanación?
Pues expongo muy poquito al menos de mi vida personal, muy poco, y me río mucho porque el otro día estaba en una entrevista que una señora me dice “bueno, gracias a todas tus tristezas tenemos todas estas canciones” y yo casi convulsionaba porque yo le iba a decir “señora, mi vida es bien feliz”. Yo tengo una vida maravillosa, pero yo creo que… diciendo esto pues escribo mucho de lo ajeno, que me prestan.
Escribo mucho sobre las conversaciones que tengo con la gente. Últimamente también me place sentarme adelante con el chofer de los lugares a los que voy a ponerme a hablar y me gusta escribir historias de pueblo, historias de gente que carece de privilegios. Y trato de, también, escribir como un lenguaje que sea muy accesible a la gente.
Cada vez disfruto más el que las canciones tengan más sabor, que cada vez sean menos nostálgicas. Creo que ha habido una transición en el camino de que empecé con canciones mucho más románticas que disfruto todavía hacer y me encanta hacerlas, pero no te puedo explicar lo que me encanta haber podido viajar y dejarme afectar por los países.
Las verdaderas historias suceden ahí…
Pero claro, la verdadera historia sucede cuando te sientas a que te limpien unas botas y un zapatero te cuente cuatro cosas y dices “pero qué bueno está esto pa’ una canción”. Últimamente pienso que no me encanta contar la verdadera historia de dónde salen las canciones porque a veces son cosas tan simples y tan cotidianas y la gente, cuando se me acerca y me cuentan por qué ponen una canción a su historia, casi siempre es mejor que la mía. Casi siempre. Entonces si yo llego a contar que la historia vino de alguien que me estaba limpiando las botas en México y me dijo dos cosas, me dirían “¿y cómo de ahí se te ocurrió esto?” Entonces creo que le daño la gracia y la magia a lo que son las canciones, por eso creo que antes quizá contaba un poquitito más de la historia y me doy cuenta que es mejor que cada cual haga su propia historia dentro de esta.
¿Cuál ha sido tu equipo de trabajo o tu productora favorita con la que hayas trabajado con la que tengas algún recuerdo especial?
Uno es el de ahora y de hecho es pupilo del que te voy a decir. Son dos colombianos que quiero mucho. Uno se llama Julio Reyes Copello y con Julio… lo amé porque una cosa que me fascinó el día que lo conocí es que en vez de sentarnos a escuchar canciones me dijo “vámonos a caminar”, por el barrio de él. Y yo le dije “¿pero caminar? ¿No vamos a oír música?” Como que para mí era lo obvio. Y la idea de él de conocerme como ser humano y como persona, hizo la diferencia. Creo que todos los días de la primera semana nos íbamos una hora a caminar y a hablar de nuestras amistades, de nuestras familias, de dónde veníamos. Como si fuera modo entrevista, pero sin un libreto. Y luego hicimos música y me voló la cabeza ver cómo él tenía tan claro lo que yo quería hacer, lo que me hacía bien él y decir “qué puedo hacer para sumarle a Kany” y de los lugares donde quizá quería que yo me alejara un poquito.
Y ahora trabajo con un pupilo de Julio que se llama Richi López que de él me maravillé. Como que me voló la cabeza que estos niñitos de hoy en día se crean tantas cosas al momento que le hacen tanto bien a mí música porque creo que lo que Richi está logrando con el trabajo que ha hecho con este proyecto en particular es acercar mi música a una nueva generación y que esa nueva generación tenga muy palpable el proyecto de Kany García, pero sin que la generación que ha estado conmigo durante todos estos años se sienta ofendida, sino que también se sienta respetada. Entonces es un trabajo demasiado complicado y yo no sé cómo este hombre lo ha logrado, pero me siento bien contenta por lo que va a salir ahora.
Has logrado construir un puente entre tus fans legacy y los nuevos fans. Bueno, también hablando de esos nuevos fans, hace poco estuviste participando junto a Bad Bunny en su concierto allá en San Juan. ¿Qué tal tu experiencia?
Una experiencia más loca en el mejor de los sentidos. Yo me lo gocé tanto. Yo estaba súper ansiosa y no sabía que me la iba a pasar tan bien como me la pasé porque, claro, me dicen primero “Bad Bunny” y yo digo “¿y qué quiere que yo cante? ¿O vamos a tocar un instrumento o algo?” Como que yo no quería perderme la invitación.
Yo creo que Bad Bunny está en un lugar, Benito está en un sitio en el que ahora mismo llama a quien sea y todo el mundo trabaja para él. Y para mí era como una oportunidad, pero demostrar lo que soy, como Kany García.
Y nada, allá fui a escucharlo y recuerdo que llegué al venue un día antes, y llegué a sentarme con él. Estaba vestido con una bata como de señora, como una bata de una señora de 80 años. Y yo trataba de cogerlo en serio, pero le miraba la bata y le habían puesto un suero, estaba recibiendo vitaminas y tenía un hoodie puesto. Eran como muchas cosas a la vez que me distraían. Y nada, le digo “bueno, ¿qué quieres que haga”. Entonces me dice “mira, quiero que hagas “Trellas”, quiero que esto sea el único momento, que sea como muy íntimo, un instrumento sonando, que sea solo tu guitarra, solo tú y yo, muy orgánico”. Me quedé quieta y le digo “¿por qué me elegiste a mí?”, porque claro, yo soy yo, y él tiene para elegir a toda la gente urbana con la que ha trabajado y entonces como que él se sorprendió con mi pregunta y dice “bueno, porque te admiro por esto, lo otro” y dije “qué bonito que a veces uno crea estas tontas paredes entre los géneros creyendo como si le estamos dando el alma al diablo por hacer algo que te lleva a otro lado”.
Es como cuando estaba la época del rock en español súper fuerte, o cada uno de los géneros que han estado en el pico, entonces hay ese momento de sentirte que estás entregando algo que no. Y automáticamente cuando me dijo todas estas cosas bonitas es como si esa pared se hubiera hecho invisible. Entonces llegué allá y tuve una experiencia tan linda porque pude compartir como con todos los que son más del género de Benito y poder platicar de tantas cosas súper chulas y divertidas.
Y después subirme y hacer lo que hago toda mi vida, que es subirme solo con una guitarra y cantar, pero con 50 y pico mil personas de frente que escuchan Bad Bunny y fue lindo, pero también como cuando yo empecé la gente gritaba y dije “ah, qué bueno, entonces esta gente también escuchan mi música”. Y ahí me voló la cabeza porque dije “claro, Kany, al igual que tú en tus plataformas digitales no escuchas todo el tiempo a Joaquín Sabina, ni a Drexler, ni a Natalia Lafourcade. También te gusta escuchar a Ozuna o te pones una canción de Sebastián Yatra”. Es como que me encantó porque me hizo regresar a mí como ser humano y a lo que escucho y a romper un poco, como decía, esas paredes. Una experiencia que me regaló un montón de cosas lindas.
¿Cuál fue el reto más grande para la producción de este nuevo álbum que estás lanzando?
El título del álbum que era El amor que merecemos que era ese indicativo de mirarme adentro y decir “esta soy yo, estas son mis cualidades, esto es lo que valgo, esto es lo que doy” y de ahí, abrir las puertas y relacionarme con absolutamente todos. Si yo no hiciera eso todos los días de mi vida, claramente las relaciones interpersonales serían otras. Las relaciones de trabajo, de familia, serían otras. Entonces que ese fuera el punto de partida de las canciones, era complicado porque escribí muchas canciones que no iban desde ahí. Que iban quizás más nostálgicas, más esto, más lo otro, y las tuve que descalificar. Entonces cuando tú te casas con una idea, pues ya automáticamente, para que todo haga congruencia, pues tienes que ser como que bastante afilada con lo que estás diciendo, con el discurso y con que llegues al repertorio que tienes que llegar.