Javiera Mena te invita a unas vacaciones en su islita hedonista

La música chilena presenta en Buenos Aires su nuevo disco, Nocturna, en el que reconoce influencias tanto de Giorgio Moroder como de las protestas callejeras en su país

Por  FERNANDO FRATANTONI

marzo 9, 2023

"Es un disco de pista de baile", dice Mena sobre su último trabajo

Javiera Mena llega a Buenos Aires para presentar su última creación, Nocturna, una oda al hedonismo, Giorgio Moroder, el ítalo-disco y las discotecas. Desde el departamento de sus padres en Santiago, la música chilena cuenta en esta entrevista qué se trae entre manos con este nuevo disco y adelanta lo que serán sus dos shows en Argentina (el sábado 11, en Córdoba, y el domingo 12 en el palermitano Niceto Club).

¿Cómo definirías a “Nocturna”, el disco que presentás en esta gira?

Es un disco de pista de baile, tiene un sonido opaco, más cercano a Giorgio Moroder o Tangerine Dream que a lo brilloso del EDM. El arte, incluso, se empasta muy bien con ese sonido retro. Con (el diseñador argentino) Alejandro Ros quisimos hacer un guiño al arte cinético, a la obra de Julio Le Parc, algo minimalista y futurista. Influenciado más en el Blade Runner de Vangelis, con un sonido ambiental pero a la vez bailable. Comparado con mi disco anterior (Espejo, de 2018), que tenía letras más personales, de conexión con la otra, con el Eros, y que era un poco más experimental, Nocturna es más pop, de pista, pero con algunos mid tempos y saxofón. Es un disco que lo imagino para una mujer con un Martini en la disco, relajada, que va hacía allí o hacia allá. Una mujer libre. Aunque a veces el sonido retro podría llevarnos a la movida madrileña o al Miami de los ochentas hay canciones como “Corazón astral”, que está inspirada La Serena, que sería como nuestro Miami chileno.

Javiera Mena, en su versión disco-noir Foto: Jesús Leonardo

Me encanta el sonido neo disco de Kylie Minogue, pero buscaba que el sonido fuera diferente, más noir.

En este disco trabajaste por primera vez con el productor chileno Pablo Stipicic. ¿Cómo te relacionás con los productores de tus discos?

Mi relación con los productores ha variado con el tiempo. Cuando empecé, yo era la principal programadora, me pasaba horas armando melodías y todo para llegar al estudio y trabajar cambiando partes o sumando cosas con el productor. Pero me gusta trabajar en equipo, me considero una persona dispersa por momentos y, cuando estás con otro partner, hay que cerrar cosas, terminar canciones para arrancar otras.

Últimamente volví a programar más, a estar más arriba de las canciones y eso me está entusiasmando mucho. En este último disco también empecé a componer con otros músicos y de la colaboración afloran nuevas ideas. Cada disco me gusta tratarlo como un relato.

¿Qué significa un relato en términos de un disco?

En Nocturna algunas canciones fueron compuestas antes y otras después de la pandemia. El disco también estuvo marcado por el estallido social en Chile y en las letras aparecen algunas referencias, no políticas, pero sí de sensaciones. El disco igual trata sobre pasarla bien en estos momentos tan pesados que estamos viviendo, tratar de escabullirse de la guerra, de la pandemia o del estallido. Ser una islita hedonista, unas vacaciones del día a día para pasarla bien.

Hay una ola de cantautoras chilenas como vos, Francisca Valenzuela o Mon Laferte saliendo a cantar por Latinoamérica o Europa. ¿Son como una punta de lanza para una nueva generación?

Yo puedo hablar sobre mi experiencia, aunque debemos tener muchas cosas en común. Por ejemplo, la Mon, se fue a México y trabajó mucho mucho para llegar a donde está. En Chile nos cuenta salir por la cosa geográfica, pero como decimos acá, tenemos una energía bien luchona y nunca bajamos los brazos. Aparte se nos dio un cambio de paradigma con otra generación y con el feminismo. Por ejemplo, en mi caso, me acordaba al principio de mi carrera, que no estaba la discusión del feminismo y un día me preguntaron si era feminista y respondí “no sé”. Imagínate cómo cambiaron los tiempos.

¿Cómo preparaste los shows de esta gira?

He tocado varias veces en Buenos Aires, pero si tengo que confesar algo es que ahora es de las primeras veces que me siento cómoda en el escenario. Siempre fui muy de estar en el ordenador, de ser nerd ahí atrás. Pero estos últimos años estoy gozando los shows, era difícil llevar la experiencia de la música electrónica a los conciertos. Siempre pensaba en dos caminos… Uno era el estilo de Depeche, o sea llevar una batería “real” a los shows hacerlo más rockero o el otro camino era más Kraftwerk, que era teclados y hacer un show más visual alrededor de eso. En las presentaciones de este disco logré armar un híbrido entre esas dos opciones. Armé secuencias nuevas, o sea no son las mismas que usamos para el estudio. Para mí es muy diferente la experiencia de llevar un disco al escenario que escucharlo en tu casa: hay que tener un extra. En el escenario somos cuatro músicos, la Taffy (Stephanie Dönicke), que toca baterías programadas, pero trilladas, para que tengan un sonido bien electrónico, la Catita (Catalina Rojas) multintrumentista que toca teclados, bajos, guitarras y algunos pads, Paulo (Carrera) hace coros, flauta traversa y saxofón y yo, que toco sintetizadores y guitarras. Es un show muy de banda.

La verdad, nos sentimos una banda. Estoy muy bien y, por otro lado, creo que he llegado a cantar ahora como siempre quise hacerlo, estoy gozando de mi voz como nunca… Ah, ¡y ahora tengo un saxofón! (risas).

¿Cómo es tu relación con Argentina?

Siempre agradezco a Argentina en los conciertos porque la gente de este lado de la cordillera creyó en mí desde el principio. Vine para aquí de muy joven, como a los veinte, y me topé con una escena electrónica que me encantó. Era una movida que en Chile no existía y necesitaba nutrirme de eso. Había muchas fiestas en ese momento, como las de Ruda Macho; también conocí a Lucas Martí, con quien hicimos varias colaboraciones, y a los DJ Pareja, e inclusive a los Miranda! Era una época muy interesante, todos con ganas y empezando. Mi primer disco fue lanzado en Argentina antes que Chile. Sebastián Carreras, del sello Índice Virgen, editó mi debut, Esquemas juveniles en 2006. El sello editaba a Daniel Melero, a Entre Ríos, y esa escena no existía en Chile. Yo tenía muchas inquietudes, ganas de componer música y de tener una escena donde mostrarla. Buenos Aires la tenía.

Argentina es un lugar donde me siento local. Tengo muchos amigos y he tenido varias novias también.

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