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Hablemos del dalái lama

Una invitación a bajar a los líderes religiosos de su pedestal

Por  MELISA PARADA BORDA

abril 11, 2023

BBC

Un video del dalái lama aprovechando su posición de poder para besar a un niño, y pedirle que chupara su lengua, ha recorrido rápidamente todos los confines de Internet. El suceso ocurrió el 28 de febrero en el templo tibetano en Dharamsala, India, durante un evento organizado por la fundación M3M que contó con la participación de 120 estudiantes.

Los registros de la jornada fueron publicados en marzo, pero hasta esta semana el infame video se hizo viral. Las reacciones no se hicieron esperar, por lo que la oficina del dalái lama se vio forzada a emitir unas disculpas públicas: “Ha estado circulando un videoclip que muestra cómo un chico le pidió a su Santidad si puede darle un abrazo. Su Santidad desea disculparse con el pequeño y su familia, así como con sus tantos amigos alrededor del mundo por el daño que sus palabras hayan ocasionado”.

En efecto, el momento inicia con el menor pidiéndole un abrazo, pero la situación comienza a volverse turbia cuando el líder religioso le pide que lo bese en la mejilla, besa al niño en la boca y posteriormente le dice, “Chupa mi lengua”. La sola exposición del menor a los medios ha sido revictimizante, y el gaslighting de la continuación de la disculpa, descarado: “Su Santidad suele bromear con las personas que conoce de forma inocente y juguetona, ya sea en público o en privado. Él se arrepiente del incidente”.

Aprovecharse de las dinámicas de poder para abusar o agredir a una persona, en este caso de un menor de edad, no es una “broma inocente”, la verdad es que constituye un delito grave. El problema aquí es que, al tratarse de una figura de autoridad religiosa, se le ha dado el beneficio de la duda, ya sea por cuestiones culturales –sacar la lengua en el Tíbet es un gesto de respeto– o simplemente porque se trata del “mensajero de la paz”. Además, que las disculpas escuetas únicamente hayan sido emitidas cuando Tenzin Gyatso [décimo cuarto dalái lama] está bajo el ojo de la tormenta también dice mucho, no solo de él como ser humano, sino de la institución de representa.

De hecho, esta no es la primera vez en la que Gyatso se ve envuelto en algún escándalo, ya que en 2018 sugirió que Europa únicamente debía “pertenecer a los europeos”, evitando convertirse en una región musulmana o africana. Un año más adelante, tuvo que disculparse por decir que si una mujer fuese la siguiente dalái lama, ella tendría que ser “más atractiva”.

Otros maestros del budismo tibetano también han sido denunciados por abuso sexual como Sakyong Mipham, cabeza de la comunidad Shambhala, y el profesor y escritor Sogyal Lakar. Tal como ha sucedido en otras religiones como el catolicismo, los casos han sido sistemáticos hasta el punto en el que el mismo dalái lama admitió en 2018 haber tenido conocimiento de los abusos desde 1990. “Con la mente y el corazón abiertos, encontramos refugio en el budismo hasta que fuimos violades en su nombre”, escribió un grupo de víctimas en una petición para conocerlo durante uno de sus viajes por Europa.

“Ya sabía estas cosas, no es ninguna novedad”, contestó en ese entonces. “Hace 25 años alguien me mencionó algo sobre un problema de acusaciones de abuso sexual. A estas personas no les importa la sabiduría de Buda, así que ahora que esto se ha hecho público, las personas pueden ocuparse de su propia vergüenza”.

Gyatso ha sido el dalái lama desde 1940 y durante muchos años ha difundido mensajes de reconciliación, tanto así que en 1989 ganó el Premio Nobel de la Paz por su lucha no violenta en favor de la preservación de la cultura de su gente. Esta clase de reconocimientos ha alimentado el imaginario de que por ser un líder que “representa” la paz no es capaz de cometer aberraciones, pero la misma historia nos ha enseñado con personajes como Ghandi y Teresa de Calcuta que de eso tan bueno no dan tanto.

Entonces, los interrogantes que nos plantea este caso de abuso podrían ser, ¿hasta qué punto los líderes religiosos y las instituciones que representan pueden seguir saliéndose con la suya? ¿No hemos aprendido nada sobre los cientos casos de pederastia ocultos y/o ignorados por la Iglesia Católica? Tampoco hay que olvidar que así se trate de una insinuación (“chúpame la lengua”) o un beso, esto no hace menos grave el abuso sobre un menor de edad por parte de una figura que posee cierto poder.

Cuestionar las creencias impuestas y las grandes religiones no es nuevo, pero con los avances que se han hecho en materia social y libertad de culto, vale la pena seguir preguntando si es realmente necesario seguir a un líder casi que intocable, sea de la religión que sea. ¿Cuál es el verdadero aporte que este y otros tantos líderes religiosos hacen a la humanidad en el siglo XXI?