Gorillaz en el Quilmes Rock: Damon Albarn invitó a Trueno y mostró sus armas no tan secretas para el éxito

En su segunda visita al país con el proyecto animado, Albarn se mostró feliz, conectado con el público y regaló un momento inesperado sobre el cierre de su show con el rapero argentino

Por  FEDERICO MARTÍNEZ PENNA

mayo 1, 2022

Trueno y Damon Albarn, anoche en Tecnópolis.

Agustín Dusserre

Alcanzaron apenas cuatro notas de la melódica en boca de Damon Albarn para desatar el último gran rugido del público local en el segundo show de Gorillaz en Argentina. Sucedió con el clásico e indispensable “Clint Eastwood”, el cierre de un implacable set de veintiún canciones. Pero algunos compases adentro ocurrió la verdadera revelación: Trueno, que había tocado en el mismo escenario antes, se subió para un freestyle de varias estrofas que le valió la bendición de Albarn. “Este es tu público que te saluda Damon”, dijo el argentino mientras soltaba rimas frente a 60.000 personas.

Con semejante micromomento, el trapero de Catalinas Sur encontró un nuevo punto de consagración que suma una especial estrella en su corolario. Ahora nadie puede negarlo: el mundo entero lo oyó como cita en su canción “Dance Crip”.

Gorillaz en el Quilmes Rock 2022
Damon Albarn, en su segunda visita con Gorillaz a la Argentina. Foto: Agustín Dusserre.

Todo esto fue posible no solo porque la hija de Albarn sigue a Trueno en Instagram (de ahí el link), sino por la naturaleza de la dimensión en la que opera Gorillaz. A pesar de ser el bebé de Damon Albarn y su socio visual Jamie Hewlett, este es un colectivo que triunfa en la suma de las partes. Ya había pasado con el inicio de “M1A1”, donde el grupo, que de base tiene al menos diez integrantes, emprendió una furiosa cabalgata dance punk dub futurista que recordó al mejor Big Audio Dynamite. 

Damon Albarn al frente de un combo de 10 músicos en escena para el show de Gorillaz y en el fondo las creaciones de Jamie Hewlett. Foto: Ignacio Arnedo.

Por eso, en un show de Gorillaz lo que se ve es un sistema diseñado para el disfrute de quien esté del otro lado de los parlantes; un circo que es en igual partes chill, dance y coqueteo con el pop por parte de distintos actos y acróbatas. Apareció Robert Smith de The Cure en las pantallas para acompañar en “Strange Timez”, Bootie Brown se adueñó de las tablas en “Stylo”, y por supuesto el infaltable Posdnous de De La Soul para “Superfast Jellyfish” y “Feel Good Inc”. Hasta aparecieron guiños caricaturizados (porque, claro, el soporte visual en Gorillaz es intachable) de socios del pasado como Snoop Dogg y los ex Clash Paul Simonon y Mick Jones en “On Melancholy Hill”, mientras Damon Albarn crooneaba con voz inoxidable, y homenajeó simbólicamente a los aliados caídos en la figura de Bobby Womack en pantalla.

Gorillaz en el Quilmes Rock 2022: Damon Albarn, Trueno y Sweetie Irie. Foto: Ignacio Arnedo.

En las alturas hay también otras armas no tan secretas para el éxito. El bajo de Seye Adelekan castigó con pulso feroz a lo largo de todo el recital, haciendo que “Tomorrow Comes Today” se enturbiara, al borde de dejar a Albarn como parte del decorado, también hubo espacio para la genial Michelle Ndegwa que hizo del machaque en el pecho de “Kids With Guns” un acto inolvidable, y que los percusionistas Remi Kabaka Jr y Femi Koleoso pusieran la clave afro en “Dirty Harry”.

Damon Albarn, anoche en Tecnópolis. Foto: Ignacio Arnedo.

Albarn puede bien ser el pastor del rebaño, pero considerar a Gorillaz su capricho es cometer un grave error. Por eso, la esquizofrena de ritmos y paletas de colores que para cualquiera sería un fracaso rotundo, Gorillaz lo lleva con hidalguía. Funciona sin errores en el pulso febril de “Aries”, o cuando “O Green World” empieza con el solo al piano pero luego se vuelve un ritmo caustico con toda la banda calibrada como si el show del 2017 y la pandemia no hubiesen ocurrido.

“Son inspiradores, siempre”, le dijo Albarn a su audiencia y les regaló varios momentos entre ellos. Se cansó de sonreír a lo largo de las casi dos horas de show, bajó a codearse contra el vallado, agarró el celular de un fan, se puso una máscara y bailó con ellos en “Pirate Jet”. Pero también supo colgarse una medalla que no cualquiera puede ostentar: solo el pudo desarrollar una segunda carrera capaz de llenar estadios y armarse de un catálogo que desde su presente no deja de mirar al futuro, aún cuando ya llegó hace rato.

Damon Albarn se saluda con Trueno, en Tecnópolis. Foto: Ignacio Arnedo.

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